viernes, 27 de septiembre de 2013

ESTRENOS DEL 27 DE SEPTIEMBRE

El último fin de semana de septiembre se presenta prometedor en cuanto a estrenos cinematográficos llamativos y variados. La firma de dos cineastas tan personales como Álex de la Iglesia y Michel Gondry definen las propuestas más arriesgadas, mientras que el relato real de las aventuras de la Kon-Tiki y el vehículo estelar para Mark Wahlberg y Denzel Washington “2 Guns” cierran una selección de títulos atípicos que alejan definitivamente las carteleras del marco de películas veraniegas.

las brujas de zugarramurdi

Nadie puede negar que Álex de la Iglesia (aliado con su guionista habitual Jorge Guerricaechevarría) es un director muy personal que imprime su personalidad a cada título que dirige, sin embargo, frente a propuestas más acotadas como su anterior propuesta, “La Chispa de la Vida”, destaca su vertiente más desatada, a la que sin duda pertenece su última película, “Las Brujas de Zugarramurdi”, una comedia grotesca y sobrenatural que nos devuelve al Álex de la Iglesia de títulos como “Acción Mutante”, “El Día de la Bestia” o “Balada Triste de Trompeta”.

Un grupo de hombres desesperados deciden atracar una tienda de "Compro oro". Desgraciadamente, Jose, el protagonista, tiene que llevarse a su hijo Sergio, de ocho años, al atraco. Es martes, y como divorciado, martes y fines de semana alternativos los pasa sí o sí con su hijo. Antonio, otro de los atracadores, pierde el coche porque su mujer se lo ha llevado para hacer la compra. Tienen el botín, una bolsa con 25.000 anillos de oro, pero no tienen un pobre vehículo con el que escapar. Paran un taxi que conduce Manuel, otra víctima de una situación conyugal insatisfactoria. Deciden escapar a Francia, porque José, además, le ha prometido a Sergio que vivirán en Disneylandia. A todo esto, la mujer de José echa de menos a Sergio, que debería estar en casa a las ocho y media. Acude a la policía, pero los inspectores encargados del caso no parecen controlar la situación como a ella le gustaría, así que decide ir en busca de Sergio por su cuenta. Mientras, los atracadores entran en los bosques impenetrables de la Euzkadi profunda, tierra de akelarres y sorgiñas. Los 25.000 anillos son una auténtica maldición: terminan cayendo en las garras de una horda de mujeres enloquecidas que se alimentan de carne humana. Un justo castigo a sus fracasos con el sexo opuesto. Las brujas encerradas en la misteriosa mansión de Zugarramurdi querrán apoderarse de los anillos a toda costa, y de paso, arrancarles el alma a nuestros protagonistas.

“Las Brujas de Zugarramurdi” cuenta con un extenso reparto encabezado por Mario Casas y Hugo Silva, quienes debutan en el cine del director. Junto a ellos un conjunto de nombres recurrente en la filmografía de De la Iglesia: Carmen Maura, Terele Pávez, Carolina Bang, Carlos Areces o Santiago Segura; además de otros menos habituales, pero también en sintonía con el espíritu de la película como Javier Botet, Macarena Gómez, María Barranco, Secun de la Rosa, Pepón Nieto, Enrique Villén, Julián Valcárcel-Carbonell, Jaime Ordóñez o Beatriz Urzáiz.

la espuma de los días

Cuando se trata de llevar al cine novelas consideradas inadaptables, lo mejor es recurrir a cineastas inclasificables. Ese es el caso de Michel Gondry, peculiar director, autor de títulos con un universo muy particular como “Olvídate de Mí” o “La Ciencia del Sueño”, quien tras el fracaso de su primera superproducción hollywoodiense (“The Green Hornet”) y un par de proyectos de escasa difusión (“Is the Man Who Is Tall Happy?: An Animated Conversation with Noam Chomsky” y “The We and the I”) regresa a primera fila con “La Espuma de los Días”, adaptación de la mítica novela de Boris Bian, que ya había sido adaptada al cine en 1968 por Charles Belmont, con Jacques Perrin, Marie-France Pisier como protagonistas.

La cinta nos presenta la poética y surrealista historia de Colin, un joven idealista e imaginativo, y Chloe, una chica que parece ser la letra de la canción de Duke Ellington “Mood Indigo” hecha realidad. Su idílico matrimonio sufre un revés cuando Chloe enferma por un nenúfar que empieza a crecer en su corazón. Para pagar sus facturas médicas en este París de fantasía, Colin debe emprender una serie de trabajos a cual más rocambolesco mientras alrededor de ambos su apartamento se va desintegrando y sus amigos –entre ellos el talentoso Nicolas y Chick, gran fan del filósofo Jean-Sol Partre- comienzan a desaparecer.

La cinta está protagonizada por Romain Duris (visto recientemente en “Populaire”) y Audrey Tautou (la sempiterna “Amelie”), a los que acompañan actores como Gad Elmaleh (“El Capital”), Omar Sy (“Intocable”), Aïssa Maïga o Charlotte Lebon.

kon tiki

Hablar de Thor Heyerdahl es referirnos a una figura fundamental del siglo XX, cuyos estudios en materia de etnografía revolucionaron muchos dogmas científicos. Gran aventurero, sus expediciones marcan ese espíritu en busca de conocimiento que definió la lucha del ser humano por alejarse del pesimismo existencialista de mediados del siglo XX producido por las dos Guerras Mundiales.

Kon-Tiki nos sitúa en 1947, cuando el mundo se sorprendió por el entusiasmo del joven antropólogo y aventurero noruego Thor Heyerdahl al emprender una expedición asombrosa y peligrosa: un viaje de 8.000 quilómetros a través del océano Pacífico a bordo de la balsa Kon-Tiki. Sus investigaciones durante los años que vivió en las Islas Marquesas con su esposa, le hicieron llegar a la conclusión que la Polinesia había sido colonizada por los habitantes de América del Sur, llegando desde el Este. Contra todas las opiniones de los expertos, Thor decidió probar su teoría, realizando él mismo, el legendario viaje. Después de reproducir el diseño de la balsa original, Thor y cinco amigos aventureros iniciaron el viaje desde Perú, teniendo que sobrevivir a las tormentas, tiburones y todos los peligros inimaginables que el océano les tenía reservados. El viaje épico del Kon-tiki marcó una generación que vivió a través de los ojos de Thor Heyerdahl una de las aventuras más épicas del siglo XX. Un viaje que el mismo protagonista rodó y presentó en un documental que ganó el Oscar en 1952. También el libro fue un éxito, traducido a 70 idiomas y con más de 50 millones de copias vendidas.

Dirigida por Joachim Roenning y Espen Sandberg (ahora al frente de la quinta entrega de “Piratas del Caribe”), “Kon-Tiki” es una ambiciosa producción (la cinta más cara del cine noruego) protagonizada por Pal Sverre Valheim Hagen, Anders Baasmo Christiansen, Odd Magnus Williamson, Jakob Oftebro, Tobias Santelmann y Gustaf Skarsgård, este último hijo de Stellan Skarsgård (“Los Vengadores”, “Millenium. Los Hombres que no Amaban a las Mujeres”), hermano de Alexander Skarsgård (“True Blood”) y conocido gracias al éxito de la serie de televisión “Vikingos”. La película fue nominada en la pasada edición de los Oscars en el apartado de Mejor Película de Habla No Inglesa y fue la cinta inaugural el pasado mes de julio de Fimucinema, Festival Internacional de Música y Cine de Tenerife.

2 guns

El director islandés Baltasar Kormákur se dio a conocer en el año 2000 con su opera prima como realizador “101 Reikiavik”, debutó en Hollywood en 2005 con “Verdades Ocultas” y el año pasado dio el salto a primera fila en Estados Unidos con “Contraband”, remake de “Reykjavík Rotterdam” que él había protagonizado en 2008 y que estaba protagonizada por Mark Wahlberg. Ahora director y actor vuelven a coincidir al frente de “2 Guns”, thriller de acción con toques de comedia, basado en una novela gráfica de Steven Grant y co-protagonizado por Denzel Washington.

Dos agentes inmersos en una misma operación llevan investigaciones paralelas para sus diferentes agencias. Ninguno de ellos sabe que el otro es un agente federal encubierto. Desde hace 12 meses, el agente de la DEA Bobbt Trench y el oficial naval de inteligencia Marcus Stigman trabajan como infiltrados en una organización mafiosa que trafica con drogas. Cada agente desconfía tanto de su compañero como de los criminales que pretenden detener. Cuando su intento por infiltrarse y recuperar millones de un cártel de la droga mexicano se descontrola, Trench y Stigman se ven desacreditados por sus superiores. Cuando unos les quieren entre rejas y los otros muertos, sólo podrán contar él uno con el otro. Desafortunadamente para sus perseguidores cuando se lleva años siendo parte de los malos se aprende mucho por el camino.

