INTRODUCCIÓN
Si uno piensa en la música de las películas de la factoría Disney de los últimos veinte años, el nombre más prominente es el de Alan Menken. Su música fue decisiva para la renovación del estudio, que a lo largo de la década de los 80 vivió uno de sus momentos más bajos, hasta el punto de perder la confianza del público. Títulos como “La Sirenita”, “La Bella y la Bestia” o “Aladdin” marcaron un renacer del cine de animación, y en todas ellas la música de Menken se convirtió en uno de los principales atributos para el triunfo. Recientemente ha regresado a la pantalla con otra reescritura de un cuento clásico, “Rapunzel”, en “Enredados”.
INICIOS
La carrera de este compositor no empezó en aquel momento. Menken llegó al cine ya convertido en un reputado compositor de musicales de Broadway, gracias también a su alianza con el excelente letrista Howard Ashman. De esta primera etapa uno de los títulos más recordados es “La Tienda de los Horrores”, versión musical de un título de culto dirigido y producido por Roger Corman en 1960. Las canciones de Menken y Ashman tomaron como base la música negra estadounidense, aportando a la historia un ritmo que fusionaba blues, góspel y rock con el esplendor sinfónico de Broadway. Este musical fue adaptado con gran éxito a la gran pantalla por el director Frank Oz en 1986, dejando para el recuerdo secuencias musicales memorables, como la del dentista protagonizado por Steve Martin, uno de los momentos más celebrados del musical.
UNA NUEVA ERA PARA LA ANIMACIÓN
A pesar del éxito de “La Tienda de los Horrores”, aún no podemos hablar aquí de presencia de Alan Menken en el cine, ya que realmente su labor se limitó a la versión escénica. Previamente había compuesto algo para televisión, por ejemplo para el programa “Barrio Sésamo”, y elaborado la música de una pequeña cinta titulada “The Line”; sin embargo, podemos decir que realmente el primer proyecto de este compositor para el cine, el que inició toda una etapa que se extendería hasta 1997, fue la cinta de animación de 1989 “La Sirenita”.
Por estas fechas un joven productor llamado Jeffrey Katzenberg se marcó como reto reconvertir a la Disney desde dentro para modernizar su estilo arcaico y así devolverle la reputación que había perdido. Para ello, uno de los elementos en lo que apostó fue en la música. En una época en la que el musical cinematográfico parecía muerto y enterrado, Katzenberg habló con Alan Menken para conseguir dar un mayor dinamismo a las películas de la compañía a través de su banda sonora. Menken, junto con su socio Howard Ashman, compuso un excelente musical, lleno de ritmo y maravillosas canciones, que supusieron todo un elemento refrescante en la pantalla. Nuevamente la música y las canciones pasaban a convertirse en un elemento dinamizador de la historia, como había sucedido con el musical clásico, pero al mismo tiempo se supo dar un toque novedoso, más cercano a las nuevas generaciones. El éxito de “La Sirenita” forma ya parte de la historia del cine y además le supuso a Menken y a Ashman tres nominaciones a los Oscars, una por la partitura musical y dos por las canciones “Under the Sea” y “Kiss the Girl”. El resultado de este debut fue las dos primeras estatuillas de su carrera.
Esa remodelación del modelo tradicional del musical de Broadway aplicado al nuevo cine de animación de la Disney tuvo su continuidad en 1991 con “La Bella y la Bestia”. Aquí el apartado musical cobra una mayor relevancia que en “La Sirenita” y el trabajo de Menken y Ashman llega a sus más altas cuotas, con números repleto de esplendor y glamour. Esto es así hasta el punto de que la partitura y las canciones de Menken y Ashman se convierten en el principal hilo conductor de la historia. Nuevamente la fórmula planteada por los nuevos directivos de la Disney demostró ser un éxito. La película fue un gran éxito de taquilla, y acaparó varias nominaciones a los Oscars, con doble estatuilla nuevamente para el trabajo de Menken, que esa noche fue premiado en los apartados de partitura original y canción por el tema “Beauty and The Beast” (además de otras dos nominaciones por “Belle” y “Be Our Guest”).
