jueves, 30 de diciembre de 2010

2010. UN AÑO DE MÚSICA PARA EL CINE

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1. INTRODUCCIÓN

Llegados a estas alturas del 2010, cuando el año ya está acabando es hora de empezar a hacer recuento y balance de los que nos han proporcionado estos 365 días en materia cinematográfica. Abrimos nuestro repaso en el apartado de música para el cine, rescatando aquellas bandas sonoras que nos han parecido más destacadas o aquellos compositores cuya labor ha sido especialmente interesante.

2. CANCIONES Y TEMAS PREEXISTENTES

Empezamos por aquellos títulos que se han basado bien en temas preexistentes o bien en un conjunto de canciones para desarrollar su apartado musical. Aunque con un cierto retraso, en lo referente a su paso por nuestras carteleras debido a la reticencia de los distribuidores ante un título tan peculiar, no podemos dejar pasar la oportunidad de reseñar la banda sonora de “I’m Not There”, acercamiento por parte del director Todd Haynes a la figura de Bob Dylan (encarnado por diferentes actores que representan cada una de las distintas reinvenciones que el artista ha tenido de sí mismo a lo largo de su carrera). La banda sonora recoge una amplia selección de temas de Dylan, de manera que, al final, son sus propias canciones las que le definen, y no los disfraces que suponen cada encarnación. Curiosamente, para seguir con este juego de identidades, solo uno de los temas está interpretado por el propio Dylan (aquel que da título a la película), mientras que el resto quedan en manos de artistas como Eddie Vedder, The Black Keys, Charlotte Gainsbourg, Karen O, Sonic Youth o Willie Nelson.

“Mi Nombre Es Khan” se presentaba como una especie de cruce entre “Rainman” y “Forrest Gump” en versión Bollywood, ambientada en la Norteamérica post 11 de Septiembre. Para ello no sólo recurre a uno de los principales actores del cine de Bombay, Shahrukh Khan, sino que la dramática historia está continuamente acompañada por magníficas canciones que ayudan a dar ritmo y cierta ligereza a su extenso metraje. Es cierto que la película peca en varios puntos y que, precisamente, cuando quiere ser crítica y moralista es cuando fracasa en su intento por inverosímil, pero su banda sonora es absolutamente deliciosa y refleja muy bien la humanidad de los personajes.

Cargada de humor absurdo y de situaciones hilarantes, “Todo Sobre Mi Desmadre” se desmarca para nosotros como una de las comedias del año. La química entre Russel Brand y Jonah Hill nos parece extraordinaria, y sin duda algunos de los momentos más desternillantes de la cinta están relacionados con las canciones creadas expresamente para la película. “African Child”, ese guiño a la faceta humanitaria de artistas como Bob Geldof, o “Supertight”, sacando jugo a la vena humorística de la habitualmente seria Rose Byrne, son excelentes muestras de carácter paródico de estos temas, sin embargo, el momento cumbre debemos concedérselo a “Furry Walls”, no por nada el tema que cierra la película.

“Burlesque” nació como un intento de término medio entre la modernidad y la extravagancia visual de “Moulin Rouge” y la elegancia y la poderosa puesta en escena al más puro estilo Bob Fosse de “Chicago”. Al final no llega ni a una cosa ni a la otra, sin embargo a la película no se le puede quitar la elección de juntar a una de las artistas más destacadas del panorama pop actual, Christina Aguilera, junto con una de las Divas por excelencia de la música, Cher. Las dos conocen cuál es su papel y las canciones de la banda sonora dan cuenta de ello.

3. DOS NOMBRES NUEVOS

Tenemos que confesar que, por regla general, nuestra atención va dirigida a compositores de los que ya conocemos su trayectoria y con los que sabemos a qué acogernos, sin embargo este año hemos encontrado dos músicos que nos han sorprendido con la belleza de sus partituras. De los dos nos gustaría destacar especialmente a Abel Korzeniowski, músico polaco que lleva en el cine desde el año 2000, pero del que, aparte de una partitura diseñada para el clásico de Fritz Lang “Metropolis”, no teníamos conocimiento de su trabajo. Con “Un Hombre Soltero” nos ha sorprendido con una elegante, sobria pero bellísima partitura, magníficamente ajustada al preciosismo de las imágenes del director Tom Ford, hasta el punto de que no dudamos en calificarla como una de nuestras partituras favoritas de este 2010.

Similar es el caso del compositor alemán Martin Todsharow. Su filmografía es amplísima, aunque en su mayoría con trabajos que no han salido de las fronteras alemanas. Ha tenido que ser la coproducción entre Reino Unido, Alemania y Austria “Flor del Desierto” la que nos haya hecho fijarnos especialmente en su excelente tema principal y en cómo da voz y acompaña al desarrollo del personaje principal, sin hacerle perder sus raíces.

4. DOS VETERANOS

Hay también otros músicos más veteranos que, sin alejarse de su estilo habitual y perfectamente identificable, nos han dejado un buen sabor de boca con sus últimos trabajos. Así, tenemos que reconocer que la versión de “Alicia en el País de las Maravillas” dirigida por Tim Burton no ha sido santo de nuestra devoción este año, sin embargo, una vez más la química entre el director y su compositor fetiche, Danny Elfman, ha producido una partitura con la impronta y el sello habitual del músico, donde destaca especialmente el delicioso tema principal para coro femenino.

En el caso de Randy Newman, este prolífico compositor habituado a un sonido jazzístico, pero que no descarta la orquesta sinfónica cuando es necesaria, cerraba de manera espectacular su trilogía para las aventuras de Woody y Buzz Lightyear con la exquisita “Toy Story 3”, donde vuelve a quedar patente su virtuosismo, su habilidad para amoldarse a los guiños de algunas escenas y, a partir de ahí, crecer en lo referente al trasfondo emocional de los personajes.

James Horner, por su parte, no se encuentra en el mejor momento de su carrera. Si bien el año pasado “Avatar” le supuso un regreso épico al tipo de partituras que le había hecho famoso, la necesidad autorreferencial de este músico (cuando no bebe directamente de otros autores) hace que su peso entre los aficionados a este mundo de la música para el cine sea cada vez menor. En cualquier caso, no podemos negarle que, pese a mantener esa sensación de partitura ya conocida, su “The Karate Kid” nos devuelve al Horner que más nos gusta, con su toque exótico en la orquestación, sus temas emotivos que calan en el espectador y su habilidad para llevar a cabo extensas composiciones de sonoridad grandiosa y aventurera (como los excelentes 10 minutos del tema “From Master to Student to Master”).

