INTRODUCCIÓN
Escritor, poeta, crítico y periodista, Edgar Allan Poe es generalmente reconocido como uno de los maestros universales de la literatura fantástica y de terror, así como el inventor del relato detectivesco gracias a títulos como “Los Crímenes de la Calle Morgue”, “El Escarabajo de Oro” o “La Carta Robada”, además de contribuir con varias obras al emergente género de la ciencia ficción. Esto le ha convertido en una figura de referencia para el mundo del cine, que ha intentado a lo largo de toda su historia el duro reto de trasladar a la gran pantalla estos cuentos, con resultados, por regla general, irregulares. La edición en DVD de una de estas primeras adaptaciones, “El Hundimiento de la Casa Usher” de Jean Epstein en 1928, no lleva a hacer un breve repaso por la vida y la influencia cinematográfica de este escritor universal.
LA TINTA NEGRA DE LA VIDA Y LA MUERTE
Nacido el 19 de enero de 1809 en Boston, Massachussets, la infancia de Poe ya aventuraba las miserias y tragedias que sufrió a lo largo de su vida y que marcaron su carácter y su obra. Huérfano a muy tierna edad, fue recogido por un matrimonio adinerado de Richmond, Frances y John Allan, aunque nunca fue adoptado formalmente. De ahí que mantuviera sus dos apellidos, Allan por parte del matrimonio que lo recogió y Poe por parte de sus padres biológicos. Pasada su adolescencia, Poe ingresó tanto en la Universidad de Virginia como en el ejército, aunque en ambas instituciones permaneció poco tiempo. Por esa época también rompió relaciones con los Allan, principalmente por desavenencias con su padrastro, quien acabó desheredándolo.
Inicialmente el interés literario de Poe estaba más dirigido al mundo de la poesía. De hecho su primera obra publicada en 1827 fue una recopilación de poemas, sin embargo, por motivos económicos, pronto dirigió sus esfuerzos a la prosa, trabajando en diferentes periódicos de la época donde publicaba relatos y críticas literarias. De entre ellos los más populares fueron sus relatos de terror, en los que desarrollaba historias que apuntaban a los temores primarios del ser humano, especialmente con referencias mórbidas a la muerte y todo lo relacionado con la sepultura de los muertos y la putrefacción de la carne. Estos relatos ahondaban también en la psicología de sus personajes, muchos de ellos al borde de la locura por algún sentimiento de culpa, de ahí que la distinción entre realidad y alucinación en la obra de Poe sea difusa. Otro elemento característico de sus relatos era la musicalidad de su prosa. El interés de Poe por la poesía inundó también estos cuento, de manera que esa sensación macabra que transmitían en muchas ocasiones dependía tanto de la cadencia de las palabras, como de lo que contaban y cómo lo contaban.
Sin llegar a ser en vida nunca un escritor de éxito, estos escritos sí le proporcionaron cierta fama y le permitieron vivir en ciudades importantes como Baltimore, Filadelfia o Nueva York. Por esta época, Poe vivió uno de los periodos más estables de su vida. A nivel personal, en 1835 contrajo matrimonio con una prima suya, Virginia Clemm, mientras que a nivel profesional vio como la publicación en 1845 de su poema “El Cuervo” le proporcionaba una cierta reputación dentro de los círculos literarios de su época. Sin embargo nuevamente la tragedia se ciñó sobre su vida. En 1847 Virginia falleció víctima de la tuberculosis y, consumido por la pena, Poe cayó en el alcoholismo y la drogadicción. A duras penas intentó reconducir su vida sentimental cortejando a varias mujeres, pero ninguna de estas relaciones fructificó, debido precisamente al carácter inestable del escritor. Sus problemas personales afectaron también a su carrera literaria, atravesando momentos de extrema pobreza, destinando el dinero que conseguía con sus escritos al alcohol y las drogas que suponían su única huida de una aciaga realidad.
Poe falleció el 7 de octubre de 1949 a la edad de 40 años en circunstancias poco claras. La versión oficial publicada por los periódicos de la época indica que su muerte se debió a una "congestión" o "inflamación" cerebral, aunque siempre se ha entendido que la verdadera razón fue un estado avanzado de alcoholismo. Otra teoría apunta a que pudo deberse al abuso de agentes electorales sin escrúpulos, que en la época solían utilizar a pobres incautos, emborrachándolos, para hacerles votar varias veces por el mismo candidato.[ Según la leyenda, en sus últimos momentos invocaba obsesivamente a un explorador polar, llamado Reynolds, que había servido de referente para su novela de aventuras fantásticas “La Narración de Arthur Gordon Pym”, y sus últimas palabras antes de expirar fueron “¡Que Dios ayude a mi pobre alma!”.
