lunes, 16 de enero de 2012

“SHERLOCK HOLMES. JUEGO DE SOMBRAS”. LA SOLUCIÓN FINAL.

Sherlock Holmes 2 A Game of Shadows

INTRODUCCIÓN

2012 se presenta como un año marcado por el dominio de las franquicias (“Los Vengadores”, “El Caballero Oscuro. La Leyenda Renace”, “El Hobbit. Un Viaje Inesperado”, “Prometheus”, “Underworld. El Despertar”) y para inaugurar este carácter de ambición comercial, uno de los primeros estrenos en llegarnos ha sido “Sherlock Holmes. Juego de Sombras”, regreso del famoso detective de Baker Street, una vez más de la mano del director Guy Ritchie y los actores Robert Dowyney Jr. y Jude Law.

EL CINE DE GUY RITCHIE

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En 1998 aparecía en la escena internacional un joven director británico llamado Guy Ritchie, quien llamaba la atención con una violenta película titulada “Lock and Stock”, a medio camino entre los gangsters de Tarantino y el Londres sucio de “Trainspotting”. Tras este éxito, el director pasó a convertirse en una de las esperanzas blancas del cine británico, que de esta manera se alejaba de los contenidos sociales de cineastas como Ken Loach o Mike Leigh, para adentrarse por caminos más comerciales. Las películas de Ritchie apuestan por ambientes corruptos, personajes agresivos y, sobre todo, por historias cruzadas donde al final todo termina confluyendo en un clímax de estruendo y violencia, eso sí, bien sazonado con diálogos rápidos, ritmo frenético y mucho sentido del humor.

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Ritchie nació el 10 de septiembre de 1968 en Hatfield, Inglaterra, y pronto tuvo claro que quería dedicarse al mundo del cine. Sin embargo, el futuro director dejó los estudios al cumplir los 15, y en ningún momento tuvo intención de matricularse en ninguna escuela de cine, ya que consideraba los trabajos de los estudiantes aburridos y pretenciosos. En su lugar, tuvo que empezar a ganarse la vida como mensajero, hasta que en 1995 debutó como director de videos musicales y anuncios publicitarios. Gracias a estos trabajos ahorró dinero suficiente como para poder financiar su primer cortometraje, “The Hard Case”, donde ya dejó claro su interés por los bajos fondos londinenses. Este cortometraje llegó a las manos de Trudie Styler, mujer del cantante Sting, y ambos quedaron tan sorprendidos con este trabajo que le ofrecieron a Ritchie producir su primera película.

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Partiendo de la historia de “The Hard Case”, Ritchie escribió el guion de “Lock and Stock”, al mismo tiempo que contrataba a su amigo Matthew Vaugh para que se encargara de las labores de producción. La película supuso también el debut como actores de Jason Statham (futura estrella del cine de acción, quien en la vida real se ganaba la vida como vendedor de joyas callejero, igual que su personaje) y el futbolista Vinnie Jones, conocido por su actitud violenta en el campo de juego. Por otro lado recuperó a los intérpretes como Fletcher Dexter, quien saltara a la fama a principios de los 90 gracias a la serie para adolescentes “La Pandilla Plumilla”, o Nicholas Rowe, quien tuvo su momento de fama al interpretar a un joven Sherlock Holmes en la cinta “El Secreto de la Pirámide”. Además el propio Sting se reservó un pequeño papel. Con este debut Ritchie definió las bases de su cine, con una historia coral, construida a partir de la constante voz en off de un narrador y de varias historias que confluyen hacia un histriónico final, apoyadas en diálogos rápidos y cortantes, situaciones grotescas y violentas, y una puesta en escena y un montaje delirantes y rabiosos.

snatch

Gracias a “Lock and Stock”, Ritchie se ganó a otro valedor, Tom Cruise, quien se encargó personalmente de que la cinta encontrara distribuidora en Estados Unidos, convirtiéndose en un gran éxito de taquilla y bautizando a Guy Ritchie como el Quentin Tarantino británico debido a las similitudes de la película con títulos como “Reservoir Dogs” y, especialmente, “Pulp Fiction”. Tras esto, el siguiente trabajo del director fue “Snatch. Cerdos y Diamantes”, una versión ampliada y aún más ambiciosa, con mayor número de historias alternativas, personajes y situaciones aún más caricaturescas y grotescas, y actores de mayor reputación, como Benicio del Toro o Brad Pitt. Eso sí, Ritchie no se olvidó de sus amigos. Mantuvo a Matthew Vaugh a su lado como productor y le dio también un papel a Jason Statham y Vinnie Jones. Si “Lock and Stock” tuvo la suerte de contar con el apoyo de Tom Cruise de cara a la distribución en Estados Unidos, el contar con Brad Pitt le abrió a esta segunda película las puertas a la distribución internacional. Curiosamente fue directamente el propio Pitt quien se ofreció al director para participar en su siguiente film tras ver su opera prima.

