A TODO GAS. GUNS'n'TUNING

INTRODUCCIÓN

En el año 2001 llegó a las pantallas “A Todo Gas”, una película sobre carreras callejeras, que recibió de manera sorprendente una gran acogida por parte del público. La forma en la que esta película dio protagonismo a toda una subcultura urbana hizo que pronto se convirtiera en un título de culto, sobre todo entre adolescentes y amantes del motor y el tuning en general. Como era de esperar dentro de la industria del cine, este éxito originó la creación, no sólo de multitud de imitadores, sino también de una serie de secuelas, de las cuales la última ha llegado recientemente a nuestras pantallas, imponiéndose económicamente al mismísimo Dios del Trueno, “Thor”. Todas estas películas, con sus más y sus menos, han mantenido un punto en común, un ingente esfuerzo en lograr que los amantes de los coches y las carreras puedan ver reflejado su afición en la gran pantalla, sin embargo, en las dos últimas entregas vemos un intento por parte de los productores de evolucionar y llevar a la franquicia a otros terrenos.

“A TODO GAS”. LE LLAMAN TORETTO

El origen de “A Todo Gas” lo podemos encontrar en un artículo escrito por el periodista Kenneth Li para la revista Vibes sobre el fenómeno de las carreras callejeras. El productor Neil Moritz se hizo con los derechos y tomando el título de una película de 1955 producida por Roger Corman, “The Fast and The Furious”, se arriesgó a llevar a la pantalla una película que buscaba representar de manera fidedigna todo ese mundo, al mismo tiempo que ofrecía impactantes escenas de acción. Moritz era ya un productor con bastante experiencia previa en lo referente a llevar a cabo productos dirigidos a una audiencia juvenil, con películas como “Sé lo que Hicisteis el Último Verano”, “Leyenda Urbana” o “Crueles Intenciones”. Para “A Todo Gas” escogió al director Rob Cohen, con quien había trabajado previamente en “The Skulls”, y que era un realizador especializado en productos de empaque comercial. Cohen vio en esta película la posibilidad de realizar un western moderno, trasladando la dinámica de honor, masculinidad, competitividad y respeto que se establece entre pistoleros en el género clásico, al mundo de las carreras de coches. Incluso las espectaculares escenas de asalto a los camiones fueron planteadas como los legendarios asaltos al tren o a la diligencia del lejano oeste. Curiosamente, en lo que a argumento se refería, la película recordaba también a un clásico del cine de acción de los 90, “Le Llaman Bodhi”, de nuevo sustituyendo la cultura del surf de la película de Katherine Bigelow por la del motor. El resto resultaba bastante similar: Policía novato e inexperto que se introduce como infiltrado en el mundo de las carreras de coche en busca de una peligrosa banda de atracadores, para a continuación establecer una relación de profunda amistad y veneración hacia el líder de la banda.

Uno de los aspectos fundamentales y sin los cuales Moritz y Cohen sabían que la película no funcionaría era cuidar al mínimo detalle tanto la selección de coches como la realización de las escenas de riesgo. Para ello se contó con los principales especialistas en este ámbito, destacando la presencia de Dennis McCarthy, quien se ha mantenido unido a la serie en sus siguientes secuelas. Sin duda la labor de los especialistas fue espectacular con impactantes momentos como las ya comentadas escenas de asalto a los camiones, o por supuesto las carreras callejeras.

Otro elemento importante era el reparto. Para encabezar la película se escogió a dos actores prácticamente desconocidos, Paul Walker y Vin Diesel. Walker había trabajado previamente con Cohen en “The Skulls” y se encargó de ocupar el puesto del policía novato, mientras que Diesel ya empezaba a hacerse un nombre como héroe de acción gracias a su papel de Riddick en “Pitch Black”. Su interpretación de Dom Toretto terminó de lanzarlo al estrellato, repitiendo con Rob Cohen al año siguiente en la también taquillera “XXX”. En el apartado femenino se buscó también a dos actrices de apariencia dura como Michelle Rodríguez, quien había llamado la atención previamente como boxeadora en la cinta independiente “Girlfight”, y Jordana Brewster, quien salvo por su aparición en la cinta de Robert Rodríguez “The Faculty”, tampoco contaba con una filmografía destacada. Curiosamente del cuarteto protagonista sólo Walker tenía experiencia previa con los coches y las actrices incluso ni siquiera tenían carnet de conducir antes de iniciar el rodaje. Afortunadamente todos contaron con un curso intensivo de instrucción por parte de los especialistas para que aparentara que sabían lo que estaban haciendo cuando se pusieran al volante.