Un año más tarde la pareja Menken-Ashman colaboraron por última vez en “Aladdin”. Ashman, enfermo de Sida, falleció antes de poder finalizar el libreto de la película y su labor fue completada por Tim Rice, conocido por sus colaboraciones con Andrew Lloyd Webber en musicales como “Evita”, “Jesucristo Superstar” o “El Fantasma de la Opera”. Nuevamente la fórmula de la historia apoyada en el uso de canciones como elemento narrativo funcionó de maravilla, aunque sin llegar a las excelencias de “La Bella y la Bestia”. La partitura de “Aladdin” resultó ser dinámica, cargada de grandes dosis de humor y con toques de exiotismo para representar el orientalismo de “Las Mil y Una Noches”. Menken volvió a alzarse con los Oscars a mejor partitura original y canción (por “A Whole New World”), además de una candidatura extra por el tema “Friend Like Me”.
TRABAJOS PARALELOS
Ese mismo año Menken probó suerte en el cine de imagen real, con la producción para televisión “Lincoln”, y el musical “La Pandilla” protagonizado por Christian Bale. “Lincoln” era un documental dramatizado, inspirado lógicamente en la vida del décimosexto presidente de los Estados Unidos. En esta ocasión, Menken se apartó del terreno del musical y llevó a cabo una partitura puramente orquestal, influenciada por el estilo nacionalista de la Americana de Aaron Copland, haciendo para ello varios guiños a temas tradicionales. El resultado fue un trabajo exquisito, en el que Menken dio muestras de sus más depuradas cualidades compositivas, desgraciadamente no obtuvo la popularidad de sus trabajos para la Disney.
Por otro lado, con “La Pandilla” la empresa del Tío Walt quiso aprovechar el tirón que estaba teniendo el componente musical de sus películas de animación para intentar recuperar el género en imagen real. Para ello cogieron un argumento de inspiración Dickesiana, lo acompañaron de inspiradas canciones y coreografías y un reparto de jóvenes promesas (además de Bale, encontramos rostros como Max Casella o David Moscow, actores infantiles de cierta popularidad en aquel momento y que también se han mantenido en la industria con el paso del tiempo). El director de la cinta fue Kenny Ortega, afamado coreógrafo y hoy en día conocido sobre todo por su trabajo como realizador de la trilogía de “High School Musical” o “This Is It”, el documental sobre el malogrado espectáculo póstumo de Michael Jackson. La película fue un fracaso sonado, arrasando en los Razzies de ese año, afectando este éxito al extraordinario de Alan Menken, quien llevó a cabo algunas canciones realmente notables como “Carrying the Banner”, “The World Will Know” o “Seize the Day”, en las que se ofrecía un emotivo homenaje a las características del musical clásico de Broadway.
REGRESO A LA ANIMACIÓN
Después de un periodo de descanso, en el cual aprovechó para preparar la versión teatral de “La Bella y la Bestia”, siendo sustituido por Hans Zimmer y Elton John para “El Rey León”, Menken regresó al terreno de la animación con “Pocahontas”. Para esta revisión de la historia de la Princesa India y su relación con John Smith (tan desvirtuadora de la historia real como sus adaptaciones de los cuentos tradicionales de los textos originales), las letras corrieron a cargo de Stephen Schwartz (con temas destacados como “Colors of the Wind”, “Listen With Your Heart” o “If I Never Knew You”), sin embargo, la partitura musical de Menken resultó un tanto anodina y alejada de la brillantez de sus anteriores trabajos. Hubo quien empezó a afirmar que la carrera de Menken había entrado en decadencia tras la muerte de Howard Ashman. A pesar de esto nuevamente la cinta volvió a llevarse a casa las estatuillas de mejor banda sonora y mejor canción (por “Colors of the Wind”), como no podía ser menos en un año en el que las sucesivas victorias de la Disney en el terreno musical desde “La Sirenita” había llevado a la Academia a constituir una nueva candidatura de partitura musical específica para comedias y musicales.