Junto a las estrellas, Mark Wahlberg y Denzel Washington, el reparto reúne también a reconocidos actores de carácter como James Marsden (“X-Men”), Paula Patton (“Misión Imposible. Protocolo Fantasma”), Bill Paxton (“Big Love”), Edward James Olmos (“Galactica. Estrella de Combate”), Robert John Burke (“Person of Interest”) o Fred Ward.

jueves, 26 de septiembre de 2013

“RIDDICK”. BACK TO BASICS

riddick

Entre el año 2000 y 2002, tres fueron las películas que forjaron el estrellato de Vin Diesel, “Pitch Black”, “A Todo Gas” y “xXx”. El actor, que previamente había optado por títulos de diferente índole (“Salvar al Soldado Ryan”, “El Gigante de Hierro”, “El Informador”), pasó de la noche a la mañana a convertirse en una de las principales bazas del cine de acción en un momento en el que el modelo de actioner de finales del siglo XX estaba ya completamente devaluado. Si bien de todos ellos el que ha acabado siendo más rentable para el actor es el de Dom Toretto en la franquicia de “A Todo Gas”, lo cierto es que la estrella le guardar un mayor afecto al primero de todos, Richard B. Riddick, un asesino convicto, originario del planeta Fury, huido de la justicia y convertido en el gran mariscal del ejército de los Necrófagos la última vez que tuvimos ocasión de encontrarnos con él.

pitch-black

Pero empecemos por el principio. Cuando se estrenó en el año 2000, “Pitch Black” no las tenía todas consigo. Rodada con un presupuesto de escasos 23 millones de dólares, consiguió atraer la atención de la Universal en parte gracias a la reputación que se estaban ganando su director y su estrella. David Twohy era conocido más por su faceta de guionista gracias a su libreto para “El Fugitivo” (aunque previamente había guionizado también algunas cintas de fantasía como “Critters 2”, “Warlock el Brujo”) y su carrera como director le había proporcionado algún éxito discreto como la película de ciencia ficción “¡Han Llegado!”, protagonizada por Charlie Sheen. Interesando en la fantasía más pulp, con “Pitch Black” supo sacar fuerzas de flaqueza y sacar partido de las carencias de la producción para ofrecer un interesante survival espacial. El conflicto de personajes y la creación de suspense cogió a los espectadores por sorpresa y les condujo por una trama sencilla, pero trepidante. Con un metraje ajustado y un inteligente uso del ritmo y la concisión narrativa, la película acabó ingresando 53 millones de dólares en todo el mundo y adquiriendo la etiqueta de película de culto. En 2002 Vin Diesel estaba en la cresta de la ola, su filmografía iba viento en popa y tenía ante sí tres franquicias que se peleaban por contar con él. Con las secuelas de “Pitch Black”, “A Todo Gas” y “xXx” a la espera de su firma para obtener luz verde, Diesel se quedó con uno de sus tres hijos, Riddick, rechazando participar en las otras dos. “A Todo Gas 2” pasó a estar protagonizada por su otra estrella, Paul Walker, e introducir un nuevo personaje, Roman Pearce, interpretado por Tyrese Gibson; mientras que “xXx 2: Estado de Emergencia” quedó en manos de Ice Cube. Por su parte, David Twohy y Vin Diesel tenían planes muy ambiciosos para Riddick. Después de probar las penurias de la primera parte, ahora contaban con 105 millones de dólares de presupuesto para convertir aquella primera entrega sencilla y eficaz en todo un ambicioso y épico universo pulp.

las crónicas de riddick

“Las Crónicas de Riddick” pasó a ser todo lo contrario de su primera entrega. Donde antes había un número limitado de personajes, ahora tenían un extenso reparto. Si allí, los protagonistas no eran rostros conocidos, ahora se contaba con intérpretes de cierto peso y prestigio como Colm Feore, Judi Dench o Thandie Newton. Si la acción de “Pitch Black” estaba limitada a un único espacio, ahora el protagonista viajaría por toda la galaxia, al más puro estilo de la space opera clásica. Si en el año 2000 se tuvo que jugar con el suspense y la sugerencia para lidiar con la falta de efectos especiales, ahora se presentaría un lujoso y barroco diseño de producción, con ciudades, naves espaciales y ejércitos recreados por ordenador. Incluso el guion, que en la original era algo meramente funcional, pasaba en la secuela a tomar un tono shakesperiano, con diálogos rimbombantes y guiños a obras del bardo de Stratford-upon-Avon como “La Tempestad” o “MacBeth”. Desgraciadamente, nada de esto redundó en una mejoría en el resultado final, más bien lo contrario. La ambición desmedida por convertir al personaje de Riddick en el protagonista de una saga épica de influencia lucasiana se dejó devorar por su costosa envoltura, mientras que la narración naufragaba en un mar de dispersión y desorden. El resultado fue una película confusa y aburrida, que si bien alcanzó los 115 millones de dólares de recaudación a nivel mundial, quedó lejos de ser rentable para el estudio; mientras que “A Todo Gas 2”, con un presupuesto menor (75 millones), se alzaba con más de 236 millones pese a la ausencia de Vin Diesel.

diesel twohy

El fracaso de “Las Crónicas de Riddick” dejó tocada la carrera de su estrella, quien durante cuatro años vio peligrar su continuidad en la industria de Hollywood. Fue su regreso a la franquicia de “A Todo Gas” lo que corrigió ese rumbo de caída libre que había emprendido y que, aprendida la lección, se ha convertido en el principal (casi único) sustento de su filmografía en los últimos cuatro años, encadenando tres secuelas (además de una cuarta ya en proceso de rodaje). Pese al éxito de Toretto, Diesel seguía obsesionado con su personaje de Riddick, hasta el punto de que su cameo al final de “A Todo Gas: Tokyo Race” en 2006, fue un acuerdo llegado con Universal para poder recuperar los derechos de la franquicia del furiano. Tanto él como David Twohy pasaron años intentado dar forma a la tercera entrega, siempre con la barrera del presupuesto obstaculizando sus objetivos. El descalabro de “Las Crónicas de Riddick” les había cerrado las puertas de la financiación, obligándoles a redefinir conceptos y recortar gastos. Finalmente, la producción consiguió el impulso que necesitaba hipotecando la estrella su casa para poder conseguir los 30 millones de dólares necesarios para rodar la siguiente aventura. Financiada por lo tanto de manera independiente y trasladando la producción a Canadá, “Riddick” estaba lista para despegar.

Riddick 02

La opción a la que recurrieron los dos artistas fue olvidarse de sus aspiraciones anteriores y regresar a los planteamientos originales. En los primeros minutos de película, “Riddick” se deshace de un plumazo del final abierto de la entrega anterior y nos devuelve a terreno pretérito (enlazando más tarde la trama con la primera película). Durante la primera media hora de metraje, vemos a nuestro héroe abandonado en un planeta hostil, enfrentándose con la violenta fauna para poder sobrevivir. Esta breve pieza sirve para introducir al personaje a los nuevos espectadores, al mismo tiempo que recuerda las características del furiano a los que ya le han acompañado en sus aventuras anteriores. El espíritu puramente pulp y de serie B regresa a la franquicia, al mismo tiempo que se hace una exhibición de fuerza en un intento de demostrar que el escaso presupuesto no es ápice para prescindir de ambiciosos efectos especiales. Es en esta media hora donde el diseño de producción a la hora de presentar el nuevo planeta, así como el CGI empleado para recrear las nuevas criaturas alcanzan su mayor (y mejor) exposición, sin prescindir de ese toque de “cartón piedra” digital que forma parte de la estética de la serie. La descripción de Riddick como impávido tipo duro, un superviviente nato capaz de afrontar todo tipo de amenazas, queda patente en este primer bloque en el que el protagonista se enfrenta a una situación totalmente adversa, en unas condiciones físicas aciagas, y logra imponerse a la naturaleza hostil acogiéndose a la ley del más fuerte.

Riddick 01

Lamentablemente, lo verdaderamente interesante y novedoso para la franquicia que aporta esta tercera entrega acaba ahí. Una vez superado ese extenso bloque introductorio y con la llegada del grupo de mercenarios, la hora y media restante de metraje pasa a convertirse en un remake mediocre de “Pitch Black”. Volvemos a tener un ambiente agresivo, con un grupo de personajes curtidos y enfrentados, que deberán solventar sus conflictos y cooperar para poder escapar, con Riddick como paulatino líder y única esperanza de supervivencia. Lo que hace 13 años resultaba novedoso e inesperado, aquí ha perdido todo conato de sorpresa, convirtiéndose la cinta en una réplica carente de originalidad de la anterior. Por mucho que la trama conceda un extenso pasaje de presentación de personajes para el grupo de mercenarios, estos no pasan de burdos clichés, dependiendo exclusivamente de las habilidades de los actores que los interpretan para mantenerse en la memoria del espectador. En este sentido, los dos únicos que lo logran son Jordi Mollá y Katee Sackhoff, el primero llevando su papel a límites de histrionismo caricaturesco que logran que ni él ni los espectadores se lo tomen en serio; la segunda demostrando una vez más su habilidad para encarnar a mujeres de armas tomar (aunque por el camino tenga que sufrir algunas escenas gratuitas y diálogos retrógrados y degradantes, cargados de un machismo trasnochado, por ser la única fémina del reparto). Para colmo de males, esta presentación de personajes supone una larga ausencia del personaje principal, al mismo tiempo que un parón en el ritmo y la acción de la película. Una vez Riddick regresa a escena todo se precipita al enfrentamiento final con las bestias del planeta, enfatizando aún más el tono chulesco del protagonista y lo inverosímil de la acción. La puesta en escena de Twohy busca ser contundente y vibrante, pero no llega más allá de una colección de estampitas propias de las ilustraciones de cualquier novela de ciencia ficción pulp, pero que, más que emoción y entusiasmo, lo que genera en el espectador es estupor e hilaridad.

