viernes, 23 de noviembre de 2012

ESTRENOS DEL 23 DE NOVIEMBRE

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“VIUDAS BLANCAS”. TESTIMONIOS DE DESAMOR, SACRIFICIO Y DECORO.

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Este viernes 23 de noviembre a las 20h., proyección de "Viudas Blancas" en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias del Puerto de la Cruz (C/ Quintana 18). Entrada libre y gratuita hasta completar aforo. Organiza la Concejalía de Mujer y Políticas de Igualdad del Excmo. Ayuntamiento de Puerto de La Cruz, dentro de los Actos conmemorativos del Día Internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres.

martes, 20 de noviembre de 2012

“EN LA CASA”. ÉRASE UNA VEZ...

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François Ozon es un cineasta que a lo largo de su extensa filmografía ha buscado siempre ideas frescas y diferentes, rupturistas con los planteamientos cinematográficos canónicos e incisivas en lo referente a la representación de clases. Es por esto que la obra de teatro de Juan Mayorga “El Chico de la Última Fila” se convirtió en material perfecto para su inquietud artística. Esta historia, que también hubiese hecho las delicias de Claude Chabrol, aborda algunos de los temas recurrentes en la obra de Ozon, como la hipocresía de la clase burguesa francesa, su elitismo intelectual y un falso paternalismo que oculta las propias carencias y frustraciones.

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Germain es un escritor frustrado y un profesor desencantado, que juzga a los que le rodean de acuerdo a su autocomplaciente nivel intelectual. Nadie parece estar a su altura, ni sus alumnos, ni los padres de estos, ni los otros docentes del instituto, ni siquiera su propia mujer, marchante de arte. A todos los trata con condescendencia, mientras marca su canon a seguir de acuerdo a los logros literarios de los grandes autores franceses, especialmente, Gustav Flaubert. Este baremo es responsable también de su amargura, al verse incapaz él mismo de equipararse a sus maestros. Su vida gris y monótona cambia cuando lee un trabajo de clase de Claude, un alumno aparentemente más interesado en las matemáticas que en la literatura, pero en el que el profesor cree encontrar la chispa de genialidad que él nunca tuvo. La obsesión de Claude por la familia de un compañero de clase, Rapha Artole, lo que él considera una vulgar vida de clase media y, especialmente, por la madre de éste, Esther, una mujer vacía e insustacial, pero que incita el deseo del joven escritor, establece un viaje entre la realidad y la ficción, entre lo lícito y lo prohibido, en el que el viejo profesor se deja embaucar, llevado por la creciente morbosidad vouyerística que le produce adentrarse en las miserias y los fracasos que alberga las paredes de esa casa. Con este material de base, Juan Mayorga, primero, y Ozón, después, han construido una fábula moral de cazador cazado, un juego de seducción no sexual, sino intelectual, donde todos, personajes y público, nos dejamos cautivar por las apariencias, incluso a sabiendas del espejismo, porque estas resultan mucho más tentadoras que la verdad.

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Fabrice Luchini se las apaña para destacar de su personaje su actitud soberbia, pero también su patetismo, logrando la difícil tarea de componer un personaje caricaturesco, pero sin caer en una lectura bidimensional. Su dialéctica con el joven actor Ernst Umhauer es clave para el desarrollo de la película, estableciéndose una estupenda química entre ambos. A través de Umhauer podemos arañar algo de la información del personaje de Claude, que continuamente dramaturgo y guionista se esfuerzan en ocultar. No conocemos las verdaderas intenciones del embaucador, pero sí intuimos en él una huida de una realidad que le es ingrata y la necesidad de llamar la atención y captar el afecto de Germain. A destacar también el excelente trabajo de Kristin Scott Thomas y Denis Ménochet. La primera interpreta a la esposa del profesor, una mujer inteligente, culta, pero insegura, que atraviesa un momento de crisis profesional y no encuentra apoyo en su marido. El segundo es el padre de Rapha, un hombre vulgar, sin demasiadas luces, obsesionado con el deporte, quien intenta representar una imagen fuerte y segura de sí mismo frente a su mujer y su hijo, pero que afronta también un fracaso en la empresa en la que trabaja. En este sentido, la para coja de este reparto es Emmanuelle Seigner como Esther. Acostumbrada a papeles de cierta carga erótica, Seigner ha logrado cierta preponderancia en la industria francesa gracias a su matrimonio con Roman Polanski, pero nunca ha destacado como buena actriz, y cuando debe enfrentarse a un papel con matices, como es el caso, deja en evidencia sus limitaciones. En sus manos, Esther es un personaje plano, carente de esa atracción latente que Claude encuentra en ella.

