miércoles, 5 de mayo de 2010

ENTREVISTA A JOSEP VILAGELIU (PARTE I)

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1. INTRODUCCIÓN
Hace un par de semanas, poco antes de estrenar su cortometraje “A la Deriva” dentro del ciclo “Islas de Cine”, Adivina Quién Viene al Cine tuvo el placer de mantener una ilustrativa charla con el director de cine Josep Vilageliu Ponsa, donde se tocaron temas como su interés por el cine, la situación de la industria en Canarias o las características de sus últimos trabajos. Hoy les ofrecemos la primera parte de esta extensa conversación.
2. DE CÓMO EMPEZÓ SU PASIÓN POR EL CINE
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Primero por ser un espectador de niño, de apasionarme todo el cine, de estar en todas las sesiones, las dobles sesiones, las triples sesiones, y lo veía todo. Mi padre también era un cinéfilo. Él veía mucho cine clásico norteamericano, sobre todo, y nos llevaba mucho al cine. También mi abuelo, que siempre nos llevaba a ver películas de la Segunda Guerra Mundial. Siempre estábamos buscando en los cines de barrio de nuestro alrededor aquellas sesiones que fuesen autorizadas para todos los públicos, pero, como en Barcelona a cinco minutos de casa había cuatro o cinco cines, pues lo teníamos muy claro y yo creo que nos veíamos cinco o seis películas semanales. Ese fue el origen, y luego siempre un interés por crear algo.
Yo empecé escribiendo historietas, comics, donde narraba cosas del oeste, de misterio,  de guerra. Yo creo que, en aquellos colorines que yo dibujaba, reflejaba todo el cine que estaba viendo, y también los comics que leía de pequeño, como “Diego Valor” o “El Jabato”. Y luego, cuando íbamos al pueblito en los meses de verano siempre nos buscábamos a alguien que tuviese una cámara, alguien evidentemente de una familia que tuviese algo de perras. Entre los amigos preguntábamos a ver si nos la dejaban y empezábamos a rodar cualquier cosa.
También estaba el teatro, que era otra actividad. Yo, además de dibujar, también escribía mis cuentitos y mis pequeñas obras de teatro y, en el colegio, las dirigía, las actuaba y las montábamos. Era una manera de pasar el tiempo y entretenernos. Cualquier actividad teatral o de cine siempre era buscar un grupo de amigos, enrollártelos y, además, como en verano nadie tenía nada que hacer, pues enseguida se apuntaba todo el mundo. Luego, ya más adelante un amigo nuestro fue a unos cursos de cine, empezamos a relacionarnos con otra gente, a ir a cineclubs, y a prepararnos para ser monitores y dirigir coloquios. Esa fue una etapa interesante, cuando tenía 20 años, con ya un activismo cinematográfico. Íbamos por los pueblos, cogíamos el tren a las 4 de la madrugada  e íbamos a presentar y dirigir coloquios. Era una época en la que, en los cineclubs, en los pueblos, se llenaba el cine. Tenías allí perfectamente 200 personas y cuando acababa la película no se movía nadie, esperando para el coloquio.
3. LLEGADA A TENERIFE
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Yo soy ingeniero técnico y empecé a trabajar en Telefónica, con ese trabajo fue como caí  aquí, en Tenerife. Aquí conocí a Laly, mi mujer, me casé y me instalé. Ahora ella es quien está siempre a mi lado en la producción de las películas. Tuve la suerte de aparecer en los años 70 (73, 74, 75) y estaba ese renacer del cine de Super 8, alrededor del Círculo de Bellas Artes. También estaba allí Eduardo Camacho con su grupo de Sordos. De repente, me encontré en el ojo del huracán, en un punto álgido de la cultura de resistencia que había aquí. Nos íbamos de gira, por ejemplo, con la obra teatral “La Estatua y el Perro”, de la que, al final, acabé haciendo una versión cinematográfica, con todo los figurines que había hecho Pepe Dámaso.
