Junto con la entrega de los Globos de Oro, la actualidad cinematográfica de esta semana ha estado marcada por el anuncio de George Lucas de su abandono del cine comercial, motivado por el maltrato que dice sufrir por parte de los ejecutivos de los estudios y el propio público. Los primeros le rechazan, obligándole a financiar sus películas de su propio bolsillo, mientras que los segundos le critican su empeño en seguir retocando sus películas de “Star Wars” o el desatino de la última entrega de Indiana Jones. Algunos celebrarán esta noticia, otros la verán con tristeza, pero lo cierto es que si en algo podemos coincidir todos es que George Lucas, con sus luces y sombras, es una figura fundamental para entender el cine Hollywoodiense de los últimos 35 años.
Nacido en Modesto, California el 14 de mayo de 1944, George Lucas se crio en el rancho familiar, desarrollando en su juventud una gran afición por las carreras de coches; sin embargo, el sueño del joven Lucas de convertirse en piloto de carreras quedó truncado poco después de graduarse en el instituto, al sufrir un terrible accidente automovilístico. Tras esto ingresó en la Escuela de Cine de la Universidad del Sur de California, donde desarrolló su formación cinematográfica. Durante su estancia en la Universidad dirigió varios cortometrajes, destacando especialmente “THX 1138”, una historia futurista con influencias de la novela distópica de la primera mitad del siglo XX. Este trabajo no sólo fue presentado en algunos festivales estudiantiles, recibiendo una excelente acogida, sino que le sirvió de carta de presentación para su debut cinematográfico.
En 1968, mientras realizaba prácticas en los estudios de la Warner, conoció al director Francis Ford Coppola y juntos fundaron la productora American Zoetrope, a través de la cual Lucas produjo su primera películas, “Llueve sobre mi Corazón”, dirigida por Coppola, y financió en 1971 su primer largometraje, una versión extendida de “THX 1138”. Nuevamente, Lucas obtuvo una excelente respuesta con esta historia, destacando su puesta en escena fría y aséptica y un excelente diseño de producción. Este éxito llevó a abandonar American Zoetrope y fundar su propia compañía en solitario, Lucasfilm, con la que produjo su siguiente trabajo, la comedia semiautobiográfica “American Graffitti”. En esta película volcó no sólo su pasión por los coches, sino que reflejó algunos anhelos y recuerdos de su juventud, matizados con un cierto tono de nostalgia y hasta melancolía. Con un reparto repleto de futuras estrellas entre las que se encontraban unos jóvenes Richard Dreyfuss, Ron Howard y Harrison Ford, este título se convirtió en el ejemplo perfecto del tipo de películas que el joven realizador quería llevar a cabo: historias modestas y cercanas con las que poder implicarse de manera personal.
La carrera de Lucas cambió bruscamente con su siguiente película. Buscando un proyecto comercial, con el que poder recaudar dinero para sus proyectos más personales, Lucas escribió el guion de “La Guerra de las Galaxias”, una epopeya futurista de aventuras, donde revisitaba elementos clásicos de mitología y la tradición heroica. Inicialmente encontró bastantes reticencias a la hora de conseguir que los estudios se implicaran en este proyecto, ya que por aquel entonces la ciencia ficción no era vista como un género comercial y no estaba muy claro si la tecnología de los efectos especiales de la época sería capaz de reflejar todo ese universo que había ideado el director. Efectivamente, para poder llevar a cabo su visión, Lucas tuvo que generar toda una nueva industria a través de su compañía, pero el resultado fue una auténtica revolución cuando la película se estrenó en 1977.
El éxito de “La Guerra de las Galaxias” convirtió a George Lucas en uno de los productores más importantes de Hollywood, lo que aprovechó para apoyar proyectos que consideraba necesarios para el cine, como por ejemplo, la película “Kagemusha” de su admirado Akira Kurosawa, que el director japonés llevaba años intentando realizar y que pudo ser posible gracias a la intervención de Lucas y Francis Ford Coppola. Kurosawa era uno de los directores de cabecera del cineasta y su influencia había definido muchas de las características de su epopeya galáctica, de ahí también que se sintiera en deuda con el autor de títulos como “Los Siete Samuráis”, “Yojimbo” o “La Fortaleza Escondida”.
Lógicamente, tras el éxito de “La Guerra de las Galaxias” los trámites para llevar a cabo la secuela, titulada “El Imperio Contraataca”, no fueron tan complicados. En esta ocasión, dado el mayor espectro tanto de presupuesto como de producción de la secuela, Lucas no pudo permitirse producir la película y dirigirla al mismo tiempo, así que contrató a su antiguo profesor de la universidad y también cineasta Irvin Kershner para que se encargara de la realización. El guion de esta secuela volvió a estar escrito por Lucas, pero contó también con la revisión de Leigh Brackett y Lawrence Kasdan, quienes le dieron una mayor dimensión y complejidad a la historia. Esta segunda parte batió nuevamente records y es considerada de manera consensuada como el mejor episodio de la saga.