5. MÚSICA ELECTRÓNICA

Este año, frente al monopolio de lo sinfónico en el cine de Hollywood, hemos podido apreciar una mayor presencia de la música electrónica en títulos de primera fila. Ya “La Red Social” de David Fincher se apoyaba en la música de Atticus Ross y Trent Reznor para ese “Ciudadano Kane” virtual, sin embargo, en nuestra opinión ha sido Hans Zimmer con “Origen” y Draft Punk con “Tron Legacy” quienes se han apuntado los mejores tantos.

Zimmer ya había apuntado un camino de recuperación de sus orígenes (no por nada fue uno de los pioneros en el uso de sintetizadores y música electrónica integrada con orquesta dentro del cine) en “El Caballero Oscuro” con aquel abrupto leitmotiv dedicado al personaje del Joker. Con este nuevo trabajo a las órdenes de Christopher Nolan ofrece una partitura áspera y atípica que, pese a su dureza, acaba seduciendo al espectador y convirtiéndose en uno de los aspectos clave en el desarrollo de la historia. Por su parte, el duo Draft Punk aprueba con nota alta su primera incursión en el cine, aportando un excelente poderío musical al virtuosismo visual de “Tron Legacy”. Tal vez se eche de menos aquel tono espiritual de la partitura original de Wendy Carlos (también precursora del uso de la electrónica aplicada al audiovisual), pero, en este caso, era irrelevante para una película que apuesta por un argumento más convencional y simple.

6. COMPOSITORES MÁS PROLÍFICOS Y DESTACADOS

A continuación nos gustaría centrarnos en una serie de autores que por diversas razones han acabado estrenando en nuestro país diferentes trabajos a lo largo de este 2010 y cuya labor nos ha parecido encomiable.

Mychael Danna es un músico que apuesta siempre por caminos menos trillados y por títulos más arriesgados. Este año hemos podido escuchar dos partituras suyas, aunque también es cierto que se trata de composiciones para dos películas de 2009 que llegaron con retraso a nuestras pantallas. “Más Allá del Tiempo” es una emotiva historia que busca ofrecer una perspectiva diferente de la típica historia de amor, aunque acaba perdiendo un poco el rumbo por el camino. Esto no sucede con la banda sonora que integra elementos clasicistas y postmodernos de manera ejemplar, con un elegante preciosismo en su apartado melódico absolutamente delicioso.

Por otro lado, Danna volvía a coincidir con su director fetiche, Atom Egoyan, y una vez más acompañaba las imágenes de este cineasta con una música envolvente y discreta, que prefiere apoyar la psicología de los personajes a subrayar de manera excesiva sus acciones. La partitura se sustenta sobre todo en las cuerdas y los instrumentos de viento para dar un toque exótico a esta historia de obsesiones y celos.

John Powell se ha ganado a pulso el ser año tras año uno de los compositores más aplaudidos de Hollywood. Experto en la música de acción basada sobre todo en ritmos y percusión, nos ha ofrecido en este 2010 cuatro trabajos (“Green Zone: Distrito Protegido”, “Cómo Entrenar a tu Dragón”, “Noche y Día” y “Caza al Espía”) que han ayudado a dar acento y propiedad a sus respectivas películas. Es cierto que este año se echa de menos un poco más de originalidad e innovación, ya que en las cuatro podemos encontrar ecos de partituras anteriores, sin embargo, esto no quita para que sea uno de los compositores destacados del año. De ellas, a nosotros nos gustaría quedarnos con dos en particular, “Cómo Entrenar a tu Dragón” y “Noche y Día” (“Green Zone: Distrito Protegido” y “Caza al Espía” se nos antojan dos extensiones menos lucidas del trabajo de Powell para la trilogía de Jason Bourne).

La primera es una excelente muestra del virtuosismo del compositor dentro del campo de la animación, con un trabajo sinfónico de influencia celta, que da una sonoridad y una emoción a la película que engancha al espectador a la historia y a los personajes. Por otro lado, “Noche y Día” utiliza recursos ya empleados por Powell en “Sr y Sra. Smith”, pero lo hace con una frescura, un desparpajo y un ritmo constante que hace que deseemos reescuchar una y otra vez esta partitura.

7. AND THE WINNERS ARE….

Últimamente, parece que la corona al mérito por su labor compositora alterna entre James Newton Howard y Alexandre Desplat, dos músicos que además disfrutan de una prolífica capacidad de trabajo, presentando siempre varias partituras cada año. Este 2010 no iba a ser diferente. Nosotros particularmente le otorgamos el segundo puesto a Newton Howard, especialmente por dos trabajos, “La Niñera Mágica y el Big Bang” y “Airbender, El Último Guerrero”. La primera es una partitura sencilla pero deliciosa, muy colorida musicalmente hablando, y que aporta a las imágenes un tono caricaturesco y dinámico, subrayando principalmente los componentes humorísticos de la historia (sintetizado en los excelentes títulos de crédito finales, bautizados en el disco como “Animated Titles”).

La segunda supone una nueva colaboración del compositor con el director M. Night Shyamalan, después de partituras extraordinarias como “El Protegido”, “Señales”, “El Bosque” o “La Joven del Agua”. Para esta historia épica de aventuras y fantasía, Newton Howard despliega todo su repertorio sinfónico, matizando de manera excelente la personalidad de cada personaje y sublimando la acción muy por encima de la puesta en escena del director, especialmente en el clímax final, donde la música se convierte no en un acompañamiento, sino en el conductor de los acontecimientos.

Además Newton Howard ha musicado dos títulos de acción protagonizados por Angelina Jolie, “Salt” y “The Tourist”. En ambos casos nos encontramos con dos partituras de menor peso que las anteriores, pero que siguen demostrando el virtuosismo del compositor para este tipo de películas de ritmo trepidante, especialmente en la primera donde recupera un tono similar al de uno de sus trabajos más recordados, “El Fugitivo”.

Finalmente, llegamos a Alexandre Desplat, un compositor que ha estrenado un total de cinco partituras a lo largo de este año (más otras, como “La Relación Especial”, dirigida para el medio televisivo y que aún no ha llegado a nuestro país). Dos de estos cinco trabajos fueron para sendos títulos del director Stephen Frears, quien desde que contara con el músico francés para “La Reina”, parece estar muy satisfecho con los resultados. “Cheri” y “Tamara Drewe” apuestan por un estilo ligero, de melodías suaves y delicadas, pero también con cierto ritmo jocoso para subrayar el tono humorístico de ambas historias.