“A TODO GAS 2”. NOTABLES AUSENCIAS

“A Todo Gas” consiguió recuperar la inversión en su primer fin de semana, sorprendiendo a todos con la extraordinaria acogida del público. En seguida se emprendieron los trámites para una segunda parte, encontrando los primeros escollos en la disponibilidad de los actores. Inicialmente contaban con dos versiones del guión, una que incluía el regreso de Toretto y otra que no. Tras “A Todo Gas”, el caché de Vin Diesel había subido como la espuma, y el actor prefirió no retomar su papel en favor del otro personaje que le había dado la fama en la segunda parte de “Pitch Black”, “Las Crónicas de Riddick”. Así que Diesel fue sustituido por el cantante de rap Tyrese Gibson. Por su parte Paul Walker no había sido tan afortunado como Diesel y enseguida firmó para la secuela. En esta ocasión se involucró aún más que en la primera parte, colaborando estrechamente con el departamento técnico a la hora de trabajar con los coches, llegando incluso a conducir uno de los automóviles de su colección particular y realizando él mismo gran parte de las escenas de riesgo.

Rob Cohen tampoco repitió tras la cámara, pasando el testigo al realizador John Singleton, un director que había iniciado su carrera con títulos de denuncia sobre el racismo de su país, como “Los Chicos del Barrio” o “Semillas de Rencor”, pero que ya previamente había mostrado su interés por un tipo de cine más abiertamente comercial con su remake de “Shaft”. Singleton quiso que en esta segunda parte quedara mejor reflejada la mezcla cultural y racial de los ambientes donde se mueven los protagonistas. Además se convocó un casting de coches para que aficionados de todo el mundo pudieran presentar sus vehículos. Esta idea obtuvo una respuesta masiva, sobrepasando las expectativas de los creadores de la película. Esto logró que esta segunda parte resultara incluso más satisfactoria que la primera para los aficionados ya que había un mayor derroche exhibicionista a la hora de mostrar gran variedad de modelos tuneados. Además se emplearon las técnicas más avanzadas para conseguir representar en pantalla la velocidad que alcanzaban los coches en sus carreras.

Desgraciadamente, más allá de ahí esta secuela sufrió un importante descenso cualitativo con respecto a la cinta original. No es que “A Todo Gas” fuera un ejemplo de guión o de desarrollo de personajes, pero al menos sabía sacar partido del material con el que contaba. Aquí la sustitución de Vin Diesel por Tyrese Gibson dañó seriamente la película. Su personaje carecía de la presencia de Toretto, y la química con Paul Walker era prácticamente inexistente. Además la trama mafiosa que sirve de excusa resultaba risible y hasta absurda, con un villano de opereta interpretado Cole Hauser. El único aspecto destacable fue la aparición de Eva Mendes, capaz de eclipsar a todos sus compañeros de reparto cada vez que aparecía en pantalla.

