El año 2012, especialmente su segunda mitad fue especialmente prolífico en lo referente a estrenos de películas de animación. Nadie va a negar que tanto el verano como la navidad son dos periodos especialmente boyantes para el cine infantil y los grandes estudios tienden a distribuir sus principales estrenos entre estas fechas para convocar el mayor número de pequeños espectadores (acompañados de sus respectivos padres) en las salas. Son, por tanto, estos títulos los que más y mejor dominan las carteleras, con el dato añadido de que una entrada nunca viene sola, ya que los niños suelen ir acompañados por, al menos, uno de sus progenitores con el consiguiente incremento de venta de entradas en los cines. Pasadas las vacaciones de navidad, ahora nos esperan algunos meses de sequía hasta que la nueva hornada del 2013 llegue a las carteleras.Nosotros queremos aprovechar para hacer una puesta al día de los títulos que han copado las carteleras.
Una de las razones por las que estas dos temporadas son especialmente agradecidas son las franquicias infantiles, donde el regreso de personajes conocidos y queridos por los más pequeños ayudan también a convocar más público a las salas. Ese fue el caso de “Ice Age 4” y “Madagascar 3”, respectivos buques insignia de dos de los más importantes estudios de animación de Hollywood, Blue Sky y Dreamworks Animation. De ambas películas tenemos ya reseñas colgadas (aquí y aquí), pero sin duda fueron dos estrenos especialmente llamativos el pasado verano. En ambos casos hay que decir que las propuestas han sido bastante conservadoras, repitiendo los esquemas habituales de ambas franquicias. Tanto en lo argumental como en el desarrollo de personajes, los creadores de estas secuelas han preferido no alejarse en exceso de las entregas anteriores, con el fin de poder asegurarse mejor la rentabilidad económica (siguiendo la vieja máxima de “si algo funciona, ¿para qué arreglarlo?”). Donde verdaderamente hemos encontrado mejoría ha sido, como es evidente, en el apartado técnico. Ambas películas mejoran notablemente el nivel de animación establecido con sus trabajos previos, siendo “Madagascar 3” la que se lleva el gato al agua, acompañando su plana propuesta argumental con un virtuosismo visual repleto de colorido, ritmo, movimiento y, especialmente, desplegando un auténtico juego visual con el uso del sistema estereoscópico. Con la recepción obtenida de su público objetivo y los buenos dividendos en taquilla, ambas franquicias se han asegurado el futuro de nuevas entregas, algo que seguramente en pocos años podremos comprobar en pantalla.
Frente a estos dos títulos pudimos también encontrar otros estrenos que prefirieron optar por una historia original, o al menos no basada en los personajes de un éxito anterior de la compañía. Pixar sufrió un duro resbalón con “Cars 2”, aunque tras el abucheo original, la película ha sido defendida por determinados sectores de la crítica (entre los que nos incluimos), quienes, si bien asumen las fallas de la película, consideran que el nivel técnico era asombroso. Por ello el estudio se la jugaba con “Brave (Indomable)”, una nueva película que no contaba con el tirón de ser secuela de un éxito de la compañía y que además tenía a una princesa como protagonista (algo que Disney ha visto como contraproducente en los últimos años tras películas como “Tiana y el Sapo” o “Enredados”). Como siempre, Pixar ha dado un paso adelante en lo referente al naturalismo obtenido a través de la animación digital. El modo en que reproducen un espacio tan característico como las montañas de Escocia (casi un publirreportaje coordinado con la Scottland Film Commission, apoyado por la magnífica partitura original de Patrick Doyle con raíces en el folk celta), o el asombroso fotorrealismo de personajes como el caballo de la protagonista, los rebeldes cabellos de ésta o la secuencia de pesca en el río, siguen estableciendo al equipo de animación de Pixar a años luz de sus más directos competidores. Sin embargo, para esta nueva aventura cinematográfica (aquejada de problemas internos, sobre todo en lo referente a la creadora original, Brenda Chapman, sustituida a mitad de la producción por discrepancias creativas), Pixar se ajustó más al modelo establecido por su casa madre, Disney, y nos ofreció una película que argumentalmente bebía de títulos como “Hermano Oso” o “Mulán” y que en el diseño de algunos personajes recordaba a uno de los mejores trabajos de sus competidores Dreamworks Animation, “Cómo Entrenar a tu Dragón”.El resultado es una estupenda película, con un tema de fondo de fuerte calado (las diferencias generacionales entre una madre y una hija) y con momentos de épica y de humor verdaderamente destacados. La presentación de un personaje femenino fuerte e independiente, rebelde ante la imposición de un esquema social patriarcal, pero transmitido de madres a hijas, convierte a Mérida en una heroína a aplaudir dentro del catálogo de la Disney, más cercana al espíritu de Bella, Mulán o Rapunzel, que a las originarias Blancanieves, Cenicienta o Aurora. Sin embargo, la cinta carece de un mayor gancho dramático, resultando en ocasiones demasiado amable para el tono que necesitaba la historia que quiere contar.