Riddick 03

No podemos considerar a “Riddick” como una secuela de “Pitch Black” y “Las Crónicas de Riddick”, ya que su trama no hace avanzar la historia; más bien es un episodio estanco, sin otra aspiración que hacer caja, mantener la franquicia viva y el interés del espectador a la espera de tiempos mejores con los que poder retomar los ambiciosos proyectos que David Twohy y Vin Diesel tienen para su protagonista. Sin embargo, visto lo visto, poco interés nos genera el futuro de una franquicia que nunca debió ir más allá de aquella buena sensación generada con su primera entrega.

Riddick 04

viernes, 20 de septiembre de 2013

ESTRENOS DEL 20 DE SEPTIEMBRE

Mientras en las carteleras el asalto a la Casa Blanca de Roland Emmerich logra imponerse como título más taquillero, la propuesta para este fin de semana pasa por el terror español, la fantasía medieval para toda la familia, esperados biopics y comedias de corte sobrenatural. Algunos de estos títulos siguen marcando aún los últimos coleteos del verano, otros nos van adelantando la temporada que viene, que todo parece indicar que estará dominada por el género biográfico.

para elisa

El director Juanra Fernández debuta en el terreno del largometraje con “Para Elisa”, cinta de terror, producida con financiación privada (su presupuesto fue de unos ajustados 700.000 €), que toma como referencia la popular composición de Beethoven para presentarnos una historia de corte gótico. Protagonizada por Ona Casamiquela, cuenta también con la participación de Ana Turpin, Luisa Gavasa, Jesús Caba, Sheila Ponce, Enrique Villén y Pep Antón Muñoz.

Subir una escalera, entrar en el tercero izquierda, avanzar por un pasillo acompañada de una dulce melodía infantil, tomar un té con pastas y conocer a una inocente niña a la que cuidar puede ser el principio de una tarde cualquiera para una joven estudiante universitaria. Pero si al atravesar el umbral de esa puerta te adentras en la boca del mal, en la casa de Diamantina, en el salón de juegos de Elisa, y tú, la joven estudiante, te conviertes en el juguete de una desequilibrada, entonces ya no es una tarde cualquiera, es la última tarde...

justin y la espada del valor

Desde su posición de privilegio en Hollywood, Antonio Banderas ha procurado siempre dar cabida internacional a títulos de producción española. Una de sus más interesantes apuestas ha sido por el cine de animación, asociando su productora, Green Moon, con el estudio Kandor Graphics. Ya en 2008 marcaron la senda a seguir con la cinta “El Lince Perdido”; un año más tarde, “La Dama y la Muerte” optó a los Oscars en la categoría de Mejor Corto de Animación, y ahora regresan con “Justin y la Espada del Valor”, dirigida por Manuel Sicilia.

Ambientada en un mágico mundo medieval con el que los niños siguen soñando, es una emocionante historia que nos habla de la constancia con que un chico persigue su propio sueño: convertirse en caballero. Es una aventura llena de emoción, acción y diversión, en la que se entremezclan la amistad, el honor y el valor. Justin vive en un reino que ha desterrado a los caballeros y está ahora gobernado por burócratas. Su sueño es llegar también a ser caballero, pero su padre, Reginald, alto consejero de la corte, pretende que su hijo siga sus pasos y se convierta en abogado. Asaltado por las dudas, Justin visita a su abuela GRAN, que le contará la verdadera historia de su abuelo: Sir Roland fue el caballero más noble del reino, y lo defendió con su vida hasta que fue asesinado por el malvado Sir Heraclio. Contra los deseos de su padre, Justin escapa en pos de su sueño iniciando así el camino para convertirse en Caballero.

La cinta ha sido producida pensando en el mercado internacional, de ahí que en su doblaje en inglés se haya contado con figuras como Saoirse Ronan, el propio Antonio Banderas, Charles Dance, Mark Strong, Freddie Highmore, Olivia Williams, Julie Walters, Alfred Molina, James Cosmo o Rupert Everett. En nuestro país, las únicas voces famosas que vamos a escuchar son las de Banderas que repite papel e Inma Cuesta (“Águila Roja”, “Primos”), delegando el resto de los personajes en dobladores profesionales.

jobs

Steve Jobs es una figura clave para entender los cambios tecnológicos e incluso sociales de este siglo XXI. Su fallecimiento el 5 de octubre de 2011, víctima de un cáncer de páncreas, hizo que su legado quedara aún más patente, al mismo tiempo que impulsó este biopic dirigido por Joshua Michael Stern y protagonizado por Ashton Kutcher.

Sólo se necesita una persona para empezar una revolución. La extraordinaria historia de Steve Jobs, innovador y extraordinario empresario al que no se le interpuso nada en el camino a la grandeza. La película cuenta la épica y turbulenta historia de Jobs mientras abría un camino que cambió la tecnología – y el mundo – para siempre.

Junto a un Ashton Kutcher que saca partido de su parecido físico con el personaje que interpreta tenemos también un importante elenco de actores entre los que podemos destacar a James Woods, Amanda Crew, Dermot Mulroney, J.K. Simmons, Lukas Haas, Matthew Modine y Lesley Ann Warren.

ripd

El director Robert Schwentke, responsable de la primera entrega de “Red”, vuelve a adentrarse en el terreno de la acción y la comedia, aunque ahora también con toques de fantasía, en “RIPD. Departamento de Policía Mortal”, adaptación del comic homónimo escrito por Peter Lenkov y publicado por la editorial Dark Horse.

El veterano sheriff Roy Pulsifer (Jeff Bridges) ha pasado toda su vida profesional en las legendarias fuerzas del orden R.I.P.D. Departamento de Policía Mortal siguiendo la pista a seres monstruosos disfrazados de personas normales. ¿Su misión? Detener y llevar ante la justicia a unos delincuentes muy especiales que intentan escaquearse del Juicio Final buscando refugio en la desprevenida Tierra. Cuando el ocurrente Roy se ve obligado a trabajar con el detective Nick Walker (Ryan Reynolds), que iba camino de convertirse en una estrella de la policía, los dos compañeros tendrán que superar sus diferencias para alcanzar el más alto nivel profesional. Al descubrir un plan para acabar con la vida en el planeta, dos de los mejores hombres del R.I.P.D deberán recuperar el equilibrio cósmico… si no quieren que el túnel del Más Allá empiece a mandar almas furiosas en la dirección equivocada.

El reparto está encabezado por Ryan Reynolds y Jeff Bridges, a los que dan la réplica Kevin Bacon y Mary-Louise Parker.

rush

Tras “El Desafío: Frost Contra Nixon”, el director Ron Howard vuelve a aliarse con el guionista y dramaturgo Peter Morgan en “Rush”, historia que también se basa en hechos reales y que nos traslada a la Edad de Oro de la Fórmula 1 en los años 70.

“Rush” retrata la poderosa historia real de los dos mayores rivales que el mundo de las carreras ha conocido: El apuesto playboy inglés, James Hunt, y su metódico y brillante oponente, Niki Lauda. Siguiendo sus vidas personales dentro y fuera de la pista, los dos pilotos se presionan a sí mismos hasta llegar al límite de su resistencia física y psicológica, donde no existen atajos hacia la victoria ni margen de error. Si cometes uno, mueres.

Los dos papeles principales están interpretados por Chris Hemsworth y Daniel Brühl, a los que acompañan Natalie Dormer, Olivia Wilde, Tom Wlaschiha y Alexandra Maria Lara.

viernes, 13 de septiembre de 2013

ESTRENOS DEL 13 DE SEPTIEMBRE

Este fin de semana impera la comedia en diferentes modalidades. Tenemos comedias costumbristas, de fantasía y de acción. Tres títulos de peso llegan a nuestras carteleras, intentando mantener el espíritu vacacional, aunque ya muchos se han reincorporado al trabajo.

hiroku

Llega a las pantallas nacionales el primer largometraje de animación producido íntegramente en Canarias. “Hiroku: Defensores de Gaia” es obra de la productora OEK, radicada en La Laguna, Tenerife, y de un reducido equipo de artistas capitaneado por Saúl Barreto y Manuel González Mauricio. Con un coste de dos millones de euros y tras casi cuatro años de producción, el film está comenzando su fase de comercialización internacional.

