martes, 28 de septiembre de 2010

DONACCIÓN. TRASPLANTES EN EL CINE.

“Los Ojos sin Rostro”

1. INTRODUCCIÓN

Que la donación de órganos es donar vida a esta altura del partido no lo pone en duda nadie. Lo que en épocas anteriores era ciencia ficción y un dilema de dimensiones éticas, hoy en día es una práctica aceptada y, afortunadamente, en constante progreso. Sin embargo, resulta curioso que lo que ya está asentado en la sociedad sigua cargando a menudo con un cierto tributo ancestral peyorativo en expresiones culturales como el cine o la literatura.

2. EL MAL COSIDO AL MAL

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Cuando en 1818 hizo su aparición por primera vez la obra de Mary Shelley “Frankenstein”, su intención era principalmente poner en tela de juicio la ética de los avances científicos y la necesidad del ser humano de equipararse a Dios. Sin embargo, de manera tangencial introdujo en el subconsciente colectivo otro concepto, el vínculo entre las partes de cuerpo con el alma de la persona. “El mal cosido al mal”, lo definió Shelley: Si recibimos un órgano de una persona malvada, parte de esa maldad entrará en nosotros y nos veremos afectados por su personalidad. Ese mismo concepto se ha perpetuado no sólo en las múltiples adaptaciones que ha ofrecido el cine de esta obra, sino también en otras películas que toman la novela de Shelley como referencia o punto de inspiración.

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Junto con la siempre presente referencia a “Frankenstein”, una cinta de gran influencia en el Séptimo Arte es “Las Manos de Orlac”, basada en la novela de Maurice Renard y llevada al cine por primera vez en 1924 por Robert Wiene, el autor de “El Gabinete del Doctor Caligari”. En ella las manos de un asesino condenado a muerte le son trasplantadas a un pianista después de un grave accidente. Tras la operación, sus nuevas manos mantendrán los instintos asesinos de su anterior dueño. Esta novela ha contado con otras versiones cinematográficas posteriores, además de servir de inspiración a múltiples películas donde variaban los órganos trasplantados, siendo especialmente recurrente el trasplante de córneas.

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Un ejemplo reciente es “The Eye”, tanto en su versión hongkonesa de 2002 como en la norteamericana de 2008. En ambas la protagonista, ciega de nacimiento, recibe, junto con sus nuevas córneas, la capacidad de la donante de ver los espíritus que nos rodean. El trasplante se convierte por un lado en milagro, ya que le proporciona al receptor algo de lo que estaba privado, pero también una maldición, ya que con los órganos hereda también los males de la otra persona.

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Tampoco especialmente halagüeño es el esquema presentado en títulos como la cinta de 1994 “Sola en la Penumbra”. Aquí no existe ningún tipo de transmisión metafísica al receptor por parte del donante, pero sí la idea de que, tras la operación, el trasplantado debe enfrentarse a un periodo de inestabilidad en el que es más vulnerable. La protagonista de la película es una mujer, también ciega de nacimiento, quien tras recuperar la vista es testigo de un asesinato, con la peculiaridad de que no es consciente de ello hasta horas más tarde cuando su cerebro es capaz de asimilar la nueva información.

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Otro título clásico de referencia es “Los Ojos sin Rostro”, dirigida en 1960 por el francés Georges Franju. En ella un eminente doctor, llevado por la culpabilidad de haber sido el responsable de la desfiguración del rostro de su hija, inicia una serie de experimentos para trasplantarle un nuevo semblante. Para ello secuestra y asesina a jóvenes adolescentes, sin percatarse del cada vez más inestable estado mental de aquellos que participan en el experimento (él mismo, su ayudante, la enfermera Louise, y su hija).

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Contradiciendo a Mary Shelley, el director hongkonés John Woo presentaba también en su película “Face Off. Cara a Cara” una historia de trasplantes faciales, con la particularidad de que los dos protagonistas son las dos caras de una misma moneda: un policía íntegro y un asesino sádico. Aquí el juego se plantea precisamente por el contraste de mantener cada uno sus propias personalidades tras el cambio de rostro, intentado fingir ser lo que no son.

3. UN ACERCAMIENTO HUMORÍSTICO

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Como contraste a este conjunto de películas pertenecientes en su mayor parte al género de terror, podemos encontrar un pequeño grupo de títulos que ofrecen un acercamiento humorístico, por regla general haciendo uso de un estilo de comedia gruesa, con profusión de chistes de carácter sexual. La obra de Mary Shelley tuvo su remedo paródico en la cinta de Mel Brooks, “El Jovencito Frankenstein”. Aquí un gag recurrente parte de la necesidad de contar con órganos de grandes dimensiones para que el proceso de devolver a la vida el cuerpo sea efectivo, lo que da paso a múltiples referencias sobre la dotación genital de la criatura.