Otro regreso esperado era el de la compañía Aardman. Especializados en la animación stopmotion de figuras de plastilina, los creadores de Wallace y Gromit recibieron un fuerte varapalo tras la cancelación de su contrato con Dreamworks. Si bien el estudio británico no estaba contento con las condiciones de sus socios americanos, lo cierto es que tras “Ratónpolis” han tardado varios años en regresar a la gran pantalla. Tras una segunda incursión las pasadas navidades en el terreno de la animación digital con “Arthur Christmas. Operación Regalo”, ahora la Aardman regresaba a sus fueros habituales con “Piratas”, donde se recuperaba el uso de la animación stopmotion y la estética habitual de sus personajes de ojos saltones y rostros caricaturescos. Con guiños al género de aventuras clásico más que a la nueva moda establecida por “Piratas del Caribe”, la película resulta verdaderamente épica en el espectro alcanzado con la animación física y la construcción de enormes decorados (ampliados con el uso de algunos apuntes digitales). El estudio ha superado en este sentido a sus trabajos anteriores, ofreciendo una cinta compleja y barroca en lo técnico, sin embargo, de nuevo frente a la afinación técnica, la cinta pierde fuelle en lo argumental. Caótica en lo narrativo, carente de gags verdaderamente divertidos, con personajes secundarios muy desaprovechados y víctima de un atentado de doblaje (no tanto la labor de José Coronado, sino la payasada de solicitar la participación de un futbolista como Andrés Iniesta para poner voz a uno de los personajes), la película resulta fallida, llegando incluso, por momentos, a aburrir a su público objetivo, los niños.
Si bien en el aspecto técnico no podía competir con sus competidoras extranjeras de mayor presupuesto, “Las Aventuras de Tadeo Jones” nos parecióuna producción familiar muy estimable y divertida. Hay que aplaudir el esfuerzo de su equipo para lograr con pocos medios un resultado tan competente. Limitando el mayor esfuerzo técnico a las secuencias más espectaculares (especialmente, en el prólogo y el extenso clímax final), el resto del metraje mantiene un nivel muy alto, compensando las limitaciones en las texturas con el estilo caricaturesco del dibujo. De trama sencilla, pero enérgica y sin apenas puntos muertos, la cinta ofrece un querido homenaje al cine de aventuras con guiños directos, como no podía ser de otra manera, a Indiana Jones, pero sin olvidar otros ejemplos del género o el mundo de los videojuegos como el personaje de Sara Lavrofque, un remedo de Lara Croft. El humor funciona como principal dinamizador de la acción y hay espacio suficiente como para que todos los personajes tengan su tiempo de lucimiento. A esto ayuda también de manera fundamental la música de Zacarías de la Rosa, imitando a John Williams y aportando mayor dinamismo a la acción. No es de extrañar por lo tanto que la cinta convirtiera en el segundo estreno español más taquillero de este año (detrás de “Lo Imposible”) y que haya superado en recaudación a “Madagascar 3”, “Brave” o “Piratas”.
