1. INTRODUCCIÓN
Mencionar el nombre de Ray Harryhausen no es sólo hablar de uno de los artistas de los efectos especiales más importantes y reverenciados de la historia del cine, gracias a sus enormes logros dentro del campo de la animación stop motion, es también hablar de una concepción del cine muy determinada, donde la fantasía, las grandes gestas, los mundos legendarios del pasado o de la literatura se convierten en una puerta hacia el puro entretenimiento y nos retrotraen a aquellas sesiones matinales infantiles donde cada sábado por la mañana una nueva aventura nos esperaba en la pantalla del cine. La imaginación y el talento de Harryhauen hicieron que las pantallas de cine se llenaran de criaturas fantásticas, que llegaron a fascinara a niños y adultos, al conseguir que pequeños muñecos animados fotograma a fotograma cobraran vida en pantalla. Siempre se ha dicho que las películas de Harryhausen eran productos de bajo presupuesto, poblados por actores en su mayor parte de segunda categoría, sin embargo, una vez dentro de la película nada de eso importaba, porque este artesano de los efectos especiales inmediatamente conseguía que nuestra mirada abandonara a estos intérpretes para centrarse en los verdaderos protagonistas de sus historias, todas aquellas las criaturas monstruosas que salían de su taller.
2. INICIOS
Nacido en Los Angeles el 29 de junio de 1920, desde pequeño siempre fue un aficionado al género fantástico, con especial gusto por las historias mitológicas heredadas del mundo clásico, formando parte de clubes de aficionados a estos géneros. Esto le llevó a entablar una gran amistad desde su adolescencia con otro fanático de este tipo de historias, Ray Bradbury, quien más tarde se convertiría en un reputado escritor de novelas de fantasía y ciencia ficción. Sin embargo, el mundo de Ray Harryhausen dio un vuelco en 1933 cuando vio una película que marcó su vida para siempre, “King Kong”.
Harryhausen quedó tan impresionado por el trabajo de efectos especiales que enseguida empezó a investigar acerca del sistema de stop motion, y a interesarse por el trabajo de uno de los magos que hicieron esta película posible, el experto en efectos especiales Willis O’Brien. Harryhausen empezó a realizar sus propios trabajos amateurs donde fue desarrollando su habilidad en esta técnica, y más tarde consiguió contactar con el propio O’Brien para enseñarle una muestra de su trabajo. El maestro se quedó impresionado con la labor del aprendiz y le animó a continuar en esa línea, ayudándole a entrar en el mundo del cine.
3. PRIMEROS PASOS EN LA INDUSTRIA
Durante la primera mitad de los años 40, Harryhausen estuvo implicado en algunos proyectos intentando afianzarse dentro de la industria, sin embargo, generalmente se encontraba con obstáculos como que la producción de la película no dedicaba suficiente tiempo al apartado de efectos especiales, lo que afectaba a una técnica como la stop motion que requiere una amplio periodo de gestación, o que directamente no contaba con el presupuesto necesario. A pesar de esto, sus resultados eran más que notables, y el joven Harryhausen se fue ganando una excelente reputación. En cualquier caso, tuvo que ser nuevamente su maestro Willis O’Brien quien le ofreciera la oportunidad que necesitaba para demostrar realmente de lo que era capaz. La película era “El Gran Gorila”, la cual bebía directamente de las fuentes de “King Kong”.
Por esta época, Harryhausen empezó también a probar suerte en otros campos como la producción o la dirección de fotografía con el cortometraje de 1949 “La Historia de Caperucita Roja”. A este corto seguirían otros que dirigiría él mismo a lo largo de la década de los 50, revisando los cuentos clásicos de “Rapunzel”, “Hansel y Gretel” o “El Rey Midas”. Esta presencia en otros apartados de la creación cinematográfica le fue dando la experiencia necesaria para posteriormente convertirse en el controlador absoluto de sus futuras películas, algo que le ayudó a dedicar al apartado de efectos especiales el tiempo necesario de producción como para que el resultado fuera el que él deseaba.
4. MONSTRUOS DE TIEMPOS REMOTOS Y PLANETAS DISTANTES
Tras “El gran Gorila”, Harryhausen consiguió una nueva oportunidad con la película de “El Monstruo de Tiempos Remotos”. Basada en una historia de su amigo Ray Bradbury, ésta fue la primera ocasión en la que Harryhausen firmaba en solitario como autor de los efectos de animación. El feroz dinosaurio creado por el artista para esta película fascinaría al público, y con los años se ha convertido en un referente imitado y parodiado hasta la saciedad. Siguiendo la misma línea de “El Monstruo de Tiempos Remotos”, en 1955 se embarcó en la gestación de “Surgió del fondo del mar”, donde se alió por primera vez con el productor Charles H. Schneer, con el que mantuvo una sólida relación profesional hasta 1981.