Año 2122 (20 años después del cataclismo planetario). La invención de la máquina para el control del clima, por parte del profesor Shivata y su discípula Hiroku, desemboca en la muerte del profesor. Hiroku y su amigo Joe deben huir de la ciudad hermética de Kanecity, acusados del crimen. Con el apoyo de un extraño mecenas, Nagual, crearán los Defensores de Gaia, un grupo multirracial de jóvenes, que desde su cuartel general bajo el Teide, se enfrentarán a la Corporación dirigida por el tirano Kane, para salvar el planeta.

Con el apoyo del Ministerio de Cultura, Canarias Cultura en Red, la Televisión Canaria, el Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento de La Laguna, y con un evidente mensaje de protección del medio ambiente, la película tiene una clara voluntad didáctica. Sus directores han querido concienciar sobre la importancia vital que tiene la defensa de la naturaleza, así como transmitir otros valores.

la gran familia española

Esta semana la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España anunció las cuatro películas escogidas como finalistas de cara a los Oscars 2014. Entre estos títulos se encuentran “15 Años y un Día” de Gracia Querejeta, “Alacrán Enamorado” de Santiago Zannou, la aún inédita “Caníbal” de Manuel Martín Cuenca y el estreno nacional de esta semana “La Gran Familia Española”, el último trabajo de Daniel Sánchez Arévalo tras “Azuloscurocasinegro”, “Gordos” y “Primos”.

"La Gran Familia" es una comedia acerca de una boda que transcurre durante la final del Mundial de fútbol de Sudáfrica. Ese día de catarsis colectiva, mientras el país se paralizaba, una familia compuesta por cinco hermanos con nombres bíblicos: Adán, Benjamín, Caleb, Daniel y Efraín, también se va a enfrentar al partido más importante de su vida. ¿Serán capaces de ganar? ¿Vale ganar de cualquier manera? ¿Se puede perder con dignidad? ¿Hay que jugar al ataque o es mejor defenderse y jugar al contragolpe?

Para esta comedia coral, con ciertas reminiscencias del clásico “Siete Novias para Siete Hermanos”, el cineasta ha reunido a un importante grupo de actores, elegidos entre lo más selecto del panorama nacional y muchos de ellos también reincidentes en su cine. Los cinco hermanos están interpretados por Antonio de la Torre (Adán), Quim Gutiérrez (Caleb), Miquel Fernández (Daniel), Patrick Criado (Efraín), Roberto Álamo (Benjamín). Les acompañan Verónica Echegui, Sandra Martín, Arancha Martí, Raúl Arévalo y Héctor Colomé.

percy jackson

En 2010, con el cierre de la franquicia de Harry Potter a las puertas, Hollywood inició la búsqueda de una nueva franquicia de fantasía juvenil que pudiera recoger el testigo. A día de hoy, aún no la ha encontrado, pero uno de los candidatos fue Percy Jackson, personaje inspirado en la mitología griega y creado por el escritor Rick Riordan. La cinta fue dirigida por Chris Columbus y contó con secundarios de lujo como Sean Bean, Pierce Brosnan, Uma Thurman o Rosario Dawson. A pesar de esto, la taquilla no respondió y las aspiraciones de franquicia quedaron paralizadas. Ahora, tres años más tarde, nos llega “Percy Jackson y el Mar de los Monstruos”, ahora con pretensiones más modestas y dirigida por Thor Freudenthal (“Hotel para Perros”, “El Diario de Greg”).

Esta nueva aventura continua el viaje épico del joven semidios en busca de su destino. Para salvar su mundo, Percy y sus amigos deben encontrar el Vellocino de Oro. Embarcándose en una peligrosa odisea por las aguas del Mar de los Monstruos (conocido por los humanos como el Triángulo de las Bermudas) lucharán contra terribles criaturas, un ejército de zombies y el Demonio definitivo.

La cinta recupera a los protagonistas de la cinta original, Logan Lerman (a quien su papel en “Las Ventajas de Ser un Marginado” le ha proporcionado muchas más alegrías que su papel de Percy Jackson), Alexandra Daddario (cuya carrera ha continuado más por el medio televisivo, con series como “Ladrón de Guante Blanco”, “Parenthood” o “True Detective”) y Brandon T. Jackson (“Tropic Thunder”, “Esta Abuela es Mi Padre”). Además ha contado con la participación estelar de Sean Bean (de nuevo en el papel de Zeus), Nathan Fillion (Hermes) o Stanley Tucci (Dionisios).

asalto al poder

Si el verano arrancaba con “Objetivo: La Casa Blanca”, ahora, tres meses después, nos llega “Asalto al Poder”, otra propuesta de cine de acción donde la residencia del Presidente de los Estados Unidos es nuevamente asaltada por terroristas. En esta ocasión, la dirección corre a cargo de Roland Emmerich, un cineasta ya habituado a destruir este emblemático edificio en títulos como “Independence Day” o “2012”. Con un presupuesto mucho mayor que la cinta de Antoine Fuqua (70 millones de dólares frente a los 150 millones del estreno de esta semana), “Asalto al Poder” ofrece un mayor despliegue de efectos especiales digitales, muchos de ellos destinados a reproducir la Casa Blanca.

Al Policía del Capitolio John Cale le acaban de rechazar en lo que sería su trabajo ideal, dentro del Servicio Secreto y protegiendo al Presidente James Sawyer. Como no quiere decepcionar a su hija, lleva a la pequeña a realizar un tour dentro de la Casa Blanca. En ese momento un grupo de paramilitares fuertemente armados asalta el edificio. Ahora con el tiempo agotándose y Gobierno de la nación inmerso en el caos, Cale está dispuesto a salvar al Presidente, su hija y al país.

Channing Tatum y Jamie Foxx forman pareja de acción, mientras que los principales papeles secundarios recaen en Maggie Gyllenhaal, James Woods, Richard Jenkins y Joey King.