MAUSOLEOS Y PSICOPOMPOS[
La obra de Edgar Allan Poe ha sido llevada en varias ocasiones al cine, aunque no siempre con resultados positivos. Son cientos los títulos que acreditan de alguna manera estar basados, inspirados e incluso meramente sugeridos por la obra de este autor desde los inicios del Séptimo Arte. Ese elemento fantástico e irreal de la literatura de Poe en ocasiones ha provocado que las películas que tomaban sus escritos como punto de partida tuvieran que apartarse de ellos por necesidad, ya que resultaba prácticamente imposible ceñirse a ellos de manera fiel.
Una de las primeras adaptaciones destacadas de su obra fue la que aquí nos ha convocado, la versión de “La Caída de la Casa Usher” (titulada en nuestro país como “El Hundimiento de la Casa Usher”) que en 1928 realizó el francés Jean Epstein, y en la que colaboró de manera fugaz Luis Buñuel, antes de que ambos directores discutieran sobre el enfoque de la película. La versión de Epstein supo recoger el sentido de decadencia del relato, presentando una serie de imágenes fantasmagóricas y oníricas que dan a la cinta una belleza mórbida.
Menos reputada es “Maniac”, una versión de “El Gato Negro” realizada en 1934 por el padre del cine de explotación, Dwain Esper, y su esposa, Hildegarde Stardie. Estos cineastas utilizaron la excusa literaria (y científica, ya que las historia iba acompañada por textos explicativos de los trastornos psicológicos y sexuales de los personajes) para exponer en pantalla imágenes de marcada violencia y sexualidad con el fin de atraer al público a la sala. La película resultó un producto de tan ínfima calidad que pasó a ser considerada, junto con la ínclita “Plan 9 del Espacio Exterior” de Ed Wood, como la peor película de la historia del cine (sumando ambas un carácter absolutamente psicotrónico que les han permitido adquirir una aureola de película de culto).
Edgar Allan Poe fue también una fuente de inspiración recurrente durante el periodo de oro del cine de terror de la Universal. Así podemos destacar, por ejemplo, en 1934 y 1935, respetivamente, “Satanás” y “El Cuervo”, dos adaptaciones que guardaban poca relación con las obras en las que se basan, “El Gato Negro” y “El Cuervo”, pero que contaban a su favor con el hecho de haber sido dos de las escasas ocasiones en las que coincidieron en pantalla dos genios del terror, Bela Lugosi y Boris Karloff. Otro elemento destacado de estas dos cintas es la inimitable huella del expresionismo alemán, producto de la huida a Hollywood de gran número de artistas procedentes de Europa del Este a lo largo de los años 20 y 30, como es el caso de Edgar Ulmer, realizador de “Satanás”, quien dio gran relevancia al uso del decorado y la iluminación en la película (de hecho, pese a que se da como referencia “El Gato Negro”, podemos ver en esta cinta una referencia más cercana a “La Caída de la Casa Usher”). Lugosi había protagonizado ya por esta época otra adaptación de Poe, “Doble Asesinato en la Calle Morgue”, de 1932, y años más tarde, en 1941, participó en una nueva versión de “El Gato Negro”, esta vez junto al actor Basil Rathbone.
Durante las siguientes décadas se siguieron produciendo películas a partir de relatos de Edgar Allan Poe, sin embargo, no fue hasta los años 60 que la fascinación por este escritor dio como resultado las que posiblemente sean las adaptaciones más populares de su obra, aquellas producidas entre 1960 y 1964 por la American International Picture. Creada en 1954 por James Nicholson y Samuel Arkoff, la American International Picture contó con Roger Corman como principal director y productor de la compañía, encargado de realizar películas baratas que siempre daban beneficios. Fue Corman quien, en la década de los años 60, dio comienzo a una serie de lucrativas adaptaciones basadas en los relatos de Edgar Allan Poe, la mayor parte de ellas protagonizadas por el actor Vincent Price y con guión del prestigioso escritor Richard Matheson. El ciclo estaba formado por las películas “La Caída de la casa Usher”, “El Péndulo de la Muerte”, “Historias de Terror”, “La Obsesión”, “El Cuervo”, “La Máscara de la Muerte Roja” o “La Tumba de Ligeia”. Para Corman estas películas supusieron un gran cambio, ya que le permitieron contar con un presupuesto más holgado de lo habitual con el que rodar sus películas en Cinemascope y en color. De ellas “La Caída de la Casa Usher” y “La Máscara de la Muerte Roja” se siguen manteniendo como las más meritorias de la serie, mientras que en “El Cuervo”, a pesar de contar con actores de peso como Vincent Price, Boris Karloff, Peter Lorre, además de un jovencísimo Jack Nicholson, el cineasta preferió optar por una línea más cómica, que evidentemente poco tenía que ver con el poema original.