Mayor tensión atesoraban “El Escritor” y “Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (Parte I)”. A nuestro entender la primera se presenta como la más destacada de las cinco partituras por su capacidad para marcar el suspense y sensación de amenaza constante a lo largo de la película, mientras que la segunda, sin ser un mal trabajo, pierde puntos por su tonalidad oscura y tratarse de una película de transición que no permite un gran despliegue sonoro, sino algo más comedido de cara al gran final que aguarda en la siguiente entrega.

Finalmente Desplat cerraba el año con “El Discurso del Rey”, una partitura más pausada, con un bellísimo tema principal, que bordea la pomposidad de la música imperialista a favor de un tono más intimista y cercano a los personajes principales, con el piano como instrumento solista. Este trabajo le ha supuesto una nominación a los Globos de Oro y todo parece indicar que repetirá candidatura en los Oscars.

BLAKE EDWARDS. LA COMEDIA ES CUESTIÓN DE TIMING

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INTRODUCCIÓN

El pasado 15 de diciembre fallecía el director Blake Edwards, uno de los referentes indiscutibles de la comedia norteamericana y creador de hitos cinematográficos como la serie de “La Pantera Rosa”, “Desayuno con Diamantes”, “Días de Vino y Rosas”, “Victor o Victoria” o “El Guateque”. Su nombre está asociado al de otros artistas como su mujer Julie Andrews, los actores Jack Lemmon y Peter Sellers o el compositor Henry Mancini. Juntos marcaron una era y un estilo en el cine de Hollywood.

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El verdadero interés de Edwards estaba en las letras, sus principios artísticos se basaron en su habilidad para construir historias y diálogos compactos, interesantes, novedosos e inesperados. De la radio saltó a la televisión y de la pequeña pantalla al cine, dejando en todos ellos su impronta y su incisivo modo de ver la realidad. La televisión se convirtió para Edwards, al igual que para muchos compañeros de profesión de aquellos años, en un campo de pruebas donde alejarse de los tópicos cinematográficos y demostrar que otras formas de narrativa eran posibles. Programas como “Four Star Playhouse” en 1954 le sirvieron para empezar a forjar su habilidad tras la cámara, pero fueron series de creación propia como “Peter Gunn” en 1958 o “Mr. Lucky” en 1959 las que le abrieron las puertas de Holywood. Curiosamente para un director que con los años sería conocido por sus trabajos en la comedia, su primer hito lo consiguió gracias a la serie negra y detectivesca (género del que no renegaría y al que volvió a acudir en varias ocasiones a lo largo de su carrera). “Peter Gunn” se convirtió en un título de culto entre los amantes de la pequeña pantalla en Estados Unidos y en ella podíamos encontrar ya algunas de las claves del éxito de Blake Edwards: diálogos ágiles y cínicos, historias con gancho y un toque moderno a través de su música jazzística (obra de Henry Mancini).

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Tras pasearse por los platós de cine como guionista en películas como “Imperio del Crimen” de Lesley Selander o “Marino al Agua” y “Mi Hermana Elena”, ambas de Richard Quine, Blake Edwards hizo sus pinitos como director con el género que le iba a acompañar toda su carrera, la comedia. Si bien aún imperfectas, títulos como “Venga tu Sonrisa” de 1955, “La Pícara Edad” y “Vacaciones sin Novia”, de 1958, tocaban ya temas y tonos a desarrollar en futuros trabajos: enredos sentimentales y/o sexuales, un gusto por la comedia física y el diálogo heredado de las screwball comedies de los años 30 y 40 (Lubitsch, Wilder, Capra, Hawks, Sturges) y un primer acercamiento al meticuloso uso del timing cómico que llegaría a su máximo esplendor en títulos como “El Guateque” o “Victor o Victoria”. Además en “Vacaciones sin Novia” se produjo el primer encuentro del público con el típico héroe edwardiano (interpretado por Tony Curtis, acompañado por su en aquel momento esposa Janet Leigh), un seductor inocente, aunque no carente de cinismo, obsesionado con el sexo opuesto y capaz de meterse en los líos más enrevesados para obtener sus favores.

LA COMEDIA EDWARDIANA

Operación Pacífico

Tras “Vacaciones sin Novia”, Edwards volvió a repetir con Tony Curtis en la cinta de 1959 “Operación Pacífico”, quien acompañaba en pantalla a su ídolo de juventud un siempre sobrio y magnífico Cary Grant. Se trataba de una ágil y divertida comedia, que por un lado basaba muchos de sus gags en la química de los dos actores protagonistas y en un intercambio de rápidos e ingeniosos diálogos, y por otro en la confrontación de sexos (un tema que, como veremos más adelante, será crucial en la carrera del director). Edwards destacaba ya con esta película como un excelente estratega a la hora de desarrollar los gags cómicos en pantalla, con una elegante puesta en escena y un exquisito sentido del timing humorístico.

La Carrera del Siglo

Durante el primer lustro de los años 60, Edwards se esforzó en demostrar su versatilidad como realizador, dirigiendo con soltura películas de diferentes estilos, todas ellas marcadas por su elegancia y una puesta en escena sobria y bien planificada. Dejando a un lado “La Pantera Rosa” y secuelas (de las que nos encargaremos a continuación) y “Desayuno con Diamantes” (de fondo más melodramático y que nos la reservamos para otro apartado de este artículo), la siguiente comedia que encontramos de Edwards es la deliciosa “La Carrera del Siglo” de 1965. Ambientada en el contexto de una caricaturesca carrera de coches, la cinta apuesta por una recreación desmedida del género del slapstick o comedia física. De nuevo con Tony Curtis a la cabeza, reunido seis años después de “Con Faldas y a lo Loco” con Jack Lemmon, y acompañados por Natalie Wood, la película se basaba sobre todo en el ritmo rápido de los gags y en desarrolladas secuencias multitudinarias, donde el elemento cómico nacía de manera sencilla para ir creciendo, cual bola de nieve, de manera insospechada por el espectador, hasta niveles del absurdo más absoluto. Peleas en un gran salón, maratonianas contiendas a tartas y otras situaciones extraídas de los clásicos de la comedia cobraban nueva vida con el toque para la comedia de Edwards en una cinta que posteriormente inspiraría de manera no acreditada (pero evidente, basta con comparar a Jack Lemmon con Pierre Nodoyuna) la serie de animación de Hanna Barbera “Los Autos Locos”.