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Aprovechando el desarrollo de los primeros trasplantes, la comedia ligera española e italiana de los años 70 y 80 también hizo mofa de este avance médico. Así, por ejemplo, en “Trasplante a la Italiana”, un anciano multimillonario recién casado con una jovencita muy fogosa ofrece una gran fortuna a aquel que se preste a un pequeño trasplante, mientras que, en “El Donante”, Andrés Pajares es un popular presentador de radio con gran éxito con las mujeres, quien decide donar sus órganos. Tras su muerte descubrirá que el Más Allá está repleto de mujeres desinhibidas, pero que él ya no cuenta con la herramienta necesaria para satisfacerlas.

4. REDENCIÓN

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Afortunadamente no todos los acercamientos al tema de los trasplantes dan una visión tan oscura o frívola. El acto de salvar la vida de otra persona con una parte de tu cuerpo o de poder continuar tu vida gracias a los órganos de otro tiene un componente de redención que también ha sido explotado por el cine. Redención para el donante porque así puede expiar sus pecados, redención también para el trasplantado porque tiene una nueva oportunidad para enmendar su vida. Por otro lado, la insuficiencia de algún órgano y la necesidad de un trasplante son cosas que afectan al enfermo a todos los niveles, no sólo el fisiológico, suponiendo también un impacto en su entorno social, familiar y sentimental. En el cine reciente podemos encontrar algunas muestras de ello.

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En la cinta de 2002 “Deuda de Sangre”, Clint Eastwood interpretaba a un policía retirado quien descubre las pistas para atrapar a un huidizo asesino en serie gracias al nuevo corazón que le han trasplantado. Gracias a esta donación, cumplirá una doble misión, cerrar un caso que nunca pudo resolver y vengar la muerte de la persona cuyo corazón late en su pecho.

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Ese mismo año se estrenaba “John Q”, una película centrada en temas como la situación de la sanidad privada en Estados Unidos, el comportamiento inhumano de los seguros médicos y el racismo. El protagonista de la historia, interpretado por Denzel Washington, un hombre íntegro y honesto que siempre ha cumplido con sus responsabilidades sociales y familiares, debe arriesgar su libertad y su propia vida, saltándose la ley, para denunciar un caso abusivo de discriminación y conseguir el nuevo corazón que necesita su hijo para sobrevivir.

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En ocasiones el trasplante llega tarde para redimir al enfermo. En “21 Gramos”, el personaje interpretado por Sean Penn recibe un corazón procedente de la víctima de un accidente. Sin embargo, eso no cambia el rumbo de su vida, marcado por la depresión y el distanciamiento de su mujer. Cuando su cuerpo empieza a rechazar el nuevo órgano, su vida confluye con la de la esposa del donante y el autor del accidente que acabó con su vida, produciéndose un choque emocional en el que cada cual deberá redimirse de sus actos más sombríos.

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Los protagonistas de la cinta española de 2007 “Lo Mejor de Mí”, se enfrentan a la necesidad de un trasplante desde dos perspectivas. Por un lado la fisiológica, que supone el desgaste físico del enfermo y lo agresivo de los tratamientos médicos. Por otro, a nivel emocional, por cómo una pareja afronta un problema de esta magnitud y cómo influye en su relación.

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Una de las últimas películas en tratar el tema del trasplante ha sido “Siete Almas”, protagonizada en 2008 por Will Smith. Aquí, la donación de órganos se vuelve a presentar como un medio para expiar pecados. El protagonista sufre un profundo sentimiento de culpabilidad por un acto del pasado, sacrificándose para cambiar la vida de siete personas. Se trata de una historia de humanidad que demuestra que realmente la generosidad de un individuo puede suponer el aporte de esperanza que reactive la vida de otros.

5. CONCLUSIÓN

Y es que, al final Mary Shelley tampoco estaba tan errada en su planteamiento. Generar vida a partir de los órganos de una persona malvada no supone heredar sus pecados, pero tal vez sí sea cierto que parte de la esencia del donante queda cosida en el trasplantado y los logros que éste pueda alcanzar sumarán también entre las recompensas de aquel que ha ayudado a impulsarlos.