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Ozon rueda la película de manera elegante y precisa, deleitándose con los detalles y los ambientes mientras acompaña a los personajes en su devenir. Ozon mantiene su frescura y su descaro a la hora de acercarse a la clase burguesa de su país, a la que él mismo pertenece y bajo cuyo seno se crió, aprovechando, con conocimiento de causa, para lanzar también, de manera complementaria, algunos dardos envenenados contra el sistema educativo o el mercado del arte francés. En todo esto resulta fundamental la dirección de fotografía de Jérôme Alméras, quien aporta a la imagen una textura refinada y aristocrática, y la partitura musical de Philippe Rombi, donde el predominio del piano da el tono intrigante y juguetón a la cinta, sin desatender los aspectos más ásperos de los personajes, marcados de manera sutil para apoyar el retrato psicológico de los protagonistas.

Con “En la Casa”, el espectador encuentra una película lúcida y compleja, de guion inteligente y desafiante, marcado por un fino humor y un excelente trabajo de personajes. Es, sin duda, un nuevo ejemplo del buen hacer cinematográfico del país vecino, que últimamente no hace más que deleitarnos con espléndidas películas, donde la inteligencia del espectador se pone a prueba, y no en duda.

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jueves, 15 de noviembre de 2012

COMPROMISO POR EL ARTE. ENTREVISTA A VERÓNICA GALÁN

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Talento, juventud, vocación, entusiasmo, ideas claras y preparación son algunas de las características que encontramos en Verónica Galán, actriz integrante de la compañía Troysteatro y a la que hemos podido ver en cortometrajes como “Cerca del Mar” de Daniel León Lacave o “A la Deriva” y “Naturaleza Viva” de Josep Vilageliu. Sin embargo, aquí no queda la cosa, esta recién graduada en Periodismo, ofrece múltiples facetas, como pueden comprobar en la entrevista que les ofrecemos a continuación.

1. Actriz, modelo, maquilladora, periodista, ¿con qué faceta te sientes más identificada?

Sin duda con la de actriz, porque fue mi primer sueño, siempre he querido dedicarme profesionalmente a ello. Sigo envidiando con cierto recelo a las grandes compañías de teatro que hacen giras internacionales o a esos actores de cine españoles que son muy buenos y han llegado muy lejos. Seguida muy de cerca está mi pasión por el periodismo y la comunicación: valoro muchísimo el estar informado, el hablar y comunicar correctamente; también adoro escribir.

2. Como actriz, ¿qué fue primero, el cine o el teatro?

El teatro, empecé a los 8 años en las clases extraescolares del Colegio. Resulta curioso que una de mis profesoras fuera la actriz Fátima Luzardo, con la que he coprotagonizado un corto hace unos años... La interpretación nos volvió unir tras muchos años. Luego, en el instituto, fue cuando ingresé en “Pira2 x el teatro” hasta su disolución y ya en la universidad llegó a mi vida “Troysteatro” hasta la fecha. El teatro siempre ha estado en mi vida, salvo algunos años contados en los que por ciertas circunstancias tuve que dejarlo. Me introduje en el mundo del cine a partir de 2008.

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3. En teatro has formado parte de las compañías “Pira2 x el teatro” y “Troysteatro”, ¿qué te aporta la escena que no tenga la cámara?