Qué Hiciste en la Guerra, Papi

Edwards regresó a la temática bélica en 1966 con “¿Qué Hiciste en la Guerra, Papi?”, otra comedia desenfadada que se basaba sobre todo en el contraste de culturas entre las tropas norteamericanas (capitaneadas por James Coburn) y los habitantes de un pequeño pueblo italiano. Una vez más, situaciones absurdas (como los soldados fingiendo un enfrentamiento bélico para engañar a los fotógrafos aéreos), nuevos escenarios multitudinarios en pantalla con múltiples actores y extras interactuando de manera simultánea y unas gotas de erotismo marcadas por el carácter sexual de las mujeres italianas frente a los ansiosos soldados definieron el estilo cómico aún en estado de ebullición de Blake Edwards.

El Guateque

El punto culmen del desarrollo de la comedia Edwardiana llegó en 1968 con la disparatada comedia “El Guateque”. Aquí el cineasta, con la portentosa complicidad de un desbordante Peter Sellers, acude a una de las bases de la comedia universal: colocar un personaje ridículo y absolutamente torpe en el contexto de una cena de alta alcurnia para desestabilizar por completo las expectativas de glamour de los anfitriones. Si a eso le sumamos también una mirada ácida al mundo de la industria de Hollywood, un camarero beodo, una casa automatizada, un elefante y una fiesta de la espuma improvisada, el resultado es uno de los mayores hallazgos cinematográfico del humor físico jamás estrenados en la pantalla. Cada gag, cada giro de la historia, cada improvisación de Sellers se ajusta de manera magistral a un ritmo medido para que el golpe cómico se produzca en el momento exacto, generando en el espectador un permanente caudal de carcajadas.

S.O.B. Sois Honrados Bandidos

Durante la década de los 70, Sellers centró prácticamente la totalidad de su producción humorística alrededor de la figura del Inspector Clouseau y la saga de la Pantera Rosa, sin embargo, en 1981 regresó a la parodia del mundo de Hollywood con “S.O.B. Sois Honrados Bandidos”, con la que el director quiso exorcizar algunas de sus experiencias en la Meca del Cine. Para enfatizar este componente autobiográfico, Edwards (cuya carrera no estaba boyante en aquel momento) le concedió uno de los papeles principales de esta comedia sobre un productor crápula que pretende aprovechar la virginal reputación artística de su propia esposa para lograr un éxito de taquilla haciendo que se desnude en pantalla a Julie Andrews (esposa en la vida real de Edwards y reconocida gracias a sus papeles de “Mary Poppins” y “Sonrisas y Lágrimas”), quien a su vez aceptó enseñar los pechos en la única escena de desnudo de toda su carrera. La película continuaba la trayectoria descendente y cada vez menos inspirada de la filmografía de Edwards tras el desgaste que supusieron las diferentes secuelas de “La Pantera Rosa”, pero no se le puede negar una vitriólica virulencia contra el mundo de Hollywood que sólo podía haber salido de una mente tan ácida como la suya.

El Gran Enredo

El gusto por el slapstick de Edwards tendría otra oportunidad fallida en 1986 con “El Gran Enredo”. Ambientada en el mundo de las apuestas de carreras hípicas, la cinta buscaba ampararse en la fama de dos actores en boga gracias a la televisión, Ted Danson (en aquel entonces protagonista de “Cheers”) y Richard Mulligan (famoso por su papel de Burt Campbell y su convencimiento de hacerse invisible con sólo un par de movimientos de sus manos en “Enredo”). La película recupera algunas de las constantes del director, pero carente del genio y la habilidad humorística de Edwards. Esto no quita para que resulte una comedia entretenida, con algunos momentos afortunados, pero muy inferior a los logros obtenidos por su autor en títulos anteriores.

LA PANTERA ROSA

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Cercana ya al medio siglo de antigüedad, La Pantera Rosa, ha sido un icono cinematográficos que ha sabido capturar la atención de jóvenes y adultos a través tanto de las películas dirigidas por Blake Edwards y protagonizadas por Peter Sellers, como por la magnífica serie de animación que supo sacar partido al personaje creado por Friz Freleng para los títulos de crédito de la primera película. En un principio, “La Pantera Rosa” iba a ser una comedia de suspense protagonizada por David Niven, en la que aparecía como personaje secundario un despistado inspector Clouseau, cuya función en la historia no era ni mucho menos destacada. Sin embargo este papel tuvo la suerte de caer en manos de uno de los mayores cómicos que ha dado el cine, Peter Sellers, quien con su interpretación le dio una arrolladora personalidad, hasta el punto de que el propio Edwards aprovechó sobre la marcha la capacidad de improvisación del actor para desarrollar su presencia en pantalla. Tal y como el director se vio venir durante el rodaje de la cinta, el público se quedó prendado de Clouseau, quien robaba todas las escenas de la película. Antes de que el público fuera capaz de olvidar a este personaje llegó a las salas “El Nuevo Caso del Inspector Clouseau”, ahora ya con Sellers como protagonista absoluto. En esta cinta se establecieron las claves principales del personaje, a la vez que se introdujeron otros como su ayudante Cato o el jefe Dreyfus, que serían inamovibles de la serie en secuelas posteriores. Aquí Sellers dio rienda suelta a su habilidad camaleónica, al mismo tiempo que se desenvolvía también con gran soltura por el terreno del slapstick, haciendo mítica la torpeza de Clouseau.

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A partir de aquí el devenir de la serie estuvo marcado por la asociación de Edwards y Sellers y, en ocasiones, por la falta de entendimiento entre ambos. Si bien la combinación del talento cómico del actor con la habilidad tras la cámara del realizador dio como resultado algunos de los momentos más desternillantes de la historia del cine, lo cierto es que la fuerte personalidad de ambos hizo que no siempre el proceso de realización de las películas fuera sencillo. Un ejemplo de esto fue la tercera cinta de la serie, “El Rey del Peligro”. Desde un principio, las reticencias de Sellers a retomar su papel marcaron el desarrollo de esta producción. Cuando quedó claro que el actor no iba a participar, fue sustituido por Alan Arkin. Poco después Edwards, también descontento con el guión, cedió la silla del director a Bud Yorkin. El resultado fue una cinta carente del encanto de las dos anteriores y que no contó con el apoyo del público.