Tras trabajar en varias películas sobre monstruos gigantescos, Harryhausen cambió de género para poner su mirada en la ciencia ficción, con “La Tierra contra los Platillos Voladores” de 1956, sin embargo, el resultado no satisfizo al genio de los efectos especiales, quien ha confesado que ésta es la película que menos le gusta de su filmografía. Sin abandonar, la ciencia ficción, pero regresando al género de monstruos gigantescos, Harryhausen participó en 1957 en “20 Millions Miles to Earth”, donde la primera nave tripulada a Venus regresaba a la Tierra estrellándose en el mediterráneo y desatando el ataque de una enorme criatura llamada Ymir en la ciudad de Roma.
5. UN VIAJE POR EL TIEMPO Y LA FANTASÍA
Un punto de inflexión en la carrera de Ray Harryhausen lo encontramos en 1958, año en el que produce junto a Charles Schneer “Simbad y la Princesa”. Con esta película el mago de los efectos especiales inició una prolífica relación con aquella literatura de aventuras que tanto le había fascinado de niño y que le ofrecía todo un muestrario de criaturas legendarias con las que poder dar rienda suelta a su talento, con resultados visualmente deslumbrantes.
En los años 60 se produce el verdadero reinado Ray Harryhausen. Durante esta década rodó sus películas más populares y aquellas que obtuvieron un mayor éxito comercial. Con la fiel producción de Charles Schneer, filmó títulos como “Los Viajes de Gulliver” (adaptación de la sátira de Jonathan Swift), “La Isla Misteriosa” (basada en la novela de Julio Verne), “Jason y los Argonautas” (título que él considera su mejor trabajo y recordado especialmente por la extraordinaria secuencia del ejército de esqueletos), “La Gran Sorpresa”, un nuevo acercamiento a la ciencia ficción adaptando una obra de H. G. Wells, “Hace un Millón de Años” (cinta de aventuras prehistóricas donde lo único que llegaba a robarle el plano a sus criaturas era el escueto bikini prehistórico de Raquel Welch), o “El Valle Gwangi” (mezcla de western con cinta de fantasía poblada de dinosaurios).
Tras este periodo de esplendor, la década de los 70 supuso el distanciamiento paulatino del cine por parte de Ray Harryhausen. El tipo de películas que él había llevada a su mayor gloria a lo largo de la década anterior empezaba a ser imitado y plagiado de manera desbordante, y pronto el público acabó aburriéndose de un tipo de películas que no conseguían acercarse a la maestría de Harryhausen y que debido a sus resultados cada vez más estrafalarios acabaron convirtiéndose en un parodia de sí mismos. A pesar de esto, el maestro realizó dos títulos a su más puro estilo durante esta década, donde además rescataba a uno de sus héroes legendarios favoritos el marino Simbad, en “El Viaje Fantástico de Simbad” de 1974 y “Simbad y el Ojo del Tigre” de 1977, en las cuales también participó como guionista.
6. UNA DESPEDIDA DE LUJO
La incorporación a finales de esta década de una serie de cineastas que habían crecido viendo sus películas, como Joe Dante o John Landis, generó un efecto nostálgico hacia su figura, con guiños y homenajes a algunas de sus secuencias más recordadas, u ofreciéndole participar en pequeños cameos en algunas películas. Aprovechando este resurgir de su legado, Ray Harryhausen se planteó en 1981 el reto de llevar a cabo un último trabajo que fuera su canto del cisne, “Furia de Titanes”. Para ello contó con un gran presupuesto, actores de primera línea como Laurence Olivier, Maggie Smith, Claire Bloom, o Burgess Meredith, y un guión que recopilaba algunos mitos clásicos del mundo griego, permitiéndole recrear seres mitológicos como el Kraken, o la Medusa.
7. CONCLUSIÓN
En 1992 Ray Harryhausen recibió el reconocimiento final por parte de la industria al recibir un Oscar honorífico al conjunto de su carrera. Hoy en día, en esta época de efectos por ordenador, quizás Ray Harryhausen sea considerado, como muchas de las criaturas a las que él dio vida, un animal extinto, legendario, sin embargo no hay más que revisar sus películas y prestar atención a la obra de algunos de los más prestigiosos directores del género fantástico actual, como James Cameron, Tim Burton o Sam Raimi, para darse cuenta que su legado permanece aún latente en el séptimo arte.
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