Son ámbitos muy, muy distintos. Con el cine expresas de forma más contenida, tiene que ser una interpretación más natural y sólo ves el resultado cuando la cinta está terminada y se proyecta; en cambio, en el teatro es muy distinto: interpretas utilizando las técnicas que has aprendido durante años, sientes al público que te observa y lo sientes de tal forma que te creces en el escenario. No ves nunca el resultado, si acaso en una grabación que es incapaz de captar la esencia del directo. Y los aplausos...es impagable disfrutar de aplausos sinceros tras una buena actuación. En mi opinión, una persona normal puede hacer un corto (mejor o peor) sin ser actor, pero para hacer teatro hace falta saber mucho, haber estudiado mucho, porque hay muchas más cosas que tienes que tener en cuenta que cuando te ponen una cámara delante. Esto no quiere decir que la menosprecie, ni mucho menos, sólo que son cosas distintas. El cine también es algo maravilloso que necesita esa naturalidad e interiorización del personaje.

4. ¿Cuál ha sido hasta la fecha tu experiencia más satisfactoria en el teatro?

Cada actuación es especial. Notar que el público se estremece cuando tu personaje llora, o que ríe cuando estás haciendo humor...es impagable. No tengo una sola experiencia que destacar, recuerdo con mucho cariño los festivales que montábamos hace años en La Laboral con “Pira2 x el teatro” pero cada cosa que hago es especial. Por nombrar una actuación, les recuerdo la más reciente: un monólogo en el Teatro Leal. Acostumbrada a hacer monólogos en bares, esto fue un auténtico subidón de adrenalina. Todo fue genial y el público respondió muy bien: recibí hasta tres aplausos de la gente por ciertas bromas que hice durante el monólogo. Es impagable...en esos momentos sientes que estás hecha para el escenario y sólo vives esperando a que vuelvas a estar encima.

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5. ¿Cómo entraste a participar en tus primeros cortos?

Casi por casualidad, una maravillosa casualidad. Tenía 18 años, era el verano antes de entrar en la Universidad. Una de mis amigas, Ninoska, me dijo que su padre estaba buscando a una ayudante de maquillaje para el rodaje de un corto en Tenerife y La Gomera, que ella era la del catering y que estaría conmigo en todo momento. Accedí. Ninoska enfermó con gripe y tuve que afrontarlo todo sola con gente mucho mayor que yo y que no conocía. Pues resultó que su padre era el gran Luis Adern, la maquilladora Haridian Nóbrega y el cortometraje “Negritud” de Patrick Bencomo. A partir de ahí todo fue fácil, me llamaban para colaborar en cortometrajes, tanto como maquilladora, en el departamento de vestuario o como actriz, y así fui conociendo a todos los del sector hasta la actualidad. Tuve mucho apoyo de la script y gestora de vestuario Elena de Vera, con la que he compartido una decena de rodajes.

6. Tu trabajo con cineastas como Josep Vilageliu y Daniel León Lacave te ha situado como una de las actrices insignia del “Cine Leve” canario. ¿Cómo describirías el proceso interpretativo dentro de este movimiento?

Es un proceso mucho más libre. Al contrario que con otras formas de hacer cine, aquí puedes dar tu opinión, se trabaja por amor al arte y se crea una pieza de cine entre pocas personas, las cuales están pendientes de todo. Para los actores prima la espontaneidad, la libertad de no ceñirse a un guión absoluto, de poder ofrecer propuestas que el director acepta o modela en función de lo que tenga en la cabeza para su filme.

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7. ¿Qué tal fue la experiencia de seducir a José Sosa en el díptico de Josep Vilageliu formado por “Naturaleza Muerta” y “Naturaleza Viva”?

Jajajaja. José es un amor de persona y, aunque pueda parecer que no, es muy tímido. Al principio costaba más que se soltase porque en realidad él es músico y no estaba muy acostumbrado a esto. Además, sentía un cierto recelo por respeto a su mujer, aunque eso en “Naturaleza muerta” el director de actores, Miguel Ángel Rábade, se lo quitó de la cabeza con rapidez haciéndole entender que es solo una interpretación. De resto nos fue muy bien, entendimos lo que Josep nos pedía. Por mi parte, la seducción es un contexto en el que estoy cómoda y, por tanto, que no me cuesta fingir con facilidad. Me considero una persona muy sexual, aunque no sé explicar bien esto sin llevar a confusiones: no me refiero a sexo en sí. En “Negritud” ya me nombraban como “la lolita del rodaje” (de lo cual me enteré más tarde, por cierto), pero a eso me refiero, a una sensualidad no buscada.