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Este fracaso económico hizo que la siguiente aventura de Clouseau tardara siete años en producirse. Inicialmente la idea era rodar una serie de 26 episodios de imagen real protagonizada por Clouseau, aunque sin la participación de Peter Sellers, aprovechando así el tirón que tenía el show de animación. Sin embargo, cuando el proyecto fue cancelado, Edwards decidió aprovechar el trabajo realizado para recuperar al cómico y devolver la serie a las pantallas de cine. “El Regreso de la Pantera Rosa” se estrenó en 1975 recuperando a gran parte del equipo original, y si bien Sellers aparecía ya un poco avejentado, quedó claro que nadie más podía interpretar el papel como él. El éxito de la cinta motivó a Blake Edwards a rodar de manera casi consecutiva otras dos películas más, “La Pantera Rosa Ataca de Nuevo” en 1976 y “La Venganza de la Pantera Rosa” en 1978, donde poco a poco iba quedando cada vez más patente el degradado estado físico de Sellers. Pese a esto el actor se empleó a fondo a la hora de rodar las escenas cómicas, especialmente en “La Pantera Rosa Ataca de Nuevo”, donde su peculiar enfrentamiento con un enloquecido jefe Dreyfuss y los inútiles esfuerzos de éste por asesinar a Clouseau elevaron el listón cómico de la serie. “La Venganza de la Pantera Rosa” fue la última película de la serie protagonizada por Peter Sellers, quien falleció de un ataque al corazón el 24 de julio de 1980. Dado el poco éxito que había tenido la anterior tentativa de realizar una película de la Pantera Rosa sin Sellers, todo parecía indicar que había llegado definitivamente el final de Clouseau.

El hijo de la Pantera Rosa

Sin embargo, Edwards no estaba dispuesto a tirar la toalla, y en 1982 estrenó “Tras la Pista de la Pantera Rosa”, para la que empleó escenas de Sellers que habían sido descartadas de las otras películas, inventándose también una trama en la que el torpe inspector había desaparecido y el jefe Dreyfus intentaba encontrarlo. Esta idea siguió dando de sí en otra película más, “La Maldición de la Pantera Rosa”, donde además se presentaba el personaje de Clifton Sleigh, primo estadounidense de Clouseau e igual de torpe que él. El intento de sustituir a Clouseau por Sleigh no fructificó y tras esta película la serie se paralizó durante una década. En 1993, Edwards llevó a cabo un último empeño en devolverle la vida a la franquicia con “El Hijo de la Pantera Rosa”. En esta ocasión, para retomar la saga (y con la complicidad de Claudia Cardinale tras su aparición en la primera película de la saga), se inventó un hijo del Inspector Clouseau, interpretado por el cómico italiano Roberto Benigni. Sin embargo una vez más el público no le encontró la gracia a una película de La Pantera Rosa sin Peter Sellers y la cinta fracasó en su intento. En los últimos años el humorista Steve Martin ha querido apropiarse de la figura de Closeau con dos películas de cierto éxito comercial, pero ya sin la presencia de Edwards en ningún aspecto de la producción y con un enfoque distinto al que acuñara Peter Sellers para el personaje.

LA GUERRA DE LOS SEXOS

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El sexo y la obsesión por las mujeres fue también una constante en el cine de Blake Edwards, perceptible sobre todo en sus comedias. De todas ellas hemos querido destacar también algunas donde este tema pasa a ocupar un puesto primordial, especialmente a partir de finales de la década de los 70. La llamada “crisis de los 40” en el hombre y su necesidad de seguir resultando viril, seductor y atractivo para las mujeres dio paso a algunas comedias inspiradas dentro de su filmografía, aunque no sería lo único. En general la guerra de sexos ante la creciente independencia de la mujer y la desorientación masculina ante este fenómeno también encontró su hueco en la mirada ácida de Edwards.

10. La Mujer Perfecta

El ejemplo perfecto de esto lo podemos encontrar en la cinta de 1979 “10. La Mujer Perfecta”, protagonizada por Dudley Moore, Julie Andrews y una despampanante Bo Derek. La obsesión del protagonista por una mujer mucho más joven que él y la envidia por la activa vida sexual de su vecino frente a la más convencional y apagada de su relación supone los principales puntos de conflicto de una comedia que hizo que nadie volviera a escuchar de la misma manera el Bolero de Ravel. Ninguna ha película ha conseguido reflejar como ésta la crisis masculina de la madurez, convirtiendo en estrellas de manera meteórica a Dudley Moore y a Bo Derek. El primero encadenó este papel con el de “Arthur, el Soltero de Oro”, mientras que Derek pasó a protagonizar varios títulos de cierto contenido erótico para su puro lucimiento físico pero de escasa repercusión, especialmente bajo la dirección de su marido John Derek (el más conocido fue su versión de “Tarzán el Hombre Mono”).

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En 1982 cuando ya parecía que la carrera de Blake Edwards entraba en decadencia sin solución, el director se sacó de la manga su última obra maestra, “Víctor o Victoria”, un musical de estética retro, ambientado en el París de mediados de los años 30, donde un conjunto de grandiosas canciones compuestas por Henry Mancini y Leslie Bricusse y una trama de enredos sexuales y transformismo daba pie una vez más a inspiradísimos gags y un elenco interpretativo de primer nivel. Julie Andrews sumó un nuevo hito en su doble carrera como actriz y cantante, mientras que Robert Preston seducía al espectador con su glamour y desparpajo, James Garner parodiaba su imagen de tipo duro y Lesley Anne Warren bordó su papel de novia chabacana y celosa. Al mismo tiempo, en el trasfondo, Edwards proponía una historia a favor de la tolerancia y la desinhibición sexual en un momento en el que la sociedad estadounidense mostraba su cara más homófoba con la aparición del SIDA.

Mi Problemas con las Mujeres

Un año más tarde, en 1983, Edwards retomó el tema de la crisis de los 40 con “Mi Problemas con las Mujeres”, aunque en esta ocasión el punto de partida estaba en material ajeno, concretamente en la película de François Truffaut “El Amante del Amor”. Si “10. La Mujer Perfecta” nos ponía en la piel de un hombre que ansiaba una vida sexual más actica, aquí el protagonista es un seductor con problemas con el compromiso ya que no puede corregir su obsesión por el otro sexo. El papel principal fue a parar a las manos de Burt Reynolds, estrella cinematográfica en aquel momento y conocido también por sus romances fuera de la pantalla. Una vez más Julie Andrews se encarga de dar el toque cerebral al reparto, frente a la sexualidad representada por una aún desconocida Kim Basinger. Edwards centraba la mayor parte del apartado humorístico en la descripción de los inverosímiles encuentros amorosos del protagonista.