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Convertido ya en un director de culto gracias a sus dos películas, Ritchie vio como su vida personal pasaba también por un momento de ebullición, tras conocer en una fiesta en casa de Sting a la cantante Madona. El director y la cantante iniciaron de esta manera una relación sentimental, casándose en diciembre del año 2000. Esta relación tuvo también sus derivaciones en el terreno profesional. Ritchie fue el encargado de dirigir el video musical de la canción “What It Feels Like for a Girl”, y ambos trabajaron junto en el corto “Star”, que formaba parte de una campaña publicitaria de la compañía BMW.

swept away

Esta vinculación profesional de la pareja originó también una película, “Barridos por la Marea” de 2002, remake de la cinta de 1974 de la directora Lina Wertmüller “Insólita Aventura de Verano”. Con esta película Ritchie dio un giro de 180 grados con respecto a su producción anterior. Abandonó los ambientes sucios de Londres para desplazarse por el mar mediterráneo, la trama gangsteril fue sustituida por una historia de amor en un isla desierta, los contantes giros de trama pasaron a ser una narrativa más lineal y plana, los personajes rudos y masculinos eran sustituidos en su mayor parte por otros más refinados, aunque igualmente caricaturescos, los diálogos rápidos y cínicos se transmutaron en frases esquemáticas y ridículas. Al final, el endiablado entretenimiento de sus dos primeras películas devino en una película ridícula y aburrida, completamente forzada, pésimamente escrita y mal interpretada, y no sólo por parte de Madonna, sino también por otros actores de trayectoria más aplaudida como Bruce Greenwood o Jeanne Tripplehorn. La película se estrenó primero en Estados Unidos y el resultado crítico y económico fue tan nefasto que pasó directamente a ser editada en DVD en Inglaterra. Tras dos títulos de éxito, Guy Ritchie recibió con esta película el primer descalabro de su carrera.

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Tras el monumental fracaso que supuso “Barridos por la Marea”, Ritchie intentó regresar a la senda correcta con su siguiente película, “Revolver”. Todo parecía correcto. Regresaba Jason Statham como actor principal, regresaban los ambientes mafiosos, los personajes toscos, los diálogos cortantes, la puesta en escena dura y violenta. Sin embargo, Ritchie tampoco quiso que este nuevo trabajo se entendiera como una retractación y quiso darle su propia personalidad a la nueva película. A los rasgos que le habían llevado al éxito añadió otros compontes, como un desarrollo de la historia más metafísico que naturalista, influenciado por la doctrina de la cábala de la que tanto él como su mujer eran devotos. Este enfoque más intelectualizado nuevamente resultó ser un camino errado, dando como resultado una cinta fallida, en la que si bien su primera mitad resulta prometedora, poco a poco todo empieza a derivar por el sendero del absurdo. “Revolver” no fue una cinta tan absolutamente nefasta como “Barridos por la Marea”, pero tampoco supuso ese regreso a lo grande que se esperaba de Ritchie, hasta el punto de que en países como España tuvimos que esperar tres años para poder verla y sólo en formato doméstico.

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En vista de que sus dos intentos por probar cosas nuevas en su filmografía se habían saldado con sendos descarrilamientos, Guy Ritchie aceptó su sino y escribió el guion de “Rock’n’Rolla”, esta vez sí un regreso a los orígenes, quizás con una historia más insustancial y simplona que “Snatch. Cerdos y Diamantes”, pero sí con fuerza, personajes carismáticos y algunas escenas marca de la casa, como la espléndida escena de persecución por las calles de Londres. Por la época del rodaje de la película, empezaron a circular rumores sobre discrepancias dentro del matrimonio y antes de que la cinta llegara a los cines, la pareja formada por Guy Ritchie y Madonna se había separado. Frente a lo turbulento de su vida privada, su carrera profesional no podía estar en mejor forma. Crítica y público recibieron con aplauso su nuevo trabajo y las voces más cínicas apuntaron el haber salido del área de influencia de Madonna como una de las razones por las que Ritchie había recuperado su buen pulso anterior. Frente a la cercanía de “Rock’n’Rolla” con sus primeros trabajos, sí había un apartado diferenciador en esta película: su vocación de franquicia. Aunque de momento no se ha cumplido, la cinta cerraba con una promesa de continuidad con la que poder seguir desarrollando historias dentro de ese universo de bajos fondos londinense. Dado que la cinta tuvo un buen rendimiento en taquilla, la razón por la que todavía no se ha producido ese regreso tiene un nombre, Sherlock Holmes.