Tras el fiasco musical de “Pocahontas”, Menken dio su do de pecho al año siguiente con la música de “El Jorobado de Notre Dame”. Esta pasó a ser junto con “La Bella y la Bestia” el mejor trabajo de Menken para la Disney, una obra compleja, repleta de excelentes canciones, de fuerte valor dramático y con un apartado orquestal poderoso, fortalecido por el uso del coro. A pesar de esto, la Academia, después de las críticas recibidas en año anterior, decidió castigar a Menken y premiar ese año a Rachel Portman por la partitura de “Emma”, y a otro musical, “Evita”, en el apartado de canción.
Menken aún continuó un año más aportando música y canciones a las películas de la Disney, aunque nuevamente sin demasiado éxito. En “Hércules” hizo una apuesta por el góspel como hilo conductor de la historia, lo que daba un tono distintivo a las canciones, pero con una partitura que una vez más resultaba un tanto carente de inspiración, obteniendo ese año simplemente una nominación a mejor canción (“Go the Distance”). Parecía que una era se cerraba.
MALOS TIEMPOS PARA LA ANIMACIÓN DISNEY
Tras los malos resultados de “Hércules”, Alan Menken se refugió nuevamente en los escenarios, donde las exitosas puestas en escena de las versiones teatrales de sus musicales para la Disney le mantuvieron ocupado durante años. Menken tardó 8 años en regresar al cine, y lo hizo nuevamente con la Disney en la cinta de 2004 “Zafarrancho en el Rancho”. Para la ocasión, y de acuerdo a las características de la producción, Menken tomo como referencia la música country, acompañando la historia, cómo no, por un nuevo surtido de canciones (colaborando por primera vez con el letrista Glenn Slater, quien posteriormente se ha encargado también de las letras de la versión para los escenarios de “La Sirenita”, “Sister Act”, además de las canciones de “Enredados” para la gran pantalla). Sin embargo este regreso pasó casi desapercibido dada la baja calidad de este trabajo. “Zafarrancho en el Rancho” supuso la prueba evidente no sólo del desgaste de la fórmula de Alan Menken, sino del cine de la Disney en general que se encontraba en su momento más bajo desde que en 1989 “La Sirenita” había resucitado sus películas de animación.
El mismo año que se estrenaba “Zafarrancho en el Rancho”, Menken participaba también en una pequeña cinta independiente titulada “Noel”, presentando una delicada partitura, que, sin ser nada del otro mundo, estaba a años luz de su pobre último trabajo para Disney. A pesar de esto, Menken se mantuvo fiel a la factoría del Tío Walt y en 2006 compuso la partitura de la comedia “Cariño, Estoy Hecho un Perro”, a mayor gloria del cómico Tim Allen. Nos encontramos ante otra partitura carente de fuerza y originalidad, limitándose el compositor a subrayar simplemente los componentes cómicos de la cinta de acuerdo con el patrón habitual de este tipo de películas.
LA AUTOPARODIA DE “ENCANTADA”
La frescura y la originalidad regresó a la música de Alan Menken con un nuevo trabajo para la Factoría Disney, “Encantada. La Historia de Giselle”, donde el compositor se dedicó precisamente a replicar y parodiar el modelo de musical que él había creado para la compañía. En ese sentido lo que llamó la atención es el modo en el que supo reírse de sí mismo, al mismo tiempo que recuperaba parte de la fuerza perdida de su música. Menken no sólo hizo referencia a algunos de sus hits musicales (especialmente a “La Sirenita”), sino que revisó con gracia y respeto alguno de los cánones de los cuentos de la Disney, con guiños a títulos como “Blancanieves y los Siete Enanitos” o “Cenicienta”. “Encantada” sí supuso un estimable regreso de Menken a lo que años atrás fuera su feudo particular, y de hecho, si bien no recibió ninguna estatuilla, sí obtuvo tres nominaciones en el apartado de mejor canción (para las excelentes “Happy Working Song”, “That’s How You Know” y “So Close”). Sin embargo, el carácter revisionista de esta partitura dejaba la duda sobre cuál sería el futuro de Menken en la industria. ¿Regresaría a Broadway, donde tenía el éxito asegurado?, ¿seguiría trabajando para la Disney a pesar de la autoparodia que había hecho de sí mismo en esta última película?, ¿o se atrevería a abrir nuevos caminos por los que seguir desarrollándose como compositor?