Cita a Ciegas

Ya plenamente asentada en el estrellato, en 1987 Kim Basinger volvió a protagonizar una película de Blake Edwards, “Cita a Ciegas”, esta vez junto a un emergente Bruce Willis, quien ya se había ganado un nombre gracias a su papel de David Addison en la serie “Luz de Luna”, pero al que todavía le quedaba un año por delante para dar el salto definitivo a la fama con “La Jungla de Cristal”. En esta ocasión Edwards volvía a cambiar las tornas, Willis interpretaba a un hombre tranquilo y responsable, a la espera de una oportunidad para ascender en su trabajo, que tenía que vérselas con los desvaríos de una hermosa joven con problemas de alergia al alcohol. Una vez más nos encontramos con un entretenimiento ligero, que apenas aprovecha las posibilidades del material de partida, pero aún así deja espacio para algunos gags ingeniosos, especialmente en todo lo referente a los continuos ataques del ex novio celoso de la protagonista, interpretado por el humorista John Larroquette.

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En 1989 Edwards llevó a cabo una especie de remake de “Mis Problemas con las Mujeres” en “Una Cana al Aire”. Una vez más teníamos un seductor por protagonista (esta vez interpretado por John Ritter, quien hasta recupera la barba de Burt Reynolds) cuyos líos amorosos le van llevando por situaciones de lo más absurdas y desproporcionadas (como ejemplo, tenemos un duelo de penes enfundados en preservativos de colores fluorescentes en una habitación a oscuras). De nuevo, la película tiene un cierto encanto y momentos realmente ocurrentes, pero el conjunto vuelve a resultar bastante irregular.

Una Rubia Muy Dudosa

El último juego de enfrentamiento de sexos escenificado por Blake Edwards en la gran pantalla llegó en 1991 con “Una Rubia Muy Dudosa”. Aquí la venganza poética contra un machista seductor le lleva a encarnarse en una despampanante mujer después de haber sido asesinado por un grupo de ex amantes celosas. Esta excusa argumental la utiliza Edwards para analizar la situación de la mujer en la sociedad moderna y los retos que le supone tener que soportar cada día las ínfulas de gallos de los hombres tanto en lo personal como en lo profesional. Ellen Barkin resulta explosiva en su papel capaz de alternar los rasgos masculinos y femeninos de su personaje con excelente fluidez, pero una vez más la puesta en escena de Edwards flojea y el guión se queda corto a la hora de explotar el argumento en todo su potencial. Aún así el resultado fue una comedia digna, que bien podría haber sido un testamento fílmico adecuado para la carrera del director, o al menos, sin duda, mucho más adecuado que la infame “El Hijo de la Pantera Rosa”.

EL EXISTENCIALISMO MODERNO

Desayuno con Diamantes

Gran parte del encanto de los mejores trabajos de Edwards se basaba en la capacidad del director de sumergirse en las situaciones más disparatadas sin que la historia y los personajes perdieran un cierto punto agridulce que les hacía más cercanos al espectador. La cinta que mejor define ese toque existencialista de la filmografía de Edwards fue “Desayuno con Diamantes”, rodada en 1961 a partir de una novela corta del escritor Truman Capote. La obra literaria se había publicado en 1958 y ofrecía una visión desencantada de la sociedad estadounidense a través de la figura de Holly Golightly, una joven que abandona su casa en la zona rural de Texas para adentrarse en la vida social y desenfadada de Nueva York. Allí encontraba un estilo de vida despreocupado donde el sexo o la falta de compromiso se convertían en un falso reflejo de libertad.

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Inicialmente Capote tenía en mente a actores como Marilyn Monroe o Steve McQueen como protagonistas, pero Edwards se atrevió a contradecir al autor contratando a una actriz menos voluptuosa como Audrey Hepburn y a una estrella de menor peso como George Peppard. Hepburn hizo suyo el personaje, aunque hubo que sacrificar algunos aspectos de éste como su bisexualidad, y con el paso del tiempo se ha convertido en su papel más popular y con el que más se identifica a la actriz. Si bien Edwards aprovechaba su experiencia en comedia para introducir algunas secuencias repletas de humor y ritmo, la película derivaba más hacia un tono agridulce, donde el espectador era consciente que la aparente ligereza de la protagonista realmente ocultaba una personalidad herida y maltratada por la vida. La película contó también con algunos secundarios destacados, como José Luis de Villalonga como el prometido aristócrata de Holly o un irreconocible Mickey Rooney como Mr. Yunioshi, el vecino japonés, cuya caricaturesca interpretación levantó criticas de racismo contra la película.

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Otro componente imprescindible de la película fue la música, a cargo, una vez más, del habitual compositor de Edwards, Henry Mancini. Éste no sólo compuso una de sus partituras más inspiradas, influenciada por el jazz de la época, sino que además se sacó de la manga una de las canciones universales del séptimo arte, “Moon River”. Inicialmente los productores estuvieron en contra de la permanencia de la canción en la película, pero Audrey Hepburn utilizó su estatus de estrella de Hollywood para mantenerla. Tras el estreno de la película este tema convirtió en uno de los más versionados y populares de la Historia del Cine. Pese al paso del tiempo, “Desayuno con Diamantes” se mantiene como una película mágica, llena de drama, comedia, romanticismo y crítica social, combinado de tal manera que mantiene al espectador anonadado con su elegancia y el glamour de sus actores.

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Un año más tarde, Edwards continuó con su crítica a la sociedad estadounidense con una cinta ya abiertamente dramática, “Días de Vino y Rosas”. Aquí Jack Lemmon ofrecía una extraordinaria interpretación como Joe Clay, un alcohólico social debido a su trabajo, que acaba arrastrando a su mujer a esta adicción. La complicidad entre Lemmon y Edwards hizo que el espectador se dejara seducir inicialmente por el encanto del personaje principal (engañado también por el tipo de papeles ligeros y humorísticos con el que generalmente se identificaba al actor en aquel momento), para posteriormente ser consciente de manera contundente de la verdadera realidad de la historia y la crudeza con la que se refleja la desesperación y la soledad de los dos protagonistas.