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* Este artículo sirvió de guión para los reportajes presentados en el programa Donacción (producido por Creacción.tv para Televisión Canaria 2) de los días 18 y 25 de septiembre.

lunes, 27 de septiembre de 2010

EL TÁNDEM MARTIN SCORSESE - LEONARDO DICAPRIO

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1. INTRODUCCIÓN

Para muchos Martin Scorsese es uno de los mejores directores en activo con los que cuenta el cine norteamericano, toda una leyenda autor de títulos emblemáticos como “Taxi Driver”, “Toro Salvaje” o “Uno de los Nuestros”. Sin embargo, hasta un director de estas características necesita mantener vínculos con las nuevas generaciones de espectadores, por lo que en los últimos años su carrera ha estado estrechamente relacionada con la de Leonardo DiCaprio, un actor que tras el éxito extraordinario de “Titanic” pasó a convertirse en ídolo para adolescentes. La complicidad entre director y actor ya ha generado hasta la fecha cuatro películas, habiendo sido premiada la penúltima de ellas, “Infiltrados”, entre otros galardones, con dos Oscars a mejor película y mejor director.

2. PREVIOS

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Prácticamente desde el principio de su carrera, Scorsese ha contado con la colaboración del que hasta ahora era su actor fetiche, Robert DeNiro, sumando juntos un total de 8 películas: “Malas Calles”, “Taxi Driver”, “New York, New York”, “Toro Salvaje”, “El Rey de la Comedia”, “Uno de los Nuestros”, “El Cabo del Miedo” y “Casino”. Otro nombre recurrente en el reparto de las películas de Scorsese es Harvey Keitel, quien protagonizó las primeras películas del director (“¿Quién llama a mi puerta?” y “Malas Calles”), para pasar a ocupar papeles secundarios en “Alicia ya no Vive Aquí”, “Taxi Driver” y “La Última Tentación de Cristo”. El cine de Scorsese se ha caracterizado siempre por ser una mezcla perfecta entre clasicismo y modernidad visual, con gran detenimiento en la descripción de personajes y la dirección de actores.

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Por su parte Leonardo DiCaprio empezó a destacar en el cine y la televisión a muy pronta edad. Su primer gran papel le llegó de la mano del director Lasse Hallstrom con “¿Quién Ama a Gilbet Grape?”, con la que obtuvo también su primera nominación a los Oscars. Ese mismo año protagonizó, precisamente junto a Robert DeNiro, “Vida de este Chico”, especializándose a continuación en películas de corte independiente como “Diario de un Rebelde” o “Vidas al Límite”. Sin embargo su paso por títulos comerciales como “Romeo y Julieta” o la ya mencionada “Titanic” le supuso un salto al estrellato con el que el actor no estaba muy cómodo. Tras jugar el papel de estrella de Hollywood en películas como “El Hombre del Máscara de Hierro”, el actor prefirió regresar a producciones más arriesgadas y que demandaran más de él como intérprete. Fue en ese momento en el que encadenó dos proyectos con dos de los directores más prestigiosos de la industria, “Atrápame si Puedes” con Steven Spielberg y “Gangs of New York” con Martin Scorsese.

3. GANGS OF NEW YORK

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“Gangs of New York” era un proyecto largamente ambicionado por Scorsese, ideado por primera vez en 1978, después del éxito de “Taxi Driver”. El director intentó levantar la producción en varias ocasiones a lo largo de su carrera, pero siempre había algún obstáculo que se lo echaba abajo. Dicen las malas lenguas que cuando Leonardo DiCaprio llegó al rodaje, los primeros días su comportamiento era el de una estrella caprichosa, hasta que en una reunión privada, Scorsese le leyó la cartilla al actor y a partir de ese momento se le bajaron los humos. Sea cierto esto o no, la imagen que proyectan estos dos artistas desde este primer trabajo ha sido bastante cordial. Más allá de su interés común en hacer películas de calidad y alejadas del patrón de las superproducciones de Hollywood, actor y director parecen compartir un gusto cinéfilo similar. Scorsese alabó la madurez personal e interpretativa del actor, mientras que Dicaprio siempre se ha referido a Scorsese como un maestro con el que ha aprendido mucho sobre el oficio, pero también sobre toda la herencia del cine a lo largo de su historia.

