jueves, 26 de mayo de 2011

“EL CAPITÁN BLOOD”. EL LINAJE DE LOS PIRATAS

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Dentro del cine de aventuras, el cine de piratas ha sido una constante en la historia del cine. Repudiado durante algunos años debido al espectacular fracaso de la cinta “La Isla de las Cabezas Cortadas”, el estreno de “Piratas del Caribe. La Maldición de la Perla Negra” en 2003 volvió a poner de moda estos personajes, aunque de momento nadie ha podido plantar cara al Capitán Jack Sparrow en la pantalla o en la taquilla. Ya desde la época del cine mudo podemos encontrar ejemplos de películas de piratas en la producción de Hollywood, sin embargo fue con la llegada del sonoro que esta figura a ratos maléfica, a ratos redentora, aventurera pero también amoral, se asentó como uno de los héroes prototípicos del cine. Esto se produjo especialmente gracias a la película de 1935 “El Capitán Blood”, protagonizada por Errol Flynn en su primer papel estelar y dirigida por el gran artesano de Hollywood Michael Curtiz.

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“El Capitán Blood” estaba basada en una popular novela escrita por el italiano Rafael Sabatini, un autor de libros de aventura cuya producción literaria se desarrolló entre la última década del siglo XIX y los primeros años del XX. Ya desde los orígenes del cine sus relatos pasaron a ser fuente de inspiración para multitud de películas. Curiosamente “El Capitán Blood” ya había obtenido una versión en 1924, al igual que otras obras suyas como “Scaramouge” o “El Halcón del Mar”, que fueron posteriormente recuperadas durante los años 40 y 50 y rehechas según el modelo establecido Michael Curtiz en 1935 (aunque la versión de 1940 de “El Halcón del Mar”, de nuevo con el tándem Curtiz-Flynn sólo tomaba el título de la novela de Sabatini y éste no aparecía acreditado en la película). Otro título popular suyo y clave para el género de piratas en el cine fue “El Cisne Negro”, cuya versión para la pantalla la dirigió Henry King en 1942 y estaba protagonizada por Tyrone Power y Maureen O’Hara.

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“El Capitán Blood” fue un éxito inesperado para la Warner Bros. Se trataba de una película de aventuras sin ningún nombre estelar reseñable en aquel momento, que de no haber sido por la pericia de los artistas en ella involucrados hubiese pasado sin pena ni gloria por la historia del estudio. Al frente de la dirección se puso a Michael Curtiz, un director de origen húngaro quien llevaba desde 1926 trabajando en la industria llevando a cabo todo tipo de películas. Curtiz había comenzado su carrera en su país natal en 1912 y para aquel momento contaba ya con una extensa filmografía a sus espaldas, lo que le había permitido desarrollar un depurado sentido de la narrativa cinematográfica. Como principal protagonista se contrató a Errol Flynn, un actor australiano, quien de buenas a primeras se encontró protagonizando una producción de Hollywood sin tener demasiada experiencia en el medio. Flynn era un hombre de mundo, cuyo carácter no estaba muy alejado de los personajes arrogantes, bravucones y seductores que interpretó en el cine, sin embargo los primeros días de rodaje estaba tan nervioso que esas escenas tuvieron que repetirse más adelante, cuando ya había ganado algo de confianza delante de la cámara.

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Para el papel femenino, el presidente del estudio, Jack Warner, quería a la estrella del cine mudo Marion Davies, pero la carrera de ésta se encontraba ya en decadencia y en su lugar se escogió a la desconocida Olivia De Havilland. La actriz, que ese año debutó en Hollywood con otros tres títulos (entre ellos una adaptación de “Sueño de una Noche de Verano” de William Shakespeare, donde interpretaba el papel de Hermia), aportó a Arabella belleza, honestidad e inocencia, tres características que compartirían la mayor parte de sus personajes posteriores. El papel del villano recayó en Basil Rathbone, un actor que durante su etapa de cine mudo se fue especializando en papeles de villano, suponiendo su interpretación del pérfido Levasseur en “El Capitán Blood” su confirmación en este tipo de roles. Su experiencia en el teatro y su habilidad con la espada serían de gran utilidad en sus enfrentamientos con el héroe. Más tarde, durante los 40, su interpretación de Sherlock Holmes le redimió y le devolvió al bando de los bienhechores.