Así Es la Vida

En 1986, en medio de sus comedias sobre la crisis de la madurez, Edwards llevó a cabo “¡Así Es la Vida!”, un acercamiento al tema de la vejez y la soledad. De nuevo con Jack Lemmon y con Julie Andrews, la película surge una vez más de las propias dudas y obsesiones personales del autor, quien no sólo trasladó a la pantalla su crisis existencialista, sino que además la rodó en su propia casa, con su esposa en uno de los papeles principales y con su hija y su hijastra en papeles secundarios. Tal vez por tocarle tan de cerca, Edwards pecó en esta ocasión dejándose llevar por el lado más sentimental y melodramático de la historia, aunque las excelentes interpretaciones de la pareja protagonista consiguen contener este factor y reconducirlo a un terreno menos lacrimoso.

OTROS GÉNEROS

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Como ya hemos comentado, si bien la comedia era el terreno por el que mejor se desenvolvía Blake Edwards, también tanteó otros géneros, donde el suspense y ciertos toques de romanticismo se convertían también en una combinación atractiva. Recordemos que en los inicios de la carrera de Edwards el género detectivesco le reportó sus primeros éxitos gracias a la serie “Peter Gunn”, estas mismas claves las traspasó en 1962 a “Chantaje contra una Mujer”, una excelente serie negra protagonizada por Glenn Ford y Lee Remick, y años más tarde las recuperó en “Diagnóstico Asesinato”, otro excelente thriller protagonizado por James Coburn, a partir de la novela de Michael Crichton (y que nada tiene que ver con la serie de televisión protagonizada por Dick Van Dyke que recibió el mismo título en nuestro país). Ya en los 80 rodó “Asesinato en Beverly Hills”, otra cinta detectivesca con toques de comedia, ambientada en el mundo del Hollywood primigenio, con James Garner como un avejentado Wyatt Earp dispuesto a desentrañar un crimen con la ayuda de uno de los primeros cowboys cinematográficos, Tom Mix, al que daba vida Bruce Willis (justo después de haber protagonizado para Edwards “Cita a Ciegas”).

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Directed by Blake Edwards 
Shown from left: Bruce Willis, Director Blake Edwards

De temática romántica tenemos dos títulos menos conocidos, “Darling Lili” y “La Semilla del Tamarindo”, ambas con Julie Andrews en el papel protagonista (acompañada por dos galanes del porte de Rock Hudson y Omar Sharif, respectivamente) y ambientadas en periodos de conflicto (II Guerra Mundial y la Guerra Fría). “Darling Lili” tuvo que enfrentarse a las presiones del estudio que acabaron menoscabando el resultado final, mientras que “La Semilla del Tamarindo” tampoco obtuvo una mejor acogida por parte del público, quedando un tanto olvidada dentro de la filmografía del director pese a la excelente interpretación de sus dos protagonistas.

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Por último no queremos olvidarnos de “Dos Hombres contra el Oeste”, única incursión del director en el territorio del western, amparada por una de las estrellas del género, William Holden, y por un Ryan O’Neal recién salido de “Love Story”. A medio camino entre “Dos Hombres y un Destino” y el western crepuscular de Sam Peckinpah, la película supone un acercamiento nostálgico y melancólico a las leyendas de la frontera, con algunos toques de humor que le dan un toque entrañable a los personajes, pero sin olvidar su aspecto más sucio y violento.

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CONCLUSIÓN

Blake Edwards era uno de esos artistas que a lo largo de su carrera se vieron infravalorados por la industria. La Academia de Hollywood sólo llegó a nominarlo en una ocasión (como guionista de “¿Víctor o Victoria?”) y tuvo que aguardar a 2004 para que su labor fuera reconocida con un Oscar Honorífico a toda su carrera. Sin embargo, mientras unos le daban la espalda, Edwards contó siempre con el favor del público, que veía una y otra vez sus películas, especialmente las comedias, sorprendiéndose de como los gags seguían funcionando de manera matemática visionado tras visionado. Y es que Blake Edwards sabía que el secreto del éxito en la comedia radicaba en el ingenio, un buen libreto, una sabia elección de actores y tener el instinto adecuado como para decir “corten” en el momento preciso.

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viernes, 24 de diciembre de 2010

CANCIÓN DE NAVIDAD

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En Adivina Quién Viene al Cine nos encanta la Navidad en todas sus variantes, pero sobre todo cuando nos llega a través de la gran pantalla y acompañada de algunas de las más deliciosas melodías que se han compuesto para acompañar a esta festividad. A continuación, como felicitación navideña, les ofrecemos una selección de títulos y referencias musicales para que pasen una deliciosa Nochebuena.

Empezamos nuestro repaso cronológico por la cine de Vincente Minnelli de 1944 “Cita en St Louis”, protagonizada por una maravillosa Judy Garland, quien nos ofrecía esta mítica versión de “Have Yourself a Merry Little Christmas”.

Dos años más tarde se estrenaba “¡Qué Bello es Vivir!” de Frank Capra, llamada a convertirse en la película que mejor ha representado la Navidad, cita ineludible en estas fechas para cualquier cinéfilo. La música de la cinta corrió a cargo del compositor de origen ruso Dimitri Tiomkin, quien como leitmotiv principal quiso presentar esta canción pero que finalmente se quedó en el tintero a favor de piezas clásicas más populares:

También la cinta de 1947 “De Ilusión también se Vive” de George Seaton se encuentra entre los clásicos ineludibles del cine navideño, con esta historia de fe y esperanza en la Navidad. El ambiente festivo de la cinta iba acompañado por una fanfarria navideña obra de Cyril J. Mockridge, que en le siguiente clips podemos escuchar tras la introducción de la 20th Fox Fanfarre.

En Estados Unidos, en cuanto a Navidad se refiere hay una voz y una canción que también se ha convertido en un referente irrevocable, Bing Crosby y su “White Christmas”. Cada año, el artista interpretaba este tema obra de Irving Berlin, aunque cinematográficamente hablando quedó oficializado en la cinta de 1954 Navidades Blancas, dirigida por Michael Curtiz.