De la cinta de Tim Burton “Frankenweenie” ya hemos hablado también ampliamente en un post anterior. Se trata de un nostálgico reencuentro con los orígenes de este cineasta a través de una versión ampliada y corregida de uno de sus primeros trabajo como director. La cinta cuenta con todos los elementos definitorios de su filmografía, empezando por un héroe inadaptado social, fantasioso y marcado por una potente cinefilia nacida de los clásicos de la serie B hollywoodiense. Burton aprovecha esta oportunidad para volver a reseñar a sus directores y películas de cabecera, con especial cariño hacia “Frankenstein”, pero sin olvidarse de fetiches de su imaginario cinematográfico como los actores Vincent Price o Christopher Lee. Pero por encima de todo, el creador de “Eduardo Manostijeras” consigue conectar con sus espectadores a través de una enternecedora historia de amor y amistad entre un niño y su mascota, más auténtica que muchos de los títulos con actores de carne y hueso con los que nos bombardea el cine.
Por su parte, “Hotel Transilvania” servía de puerta de entrada a la pantalla grande de Genddy Tartakovsky, quien en lo que llevamos de siglo XXI ha revolucionado el panorama de la animación televisiva con series de culto como “El Laboratorio de Dexter”, “Las Supernenas”, “Samurai Jack” o la primera entrega de “StarWars. Las Guerras Clon”. Estos trabajos le han caracterizado como un cineasta original, irreverente, con una narrativa espídica, heredera del más lisérgico Chuck Jones y con gusto por una estética rupturista, de trazos rectos y angulosos. Estos ingredientes convertían a su opera prima cinematográfica en uno de los títulos más esperados por los fans de la animación. “Hotel Transilvania” bebe también de la tradición popular y sobre todo del cine de terror de los años 40, de la misma manera que “El Laboratorio de Dexter” lo hacía de la ciencia ficción de entreguerras o “Las Supernenas” del mundo del comic. El enfoque de Tartakovsky se aleja del tributo devocional del “Frankenweennie” de Tim Burton y se permite una parodia más insolente, donde cuenta también el sello de Adam Sandler y su troupe como dobladores de personajes clásicos como Drácula, el Hombre Lobo, Frankenstein o el Hombre Invisible(un juego que han intentado replicar con el doblaje español, recurriendo a nombres como Santiago Segura o Mario Vaquerizo, pero con resultados patéticos, que dañan gravemente a la película). Menos procaz de lo que podríamos esperar de él, Tartakovsky prescinde de ese fetichismo visual burtoniano en favor de una puesta en escena más extravagante, repleta de formas y colorido que se suceden bajo el dinamismo narrativo de su autor, sobre todo en esos planos generales pensados para jugar con los recursos del sistema estereoscópico. Eso sí, para la ocasión el cineasta ha preferido optar por trazos más redondeados y menos agresivos, lo mismo que los colores y la textura digital ayuda también a dar una estética más amable al conjunto. Esto compagina con el guion, una historia sencilla y afable de temática familiar, en la que los seguidores más veteranos de Tartakovsky echarán de menos su vena más ácida, pero que acaba componiendo un ameno entretenimiento.