“ENREDADOS”.
La respuesta nos ha llegado este año con “Enredados”, nueva aproximación de la Disney a la cuentística tradicional, en este caso “Rapunzel” de los Hermanos Grimm. Como es habitual en las películas de animación de la Factoría, no podemos hablar de una adaptación literal, sino más bien de una variación. Realmente del cuento original apenas quedan algunos elementos identificadores (la dama atrapada en la torre por una bruja y la extensa melena como único medio de acceso a su prisión) y en esta ocasión los guionistas optaron por desarrollar la historia una vez la protagonista deja la torre y como descubre el mundo que le rodea. Llevados por los insatisfactorios resultados económicos de la anterior película de la Disney, “Tiana y el Sapo”, la compañía prefirió atenuar el componente romántico de la historia para atraer al público masculino infantil y no sólo al femenino, convirtiendo la trama en una aventura continua y transformando al príncipe del cuento original en un ladrón brabucón y narcisista inspirado en la figura (y el nombre) de Errol Flynn. La combinación de aventura, humor y una cuidada animación digital han dado como resultado tal vez no un clásico Disney, pero sí una película dinámica, entretenida y con personajes que seducen y encandilan al espectador.
En el apartado musical, Alan Menken subordina en esta ocasión su trabajo a la historia y no al revés, como sucedía en sus partituras más importantes. Si es cierto que hay un elemento musical destacado (y reiterado), que es la canción que debe entonar Rapunzel para que utilizar la magia de su cabello (“Healing Incantation”). Se trata de una hermosa canción de cuna que a su vez marca la ambigua relación materno-filial que se establece entre la protagonista y la bruja Grothel, su madre forzosa. Sin embargo, el resto de las canciones (según el compositor inspiradas en la música de Joni Mitchell) y la partitura ocupan un lugar secundario y hasta meramente complementario. No podemos decir que las canciones sean precisamente las más inspiradas del repertorio de su autor y en su escucha aislada resultan un tanto insípidas, pero adquieren una mayor dimensión dentro de la historia, ya sea como componente dramático (“Mother Knows Best”, “I See the Light”) o como alivio cómico (“I’ve Got a Dream”). Por otro lado, al contrario de lo que sucedía en “La Sirenita”, “La Bella y la Bestia”, “Aladdin” o “El Jorobado de Notre Dame”, no hace que la historia avance, sirviendo más bien de interludios musicales que subrayan aspectos de algunos personajes (hay números musicales que perfectamente podrían extraerse de la película sin que el desarrollo de la trama se viera afectado en lo más mínimo).
En lo referente a la partitura, ésta resulta bastante incidental. Da colorido al cuento de hadas y subraya el desarrollo de la acción según los cánones, pero en pocas ocasiones resulta realmente sorprendente. En este sentido uno de los momentos más destacados es la fiesta en la plaza del pueblo previa a la noche de las luces (“Kingdom Dance”), pero también se trata de un momento intradiegético, donde por naturaleza la partitura tiene que adquirir un mayor protagonismo al ser la música de inspiración medieval que bailan los personajes.
CONCLUSIÓN
Vista la película, “Enredados” no es una mala banda sonora, pero tampoco resulta novedosa. Quizás tras ese momento de autoironía de “Encantada” se podía esperar de Alan Menken que intentara avanzar y expandir su estilo musical, sin embargo, ya sea por imposibilidad propia o por imposición del estudio que marca férreamente los parámetros que puede seguir el compositor, lo cierto es que esta nueva partitura, pese a sus destellos de belleza y diversión, sufre del mismo hándicap que trabajos como “Pocahontas” o “Hércules”, el desgaste de una fórmula que cumplió una función en un momento determinado pero que se ha quedado anquilosada y desfasada.