8. En varios de estos cortometrajes, has colaborado también tras la cámara en labores como el maquillaje. ¿De dónde surge esta faceta?

Tengo dos hermanas mayores, Samara, la mediana, es muy coqueta y desde siempre se ha arreglado mucho, por lo que en casa siempre ha habido este ambiente. Aunque tenemos estilos distintos (y yo he pasado por etapas más hippies o más góticas) siempre ha estado presente el gusto por las cuestiones estéticas. Por eso pensó en mí Luis Adern la primera vez y a partir de ahí con la experiencia, prueba y error, revistas...me fui formando y ahora trabajo de maquilladora de una forma más profesional que en los primeros cortos, que eran a coste cero. Sobre todo me gusta el maquillaje conceptual, como el que realicé recientemente para Cándido Pérez de Armas en su “I-R-V. Varúd”, y los efectos especiales con látex, como las caracterizaciones de zombies y vampiros que hice este Halloween para la discoteca La Suite TNF de El Puerto de la Cruz.

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9. ¿Cómo se afronta un trabajo de maquillaje tan particular y necesario para la estética de la obra como el del videoclip de Cándido Pérez de Armas “I-R-V. Varúd”?

Lo primero es hablar mucho con el director y, lo más importante, escucharle. Después de varios mails con Cándido, de reuniones con él aparte y con el equipo, analizar el guión, ver referentes (tanto del director como los que encuentro yo por Internet), le llevo la primera propuesta escrita y se la explico. Luego, según lo que me haya puntualizado en la primera propuesta, hago un diseño en papel y a color. En este caso todos los diseños fueron vistos con buenos ojos por parte de Cándido, así que no hubo más preproducción, salvo comprar los materiales, hasta el rodaje. Este proyecto me apasionó desde el principio porque era distinto, yo ya no maquillo gratis en proyectos normales (normales en cuanto al maquillaje, claro). Lo bueno de Cándido es que me dejó crear y unir lo que él buscaba con lo que yo le proponía en función del guión y de lo que me transmitía la música de Sigur Rós. Fue muy especial.

10. Has ejercido de modelo artística y para publicidad. ¿Hay creación de personajes en estos trabajos?

Personajes en sí no, al menos por lo general, pero sí hay directrices y prototipos de personajes. Tienes siempre que saber un poco de lo que quieres que se plasme en el proyecto: si haces de chica guapa o moderna, si la foto quiere transmitir algo en concreto como salud, misterio, ternura... Pero, a diferencia de otro tipo de interpretación, no tienes por qué saber el background del personaje o sus intereses.

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11. Has prestado tu voz para diferentes locuciones, ¿cómo afrontas este tipo de trabajos donde sólo puedes recurrir a tu voz?

Me encanta locutar. Gracias a “Pira2 x el teatro” aprendí a conocer y manejar mi cuerpo, sobre todo la voz, y con esos conocimientos y lo que aprendí en la carrera y en mi corto paso por la Televisión Canaria puedo decir que sé locutar. Es algo que me gusta mucho y que es muy complicado. Aunque parezca que la voz es poco, en realidad puedes transmitir muchísimo, saber cómo persuadir a través de una cuña publicitaria es un arte que me entusiasma. Si manejas bien la voz descubres decenas de registros que usarás en función de lo que te toque locutar.

12. ¿Ayuda la experiencia como actriz para ser periodista?

Sí, muchísimo. Siempre le agradeceré al teatro la confianza en mí misma que me ha aportado: gracias al teatro desde pequeña estoy acostumbrada a actuar para mucha gente, a afrontar un auditorio repleto sin miedo, de hecho, me encanta. Por eso, en la carrera aprendí a locutar con rapidez y no me daba miedo exponer, entrevistar, presentar un congreso...Y también saber actuar te ayuda a fingir amabilidad a la hora de tener que hablar con gente que no es deseable para ti. Además, mi conocimiento del sector cultural de Tenerife, que me viene por ser actriz, me ha ayudado como periodista para saber por dónde moverme en cada momento si se abarcan noticias sobre este ámbito.

13. ¿Y al revés, cómo ayuda la experiencia periodística a la faceta interpretativa?