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En su papel de Amsterdam Vallon, Di Caprio demostró un esfuerzo interpretativo superior al de cualquiera de sus trabajos anteriores. Si bien la presencia de un soberbio Daniel Day Lewis le arrebató protagonismo, el actor supo defender muy bien su personaje, confirmándose valedor de la confianza depositada en él por parte de Scorsese. Para el director la película supuso un verdadero viacrucis, ya que tras las complicaciones del rodaje, tuvo que enfrentarse a la temible tijera de los hermanos Weinstein, quienes le obligaron a reducir más de una hora de metraje, algo que afecta sobre todo a la resolución final, que termina siendo precipitada y no tan espectacular como estaba prevista.

4. EL AVIADOR

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Dos años más tarde actor y director volvieron a coincidir en “El Aviador”, biopic del multimillonario, empresario y cineasta Howard Hughes. La película partía de un ambicioso guión escrito por John Logan (“Gladiator”, “El Último Samurai”) que se centraba en 17 años de la vida del personaje, en los que se ilustraba su ascenso en el mundo de los negocios, su obsesión por la aviación, el cine y las mujeres, sus conflictos con el gobierno y los primeros síntomas de la enfermedad mental que acabó convirtiéndole en un recluso en su propia casa. Esto permitió a Scorsese realizar una película visualmente deslumbrante, en la que además depositar su sabiduría y su amor por la Era Dorada de Hollywood. Por la pantalla desfilaron personajes como Katherine Hepburn, Ava Gardner, Errol Flynn, o Jean Harlow, a los que daban vida de manera muy convincente Cate Blanchett, Kate Beckinsale, Jude Law o Gwen Stefani.

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Por su parte DiCaprio volvió a poner toda la carne en el asador con este personaje, intentado dar credibilidad a sus diferentes facetas. El actor consiguió gracias a este trabajo su segunda nominación a los Oscars, sin embargo a la postre su rostro aniñado terminó pasando factura a su interpretación. La película cubre la vida de Hughes desde que tenía 25 años hasta los 42, y si bien cuando rodó la película DiCaprio tenía 30 años, la impresión a lo largo de todo el metraje es la de ser demasiado joven para el papel. En esta ocasión Scorsese logró presentar una cinta más compacta y homogénea que “Gangs of New York”, aunque también es cierto que un tanto alejada de los verdaderos momentos de genio de aquella.

5. INFILTRADOS

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En 2006 Martin Scorsese recibió el encargo de rodar “Infiltrados”, remake de una película hongkonesa de gran éxito titulada “Infernal Affairs” (“Juego Sucio”, en su traducción en la edición en DVD para España). Experto en el cine de mafias gracias a títulos como “Malas Calles”, “Uno de los Nuestros”, “Casino” o “Gangs of New York”, Scorsese se adentró en el mundo de la mafia irlandesa en Chicago, ofreciendo un papel estelar como jefe mafioso a Jack Nicholson.

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Aparte de Nicholson, la cinta se basaba sobre todo en el duelo interpretativo entre DiCaprio y Mat Damon, como los dos infiltrados en la mafia y la policía respectivamente, quienes se dedican a pasar información a sus respectivos jefes. DiCaprio logró su interpretación más convincente en una película de Martin Scorsese, al contario que Damon, que resultó más plano en su papel. De la labor del director se alabó la contundencia de su puesta en escena y la habilidad con la que se sumergía en un ambiente tan concreto como la comunidad irlandesa, logrando la misma verosimilitud y detalle que en sus trabajos sobre la mafia italoamericana neoyorquina.

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“Infiltrados” fue la triunfadora en la ceremonia de los Oscars de ese año, llevándose las estatuillas a mejor montaje, guión, dirección y película. De esta manera la Academia de Hollywood pagaba su deuda pendiente con Martin Scorsese, para quien ésta era su octava nominación. Lástima que esta puesta al día fuera con una cinta de encargo, donde sí es cierto que el director daba muestras de su habitual virtuosismo y fortaleza visual, pero que estaba muy alejada del extraordinario trabajo de personajes y ambientes de otros trabajos anteriores. “Infiltrados” era un thriller policíaco puro y duro, alejándose poco de los mismos patrones y giros de trama que ya existían en la versión Hongkonesa.

6. SHUTTER ISLAND

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Leonardo DiCaprio y Martin Scorsese han vuelto a coincidir ahora en “Shutter Island”, un thriller de suspense con elementos sobrenaturales basado en una novela de Dennis Lehane, de quien ya se habían adaptado previamente “Mystic River” y “Adiós, Pequeña, Adiós”. Para acercarse al ambiente de la película, situada en el año 1952, el cineasta tomó como referencia dos títulos clásicos de la serie negra, “Laura” de Otto Preminger y “Retorno al Pasado” de Jacques Tourner, así como sendos trabajos de Alfred Hitchcock, “Recuerda” y “Vértigo”. En el apartado interpretativo, además de DiCaprio, contó con nombres de peso como los veteranos Ben Kingsley y Max Von Sydow. Curiosamente a pesar de lo amplio y variado de la filmografía de Scorsese, ésta era la primera vez que se acercaba a una historia de temática fantástica en un largometraje, un género con el que sólo se había atrevido en 1986 en el episodio “Cámara, Acción” de la serie de televisión “Cuentos Asombrosos”.