En Barcelona yo estaba acostumbrado a que las cosillas que habíamos hecho las hacíamos como un equipo y yo no tenía ni idea de cómo llevar una cámara. Allí buscaba a alguien que tuviera la cámara y hacíamos nuestros pinitos. Al llegar aquí, el primer intento fue precisamente cuando pedí a los Hermanos Ríos que me echasen una mano, porque ellos estaban allí en el círculo de Bellas Artes y estaba la Asociación de Cineastas Amateurs. Les dije, “¡Oye, pues yo tengo un guión y me gustaría hacerlo!”. Teo Ríos llevó la cámara y yo hice una de mis películas extrañas, extrañas porque ellos lo que hacían era un cine narrativo clásico, adaptaciones de cuentos clásicos.
Cuando ya me propusieron hacer la adaptación cinematográfica de aquella obra de teatro, ellos de alguna manera se desligaron porque la gente de teatro iba por un lado, y la gente de cine iba por otra. Como yo me acababa de comprar una cámara de Super 8 decidí rodarla yo, y ahí fue donde empecé a hacer cosas. El Super 8 fue realmente una escuela de cine, porque lo tenías que hacer todo: Cortar el material a trocitos, montarlo en tu casa, con la montadora y visualizando como podías, pegándolo con cola, y así ibas haciendo la película. Luego, otra gente me pidió hacer la fotografía de sus películas, por lo que pasé un poco por todo.
4. YAIZA BORGES
Yaiza Borges
Yaiza Borges fue un intento de organizarnos. Ya lo había sido lo de Cineastas Amateurs, lo que pasa es que estábamos viviendo los años de la Transición. Era un momento en el que tenías que decidir por quién apostabas y lo que había que hacer. Hubo una polémica ya conocida, discusiones sobre si el cine era arte, o si la política tiene que estar en el cine o no, y qué es lo que hay que rodar, todo este tipo de cosas que prácticamente quedaron solucionadas de alguna forma.
28194_1282418583033_1307143596_30682776_4025197_n Ahí fue donde entró este grupo de gente un poco más inquieta, que se reunió, se organizó y acabó formando este grupo del Yaiza Borges. Un colectivo que quería profesionalizarse, en todas las líneas, en todos los flancos, no sólo en la exhibición de material, de material de arte y ensayo, en versión original, con presentaciones, incluso como distribuidores de material de este tipo para otros cines, y luego intentamos también la producción de películas.
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Éste fue un proyecto muy bonito, muy interesante, con un panel de discusiones. Fue la época de las grandes broncas, con discusiones ideológicas de todo tipo: sobre la clase de película que había que proyectar, si poner películas comerciales norteamericanas o no, pero, claro, las películas comerciales norteamericanas en Navidad eran las que nos daban dinero y hacía posible continuar con aquel proyecto. También había una línea más dura, ideológicamente, y conseguimos mantenerlo tres o cuatro años, sin ningún tipo de ayuda. Después aquello languideció por muchos motivos: empezaron a aparecer las multisalas, las distribuidoras de material interesante empezaron a cerrar, y empezamos a notar que nos faltaba material. Nos vendían las películas a base de bloques. Si queríamos proyectar una película teníamos que proyectar otras cuatro que no nos interesaban. Por ejemplo, a Fassbinder empezamos a introducirlo nosotros en Tenerife, en una serie de ciclos que se llenaban siempre. Era todo un descubrimiento, un tipo poco conocido, que hacía un cine muy marginal, etc. Pero claro, Fassbinder, al mismo tiempo, empezó a hacerse famoso y a hacer películas con presupuesto, distribuidas por las multinacionales, así que llegó un momento en el que nosotros queríamos seguir programándolo pero no podíamos.

2 comentarios:

  1. Muy interesante entrevista, habría que hacer lo mismo con todas las personas vinculadas activamente a esos movimientos que han dado pie a este burbujeante presente.
    Me encantan esas fotos que han seleccionado.
    Un saludo

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  2. Muchas gracias. Intentaremos, poco a poco, ir incorporando a otros cineastas. Suerte con ese fantástico blog que llevas.

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