Hay menos reciprocidad en esta parte, simplemente porque llevo menos tiempo siendo periodista que siendo actriz. Aunque ayuda en cuanto a la apertura de mente, que siempre es positivo, y en el dominio de la voz, la respiración...

14. ¿Cuáles son tus proyectos más inminentes?

Ahora mismo estamos con muchas cosas desde Troysteatro, tengo ensayos casi todos los días. Lo más inminente es la actuación en La Noche en Blanco de La Laguna, que actuaremos compartiendo escenario con Abubukaka. A principios de diciembre tenemos en La Gomera una recreación a modo de visita guiada de la vida de Antonio José Ruiz de Padrón, un personaje muy interesante e importante aunque poco conocido en las Islas. Por otro lado, en enero estrenaremos “La magia de la Luna” y también por esas fechas seguiremos actuando con “Por Marina”. Además, dentro de Troysteatro, tengo algunas actuaciones como monologuista de forma esporádica. Por desgracia, no hay novedades en el mundo del cine, cada vez se hacen menos cosas por la crisis, se necesita más dinero para rodar un corto que para montar una obra de teatro. Y los trabajos como maquilladora también surgen de manera espontánea.

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COMIENZA EL VII FESTIVAL DE CORTOS VILLA DE LA OROTAVA

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martes, 6 de noviembre de 2012

“BLANCANIEVES”. TOREROS Y FLAMENCAS

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Hay que reconocer que el destino le ha jugado una mala pasada a Pablo Berger con su adaptación de “Blancanieves”. Lo que hace ocho años, cuando el proyecto empezó a gestarse, hubiese sido un compendio de originalidad, hoy en 2012 se estrena a la estela del éxito de “The Artist” y convirtiéndose en la tercera adaptación que nos llega este año del famoso cuento infantil. Pese a esto hay que reconocer que el resultado es una película distinta de las anteriores, con una personalidad y un estilo visual únicos e intransferibles y apoyada en un notable elenco interpretativo.

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Tras probar las mieles de Bollywood o convertirse en princesa guerrera en las dos versiones hollywoodienses, esta tercera encarnación de Blancanieves salta ahora a la España cañí de los años 20 del pasado siglo, un país de toreros y flamencas, donde la fiesta nacional se convierte en lo único que comparten los ricos y los harapientos, un terreno abonado para las leyendas, pero también para lo grotesco y la tragedia. Y es que la España de Berger es una España de esperpento, más cercana a la pluma de Valle Inclán que a la de los Hermanos Grimm. Cualquiera diría que esta historia de un ilustre matador que, tras una cogida en el ruedo, se enamora de la enfermera que le cuida y donde ésta pasa a convertirse en la odiosa madrastra de su hija, erigiéndose la niña en la Princesa del Pueblo frente al desprecio de aquella, la sacó el director de las páginas de las revistas de la prensa rosa nacional. Sin embargo, esto no es más que la anécdota. De esta película podemos destacar mucho más, como esa relación con la abuela gitana, la añoranza por el padre ausente, la inocencia perdida por un gallo llamado Pepe, el patetismo trágico de la despedida de la niña de su progenitor, el mefistofélico mundo de la farándula, el peculiar príncipe azul, la siniestra muerte de la bruja o ese poético final donde el director opta por cambiar de cuento y de princesa.

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Berger también evidencia una exquisita cinefilia, como ya hiciera con su anterior trabajo, “Torremolinos 73”, donde utilizaba la excusa del porno amateur en la España del tardofranquismo para homenajear al cine de Ingmar Bergman. Ahora se mantiene fiel a los parámetros del cine mudo, respeta el formato cuadrado de la imagen, los intertítulos, incluso la mezcla de imágenes se hace de acuerdo a las limitaciones técnicas de la época. Sin embargo, mientras “The Artist” ponía su mirada en el cine Hollywoodiense, esta “Blancanieves” está más influenciada por cineastas de Europa del este como Eisenstein, Epstein, Pabst, Stroheim o Dreyer, mientras que de los pioneros de la Meca del cine bebe más de nombres de influencia europeísta como David Griffith, Abel Gance, Todd Browning o, incluso, Orson Welles, y del cine nacional, los referentes van desde Val del Omar hasta Luis Buñuel, pasando por Florián Rey. Aquí es indispensable el trabajo de fotografía realizado por Kiko de la Rica, quien lleva a cabo una gozosa labor en blanco y negro, jugando con los claroscuros y sacando partido a los contrastes, y la milimétrica edición de Fernando Franco, quien no sólo establece la cadencia adecuada a la historia, sino que demuestra un profundo estudio de las teorías del montaje de los formalistas rusos.