Sherlock Holmes

De manera sorprendente, en 2008 Guy Ritchie anunció que iba a dirigir una nueva aproximación al legendario personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle, alejándose de las posturas más puristas y ofreciendo una versión modernizada del personaje, acercándolo más al modelo de héroe de acción del siglo XXI. Ritchie parecía no tenerles miedo a las críticas y no sólo se atrevió a remodelar un icono cultural, sino que además le dio el papel principal a un actor estadounidense, Robert Downey Jr., quien hasta hacía poco estaba considerado como veneno para la taquilla, pero a quien el éxito de “Iron Man” parecía haber reintegrado definitivamente en la industria. La pareja de Sherlock y Watson se completaba con la presencia de Jude Law, éste sí británico de origen, pero con un físico muy alejado del rechoncho y aristocrático Nigel Bruce de los seriales clásicos de los años 40. Superado el impacto y las reticencias iniciales, “Sherlock Holmes” conquistó al público por su relectura del personaje principal, su humor canallesco y su sentido de la acción con un toque de postmodernismo pulp que la emparentaba con el estilo propio de su director. La película se convirtió en el mayor éxito de la carrera de Guy Ritchie y avivó el interés del estudio por seguir explotando la franquicia lo antes posible.

“SHERLOCK HOLMES. JUEGO DE SOMBRAS”. Y EL JUEGO CONTINUA.

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Las prisas de Warner Bros. por estrenar la secuela varió los planes de los principales artistas involucrados. Ritchie tuvo que paralizar los proyectos que tenía en marcha para centrarse en un rápido desarrollo del proyecto y Robert Downey Jr. tuvo que hacer hueco en su apretada agenda, marcada por las fechas de “Los Vengadores”. Esto supuso para el actor tener que renunciar a su papel en “Cowboys & Aliens”, siendo sustituido por Daniel Craig (algo por lo que actualmente el protagonista de “Iron Man” seguramente está agradecido, teniendo en cuenta el varapalo crítico y económico que recibió la cinta de Jon Favreau). Otro de los aspectos que hubo que cerrar con cierta premura fue la elección del actor que iba a interpretar al Profesor Moriarty. Ya en la película anterior se anunciaba que el famoso némesis de Holmes iba a ser el villano de la secuela, pero en aquel momento se barajaba la posibilidad de que el intérprete fuera Brad Pitt, lo que hubiese supuesto el rencuentro de la estrella con Guy Ritchie más de una década después de “Snatch. Cerdos y Diamantes”. Una vez iniciada la producción se tanteó también la posibilidad de que el papel estuviera interpretado por Daniel Day Lewis, Gary Oldman, Sean Penn o Javier Bardem. Finalmente el estudio prefirió optar por un actor menos conocido, con el fin de no restar estrellato a Robert Downey Jr., siendo el elegido Jared Harris (hijo del actor Richard Harris y visto en series como “Mad Men” o “Fringe”).

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Como buena secuela de un título de éxito, “Sherlock Holmes. Juego de Sombras” enfatiza aquellos elementos que llevaron al éxito a la cinta anterior. Holmes es presentado de una manera más desatada, su relación con Watson es más turbulenta, la acción más enfurecida y la puesta en escena de Ritchie busca mayor espectacularidad y efectos de montaje postmodernos. Si ya en la anterior la trama detectivesca pasaba a un segundo plano para reforzar los momentos de acción, aquí es absolutamente lineal, sucediéndose un acontecimiento tras otro y arrastrando a los personajes con ellos. Lo que sí supone un adelanto con respecto a la anterior es el mayor peso dramático del argumento. En la primera entrega el tono caricaturesco contagiaba también al villano de la historia, un excelente Mark Strong como Lord Blackwood, quien sumado a su apariencia siniestra contaba con rasgos grotescos en su caracterización, como aquel diente torcido. Aquí la figura de Moriarty es respetada por Ritchie en todo momento, no permitiendo que uno de los villanos antológicos de la cultura occidental perdiera fuelle por un capricho cómico. También el maquiavélico ardid de éste adquiere un peso más grave al apuntar hacia el inicio de la Primera Guerra Mundial, dando a la cinta un tono más oscuro y ominoso.