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Hay muchos elementos dignos de mención en “El Capitán Blood”, sin embargo, tras la importancia de su director y el reparto, es necesario resaltar la presentación del compositor Erich Wolfgang Korngold. Desde muy pronta edad, este músico checo fue considerado en su país natal como una de las grandes promesas de la música, sin embargo, tras la Primera Guerra Mundial emigró a Estados Unidos, donde se sintió tentado por la música para el cine. Korngold fue uno de los responsables de establecer el estilo postromántico como el patrón de la música para el cine y “El Capitán Blood” supuso su debut en la industria. La música de la película irradiaba fuerza, aventura y tensión, además de subrayar de manera delicada la relación entre Blood y Arabella. Curiosamente, debido a las limitaciones de tiempo para componer la partitura, Korngold completó parte de las escenas de acción con dos composiciones de Franz Liszt y por ello prefirió ser acreditado como arreglista en lugar de compositor, pese a que el 90% de la música era suya.

El éxito de la película lanzó al estrellato a sus principales responsables y estableció un importante vínculo profesional entre ellos, a pesar de que sus relaciones personales no eran en absoluto cordiales, al menos entre Michael Curtiz y Olivia de Havilland y Errol Flynn. El carácter anárquico y pendenciero de Flynn chocaba con Curtiz, mientras que Havilland tenía que soportar continuamente las pesadas bromas de su compañero de reparto. Director y estrella llegaron a colaborar juntos en un total de 12 ocasiones, mientras que actriz y actor lo hicieron en nueve, con títulos conjuntos tan destacados como “La Carga de la Brigada Ligera”, “Robin de los Bosques”, “Dodge Ciudad sin Ley”, “La Vida Privada de Elisabeth y Essex” o “Camino de Santa Fe”. Rathbone repitió enfrentamiento antológico en la pantalla con Flynn, incluyendo un épico duelo a espada, en “Robín de los Bosques” y volvieron a coincidir en la cinta bélica de 1938 “The Dawn Patrol”. Durante la década de los 50, la fama de Flynn empezó a apagarse, principalmente debido a su vida disipada, su alcoholismo y su personalidad conflictiva. Afortunadamente, tanto Curtiz como Olivia de Havilland y Basil Rathbone gozaban ya de un status en la industria que nos les hacía depender del prestigio de la estrella; sin embargo, no podemos decir lo mismo del compositor Erick Wolfgang Korngold, cuya música estaba íntimamente identificada con las acrobacias y aventuras de Flynn en la pantalla. Pese a encontrarse en el momento álgido de su carrera en Hollywood, Korngold fue dejado de lado en la industria en beneficio de otros compositores, regresando a su actividad concertística y escénica.

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Vista desde la perspectiva actual, “El Capitán Blood” tiene todo lo que necesita el cine de aventuras clásico: acción, aventura, intriga y romance. Michael Curtiz construyó un relato impecable, donde el ritmo no decae en ningún momento y con unas escenas de acción rebosantes de entusiasmo y poderío, especialmente el duelo a espada final entre Blood y Levasseur. Por su parte, los actores componen un conjunto de personajes inolvidables, desde el carisma de Peter Blood, la belleza de Arabella hasta la villanía de Levasseur. Si bien todos ellos surgen de los clichés propios del género, la interpretación de Flynn, Havilland y Rathbone les aporta una entidad propia y exquisita. Aunque las generaciones más jóvenes puedan no conocer esta película, a día de hoy resulta inconcebible imaginar el cine de piratas sin la influencia decisiva de “El Capitán Blood”.

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