“A TODO GAS: TOKYO RACE”. Y AHORA ALGO COMPLETAMENTE DIFERENTE

A pesar de esto, como decimos, “A Todo Gas 2” volvió a contar con el beneplácito de los fans de la primera parte, recaudando aún más en taquilla y abriendo camino para la tercera entrega. Sin embargo, “A Todo Gas: Tokyo Race” supuso un distanciamiento con respecto a las anteriores. Salvo por el tema de las carreras de coches y por el cameo sorpresa final, la cinta poco tiene que ver con las dos primeras. En esta ocasión la acción se traslada a Japón y el protagonista, interpretado por el actor Lucas Black, no tiene ningún vínculo con los personajes de los títulos anteriores. Aquí el tema central es el drifting, una modalidad de carrera basada más en el derrape del coche y la habilidad de los conductores para atravesar a toda velocidad senderos estrechos y sinuosos. El origen de esta modalidad estaba en las zonas rurales del país y posteriormente fue trasladado a las carreras urbanas, algo que sabe reflejar muy bien la película. Uno de los principales aciertos de esta secuela fue la elección del director Justin Lin, un director japonés, especializado hasta ese momento en un tipo de cine independiente, quien aportó una visión desde dentro de la cultura japonesa, a pesar de que gran parte de la película se rodó en California por cuestiones de producción.

Esta tercera parte volvió a contar con impactantes escenas de carreras y la presentación de imponentes máquinas, sin embargo dada las características del nuevo modo de competición, en esta ocasión no se puso tanto énfasis en los arreglos técnicos de los vehículos y se priorizó la función del conductor, así como la casi espiritual relación que se establece entre el piloto y su coche. Estos cambios no resultaron muy del agrado de los fans de la serie. Se había modificado tanto el modelo original, que perfectamente podríamos encontrarnos ante un título independiente, y no una secuela. Por esto, y a pesar de que “A Todo Gas Tokyo Race” resulta en general una película más satisfactoria que la segunda parte, sus ingresos en taquilla fueron muy inferiores.

Llegados a este momento Neil Moritz se vio en la necesidad de replantearse el futuro de la serie o más bien apostar por un regreso a los orígenes. Para ello buscó poder reunir al cuarteto protagonista original, algo que en esta ocasión no le costó conseguir. Tras los fracasos de sus últimas películas, Vin Diesel ya no podía permitirse el lujo de rechazar el papel, y mucho menos sus otros compañeros, Paul Walker, Michelle Rodríguez y Jordana Brewster. A quien no se pudo convencer fue a Rob Cohen, ocupado en ese momento dirigiendo “La Momia 3. La Tumba del Emperador Dragón”, por lo que Moritz optó por darle una nueva oportunidad a Justin Lin. De esta manera Toretto y O’Conner volverían a verse las caras, para el disfrute de su legión de fans.

“FAST AND FURIOUS”. TORETTO MEETS JASON BOURNE

Tras los intentos económicamente rentables, pero en esencia fallidos de “A todo Gas 2” y “A Todo Gas: Tokyo Race”, “Fast and Furious” se nos presentó como la verdadera secuela del título rodado por Rob Cohen en 2001. Si bien había algún guiños a los argumentos de sus predecesoras, especialmente a “Tokyo Race”, con la presencia del actor Kang Sung repitiendo su papel de Han en la secuencia de inicio, esta cuarta parte prefirió hacer borrón y cuenta nueva, potenciando aquellos elementos que convirtieron a la primera parte en un éxito, pero dando un giro a la presentación de las escenas de acción, que en esta ocasión corrieron a cargo del equipo responsable de las aventuras de Jason Bourne.

Las dos secuencias de apertura de la cinta, que sirven para devolver a la acción tanto a Toretto como a O’Conner, resultaron realmente asombrosas y dinámicas, arrancando la película con bastante potencia. A partir de aquí la cinta supo mantener el nivel con momentos de auténtico lucimiento para el equipo de especialistas de la película, aunque fuera de ahí la cinta seguía cojeando a la hora de desarrollar un guión mínimamente interesante. La película resultaba en general impactante y entretenida salvo en los momentos en los que la acción se detenía y los personajes no tenían más remedio que hablar. En estos momentos el listón caía de manera abismal, con escenas que se zambullían directamente en el ridículo, como la visita de Toretto a la tumba de su novia Letty, quien para más guasa en nuestro país descubríamos que su nombre completo era Leticia Ortíz.

En cualquier caso, afortunadamente, “Fast and Furious” contó con bastantes escenas de acción, con varios y afortunados cambios introducidos al formato de la serie, manteniendo el interés de los amantes de la franquicia, pero también haciéndola más atractiva a otro tipo de público.