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Como propuesta de cine de género, “Shutter Island” se presenta como un ejercicio notable por parte de su director. Visualmente deslumbrante, la película vuelve a dar muestras de la maestría de este cineasta tras la cámara. Sin embargo, tal y como sucedía también en “Infiltrados”, se trata de un nuevo ejemplo de cine de género a manos de un artista del talento de Martin Scorsese, quien, tras las frías recepciones de “Kundun”, “Al Límite”, “Gangs of New York” o “El Aviador”, parece haberse plegado a patrones más comerciales (y aparentemente con éxito, “Shutter Island” se ha convertido en su película más taquillera). Por su parte Leonardo DiCaprio, continúa en su proceso de maduración como actor, aunque en este caso su interpretación peca de ser demasiado afectada, resultando más logrado su trabajo justamente posterior, “Origen”, con un personaje que guarda no pocos elementos en común con este Teddy Daniels.

7. CONCLUSIÓN

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Tras este nuevo trabajo conjunto los caminos de ambos artistas han seguido direcciones diferentes. Tras “Origen”, Leonardo DiCaprio se prepara para protagonizar (posiblemente junto a Joaquin Phoenix) “Hoover”, acerca de la vida del director del FBI J. Edgar Hoover que dirigirá Clint Eastwood. Mientras, Scorsese ya ha estrenado en la televisión norteamericana su serie para la HBO “Boardwalk Empire” y se encuentra en estos momentos rodando ‘La invención de Hugo Cabret’ (adaptación de una obra infantil de Brian Selznick sobre un huérfano que vive en secreto tras las paredes de una estación de tren en Paris, en los años 30, donde intenta reparar un robot con forma de hombre). Con este título Scorsese se quiere sumar a la moda del 3D, acompañándose para ello de un reparto de lo más variopinto (Chloe Moretz, Sacha Baron Chen, Ben Kingsley y Jude Law, entre otros). Otros proyectos que baraja este director son 'The Irishman' (donde Scorsese podría reunirse con Robert DeNiro y Joe Pesci, además de sumar a Al Pacino al reparto), “The Rise of Theodore Roosevelt” (biopic sobre los primeros años del vigésimo sexto presidente de los Estados unidos) y “Sinatra”, para la que se ha rumoreado la posibilidad de que DiCaprio acabe interpretando a La Voz. En cualquier caso, sea o no cierto este rumor y en vista de la buena relación que se ha forjado entre director y actor, estamos seguros de que en un futuro próximo sus pasos volverán a coincidir en algún proyecto.

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jueves, 23 de septiembre de 2010