martes, 10 de septiembre de 2013

CINE ESTIVAL Y AUTORÍA VULGAR

cabecera
Desde que a mediados del siglo XX la revista Cahiers du Cinema estableciera el concepto de autor en el cine, mucho ha evolucionado (y se ha tergiversado) este término. A un nivel básico, entendemos como “autor” a aquel creador cuya visión y creatividad define la identidad de la película, por encima de las presiones del estudio o los caprichos de las estrellas, generando un corpus artístico marcado y reconocible. Con el tiempo, se ha designado como autores a aquellos cineastas que trabajan fuera de la industria, con independencia de cualquier injerencia externa y libres de los patrones de género. La otra cara de la moneda es el artesano, es decir, aquellos directores que no buscan establecer un discurso propio, sino que prestan su habilidad a las necesidades de la producción, ajustándose a los parámetros marcados por el estudio y construyendo vehículos de lucimiento para sus estrellas. Un artesano no busca innovar, sino que su eficacia reside en la destreza con la que conjuga el lenguaje cinematográfico para ofrecer un producto al gusto del público. Sin embargo estas etiquetas no son conceptos estancos, existen grados de autoría y artesanía y estos se pueden dar incluso dentro de la trayectoria de un mismo cineasta. Basta con comparar por ejemplo al Martin Scorsese de “Uno de los Nuestros” y el de “Infiltrados”, el primero es rupturista, crea un nuevo lenguaje y establece un universo particular y distintivo, mientras que el segundo aporta toda su experiencia para contar una historia de género, magníficamente elaborada, pero que no pretende ir más allá de los patrones preestablecidos. Al punto donde es difícil distinguir lo que es industria y lo que es autoría se le ha dado a llamar “autoría vulgar”, o lo que podríamos denominar también como cine comercial que avala sus aspiraciones de prestigio con la firma de su director.En este grupo de vulgar auteurs entran cineastas con un discurso propio e identificable como Tony Scott, John McTiernan, Richard Donner, Bryan Singer o Michael Bay. Si hay algo que ha definido a la mayor parte de las superproducciones que nos han llegado este verano a las carteleras es precisamente ese doble rasero. Por un lado como producciones estivales, buscan romper la taquilla y atraer al público, empleando recursos como tratamiento de género, grandes efectos especiales o las estrellas que lideran el reparto; pero al mismo tiempo se pretende dar una patina de distinción, depositando la responsabilidad del producto final en manos de cineastas de impronta personal que hacen suya la propuesta inicial y la asimilan a su universo particular.
“EL GRAN GATSBY”. NUNCA HABÍA VISTO UNAS CAMISAS TAN BONITAS.
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Inicialmente, “El Gran Gatsby” era una de las grandes apuestas de la Warner para la temporada de premios y, sin embargo, a última hora prefirieron cambiar la fecha de estreno y retrasarla hasta el verano, donde debía competir con los grandes blockbusters. Sin duda, la novela de Scott Fitzgerlad es uno de los grandes clásicos de la literatura estadounidense, sus personajes son iconos culturales en ese país y la adaptación contaba con la firma de un Baz Luhrmann que regresaba al terreno de “Moulin Rouge” (de momento la única de sus películas con la que el cineasta ha entrado en las categorías principales de los Oscars). Pese a esto, esta decisión del estudio deja clara cuál es la verdadera naturaleza de esta adaptación, sobre todo cuando vemos que la cinta ha pasado a ser una de las más rentables de esta temporada (con un presupuesto de 105 millones de dólares, ha recaudado 144 millones sólo en Estados Unidos USA y 331 millones a nivel mundial). A su favor ha contado con el tirón de un actor como Leonardo DiCaprio, ahora mismo una de las más estrellas más reputadas de Hollywood, y una puesta en escena y producción musical que apuntaban precisamente a un regreso de Luhrmann al estilo de su mayor éxito de crítica y comercial, al mismo tiempo que intentaba pasar un tupido velo sobre el fracaso de su anterior trabajo, “Australia”.
THE GREAT GATSBY
Luhrmann no es un director discreto. Su puesta en escena busca la grandiosidad y el espectáculo, el exceso y la frivolidad. Su visión de los locos años 20 es hiperbólica, tanto que excede los límites de lo físico y recurre a los digital para poder existir. Para representar el mundo de Gatsby, el cineasta necesita que su cámara revolotee por todo el escenario con total libertad, al mismo tiempo que satura el plano con más elementos de los que puede apreciar el ojo humano. Para ello prácticamente prescinde de los decorados reales y compone su propio espacio a través de imágenes generadas por ordenador, tan artificial como el propio personaje de Gatsby, pero también igual de seductor y atractivo. Eso le da un control demiúrgico de la narrativa, donde todo está situado exactamente donde él quiere y se mueve como él quiere, como un collage viviente. La música se integra perfectamente con la imagen y el montaje, impulsando aún más esa explosión de elementos hacia el espectador, que recibe toda esa información como un chute de adrenalina. Sin embargo, lo que resulta perfecto para las partes superficiales y lúdicas de la historia, se desmorona a la hora de profundizar en los personajes y darles un mayor peso dramático y psicológico.
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Los aspavientos de Luhrmann consiguen captar la atención del espectador, pero resultan huecos cuando se trata de abordar la verdadera complejidad de la historia. Pese a los esfuerzos del reparto, los personajes no superan su capa de ingenuidad. Eso puede ser válido para el papel de Gatsby, que al fin y al cabo es un constructo atrapado en su propia fantasía (algo que DiCaprio ha sabido representar muy bien), pero a excepción del papel de Tom Buchanan (magnífico Joel Edgerton), el resto de los roles principales no consiguen trascender su fachada inicial. Por otro lado, el director centra tanto su mirada en la relación ambigua entre Gatsby y Carraway (un a veces ajustado y otras repelente Tobey Maguire) que resta demasiado peso a la relación de amor entre el primero y Daisy. Es precisamente este personaje femenino el que sale más perjudicado en la película y con ella su intérprete, Carey Mulligan. Pese a las muchas virtudes de la actriz, el rol de Daisy es uno de los más complejos de la novela y clave para poder entender el tercer acto de la historia. De ahí que cuando Luhrmann fracasa a la hora de ahondar en la historia de amor, su película se derrumba irremediablemente en su tercio final. Como las camisas de Gatsby, la película es un esplendoroso escaparate, un desfile de colores, movimientos y diseño, pero la percha que hay debajo del artificio carece de auténtica emoción.
“EL HOMBRE DE ACERO”. REINVENTANDO A SUPERMAN
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A la hora de hablar de autoría, una de las películas más esperadas del verano nos presentaba una paternidad bicéfala. Para el resurgir del personaje Superman, se recurrió por un lado a Christopher Nolan, quien previamente con su trilogía de “El Caballero Oscuro” había lograda sacar al personaje de Batman de las tinieblas donde lo había enterrado Joel Schumacher; y, por otro, a Zack Snyder, quien con trabajos como “300” o “Watchmen” había demostrado una gran habilidad a la hora de salir bien parado de adaptaciones imposibles de novelas gráficas de culto. Se trataba de dos cineastas de diferente carácter. Mientras Nolan es de una corriente más intelectual, preocupado por los mimbres internos de sus personajes y su conexión con un entorno realista, Snyder es un director cinético, un esteta de la imagen, más interesado en las pulsiones rítmicas de la acción, el barroquismo del plano y el potencial de la fantasía. A su vez ambos tenían un doble reto en su actualización de la figura del hombre de acero, en primer lugar superar el legado inevitable del “Superman” de Richard Donner, evitando el fetichismo nostálgico que truncó la versión de Bryan Singer, y, en segundo lugar, ofrecer una cinta que aunara acción desmedida con reflexión acerca de la figura del héroe, de acuerdo al canon de las últimas adaptaciones de personajes del comic.
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Lo primero que llama la atención es que, pese a esa voluntad de alejarse del modelo de Donner, argumentalmente la película fusione precisamente las dos entregas en las que estuvo involucrado este cineasta (“Superman” y “Superman II”). La cinta comienza con la destrucción de Krypton, pasa a los orígenes de Kal El en La Tierra y luego salta al enfrentamiento con el General Zod. Eso sí, la cinta rompe con la puesta en escena clasicista de las versiones de 1978 y 2006 y apuesta por una narrativa hiperrealista, jugando con la cámara en mano y los planos cortos, para dar una estética más documental sobre todo a las secuencias de acción. Donde mejor podemos encontrar la impronta habitual de Zack Snyder es en el bloque que se desarrolla en Krypton. Ahí el cineasta puede hacer despegar con más libertad el componente fantástico de la historia, integrando a los actores, los efectos digitales y el diseño de producción en una línea similar a lo ofrecido en trabajos anteriores suyos como “Sucker Punch”. Por otro lado, los flashbacks a la infancia, adolescencia y madurez del héroe hasta que se pone el traje por primera vez se apoyan más en los recursos psicológicos del cine de Nolan. Finalmente, ambas personalidades se fusionan en el extenso enfrentamiento con las hordas de Zod, donde el gusto por la saturación de componentes en pantalla de Snyder se une a la preferencia del productor por el ritmo y la inmediatez de la acción en detrimento de una mayor claridad compositiva.
MAN OF STEEL