FAST AND FURIOUS 5. REUNIÓN FAMILIAR

Tras el éxito de la cuarta entrega, las reticencias de previas entregas de las estrellas de la franquicia desaparecieron e inmediatamente se empezó a mover la maquinaria de cara al estreno de una quinta aventura, donde seguir los cauces marcados por el episodio anterior. A esta fiesta se unieron además otros actores de la serie como Tyrese Gibson, Ludacris, Matt Schulze, Sung Kang (del que por cierto no se da ninguna explicación de porqué sigue vivo), Gal Gadot, y los cantantes Tego Calderon y Don Omar. Entre los nuevos rostros destacan especialmente Dwayne “The Rock” Johnson y Joaquim de Almeida, con cierto protagonismo también para la española Elsa Pataky. La acción se sitúa en Río de Janeiro (con una quizás excesiva utilización de planos aéreos sobre el Cristo Redentor), con el fin de dar variedad y nuevos ambientes a la serie (algo que también está previsto para la sexta entrega que se encuentra en preproducción y que ya se ha anunciado que estará rodada en una nueva localización).

Como aspectos a destacar esta quinta entrega cuenta con unas escenas de acción aún más trepidantes y explosivas que en títulos anteriores, como el robo en el tren, la huida por los tejados de las chabolas, el contundente enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre Diesel y Johnson y, por supuesto, la extensa persecución final por las calles de Río. La película es lo que es y no vamos a exigir grandes interpretaciones o profundidad psicológica en los personajes, pero hay que reconocer que los actores se ajustan a su papel y que incluso intérpretes y personajes insufribles como Tyrese Gibson/Roman, Tej/Ludacris, o la pareja de latinos formada por Tego Calderón/Tego y Don Omar/Rico, acaban ganándose al espectador (algo que no ocurría por ejemplo con Tyrese Gibson en “A Todo Gas 2”). Sin embargo, más allá del protagonismo incuestionable de Vin Diesel, una de las presencias más impactantes de la cinta es la contundente corpulencia física de Dwayne Johnson, quien parece realmente un tanque arrollando con todo lo que se interpone en su camino. En cuanto a Elsa Pataky, su presencia en la cinta resulta bastante discreta. Por mucho que intente poner cara de “tía dura”, la menudencia de su físico queda eclipsada por la voluminosidad de los dos actores masculinos entre los que se sitúa, ni más ni menos que Diesel y Johnson.

Como sucedía en títulos anteriores, los aciertos de la cinta tienen que enfrentarse con un guión torpe y mecánico y unas situaciones que trasgreden, en ocasiones demasiado, la suspensión de incredulidad del espectador (no sólo la no justificada resurrección de personajes como Han, también algunos choques y secuencias automovilísticas se saltan a la torera las leyes físicas más elementales), por no hablar de esos momentos de vergüenza ajena cuando los protagonistas dejan aflorar sus emociones, especialmente Vin Diesel hablando de las virtudes de la familia o velando el cuerpo del amigo muerto. Sin embargo, para el espectador que sabe a lo que se enfrenta y va al cine convencido y dispuesto a dejarse llevar, éstos son males menores, perfectamente compensados con los que al fin y al cabo son los verdaderos atractivos de esta franquicia, la velocidad y la acción.

CONCLUSIÓN

Sería muy fácil echar por tierra una franquicia como “A Todo Gas”, se trata de películas que están lejos de ser consideradas cine de calidad, pero esa no es su intención. Si lo que valoramos es cuáles son sus objetivos, podemos decir no sólo que los cumple con creces, sino que además nos encontramos ante una de esas raras ocasiones en las que las secuelas han sabido evolucionar y mejorar a la original. Esto, sumado a los excelentes resultados económicos que sigue registrando cada nuevo estreno, nos lleva a suponer que seguiremos teniendo “A Todo Gas” para rato. ¿La próxima cita? Posiblemente para 2013.