TENIENTE CORRUPTO. CORAZÓN EN TINIEBLAS

1. “TENIENTE CORRUPTO” (ABEL FERRARA, 1992)
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Introducción. El “Taxi Driver” de los 90
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En 1976, la cinta “Taxi Driver” del director Martin Scorsese se convirtió en una pieza fundamental para entender el estado existencial de la sociedad norteamericana tras la guerra de Vietnam. Travis Bickle, al que daba vida Robert DeNiro, era un ex combatiente que regresaba a casa y no encontraba su sitio en la sociedad, pasándose las noches al volante de su taxi observando la degradación que le rodeaba y acumulando en su interior una rabia repleta de odio racista y homófobo. Este resentimiento provocaba una violenta explosión final, cuando, en una especie de acto de redención, se enfrentaba armado a un proxeneta y su banda con el fin de rescatar a una prostituta menor de edad. En 1992, el director Abel Ferrara presentaba otra historia ambientada en las calles de Nueva York, entre su prostitución, su tráfico de droga y su violencia, para reflejar de igual manera otro estado de vacío existencial ante el declive de la humanidad.
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Ferrara era ya por aquel entonces un director con reputación de agresivo y desgarrador, con gusto por historias de violencia ambientadas en las calles, potenciadas por un crudo realismo y un total desinterés por hacer concesiones de cara al espectador. Desde los principios de su carrera, con títulos como “Ángel de Venganza” o “Driller Killer”, este director demostró su conocimiento del entorno y los personajes, de esa violencia que yacía entre los proscritos de la sociedad y que provocaba que sus películas evidenciaran un doloroso realismo. Esto poco a poco se fue refinando hasta que en 1990 dirigió “El Rey de Nueva York”, donde ya todas las bases de su filmografía aparecían bien asentadas. “Teniente Corrupto” se estrenó justo a continuación de esta película, en 1992, y a fecha de hoy sigue manteniéndose, junto con “El Funeral”, como el exponente más depurado de su cine.
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El papel protagonista de la cinta recayó en manos de Harvey Keitel, un actor perteneciente a la generación de los 70, quien en los primeros años de su carrera se había granjeado una magnífica reputación como intérprete gracias principalmente a sus trabajos en las primeras películas de Martin Scorsese. Keitel se convirtió de esta manera en otro nexo de unión entre la cinta de Ferrara y “Taxi Driver”. Durante parte de la década de los 80 la carrera de este actor había ido perdiendo predominancia en la industria, sin embargo a principios de los 90 volvió a convertirse en el actor fetiche del nuevo cine independiente gracias a su éxito con películas como “Reservoir Dogs” de Quentin Tarantino o “El Piano” de Jane Campion. El papel de “Teniente Corrupto” le llegó precisamente después de apadrinar la opera prima de Tarantino, convirtiéndole en el intérprete ideal para reflejar el vacío existencial del personaje. El actor ofreció a lo largo de toda la película un auténtico tour de forcé interpretativo, atreviéndose con algunas escenas de alto riesgo y que, sin duda, daban muestra de su coraje artístico.
Sexo, Drogas, Violencia y Redención
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El Teniente Corrupto del título no se presenta como un héroe o un villano, es más bien ese espacio que queda en medio de estas dos categorías y al que podríamos denominar anti-héroe. Durante gran parte de la cinta, especialmente en la primera mitad, Ferrara se esfuerza en demostrar que no estamos ante alguien heroico, mostrándonos cómo comete actos abominables no sólo para un agente de la ley, sino para cualquier ser humano. No conocemos nada del personaje, cuál es su pasado ni qué le ha llevado a esa situación, ni siquiera su nombre, pero lo cierto es que nos encontramos ante alguien que ha perdido por completo la fe en su oficio o en el ser humano. Podemos aventurar que al estar rodeado continuamente por violencia y degradación, finalmente ha sucumbido convirtiéndose en un miembro más de aquello que oficialmente debería combatir.
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Ferrara presenta a su protagonista rodeado por completo de vicios. Ya desde el principio de la película vemos como esnifa cocaína tras dejar a sus hijos en el colegio, y a lo largo del metraje le veremos consumir crack o inyectarse heroína. El alcohol es otra muesca en su continuo camino de degradación. Desde el personaje de Pike Bishop en “Grupo Salvaje” no se veía en pantalla a nadie pegar sus labios a una botella con tanta necesidad de autodestrucción. El derrumbe físico y anímico del personaje es representado por el director no sólo con la portentosa interpretación de Keitel, sino con una paulatina desestabilización del plano. Al principio, Ferrara opta por planos fijos y estables, mientras que en el último tercio de la película abundan las tomas cámara al hombro que acompañan el errático deambular del protagonista.