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A nivel interpretativo, todo está ideado para el lucimiento de Robert Downey Jr., no permitiendo que ningún otro personaje pueda hacerle sombra en ningún momento. La estrella desborda una vez más carisma y picaresca para encandilar al público, aunque no esconde un (leve) apartado dramático ante el destino de su relación con Irene Adler (Rachel McAdams) o la amenaza que se cierne sobre su colega Watson y su esposa por culpa de sus investigaciones. Holmes sigue desarrollando su gusto por los disfraces, sirviendo estos también en su mayor parte como otro componente humorístico dentro de la trama. A Jared Harris le toca el difícil papel de equilibrar la balanza frente a la desmesura del personaje protagonista. Moriarty es uno de los pocos personajes (si no el único) que no se deja llevar por el tono caricaturesco de la cinta. Harris compone un buen papel dentro del margen de protagonismo que le permite el director, siempre sobrio y procurando subrayar el aire maquiavélico del personaje. Las restricciones a las que se tiene que someter y el hecho evidente de no contar con un carisma tan arrebatador para el público como sí hubiesen tenido estrellas más asentadas como Brad Pitt o Daniel Day Lewis contabiliza en su contra, de ahí también que algunas de las principales criticas de la película se hayan cebado (de manera injusta, a nuestro entender) en el trabajo del actor.

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La química entre Holmes y Watson / Downey Jr. y Law se mantiene intacta con respecto a la primera película. Watson busca ser el ancla a la realidad de Holmes, aunque acabe sucumbiendo y dejándose llevar por el delirio y el ansia de aventura del héroe. Esto convierte a Watson también en la descarga de todas las excentricidades del detective, generándose entre ellos una relación no muy distinta a la de grandes parejas cómicas del cine como Laurel y Hardy o Abbott y Costello. Esta secuela introduce el personaje de Madame Simza Heron, una gitana que de manera inesperada se ve convertida en cómplice de los dos protagonistas. Este papel se ha convertido en el salto a Hollywood de la actriz Noomi Rapace, después de alcanzar ésta la fama internacional gracias a su deslumbrante interpretación de Lisbeth Salander en las adaptaciones de producción sueca de la trilogía “Millenium” de Stieg Larsson. La actriz se adapta bien a su papel, pero éste carece de suficiente consistencia como para resultar especialmente memorable. Quien sí se luce hasta el punto de lograr eclipsar al protagonista con sus breves apariciones en pantallas es Stephen Fry como Mycroft Holmes. La competencia fraternal que se genera en pantalla, así como el carácter peculiar del personaje se convierte en la sorpresa más refrescante de la película.

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Guy Ritchie ha aprovechado el considerable aumento de presupuesto para desarrollar los aspectos más espectaculares de la acción. Efectos especiales, explosiones, intrincadas escenas de acción, juegos de montaje, todo artificio es poco para convertir a esta nueva aventura en una cinta más impactante y grandilocuente. Esto se logra en elaboradas secuencias como el ataque en el tren o el clímax final, sin embargo, la falta de mesura de Ritchie en ocasiones hace pecar de descompensación a la narración. Un ejemplo de esto lo tenemos en la extensa secuencia en el bosque, donde el cineasta ofrece un desbordante uso de recursos narrativos postmodernos que convierte en estelar uno de los momentos de transición de la historia. A Ritchie siempre le ha gustado más el ruido que las nueces, pero en ocasiones como ésta su aparatosidad resulta excesiva y mal enfocada, restando efectividad a aquellos momentos en los que realmente el director debía poner énfasis en su puesta en escena.

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Uno de los principales cómplices tanto de la primera película como de esta secuela es la música a cargo de Hans Zimmer. Aquí el compositor alemán recupera elementos de su partitura anterior, como el excelente tema principal de influencia gitana para el protagonista, pero da a la música un peso más operístico que realza la función de la banda sonora en la película. Frente a esta mejora encontramos excentricidades como la inclusión del tema principal de “Dos Mulas y una Mujer” de Ennio Morricone, que si bien puede enfatizar el componente humorístico de la secuencia a la que acompaña, su justificación no va más allá de la consabida debilidad de Zimmer por la música del maestro italiano que le lleva a homenajearlo siempre que puede.

Sherlock Holmes. Juego de Sombras” es ante todo un producto de entretenimiento que cumple su función, ofreciendo al espectador espectacularidad y mucho humor. Perdido el factor sorpresa de la primera entrega, esta secuela consigue mejorar y ampliar algunos aspectos de la anterior, aunque sigue cayendo en algunos de sus defectos, viéndose estos también enfatizados por ese afán del más difícil todavía que parece ineludible en toda secuela hollywoodiense que se precie.

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