Desgraciadamente, si bien no podemos negarle al resultado como blockbuster veraniego un alto valor, lo cierto es que la película como revitalizadora de la mitología de Superman nos parece un producto irregular que no acaba de encontrar el tono adecuado y que ofrece una interpretación errada del personaje principal. Con el fin de no repetir la misma estructura que Donner, Snyder rompe la linealidad narrativa para insertar los años de formación de Kal El en La Tierra a modo de flashbacks en el metraje. Esto rompe la progresión del personaje y provoca que el bloque de Smallville y, en concreto, la figura de Jonathan Kent pierdan efectividad dramática (frente al papel de Jor El, que, en nuestra opinión, pasa a tener excesivo protagonismo, en especial en el tercer acto final, con esa presencia a modo de fantasma de Hamlet). Por otro lado, ese peso heredado de Nolan sobre el conflicto interno del personaje, no sólo resta un factor muy necesario como es el humor a la película, sino que además nos presenta a un Superman traumatizado y depresivo. Es verdad que gracias a los efectos especiales por fin vemos a un hombre de acero en plenas capacidades superheroicas como nunca antes se había hecho en la gran pantalla, pero se sacrifica por el camino su espíritu luminoso y optimista. A esto hay que sumar una insulsa, hueca partitura musical de Hans Zimmer, que no aporta nada a la película e incluso llega a estorbar en ocasiones. Como decimos, “El Hombre de Acero” puede ser un excelente blockbuster veraniego, pero se queda muy corta a la hora de “vestir” una nueva encarnación cinematográfica de Superman.
“AFTER EARTH”. LA TEORÍA DEL MIEDO
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El género fantástico no sólo ofrece características idóneas para el cine comercial (llamativos diseños de producción, apoteósicos efectos especiales), sino que además es una excusa perfecta para poder reflexionar sobre elementos cotidianos y realistas desde una perspectiva metafórica. Eso es algo que los mejores autores del género han sabido emplear. Tiempo atrás, M. Night Shyamalan fue uno de esos autores. Con sus películas de fantasmas, superhéroes, invasiones extraterrestres y personajes de cuentos de hadas se las apañaba para tratar otros temas como la falta de comunicación, las relaciones familiares disfuncionales o el concepto del miedo en una sociedad post-11S. Eso lo aunaba a una mimada puesta en escena, donde cada plano, cada movimiento de cámara estaba pensado y planificado para aportar información al espectador acerca de ese trasfondo emocional y psicológico de los personajes. Es cierto que el peso del mensaje de la película muchas veces se imponía a las necesidades de la historia, y títulos como “La Joven del Agua” o “El Incidente” dejaron en evidencia las carencias cada vez más apremiantes de un cineasta que perdía el favor del público a marchas forzadas. Desde entonces, Shyamalan ha intentado reconducir su carrera, aunque en el proceso ha tenido que plegarse a las exigencias de esa industria contra la que él postulaba. Con sus dos últimos trabajos, “Airbender. El Último Guerrero” y “After Earth”, el director ha aceptado proyectos de encargo, alejados de su universo particular y que incluso suponen una inversión de sus propuestas. Hasta hace pocos años, el cine de Shyamalan se caracterizaba por ambientarse en un entorno realista, donde el conflicto surgía al insertar un componente fantástico que rompía el estatus quo y evidenciaba las carencias afectivas de los protagonistas. Ahora sus películas han pasado a ser títulos abiertamente fantásticos, donde el cineasta se esfuerza por subrayar aquellos elementos emocionales que puedan acercar ese universo quimérico al espectador.
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El argumento de “After Earth” no surgió de la imaginación de M. Night Shyamalan, sino de la de Will Smith, y tampoco se encargó de escribir el guion, que ha sido responsabilidad de Gary Whitta, convirtiéndose en la primera ocasión en que el cineasta aceptaba una trabajo con libreto ajeno. Esto no quita para que Shyamalan no hiciera algunos pequeños retoques para poder insertar la trama dentro de sus temas recurrentes. Concretamente, nos encontramos con el concepto del miedo como piedra angular de la historia. El proceso de maduración del protagonista pasa por aprender a controlar sus temores para poder sobrevivir en un ambiente hostil. Shyamalan construye toda una estructura social basada precisamente en el control emocional. Como contrapartida, tenemos un mundo futuro donde se ha erradicado cualquier comunicación afectiva, no sólo el miedo, sino también la expresión del dolor, el afecto o el amor. Esto conduce al otro tema clave en la filmografía del cineasta, las relaciones familiares disfuncionales. Un acontecimiento traumático anterior genera un bloqueo emocional entre los dos protagonistas, especialmente de Cypher Raige (Will Smith) hacia su hijo Kitai (Jaden Smith). Así, mientras el joven debe afrontar sus miedos para convertirse en un adulto, Cypher necesita abrirse emocionalmente con su hijo y Shyamalan emplea su accidentado paso por La Tierra como detonante dramático para forzar ambas situaciones.
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Estos son los apartados que emparientan “After Earth” con el resto de la filmografía de M. Night Shyamalan, pero no nos engañemos, la cinta es claramente un trabajo de encargo pensado como vehículo de lucimiento de Jaden Smith. Más que en el apartado temático, donde mejor podemos encontrar la impronta del director es en la puesta en escena, quien vuelve a demostrar su habilidad narrativa y su virtuosismo a la hora de dar a la imagen un valor poético (fantásticamente subrayado con la partitura de James Newton Howard, quien vuelve a demostrar que en su alianza con el director consigue sus trabajos más inspirados). Aún así, la película es poco más que un videojuego, dividido en diferentes fases, donde el personaje protagonista debe superar obstáculos físicos para alcanzar su destino, donde, como sucede en todo arcade clásico, le espera el monstruo para la confrontación final. Los esfuerzos de Shyamalan por enriquecer temáticamente la película o distinguirla con su puesta en escena no son suficientes para esconder el vacío argumental y mucho menos la falta de carisma de su protagonista. Jaden Smith carece de la presencia en pantalla de su padre, y éste se reserva un papel más bien secundario, aunque en la promoción de la película se intentara dar a entender lo contrario. De esta manera, “After Earth”, aunque en conjunto resulta más satisfactoria que “Airbender. El Último Guerrero”, sigue sumando en contra del director, alejándole un peldaño más del estatus privilegiado que llegó a ostentar durante el primer lustro del siglo XXI.
“STAR TREK. EN LA OSCURIDAD”. REVISITANDO LA BALLENA BLANCA
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Ya sea en su faceta como productor o como director, J.J. Abrams ha conseguido distinguirse como uno de los autores de nueva hornada más influyentes dentro de la industria de Hollywood. Esto, en parte, lo ha conseguido con su habilidad para resucitar estructuras genéricas agotadas ya sea a partir de la vía del remake (“Misión Imposible”, “Star Trek” o próximamente “Star Wars”) o del homenaje nostálgico (“Alias”, “Perdidos”, “Super 8”), pero también gracias a inteligentes campañas de marketing (especialmente de tipo viral) pensadas para captar el interés y la curiosidad del público. Cuando en 2009 se hizo cargo del reboot de “Star Trek” tenía varios frentes en su contra. El primero, un itinerario que le emparentaba más con la space opera de George Lucas que con la de Gene Roddenberry. Starwarrie antes que trekkie, su interés apuntaba más hacia el apartado aventurero que el filosófico. Además, debía hacerse cargo de una franquicia a la que se daba ya prácticamente por extinguida, sobre todo en el cine, tras seis películas con la tripulación original y cuatro con la nueva generación, retomando personajes de culto estrechamente identificados con los actores que los venían interpretando desde 1966. A pesar de las deficiencias del guion presentado por Alex Kurtzman y Robert Orci (plagado de situaciones inconexas o inverosímiles, en las que se abusaba del factor casualidad para justificar los giros de la trama), Abrams supo construir una cinta que bebía lo suficiente de la mitología trek como para agradar a los fans, pero con el dinamismo y la espectacularidad que reclamaban las nuevas generaciones de espectadores.
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“Star Trek. En la Oscuridad” partía de las bases establecidas por la entrega anterior y la buena recepción del público, ávido de nuevas aventuras de estas nuevas encarnaciones de la tripulación original del Enterprise. La creación de una línea temporal paralela a las aventuras clásicas permitía a los guionistas explorar los mismos componentes de la serie de 1966, pero desde una perspectiva diferente. Esto proporciona los elementos más destacados de la secuela, sobre todo en todo lo referente al villano de la película (espléndido Benedict Cumberbach) y la recreación de situaciones míticas de uno de los episodios cinematográficos más destacados de la saga, pero al mismo tiempo también da pie a una de las situaciones más tramposas y endebles de la película, la aparición de Spock Prime. La excusa para ofrecer el inevitable cameo de Leonard Nimoy provoca un Deux Ex Machina garrafal (¿recuerdan aquella escena de “Spaceballs. La Loca Guerra de las Galaxias” donde Casco Oscuro utilizaba una copia pirata de la película para localizar a los protagonistas? Bueno, pues esto viene a ser algo similar). Por el resto, Abrams repite la fórmula de éxito de la primera parte. Ya desde ese arranque inspirado en el prólogo de “En Busca del Arca Perdida”, el cineasta vuelve a dejar claro que su impronta no va por la línea dura de la saga Trek y su tendencia a la ciencia ficción especulativa (tanto en lo filosófico como en lo social o cultural), sino por acercar los postulados de la franquicia a los referentes clave en su filmografía como Steven Spielberg o George Lucas. A la cinta no le faltan guiños a la mitología de la franquicia, destacando (aparte de lo concerniente al personaje de John Harrison) la presentación de personajes clave del universo Trek como los Klingons. El director cede terreno a la hora de mantener el planteamiento coral de su anterior película y centra su atención más en la dicotomía entre razón y emoción siempre encarnada por el contraste de personalidades entre Kirk y Spock. Por otro lado, esa oscuridad a la que se refiere el título se concentra en los conceptos de lealtad y sacrificio que los dos protagonistas tendrán que replantearse a lo largo de la trama.