En 1981 Lucas y su amigo Steven Spielberg se pusieron manos a la obra para sacar adelante otro producto de aventuras, protagonizado por un personaje llamado a crear escuela, Indiana Jones. “En Busca del Arca Perdida” se ideó como homenaje a la literatura pulp y los seriales cinematográficos de los años 30, convirtiéndose en otra de las piedras angulares sobre las que se edificó la nueva industria de Hollywood, además de proporcionarle a Harrison Ford un nuevo personaje icónico con el que grabar su nombre con letras doradas en la Historia del Cine. En el guion de esta película volvió a participar Lawrence Kasdan, quien por aquel entonces buscaba dar también el salto a la dirección. La amistad con Lucas hizo posible este sueño, produciéndole éste su opera prima, la cinta de serie negra “Fuego en el Cuerpo”.
En 1983 llegó a las pantallas el tercer capítulo de “La Guerra de las Galaxias”, “El Retorno del Jedi”, con la que Lucas dio por cerrada la serie, aunque siempre con la promesa de retomar en algún momento la historia para contar lo que simplemente se había insinuado hasta entonces: las Guerras Clon, la caída de la República y la transformación de Anakin Skywalker en Darth Vader. Nuevamente, tuvo que ceder la silla del director con el fin de poder centrarse en la producción, aunque su relación con Richard Marquand no fue tan positiva, hasta el punto de que la rumorología del cine siempre ha dicho que el propio Lucas tuvo que encargarse de dirigir sin acreditar gran parte de la cinta.
Un año más tarde llegó “Indiana Jones y el Templo Maldito”, de nuevo con Lucas en la producción, Spielberg en la dirección y Harrison Ford como protagonista. Tras abordar la mitología judeo-cristiana en la primera entrega, se quiso tocar otras creencias y así de paso dar un toque más exótico a las aventuras del intrépido arqueólogo. La cinta volvió a triunfar en taquilla, aunque hubo voces críticas que protestaron por el tono mucho más violento y agresivo de la cinta. Lo cierto es que por aquella época Lucas se encontraba en pleno proceso de divorcio y su estado de ánimo contagió el espíritu de la película, tornándose más oscuro y cínico que en la anterior.
En los años siguientes, Lucas siguió desarrollando el universo de “Star Wars” en televisión, con los telefilms dedicados a los personajes de los Ewoks, “Las Aventuras de los Ewoks” y “Batalla de Endor”, y las series de animación “Ewoks” y “Droids”. Además, en 1986 produjo con éxito “Dentro del Laberinto”, el segundo largometraje como director del marionetista Jim Henson. Sin embargo, este mismo año fue la fecha del nefasto estreno de “Howard el Pato”. Basada en un personaje de comics, la película fracasó en taquilla, suponiendo el primer descalabro comercial de Lucasfilm. Pese a todo, Lucas siguió apoyando los proyectos de sus compañeros de generación, especialmente su amigo Francis Ford Coppola, al que le produjo “Capitán Eo”, para el lucimiento de Michael Jackson y “Tucker. Un Hombre y su Sueño”, que fracasó en taquilla. Otros títulos producidos por George Lucas en 1988 fueron “Powaqatsi”, segundo episodio de la trilogía dirigida por Godfrey Reggio, un experimento audiovisual donde fusionando imagen y sonido se evidencia el desgaste medioambiental del planeta debido a la interferencia del ser humano; y “En Busca del Valle Encantado”, éxitosa cinta de animación que supuso el tercer título como director del prestigioso animador Don Bluth tras su espléndido trabajo en “Nimh, el Mundo Secreto de la Señora Brisby” de 1982 y “Fievel y el Nuevo Mundo” que había sido producida por Steven Spielberg en 1986. Más decepcionante fue la recepción de “Willow”. Éste era un proyecto personal de Lucas, donde retomaba elementos fantásticos en la línea de “El Señor de los Anillos” de J.R.R. Tolkien y los adaptaba al estilo aventurero de “La Guerra de las Galaxias”. La película estaba dirigida por Ron Howard, y a pesar de sus méritos, no logró encandilar al público como si hicieran los anteriores proyectos de Lucas. Afortunadamente, el paso del tiempo ha ayudado a reivindicar esta cinta de fantasía, elevándola a un puesto de película de culto.