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Esto sin duda son elementos que deleitarán al ojo cinéfilo bien afinado, pero la película no se queda ahí tampoco. Por encima de ese contexto de cine serio y reflexivo, visualmente muy meditado, la película logra enganchar al espectador general con un cuento grotesco, siniestro y ácido, pero también repleto de ternura, de lágrimas y de romanticismo. En esto juega un papel decisivo la excelente labor de casting, logrando que hasta el personaje más secundario resulte característico a los ojos de la audiencia, y que todos ellos cuenten con un actor capaz de darle esencia y humanidad. Es cierto que los papeles de los villanos resultan los más arquetípicos, los más caricaturescos, especialmente con esa relación sadomasoquista entre Encarna, la madrastra, y Genaro, su chofer y amante. Sin embargo, ahí sin duda juega un papel determinante la labor de Maribel Verdú y Pere Ponce, especialmente la primera, quien como es habitual en ella, alcanza las cuotas interpretativas más altas de la cinta, aunque con cuidado de no restar con su carisma presencia en pantalla a las verdaderas protagonistas y los dos grandes descubrimientos de la cinta, Sofía Oria y Macarena García, como las dos encarnaciones de Carmen, la Blancanieves particular de la película.

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Cada una por separado aporta una gran luminosidad e inocencia a la cinta y de manera conjunta consiguen abarcar todo el espectro del personaje, resultando verosímiles como las dos etapas de Carmen. Pese a su juventud, Oria afronta con entereza los aspectos más amargos de su papel, mientras que García consigue hacer la transición de la inocencia a la madurez sin perder ese halo luminoso del personaje y llenando la pantalla en todo momento. Junto a ellas hay que destacar también a un excelso Daniel Giménez Cacho, como Antonio Villalta, el padre de Carmen, la magnífica Ángela Molina como Doña Concha, la abuela, Ramón Barea o José María Pou.

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Para dar voz a esta cinta muda, en sustitución al inicialmente previsto Alberto Iglesias, se escogió al músico Alfonso Vilallonga, quien ha afrontado aquí el reto más delicado y ambicioso de su carrera cinematográfica, ofreciendo un partitura ecléctica y compleja, fundamentada en la música popular, con pasodobles, saetas, música circense y cabaret, pero reservando un lugar privilegiado a la descripción musical de la protagonista, representada por dos temas, la canción “Blancanieves”, interpretada por Silvia Pérez Cruz, y un leitmotiv lento y melancólico que subraya la parte más trágica de la historia.

Con estos ingredientes es difícil no rendirse ante esta película, cuyo aspecto más delicado va íntimamente relacionado con el que le da identidad: la representación de esa tradición española construida alrededor del mundo taurino. Berger ensalza con su película la tradición de la fiesta nacional, convirtiendo a los toreros(ya sean matadores expertos como Antonio de Villalta, caricaturescos como los enanitos toreros, o simbólicos como la propia Blancanieves) en los héroes de este cuento de hadas, al mismo tiempo que escenifica algunas escenas de corridas de toros, necesarias por la temática de la película, y rodadas con buen gusto, sin recrearse en la tortura hacia el toro. Sin embargo, esto no quita que estas imágenes, el ensalzamiento de la fiesta nacional y sus participantes y el hecho de haber montado auténticas corridas para la realización de la película, suponga un serio obstáculo para ese sector del público contrario a esta celebración, como es nuestro caso.

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¿Invalida esto a la película? Objetivamente no, como decíamos antes forma parte intrínseca de su identidad y la estética establecida, así como de la cultura de nuestro país. Por ello, objetivamente, estamos ante una película superlativa, visualmente cuidada y elaborada, con un exquisito trabajo de actores. Sin embargo, subjetivamente, esta “Blancanieves” nos supone una objeción de conciencia.

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RETROSPECTIVA DE AARÓN MELIÁN

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