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Es cierto que Alex Kurtzman y Robert Orci (a los que además se suma en esta ocasión el también polémico Damon Lindelof) vuelven a priorizar en el guion el efectismo sobre la coherencia argumental, sin embargo, la mezcla de humor, aventura y acción desmedida compone una película espectacular y divertida. A esto hay que sumarle también unos espléndidos efectos especiales y una vibrante partitura musical de Michael Giacchino, quien integra con mayor eficacia su nuevo tema principal en la acción, al mismo tiempo que ofrece fantásticas nuevas incorporaciones como el tema que acompaña al atentado inicial en Londres o el enfrentamiento con los Klingons. “Star Trek. En la Oscuridad” es, por lo tanto, una cinta irregular, pero, pese a todo, en nuestra opinión, consigue elevarse como uno de los blockbusters más disfrutables de este periodo estival.
“PACIFIC RIM”. SI NO SON MACROMACHINES, NO SON LOS AUTÉNTICOS
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Guillermo del Toro es uno de los nuestros. No es un realizador al uso, sino que realmente comprende y se identifica con ese legado del género fantástico del que beben sus películas. Al contrario que otros directores que se acercan al género sin una conexión previa con sus características, Del Toro se desenvuelve con soltura por estos campos siniestros y siente empatía por los monstruos que los habitan. De hecho, sus películas juegan precisamente con bagaje previo. Si hay algo que no podemos echarle en cara es que conoce cada uno de los mimbres que ha de manejar. Él mismo ha rechazado proyectos suculentos como la tercera entrega de Harry Potter, aludiendo que el suyo no es un cine de niños que hacen magia, sino de los monstruos que se los comen.Tal vez por esa personalidad que no termina de cuajar con las exigencias de la industria, los últimos años han sido tiempos duros para Guillermo del Toro. Tras dirigir en 2008 “Hellboy 2. El Ejército Dorado” y con el éxito internacional de “El Laberinto del Fauno” aún cercano, al director se le planteó la oferta de su vida, sustituir a Peter Jackson al frente de las adaptaciones de la obra de J.R.R. Tolkien y encargarse de “El Hobbit”. Tras dos años de trabajo, la producción no parecía despegar y Del Toro tuvo que abandonar el proyecto. A continuación se embarcó en otro sueño dorado, la adaptación de “Las Montañas de la Locura” de H.P. Lovecraft, para la que también invirtió un tiempo precioso de su vida, encontrándose con que la película era cancelada debido a su elevado presupuesto. Tras este periplo, el director necesitaba de un producto abiertamente comercial con el que recuperar puestos dentro de la industria de Hollywood y qué mejor que una cinta de monstruos y robots gigantes, repleta de efectos especiales, humor, escasa complejidad argumental, que pudiera vender bien a los productores de Hollywood y que se pudiera estrenar en un plazo razonable. Lo que generalmente se llama un producto alimenticio y que a veces parece difícil de explicar desde la etiqueta de “autor”. Sin embargo, no nos equivoquemos. “Pacific Rim” no será la película definitiva de monstruos y mechas (ni pretende serlo), pero sí es una película 100% de Guillermo del Toro.
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En manos del cineasta, “Pacific Rim” no es una cinta de verano al uso. Lo que para otro director podría haber sido un mero espectáculo de luces, él lo convierte en un sentido homenaje a dos subgéneros de ascendencia nipona, el Kaiju Eiga y el Supaa Robotto (además de a la lucha libre mexicana y al bestiario lovecraftiano), y lo hace de tal manera que para el espectador ocasional la experiencia sea un entretenimiento dinámico y espectacular de grandes efectos especiales, pero para el público iniciado sea un encadenado de referencias y guiños que ayudan a enriquecer las lecturas de la película. Olvídense del guion. A nivel literario, nos encontramos con una trama que podría haber dado para una trilogía, donde ya en el prólogo se nos presenta la llegada de los Kaiju, la creación de los robots, el primer triunfo humano y la caída del programa Jaeger (suficientes ingredientes como para haber constituido por sí solos una primera entrega de una saga). Por otro lado, la construcción de personajes no pasa del cliché y la caricatura, quedando la efectividad de los protagonistas en manos del carisma de los actores (no es por lo tanto casual que los personajes más llamativos estén interpretados por intérpretes de carácter como Idris Elba o Ron Perlman). Todo este proceso de síntesis hace que la película no ahonde en la historia que está contando y que los conflictos de los personajes estén esbozados a un nivel básico para lograr algo de empatía por parte del espectador. Sin embargo, desde el principio queda claro que lo que menos le preocupa al director es la simplicidad de la historia y lo plano de los personajes. Lo que verdaderamente le importa son los robots y los monstruos, lo otro es un impuesto argumental que hay que pagar para justificar la secuenciación de escenas de batallas.
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El triunfo del Guillermo del Toro no está entonces en lo que cuenta, sino en cómo lo cuenta, en el sentido lúdico que inunda toda la película y que incluso hace que podamos perdonarle su tibieza argumental. Básicamente la estructura de la película está construida en base a cinco impactantes set pieces donde escenificar con detalle los enfrentamientos entre los Jaegers y los Kaiju. Es en este apartado donde el cineasta demuestra que no es un realizador al uso colocado por el estudio, consiguiendo devolvernos a ese periodo de la infancia en el que con juguetes en las manos fantaseábamos con grandes enfrentamientos titánicos. Del Toro no quiere una puesta en escena moderna, con planos de cinco segundos y un montaje rápido que no permita al espectador percatarse de lo que sucede en pantalla. Él quiere impactarnos con cada plano, jugar con la perspectiva para abrumarnos con la escala de los contendientes y que sintamos el impacto de los golpes como una avalancha. De hecho, prescinde del uso de armas de fuego, las batallas entre los titanes son a la antigua usanza, es decir, a trompazo limpio. Desde esta perspectiva, lo único que podemos echar en cara a la película es que el clímax final no está a la altura de las set pieces anteriores. La visita al reino de Los Profundos resulta escasa y poco imaginativa frente a la desbordante imaginería exhibida en el resto de la película. “Pacific Rim” es, por lo tanto, un divertimento de autor, una chispeante frivolidad perpetrada por un artista al que la industria le ha vetado proyectos más ambiciosos y complejos.
“ELYSIUM”. LOS MUERTOS Y LOS ILUMINADOS
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Una de las últimas incorporaciones al listado de vulgar auteurs es Neill Blomkamp. Ya desde sus primeros cortometrajes (especialmente “Alive in Joburg” de 2006) empezó a apuntar un estilo particular y una preferencia por el género de la ciencia ficción como metáfora de los males de la sociedad moderna. Su puesta de largo en 2009 con “Distrito 9” le situó a nivel internacional como un virtuoso de la cámara y el montaje, con capacidad para la ciencia ficción con mensaje sin prescindir del componente comercial y lúdico de la acción más trepidante. Nacido en Sudáfrica, Blomkamp buscaba establecer con su película una reflexión sobre el pasado de su país con el Apartheid y sobre la desproporcionada distribución de la riqueza entre las clases altas y las más desfavorecidas. Por otro lado, el cineasta, quien poco antes se había postulado como alternativa para dirigir una adaptación del videojuego “Halo” (gracias al aval de Peter Jackson, también productor de “Distrito 9”, pero vetado por el estudio al no ser un nombre conocido), supo incorporar a su puesta en escena elementos narrativos propios del lenguaje de los videojuegos. Además, la cinta se distinguía de la típica producción estadounidense por su representación de la violencia, con planos abiertamente sangrientos y desagradables que apuntaban más bien a una época pretérita del cine. Es cierto que a la par que ofrecía este conjunto de aciertos, la trama se apoyaba en un guion agudo, pero tramposo, donde el personaje protagonista pasaba de ser un gris burócrata, lerdo y calzonazos, a manejar armamento alienígena y estrategias de combate de manera sorprendente e injustificada. Con un presupuesto de 30 millones de euros, la cinta se alzó con una recaudación mundial de casi 211 millones de dólares y con cuatro nominaciones a los Oscars, incluyendo los apartados de mejor guion original y mejor película.
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Tras este éxito, Neill Blomkamp pasó de ser un joven realizador desconocido a uno de los realizadores más solicitados de Hollywood. Sin embargo, lejos de dejarse tentar por los cantos de sirena de algún encargo multimillonario, el cineasta prefirió seguir apostando por proyectos propios con “Elysium”, aunque saltando ya a un presupuesto más holgado de 115 millones de dólares. La clave a la hora de conseguir este dinero y al mismo tiempo la capacidad de mantener libertad creativa la encontramos también en la presencia de su actor protagonista, Matt Damon. En esta segunda película seguimos encontrando algunas claves de su opera prima, especialmente en esa fusión de ciencia ficción especulativa, reflexión político-social y acción descarnada. Rodada entre Canadá y México, la cinta nos traslada a un futuro donde las fronteras sociales llegan literalmente a niveles astronómicos. La clase social privilegiada vive en un satélite artificial protegido y exclusivo donde se ha erradicado la delincuencia y la enfermedad. La tierra es considerada un estercolero, donde el resto de la población sobrevive como puede, reprimida en un estado policial, en condiciones de explotación laboral y sin los necesarios servicios sanitarios. En este contexto distópico, el director propone un mensaje criticando las políticas de inmigración actuales y abogando por un sistema sanitario gratuito y universal. Como hiciera en “Distrito 9”, esta reflexión la disfraza de cinta de acción, con un antihéroe protagonista, cubierto de un exoesqueleto de metal que le proporciona una fuerza superior con la que enfrentarse a las represivas fuerzas del sistema. La puesta en escena es contundente y poderosa, magníficamente realizada, con una inteligente combinación de elementos digitales con efectos físicos. El salto a Hollywood no ha coartado a Blomkamp su gusto por una violencia explícita, con apuntes gore que sorprenden en una producción comercial y veraniega de este tipo. El diseño de producción también aporta a la cinta una estética distintiva y, en ningún momento, el apartado visual busca imponerse al argumental.