Por esta época la American International Picture se encargó de distribuir en Estados Unidos otra cinta inspirada en la obra de Poe, “Historias Extraordinarias”, que llegaba de Europa y que estaba avalada por la presencia de tres reputados directores como eran Federico Fellini, Louis Malle y Roger Vadim. Se trataba de una cinta coral, en la que cada autor aportaba su visión particular del inquietante mundo de Poe. Otra destacada, aunque menso conocida, adaptación de esta época y que no tenía nada que ver con la American Internacional Pictures fue la producción anglo-estadounidense de 1960 “El Corazón Delator”, donde el director Ernest Morris y los guionistas Brian Clemnes y Eldon Howard, apoyados por un excelente Laurence Payne en el papel principal, se las ingeniaron para trasladar a su película el carácter enfermizo y perturbador del cuento. Manteniéndonos en el terreno europeo, en 1981 llegó una nueva adaptación de “El Gato Negro” a cargo del italiano Lucio Fulci. Fulci, famoso principalmente por sus películas más sangrientas, como su serie “Zombie” o “Aquella Casa al Lado del Cementerio”, suavizó de manera puntual su preferencia por el gore, para optar por una puesta en escena más sugerente y claustrofóbica.
Diez años después también dentro del ámbito de la industria italiana, surgió un proyecto ambicioso para que destacados realizadores englobados dentro del terreno de terror como Wes Craven, John Carpenter, Geoge Romero y Dario Argento llevaran a la pantalla varios relatos de Edgar Allan Poe. Al final, de los cuatro sólo los dos últimos permanecieron en el proyecto, dando como resultado la película “Los Ojos del Diablo”. Con un reparto internacional, encabezado por Adrianne Barbeau, Harvey Keitel o Martin Balsam, Romero se encargó de adaptar el relato “La Verdad sobre el Caso del Sr. Valdemar”, mientras que Argento optó por otra versión de “El Gato Negro”. Ambos autores trasladaron el material de base a su propio terreno particular. De esta manera, Romero presentó una historia de muertos vivientes, aunque un tanto diferentes a los zombies de sus películas más conocidas, y Argento recuperó las claves del Giallo italiano. Desgraciadamente, en ambos casos, los resultados artísticos fueron un tanto irregulares.
La última adaptación que nos ha llegado hasta la fecha de una obra de Edgar Allan Poe lo ha hecho desde el terreno de la televisión, a través de la serie “Masters of Horrors”, en concreto, de nuevo, una adaptación por parte del realizador Stuart Gordon de “El Gato Negro” que, como hemos podido apreciar, ha sido uno de los relatos favoritos por parte de los cineastas a la hora de adaptar a Edgar Allan Poe al cine, aunque eso sí, dando como resultado versiones muy variopintas y con poca relación con el relato o entre sí mismas. En esta ocasión Gordon da el protagonismo al propio Poe, quien debido a su alcoholismo sufre de bloqueo del escritor, al mismo tiempo que es atormentado por el gato de su difunta esposa Virginia. Sin ser extraordinario, este episodio mantiene interés precisamente por esa fusión de elementos literarios y biográficos del escritor.
Próximamente llegará a nuestras pantallas “The Raven” de James McTeigue, una nueva apuesta referencial a la obra de Poe, donde el actor John Cusack interpreta al escritor mientras debe enfrentarse a el acoso de un asesino en serie que utiliza las descripciones de sus relatos como inspiración para sus crímenes.
CONCLUSIÓN
Como hemos podido ver Edgar Allan Poe sigue siendo a día de hoy un referente ineludible principalmente dentro del género fantástico. El carácter ancestral y psicológico de sus relatos de terror y suspense ha hecho que estos aún hoy en día sigan estando vigentes y resultando perturbadores y siniestros. Si bien su obra se adentró en otros géneros, has sido precisamente sus historias de carácter más fantástico las que han conseguido anidar de manera más duradera en nuestra mente y nuestras pesadillas.