Desde el mundo de la literatura infantil el Dr. Seuss creó una figura que compite directamente con el Sr, Scrooge en cuanto a su odio por la navidad, el Grinch. En 1966 este relato fue llevado a la televisión en forma de corto animado por Chuck Jones en “Cómo el Grinch Robó la Navidad”. De entre las canciones que se prepararon para esta versión, destaca ésta interpretada por la sombría voz de Boris Karloff, quien interpretaba tanto al narrador como al petulante protagonista.

Ya en 1985 una de las figuras clave de la navidad obtenía por fin su primer papel como protagonista absoluto y cabeza de cartel en “Santa Claus. La Película”. Desgraciadamente, la cinta, producida por Ilya Slakind (“Superman”) y dirigida por Jeannot Szwarc (“Supergirl”), fue todo un fracaso del que, eso sí, podemos destacar la excelente partitura de Henry Mancini.

La obra de Charles Dickens “Cuento de Navidad” ha tenido múltiples versiones, algunas fieles a la letra del autor, otras variantes de su historia como era el caso de “Los Fantasmas Atacan al Jefe” (aberrante ¿traducción? de la original “Scrooged”). En ella, además de una divertida partitura musical de Danny Elfman (un autor que, como veremos, posteriormente se ha convertido en un músico recurrente en cuanto a partituras de corte navideño), se incluyeron una serie de canciones que enfatizaran el ambiente festivo y emocional de la Navidad. Entre ellas destacamos “Put a Little Love in your Heart” que aparece en diferentes versiones, interpretado por Annie Lenox y Al Green, pero también en una versión final por parte de todo el equipo de la película.

Llegados ya a 1990 tenemos dos extraordinarios títulos surgidos de la imaginación de Tim Burton. El primero, “Eduardo Manostijeras”, una encantadora historia llena de sensibilidad y ternura, donde el músico Danny Elfman echó mano del coro de manera magistral para dar el toque mágico a la música. Uno de los momentos de mayor belleza de la película tiene lugar con un baile bajo una improvisada nieve que a continuación les reproducimos en su versión cinematográfica, pero también en su equivalente escénica para el ballet inspirado en la película.

 

El segundo título que nos llegó a principios de los 90 de la mano de Tim Burton (aunque dirigido por Henry Selick) es “Pesadilla Antes de Navidad”, otro título de culto que establecería un nuevo acercamiento a la Navidad, desde una perspectiva estética siniestra, pero no por ello menos exquisita. De nuevo la música corrió a cargo de Danny Elfman, quien desarrolló un deslumbrante conjunto de canciones, de entre las que destacamos hoy este “What’s This?” que ilustra la llegada del protagonista, Jack Skellington, al Mundo de la Navidad.

La década de los 90 también estuvo marcada por la irrupción de varios títulos navideños protagonizados por niños, a raíz precisamente del éxito del título que reseñamos a continuación, “Solo en Casa”. Para la música de esta película, John Williams rescató no sólo referencias a “El Cascanueces” de Tchaikovsky, sino también a diferentes villancicos populares, a los que dio su toque particular. A continuación les ofrecemos un par de ejemplos:

 

Williams siguió desarrollando esta misma línea en la secuela, “Solo en Casa 2”, donde se incorporaba también el delicioso villancico “Christmas Star”.

En 1992 se estrenó otra versión de la obra de Dickens, “Los Teleñecos en Cuento de Navidad”, dirigida por Brian Henson, donde se quiso ser fieles al relato original (con un magnífico Mr. Scrooge a cargo de Michael Caine), pero sin perder la esencia del Show de los Teleñecos. Las canciones de la película fueron compuestas por Paul Williams, quien realizó una excelente labor, como podemos apreciar en este fragmento interpretado por El Fantasma de las Navidades Presentes.

Siguiendo la línea de “Solo en Casa”, en 1994 se produjo un remake de “De Ilusión también se Vive”, “Milagro en la Ciudad”, dirigida por Les Mayfield y con Richard Attenborough como Kris Kringle. Se trataba de una nueva versión plana y poco destacable, pero una vez más venía acompañada por una deliciosa partitura obra de Bruce Broughton.

En esta época de remakes, El Grinch también regresaría a las pantallas de la mano de Ron Howard, con Jim Carrey camuflado bajo un elaborado maquillaje. La música corrió a cargo de James Horner, quien estableció como leitmotiv principal el tema “Where Are You Christmas?”, que en la película estaba interpretado por una joven Taylor Momsen (conocida actualmente por la serie “Gossip Girl”), mientras que la versión oficial corrió a cargo de la voz de Faith Hill.

En el caso de la cinta de 2003 “Love Actually” de Richard Curtis nos encontramos con una película válida para las fechas navideñas y para San Valentín ya que se trata de una comedia romántica coral ambientada en Navidad. Dentro del extenso reparto destaca la presencia de Bill Nighy en la piel de Billy Mack, un veterano y cínico rockero quien espera recuperar fama y fortuna con una chusquera versión de “Love is All Around Us” de Wet Wet Wet, adaptada como canción de navidad simplemente sustituyendo la palabra “Love” por “Christmas”. Además de este guiño cinéfilo (el tema de Wet Wet Wet era la canción principal de la banda sonora de “Cuatro Bodas y un Funeral”, cuyo guión estaba escrito también por Richard Curtis), el encanto de la canción radica en la parodia al “Simply Irresistible” de Robert Palmer que crearon para el video musical.

Regresando a terreno infantil en 2004 se estrenaba la cinta de animación “Polar Express” con la que su director, Robert Zemeckis, iniciaba un proceso de experimentación con la tecnología de captura de movimiento. La música fue creada por el compositor habitual de Zemeckis, Alan Silvestri, quien también se encargó de preparar una par de villancicos al más puro estilo hollywoodiense.

La última incorporación a este ciclo de películas animadas de Robert Zemeckis tomaría también la referencia de la Navidad, tratándose de una nueva adaptación de la obra de Charles Dickens. Para su “Cuento de Navidad”, Zemeckis procuró ser el cineasta que más fidelidad ha guardado con el referente literario, aunque comercialmente, la película no contó con demasiada fortuna. La música volvió a ser responsabilidad de Alan Silvestri, cuyo tema principal, “God Bless Us Everyone”, interpretado por Andrea Bocelli.

Cerramos esta panorámica por el cine y la música navideña regresando a los clásicos, con este clip de la escena final de “¡Qué Bello es Vivir!”, acompañado por una composición no utilizada de la partitura de Dimitri Tiomkin.

 

ADIVINA QUIÉN VIENE AL CINE LES DESEA UNA FELIZ NAVIDAD.

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