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Sin embargo, como también sucedía con “Distrito 9”, estas virtudes se ven afectadas por un guion irregular y tramposo. Hay un grave desequilibrio entre la descripción que se hace de los habitantes de la Tierra y la representación de la sociedad de Elysium. Los primeros están más definidos, el director se preocupa por subrayar su situación de sometimiento, así como los brotes de libertad en busca de ese paraíso celestial que para ellos supone el satélite donde vive la población privilegiada. Sin embargo, el acercamiento a los segundos es muy deficiente, basado en el cliché y la caricatura para favorecer el posicionamiento en su contra del espectador. Esto queda también reflejado en los papeles principales. Los personajes de Max (Damon) y Frey (Alice Braga) están más trabajados, conocemos sus conflictos internos, hay en ellos además una ambivalencia moral que los hace psicológicamente más ricos e interesantes. Por otro lado, tanto la Secretaria Rhodes (Jodie Foster) como el agente Kruger (Sharlto Copley, protagonista de “Distrito 9” y actor fetiche de Neill Blomkamp) son personajes grotescos, exagerados, más propios de un dibujo animado. Afortunadamente, en estos casos, la construcción del personaje no coarta las excelencias de sus intérpretes. Matt Damon vuelve a demostrar su habilidad para aportar un componente emocional a una interpretación eminentemente física, de manera que resulta verosímil en las escenas de acción, al mismo tiempo que aporta humanidad al personaje. Foster hace un retrato excepcional de esa arpía clasista y arribista, consiguiendo el odio del espectador desde un primer momento sin perder la elegancia, mientras que Copley disfruta con el sadismo y la brutalidad de su personaje, sin embargo, nos quedamos con las ganas de disfrutar de un trabajo más sólido de estos actores de haber contado con papeles menos endebles. A esto se suma que después de dos actos perfectamente construidos, el clímax final de la película se desarrolla de manera precipitada y simplista. La llegada a Elysium y la forma en que se resuelve el conflicto resulta excesivamente naif e idealizada. En cualquier caso, pese a estas asperezas, “Elysium” sigue siendo un producto de calidad, una interesante propuesta de cine comercial donde los aspectos de género y el entretenimiento no están reñidos con el discurso social. Blomkamp mantiene sus virtudes como autor cinematográfico, pero al que aún le quedan asperezas por refinar y perfilar.
“DOLOR Y DINERO”. SIN DOLOR, NO HAY RECOMPENSA
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Para los cinéfilos de pro, Michael Bay es el demonio. Su nombre hace referencia al cine comercial más artificioso y zafio de la actualidad, con su narrativa de video clip de Meat Loaf, donde el volumen de las explosiones está pensado para tapar la falta de guion y donde el catálogo de personajes tiene la profundidad psicológica de una ameba. Esta fama se la ha ganado a pulso con películas como las dos entregas de “Dos Policías Rebeldes” o la trilogía de “Transformers” y cuando el director ha intentado salirse de su etiqueta, como con “Pearl Harbour” o “La Isla”, el experimento le ha salido rana y las ínfulas argumentales acabaron sepultadas de nuevo bajo una amalgama de explosiones y efectos especiales. De su filmografía, los títulos mejor valorados son “La Roca” (en gran parte gracias al carisma de actores como Sean Connery, Nicholas Cage o Ed Harris) y “Armageddon” (donde además de su heterogéneo reparto, salvaba la película su tono gamberro que dejaba claro que la cinta no se tomaba en serio a sí misma), sin embargo, con contadas excepciones (de nuevo “Pearl Harbour” y “La Isla”), sus películas han sido todas éxitos extraordinarios en taquilla, capaces de ofrecer grandes beneficios al estudio a pesar de sus kilométricos presupuestos (cada entrega de “Transformers” rondó los 200 millones de dólares). A pesar de todo esto, no nos sonroja afirmar que, bajo esa fachada de estrella del rock de la industria de Hollywood, reside el más claro exponente de vulgar auteur que nos ha deparado el cine moderno. Michael Bay ha establecido a lo largo de sus dieciocho años de carrera en el cine un sello particular, imitado hasta la saciedad por miles de nuevos aspirantes a directores, pero hasta la fecha nunca igualado. Lo único que le faltaba al director era ese proyecto atípico con el que demostrar que no es únicamente perpetrador de blockbusters insubstanciales y, por fin, parece que lo ha conseguido. Tras los fallidos intentos de desencasillarse como “Pearl Harbour” y “La Isla”, “Dolor y Dinero” nos ha dejado ver la faceta más independiente y corrosiva del cineasta y su mejor película junto con “La Roca”.
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Al igual que comentábamos sobre Baz Luhrmann, Michael Bay tampoco es un director sutil. El suyo es un cine de trazo grueso y en “Dolor y Dinero” el grosor viene medido por los bíceps de sus protagonistas. Basado en un hecho real que tuvo lugar a mediados de los años 90, el cineasta lleva persiguiendo esta historia desde el año 2000, cuando leyó los artículos del periodista Pete Collins en los que se narraba esta inverosímil historia. Conocedor de lo absurdo de todo, Collins imprimió a su relato un tono ácido y excesivo, que posteriormente ha sido respetado para la adaptación cinematográfica. Todo en la puesta en escena está pensado para subrayar un mundo de espejos distorsionados y falsas apariencias. Aunque el tono irónico y caricaturesco establece una distancia de seguridad del espectador con respecto a los personajes, el cineasta narra la historia desde la perspectiva de estos, ayudándose de todos los elementos que tiene a su alrededor. Así, por ejemplo, que la acción se desarrolle en la ciudad de Miami, donde tuvo lugar la historia real, aporta también esa atmósfera de un lugar que exuda la filosofía de culto al cuerpo y al exceso grotesco. Su protagonista, Daniel Lugo (un Mark Walhberg que nos ofrece uno de los mejores trabajos de su carrera, en sintonía con aquel Dirk Diggler de “Boogie Nights”), tiene dos obsesiones: su físico y ser reconocido como un hombre de éxito. Se trata del mundo de las apariencias donde para ese antihéroe el triunfo y la realidad se pueden moldear igual que hace con su cuerpo a través del fitness. Para sentirse un triunfador, Lugo necesita un reconocimiento social, igual que para sentirse un hombre fuerte y musculoso requiere del halago externo que refuerce su autoestima (algo que queda claro desde la primera escena en la que el protagonista está haciendo abdominales en una fachada).
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“Dolor y Dinero” supone una ruptura con la trayectoria anterior del cine de Michael Bay. Con el presupuesto más bajo de su carrera desde su debut con “Dos Policías Rebeldes”, no se trata de una cinta de acción, sino una comedia negra (negrísima), grotesca y excesiva, donde el ritmo de la narración no viene determinado por las persecuciones y las explosiones que siempre han imperado en su carrera, sino en la interacción de los tres personajes protagonistas y (sí, aunque suene extraño decirlo cuando nos referimos a Michael Bay) en el guion. “Dolor y Dinero” es la primera película del cineasta que verdaderamente se sustenta en un trabajo de guion y construcción de personajes. A nivel interpretativo, contamos con unos Mark Wahlberg y Dwayne Johnson en plena sintonía con sus papeles, frente a Anthony Mackie, quien pese a su excelente trabajo, queda en desventaja por la falta de carisma de su personaje. Tony Shalhoub y Ed Harris hacen también sendas espléndidas composiciones dando peso a los secundarios, brillando especialmente el primero en sus interacciones con Dwayne Johnson. Menos trabajado resulta el apartado femenino. Ya de por sí el cine de Michael Bay nunca se ha caracterizado por un gran desarrollo de estos personajes, evidenciando siempre una lectura tremendamente machista. Aquí no es para menos, de hecho, el personaje de Sorina Luminita (interpretado por Bar Paly) es el summum de las rubias tontas de la filmografía de este cineasta. El papel de Rebel Wilson tiene un poco más de peso, pero igualmente queda demasiado desdibujado como para tener verdadera entidad. Es cierto que el director emplea sus recursos narrativos habituales (travellings circulares y ascendentes en ralentí entorno al protagonista, planos generales a cámara lenta del trío de culturistas con explosión de fondo, montaje rápido y de planos cortos para la huida de la policía), sin embargo, aquí ese estilo enfático de Michael Bay juega una función diferente, ya que va en sintonía con el tono épico y megalómano con el que el protagonista interpreta los acontecimientos desde su personalidad psicopática. La violencia que se describe no es la propia del cine de acción moderno, sino un compendio de escenas de torturas y descuartizamientos que elevan al máximo exponente el tono de humor negro y macabro de la película. Todo esto convierte a “Dolor y Dinero” en una propuesta inesperada y gratificante por parte de un director que parecía que lo tenía todo dicho y que, de repente, ha sabido reciclarse y demostrar que su firma sirve para algo más que para aparatosos juguetes cinematográficos. Evidentemente, su recaudación está lejos de poder competir con sus títulos más taquilleros, pero sí podemos encontrar en ella ingredientes para convertirse en una película de culto instantáneo.
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