La andadura en solitario de Campanilla, el famoso personaje creado por la pluma de James Barrie y adoptado por la Disney como uno de los emblemas de la compañía, llegaba a su cuarta aventura con “Campanilla y el Secreto de las Hadas”. Llama la atención que tras varias entregas presentadas en formato doméstico, el estudio haya apostado por estrenar ésta en las salas de cine, sobre todo cuando la película no puede ocultar su naturaleza de producto directo a DVD. El esquema argumental no se aleja de las historias simplistas y moralizantes habituales de la Disney y a nivel de animación, si bien está algo más cuidada que otros productos pensados para el mercado televisivo o incluso que producciones cinematográficas de animación de compañías menores, sigue sin alcanzar el mínimo con el que la empresa separa los dos sectores comerciales. “Campanilla y el Secreto de las Hadas” no engaña a nadie, y a nivel técnico y artístico en ningún momento pretende ser más de lo que es, llegando incluso a resultar entretenida y disfrutable por los más pequeños; sin embargo, no podemos más que criticar una vez más la cicatera política de la Disney, al aprovechar su posicionamiento en el sector infantil y la demanda de títulos en el mercado familiar, sobre todo el destinado a los más pequeños, con edades comprendidas entre los 3 y los 7 años, para dar gato por liebre en taquilla.
Con “El Origen de los Guardianes”, Dreamworks Animation buscaba reunir varios componentes de éxito, como es el cine infantil, con una historia ideal para fechas prenavideñas, pero también el cine de superhéroes tan en boga hoy en día. De esta manera este conjunto de personajes formado por Papá Noel, el Hada de los Dientes, El Conejo de Pascua, el Señor de los Sueños y Jack Escarcha crean una alineación superheroica en la mejor línea de los “X Men” o “Los Vengadores”, repleta de acción y humor. Por establecer un símil, estamos ante un proceso postmoderno similar al que realizara Alan Moore con “La Liga de los Caballeros Extraordinarios”, pero llevado al terreno infantil a partir de la novela de William Joyce, excelente autor de amplia experiencia en el terreno literario y cinematográfico. Liderando esta búsqueda de una nueva franquicia para el estudio tenemos al director Peter Ramsey, quien atesora una amplia experiencia como ilustrador para producciones cinematográficas, pero cuya filmografía anterior como realizador se limita a la secuela en forma de mediometraje para televisión de “Monstruos contra Alienígena”, curiosamente, un intento fallido por parte de Dreamworks de establecer otro supergrupo propio, empleando las referencias al cine de ciencia ficción de los años 50. Ramsey se revela aquí como un ambicioso director, con una dinámica puesta en escena, pensada para que la película luzca sobre todo en formato estereoscópico y apoyada en una magnífica partitura de Alexandre Desplat. La narración es vibrante y espectacular, repleta de colorido e introduciendo al espectador en medio de la acción, pero sin desatender la descripción de personajes, ni sus conflictos internos. La cinta tampoco escatima logrados momentos de humor o ternura, encandilando así a espectadores de todas las edades. Ramsey apuesta también por un cuidado diseño de producción, donde no debemos olvidar la presencia de Guillermo del Toro en labores de productor ejecutivo, logrando que los personajes mantengan elementos de su idiosincrasia mítica, pero resultando al mismo tiempo visualmente atractivos y novedosos para el espectador.Con estos ingredientes, Dreamworks ha pergeñado su mejor película desde “Cómo Entrenar a tu Dragón”, y al igual que ésta cuenta también con una base literaria de varias novelas para, si la taquilla responde, poder seguir desarrollando la franquicia en un futuro.