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En este proceso de degradación juega un papel importante la representación del sexo. Las tres escenas de contenido sexual de la cinta tienen un mismo elemento en común, la humillación de alguno de los personajes. La primera de ellas nos muestra al protagonista borracho y drogado, acompañado por dos prostitutas. Mientras las dos mujeres fingen un coito, el protagonista está completamente sumido en su propio mundo, quedándose solo, dependiente de la botella de alcohol y lloriqueando desnudo ante su propia degradación. La segunda escena es una de las más impactantes de la película, aquella en la que nuestro antihéroe obliga a dos chicas adolescentes a desnudarse y realizar actos obscenos mientras él se masturba en plena calle. Y por último tenemos la escena de la violación en la iglesia, donde diferentes símbolos religiosos son mancillados. No sólo con la monja siendo agredida sexualmente en el altar, sino con los grafitis en el templo o esparciendo las hostias por encima del cuerpo desnudo de la mujer.
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Las diferentes adicciones del protagonista incluyen también el juego, o mejor dicho las apuestas deportivas ilegales, hasta el punto de desatender su labor policial por llamar por teléfono a su corredor de apuestas. A lo largo del metraje vamos viendo como la ludopatía del personaje lo van sumergiendo cada vez más en un pozo de deudas, del que difícilmente va a salir, depositando sus esperanzas para abonar este dinero en nuevas apuestas que siguen incrementando la cantidad. La evidencia cada vez más patente de lo que le pueden suponer estos compromisos contraídos con la mafia incrementa la ansiedad del protagonista y le hunde aún más en su consumo de drogas y alcohol.
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La conjunción de los elementos anteriores incentiva los instintos violentos del personaje. Continuamente abusa de su posición de poder como agente de la ley para imponerse por la fuerza a quien le rodea, sin dudar en ningún momento en hacer uso de su arma a la más mínima ocasión, bien sea para asustar a unos rateros en una tienda o para liberar su ira contra la radio del coche cuando pierde una de sus apuestas.
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Réal. : Abel Ferrara
Harvey Keitel
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Como es habitual en el cine de Ferrara, la religión juega un papel fundamental en la historia. Representada fundamentalmente por la figura de la monja violada y las escenificaciones de la crucifixión de Cristo, el desprecio de los personajes hacia los símbolos religiosos ahonda aún más en la pérdida de valores de la sociedad. El director deposita en la religión uno de los pocos caminos hacia la redención del protagonista, acompañándolo, aunque sea de manera discreta, en varias escenas de la cinta donde queda claro que, pese al brutal comportamiento de éste, en todo momento ha contado con una vía alternativa alejada de ese torbellino de violencia y degradación en el que vive.
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1992
Réal. : Abel Ferrara
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La redención final le llega a nuestro teniente corrupto a través precisamente de uno de los dogmas fundamentales del catolicismo, el perdón. En el mundo de ira en el que vive el protagonista la decisión de la monja violada de perdonar a sus agresores y no denunciarles carece de sentido. Llegados al punto culminante de su caída a los infiernos, en pleno grito existencial, responsabilizará al propio Jesucristo de todos los males, implorando a continuación su perdón y su ayuda para poder salir del pozo en el que se encuentra. Un último acto de generosidad, ayudando a los violadores a huir de la ciudad y, en cierta medida, de ese entorno de degradación en el que están todos sumergidos, supondrá una liberación para el personaje antes de encontrar su destino frente a la escopeta de un sicario de la mafia.
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Recepción
La dureza de las imágenes de la película, lo explícito de algunos de sus momentos, como la secuencia en la que el protagonista se droga en casa de una prostituta, provocó una doble reacción hacia la cinta. Una parte del público se sintió horrorizado ante la crudeza y la frialdad de la puesta en escena de Abel Ferrara, mientras que otro sector de la audiencia alabó la osadía de la película y la valentía de la interpretación de Harvey Keitel (ganador del Independent Spirit Award a Mejor Actor de ese año). Con el paso del tiempo, la cinta se ha asentado como un verdadero título de culto, venerada por una legión de cinéfilos.
2. “TENIENTE CORRUPTO” (WERNER HERZOG, 2009)
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El Otro Teniente Corrupto
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Dada esta devoción que inspira la película de Abel Ferrara, la noticia en 2008 de que “Teniente Corrupto” iba a contar con un remake fue recibida con un rechazo instantáneo y la total incredulidad de los fans de que algún otro cineasta pudiera atreverse a versionar un título tan claramente vinculado a la personalidad de su autor. Al propio Ferrara no le hizo mucha gracia la idea y los comentarios del director al cargo del remake, Werner Herzog, diciendo que no había visto la cinta original, tampoco ayudaron a aplacar los ánimos. Además al frente del reparto se encontraba Nicholas Cage, un intérprete que en los últimos años había tirado por el desagüe su reputación, encadenando títulos nefastos como “The Wicker Man”, “El Motorista Fantasma”, “Next” o “Bangkok Dangerous”. Sin embargo, Herzog no era un director al uso, dispuesto a llevar a cabo un proyecto de encargo de estas características por mero interés alimenticio, sino un cineasta con una marcada personalidad que llevaba 48 años desarrollando una filmografía cuando menos peculiar. Lo cierto es que el principal hándicap de este nuevo “Teniente Corrupto” resultó ser precisamente su título. La referencia a Ferrara ponía a aquellos que habían visto la cinta original en posición de comparar ambas películas, cuando (tal y como anunciaba Herzog) tienen poco que ver.