Para resarcirse de esto, Lucas volvió a reunirse en 1989 con Steven Spielberg y Harrison Ford para producir la tercera aventura de Indiana Jones, “Indiana Jones y la Última Cruzada”. Al equipo se incorporó de manera excepcional el actor Sean Connery, como el padre del protagonista, y la cinta recuperó el tono aventurero de la primera parte, olvidándose de los aspectos más gores de “El Templo Maldito”. Para completar la experiencia y ampliar el universo de Indiana Jones, Lucas produjo para la televisión “Las Aventuras del Joven Indiana Jones”. Pensada para tener también un carácter didáctico, la serie era un excelente producto televisivo, pero que fracasó precisamente por su carácter innovador y alejarse del modelo establecido por las tres películas del personaje.
A mediados de los 90 Lucas inició la producción de su nueva trilogía de “La Guerra de las Galaxias”, donde por fin se decidió a contar los orígenes de la historia. Las películas se estrenaron en 1999, 2002 y 2005, consiguiendo crear un gran revuelvo a su alrededor, pero recibiendo también penosas críticas por la forma en la que había retomado su franquicia más popular. Sólo “Star Wars. Episodio III. La Venganza de los Sith” consiguió convencer al público, aunque, a pesar de que la sensación causada a los fans de la serie fue bastante decepcionante, el éxito comercial de los tres episodios fue excepcional. Entre el estreno de los dos últimos episodios de las precuelas, Lucas presentó una nueva serie de televisión, emitida en el canal Cartoon Network y realizada por el prestigioso animador Genndy Tartakovsky, donde se reflejaban las legendarias Guerras Clon.
Una vez finalizada su labor en el Universo de “Star Wars”, Lucas convocó de nuevo a Steven Spielberg y a Harrison Ford para llevar a cabo el largamente aplazado regreso de Indiana Jones. “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal” se presentó como el regreso de la aventura clásica, al más puro estilo de lo que Spielberg y Lucas pudieron crear allá en 1981; sin embargo, nuevamente, el público, sobre todo los seguidores de largo recorrido de las aventuras del arqueólogo, renegaron de una película muy alejada de los resultados de las tres anteriores y sentenciada por algunas secuencias que agredían la suspensión de incredulidad del espectador (como la ya tristemente famosa nevera o todo lo concerniente a ese hijo inesperado interpretado por Shia LeBeouf).
Tras estrenar “Star Wars. Episodio III. La Venganza de los Sith”, Lucas anunció que daba por concluida la saga en pantalla grande, pero que seguiría desarrollando las historias en forma de dos series de televisión, una de animación, creada íntegramente por ordenador, que continua con el entramado de las Guerras Clon, y otra de imagen real, aún por definir, que supuestamente se situará entre los acontecimientos del Episodio III y el inicio de la primera película de la saga. Tras un episodio piloto bastante irregular y que, curiosamente, contradiciendo lo anunciado por Lucas, sí pudo verse en los cines, “Star Wars. Clone Wars” se ha establecido como una excelente serie de fantasía y entretenimiento para toda la familia que ya va por su cuarta temporada. El otro proyecto, “Star Wars. Underworld”, sigue a la espera de conseguir la financiación o que se abarate el coste de los efectos especiales, ya que Lucas y su productor ejecutivo, Rick McCallum, han comentado que tal y cómo está planteada se trata de una serie inviable económicamente.
En lo referente a proyectos cinematográficos, Lucas ha pasado los últimos años enfrascado en un antiguo proyecto personal, “Red Tails”, historia ambienta en la Segunda Guerra Mundial acerca de un batallón de pilotos de raza negra. La cinta, con fecha de estreno en Estados Unidos para este viernes 20 de enero, ha estado dirigida por Anthony Hemingway, de amplia trayectoria televisiva (ha dirigido episodios de, entre otras, “Urgencias”, “Héroes”, “True Blood”, “Treme”, “The Closer”, “C.S.I. Nueva York” o “Fringe”), y que promete impactantes escenas de batallas aéreas. Por otro lado, el próximo 10 de febrero se reestrenará en pantalla grande “Star Wars. Episodio I. La Amenaza Fantasma” en 3D, con intención de ir completando el regreso a las salas de cine de toda la saga en sistema estereoscópico. Al mismo tiempo, el cineasta sigue buscando el McGuffin ideal para recuperar lo antes posible a Indiana Jones en una quinta aventura que, esperemos, pueda resarcir a los fans de los horrores de “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal”.
Ninguno de estos proyectos debería estar amenazado por el anuncio de Lucas esta semana de su retirada del cine comercial, ya que salvo esa posible quinta aventura de Henry Jones Jr., el resto de las producciones están ya encaminadas o a la espera de obtener luz verde. De cumplir su palabra, Lucas emprendería ahora una nueva etapa de su carrera, similar a la que está llevando actualmente Francis Ford Coppola, dirigida a desarrollar proyectos pequeños e independientes de experimentación audiovisual, como los que pretendía realizar al principio de su carrera, antes de que Luke Skywalker y el Imperio irrumpieran en su camino.
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