El género de terror siguió inspirando al cine de animación del 2012 con “El Alucinante Mundo de Norman”. Mientras “Frankenweenie” y “Hotel Transilvania” ponían su mirada en los monstruos clásicos de la Universal, esta cinta creada por el estudio Laika, autores de títulos como “La Novia Cadáver” o “Los Mundos de Coraline”,fusionaba el cine de zombies con las maldiciones de Salem. Las aventuras de un protagonista con “sexto sentido” sirven no sólo para ofrecer guiños a clásicos del género (con alusiones directas también a sagas de terror como “Viernes 13” o “Halloween”), sino que permiten a sus autores indagar en una trama de bullying, denunciando la naturaleza de la sociedad a la hora de menospreciar y agredir a aquellos que son diferentes y no se adaptan a la norma. Cargada de un divertidísimo sentido del humor, con excelentes parodias de los tópicos y sublimes momentos de absurdo, como la reacción de los habitantes del pueblo al ataque de los zombies, la cinta cuenta también con algunos giros de trama que evitan el cliché y aportan un toque de originalidad al guion. Hay también un cuidado trabajo de personajes, partiendo de lo grotesco, pero aportando una inesperada tridimensionalidad a sus protagonistas y acercándolos emocionalmente a los espectadores. A nivel técnico, la película ofrece también un detallado trabajo de stopmotion, no tan complejo como el realizado por Aardmann en “Piratas”, pero con una cuidada propuesta estética propia. Chris Butler y Sam Fell hacen un esmerado trabajo de realización, aunque queda evidente que carecen de la maestría de Tim Burton o Henry Selick, lo que hace que “El Alucinante Mundo de Norman” no alcance el nivel de “La Novia Cadáver” o “Los Mundos de Coraline”. En este sentido, la mano experta de un cineasta con una personalidad más definida hubiese ayudado a redondear la que por otro lado es una de las mejores cintas de animación que nos proporcionó el 2012.
Si al hablar de “Brave” hacíamos referencia a una disneización de la Pixar, con una historia que bebía de los patrones de la casa madre, en “¡Rompe Ralph!” encontramos el proceso inverso. La propuesta de la Disney para las pasadas navidades suponía una transposición del esquema original de “Toy Story” al terreno de los videojuegos. La cinta es un nostálgico acercamiento a la evolución del mundo de los videojuegos en los últimos 30 años, desde los juegos de 8 bits a los que pertenece nuestro protagonista (cuya naturaleza parece fusionar guiños a títulos como “Donkey Kong” o “Rampage”) hasta referencias a las versiones más modernas, como ese “Hero’s Duty” que aglutina elementos de “Halo” y “Call of Duty”. Además tenemos los cameos de personajes míticos salidos de juegos como “Pacman”, “Street Fighter”, “Mortal Kombat”, “Sonic”, “Mario Bros” o “Q*bert”, entre muchos otros. A nivel técnico, los animadores de la película se han esforzado también en marcar las diferencias entre la estética y el tipo de movimiento de los juegos más veteranos y los más modernos; y a nivel musical, la partitura de Henry Jackman toma como punto de partida las rudimentarias melodías de sintetizador que acompañaban aquellas aventuras primigenias. Todo para dar al espectador conocedor del medio una experiencia más emotiva y referencial. El argumento arranca como una historia de superación personal, en la que el protagonista, villano de su videojuego, decide cambiar su destino y demostrar que también puede ser el héroe de la función. Sin embargo, a medida que la cinta avanza, se va imponiendo una conclusión más conservadora, donde el personaje, una vez ha demostrado su verdadera valía, también tiene que aceptar que su posición en el equilibrio existencial de los videojuegos es inmutable. A nivel técnico, la cinta es impecable, los guiños nostálgicos, el tratamiento de personajes y lo divertido de muchas situaciones la convierten en un buen entretenimiento, pero una vez finalizada la película queda la impresión de que con esos ingredientes el resultado podía haber sido mucho más ambicioso y que sus responsables se han limitado a realizar una cinta amable y simpática, que atraiga a los espectadores más jóvenes, pero desaprovechando el gran potencial que ofrecía la idea.
Todos estos títulos marcan una excelente cosecha perteneciente al 2012, sin embargo esta proliferación que vivimos en los últimos meses del pasado año se ha tornado ahora en un periodo de sequía. A excepción del relanzamiento, en formato estereoscópico, de “Monstruos S.A.” este fin de semana, tendremos que esperar hasta finales del próximo mes de marzo para la llegada del primer estreno de animación propiamente dicho de este 2013, “The Croods” de Dreamworks Animation.