Similitudes y Divergencias
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Si es cierto que el tema principal es cercano (ese viaje a los infiernos de sus personajes principales a medida que caen en la degradación personal y profesional a través del sexo, el juego y las drogas), sin embargo en la nueva versión se procura dar una mayor justificación al protagonista (sí tenemos esa puesta en antecedentes que Ferrara en ningún momento quiso emplear). Terence McDonagh (aquí el nuevo teniente corrupto sí tiene nombre y apellidos) se convierte en drogadicto debido a los calmantes que tiene que tomar para aliviar el dolor que le provoca una lesión sufrida en acto de servicio.
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Por otro lado, la localización de la acción es también determinante para ambas historias. En la cinta de Ferrara el director nos paseaba por el lado oscuro de la ciudad de Nueva York, mientras que Herzog ambienta su película en Nueva Orleans tras la catástrofe del Katrina. En ambos casos, la ciudad, con su propia idiosincrasia, se convierte en un personaje más. En la nueva versión, el ambiente de decadencia y desolación de lugar provocado por la catástrofe se vuelve una extensión de la podredumbre moral de sus habitantes, algunos movidos por la necesidad, otros, por su mero egoísmo y corrupción. Herzog aprovecha también para reflejar las abismales diferencias sociales de la ciudad, en muchas ocasiones determinado también por el factor racial.
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Por último, hay una serie de escenas que parten de premisas comunes, pero que son desarrolladas de diferente manera, como el caso de la agresión sexual (en la versión de Ferrara eran dos chicas adolescentes que habían cogido sin permiso el coche del padre de una de ellas, mientras que en la película de Herzog se trata de una pareja que sale de la discoteca) o la última secuencia de la cinta (“Teniente Corrupto”, versión Herzog, apuesta también por el camino hacia la redención de su antihéroe, aunque no a través del sacrificio, sino de una manera más optimista, con un final de la historia que bien podría ser un guiño cinéfilo a aquel “éste puede ser el comienzo de una gran amistad” de “Casablanca”).
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Hasta aquí llegan las afinidades entre ambos trabajos, en general demasiado superfluas como para poder hablar de un remake. Por su parte, Werner Herzog ha desarrollado su película basándose en el concepto del exceso, donde la interpretación de Nicholas Cage y algunos rasgos de puesta en escena están deliberadamente pasados de rosca con el fin de situar al espectador en el mismo estado alucinatorio del protagonista. No existe un argumento coherente, sino que la acción fluctúa de manera desmedida con cambios de tono y de ritmo que buscan confundir e incluso irritar al espectador. Esto se convierte en lo más destacado, pero también en otro hándicap para la cinta. Es gracias a estas salidas de tono que el director extrae lo que más le interesa de la historia y ofrece un planteamiento original y personal, sin embargo esto también aporta desproporción a la narrativa. Herzog se arriesga a jugar a límite y en ocasiones se excede de su objetivo.
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Nicholas Cage entra de lleno en este juego y recupera esa capacidad histriónica de los primeros papeles de su carrera, como “Besos de Vampiro” o “Corazón Salvaje”, con momentos en los que su personaje parece una caricatura de sí mismo, con ese encorvamiento del actor y la presencia exageradamente fálica de su magnum 44. En este sentido, el nuevo “Teniente Corrupto” es también un one man show a cargo de Cage, quien no deja sobresalir a ningún otro de sus compañeros de reparto. Si bien se trata de la interpretación más destacada que ha realizado el actor desde que en 2005 rodara “El Hombre del Tiempo” y “El Señor de la Guerra”, comete el mismo error que el director: Su actuación es tan excéntrica y estrafalaria que en ocasiones se sobrepasa en su histrionismo.
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En un segundo plano queda Eva Mendes (quien aporta un alto grado de erotismo y sensualidad a la cinta, pero la presencia intermitente de su personaje en la historia hace que éste quede diluido en la maraña general) y, a mayor distancia, otros actores como Val Kilmer, Fairuza Balk, Jennifer Coolidge o Brad Dourif, cuyos personajes dan la impresión de haberse quedado en su mayor parte en la mesa de montaje.
Recepción
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Como era de esperar, esta segunda versión de “Teniente Corrupto” fue vapuleada por la crítica en su estreno obteniendo unos irrisorios ingresos en taquilla que quedaron lejos de recuperar la inversión. Es cierto que la película queda muy lejos de los excelentes resultados de la versión de Ferrara, pero sí es de recibo reconocerle el mérito del riesgo asumido. Herzog se adentró en tierras cenagosas, hundiéndose en el camino, pero en el proceso fue capaz de aportar personalidad y una excéntrica peculiaridad a la obra. Eso es más de lo que nadie esperaba de ella.