viernes, 30 de septiembre de 2011

ESTRENOS DEL 30 DE DICIEMBRE

Cerramos el mes de septiembre con un fin de semana dedicado casi íntegramente a la comedia, la aventura y el terrorismo islámico. Las carteleras de nuestros cines incorporan hoy desde películas pequeñas de producción británica hasta vehículos de lucimiento para megaestrellas hollywoodienses como Tom Hanks o Julia Roberts.

FOUR LIONS

FOUR LIONS

Director: Chris Morris

Guión: Jesse Armstrong, Sam Bain, Chris Morris

Reparto: Riz Ahmed, Arsher Ali, Nigel Lindsay, Kayvan Novak, Adeel Akhtar, Benedict Cumberbatch, Julia Davis, Craig Parkinson, Preeya Kalidas, Wasim Zakir, Mohammad Aqil

No es habitual encontrarse con una comedia que parodie el mundo del extremismo islámico, y mucho menos con un tono tan negro e irónico como el que presenta la cinta británica “Four Lions”. Su director, Chris Morris, es conocido por su trabajo en televisión, especialmente por su labor a ambos lados de la cámara en la descacharrante serie “Los Informáticos”. Ese ácido humor inglés es el que puebla a sus anchas por “Four Lions”, no dejando títere con cabeza a la hora de presentar esta historia de cuatro negados dispuestos a sacrificarse por el Islam.

En una ciudad británica, cuatro hombres tienen un plan secreto. Omar (Riz Ahmed) está desilusionado con el trato que se da a los musulmanes en el mundo y está decidido a convertirse en soldado. Ésta es la idea más excitante que Waj (Kayvan Novak) había oído nunca. Mejor todavía, es una tontería porque Omar se guarda esa idea para él. Opuesto a Omar y a todo bicho viviente es el blanco occidental convertido al islam, Barry (Nigel Lindsay), que se habría dado cuenta de que se había unido a la célula para canalizar su nihilismo ―si hubiera tenido la mitad de autoconocimiento de un pato―. Faisal (Adell Akhtar) es el hombre que está de más. Puede hacer una bomba, pero no puede volarse en ese momento porque su padre enfermo “ha empezado a comerse los periódicos”. En cambio, se dedica a entrenar a cuervos para que introduzcan bombas por las ventanas. Esto es lo que Omar tiene que manejar. Tienen que dar un golpe decisivo en su propio jardín, pero ¿puede cualquiera de ellos encender una cerilla sin darse en la cara?

JOHNNY ENGLISH RETURNS

JOHNNY ENGLISH RETURNS

Director: Oliver Parker

Guión: Hamish McColl

Reparto: Rowan Atkinson, Gillian Anderson, Pierce Brosnan, Rosamund Pike, Dominic West, Daniel Kaluuya, Burn Gorman, Richard Schiff, Ben Miller, Tim McInnerny, Togo Igawa, Mark Ivanir, Christina Chong, Joséphine de La Baume

En 2003, Rowan Atkinson presentaba al mundo “Johnny English”, un nuevo personaje que nacía con el reto de hacer olvidar a la audiencia las patochadas de Mr Bean en favor de una parodia de James Bond. La cinta obtuvo un éxito superior al esperado y ahora, casi una década después nos llega su secuela, que no sólo se atreve contar con el mismísimo Pierce Brosnan en su reparto e incorpora a Rosamund Pike, una de las últimas chicas Bond de la etapa del actor irlandés al frente de la franquicia de 007, también le da un papel a Gillian Anderson, la famosa Scully de “Expediente X”. Dirige la cinta Oliver Parker, cineasta que inició su carrera con adaptaciones teatrales shakesperianas y versiones de las obras de Oscar Wilde, para dedicarse en los últimos tiempos a comedias de trazo más grueso.

En esta nueva entrega, el espía más insólito del servicio secreto de Su Majestad deberá detener a un grupo de asesinos internacionales antes de que eliminen a un líder mundial y abran la puerta al caos global. Durante su desaparición de la faz de la tierra, el mejor espía del MI7 ha estado puliendo sus increíbles habilidades en una lejana región de Oriente. Pero cuando sus jefes se enteran de que alguien planea atentar contra la vida del primer ministro chino, no les queda más remedio que encontrar al poco ortodoxo agente. El mundo le necesita y Johnny English vuelve a la carga. Ahora tiene la posibilidad de redimirse, y deberá hacer uso de lo último en tecnología punta para desenredar una complicada conspiración que implica al KGB, a la CIA e incluso al MI7. Faltan pocos días para que dé comienzo la conferencia estatal y un hombre deberá usar todos sus trucos para protegernos a todos. En la mente de Johnny English, el desastre puede ser una opción, pero el fracaso, jamás.

LOS TRES MOSQUETEROS

LOS 3 MOSQUETEROS

Director: Paul W.S. Anderson

Guión: Andrew Davies, Alex Litvak

Reparto: Milla Jovovich, Orlando Bloom, Logan Lerman, Matthew Macfadyen, Mads Mikkelsen, Christoph Waltz, Ray Stevenson, Juno Temple, Luke Evans, James Corden, Freddie Fox, Carsten Norgaard, Gabriella Wilde, Isaiah Michalski

El director Paul W.S. Anderson, responsable de las versiones cinematográficas de “Resident Evil”, nos presenta una nueva adaptación del clásico “Los Tres Mosqueteros de Alejandro Dumas, esta vez en 3D. Fiel al tipo de cine que le gusta, Anderson prefiere obviar la letra de la novela y utilizar a los personajes como excusa para presentarnos un entretenimiento hipervitaminado, a ritmo de videoclip y con escenas de acción perfectamente extraíbles de cualquier consola de última generación.

Son conocidos como Athos, Porthos y Aramis, tres guerreros de élite que sirven al rey de Francia como sus mejores mosqueteros. Tras descubrir una malévola conspiración para derrocar al rey, los mosqueteros se cruzan con un joven que aspira a convertirse en héroe, D'Artagnan, y lo toman bajo su tutela. Juntos, los cuatro emprenden una peligrosa misión para frustrar el complot que amenaza no solo a la Corona de Francia, sino al futuro de la propia Europa.

LARRY CROWNE, NUNCA ES TARDE

LARRY CROWNE

Director: Tom Hanks

Guión: Tom Hanks, Nia Vardalos

Reparto: Tom Hanks, Julia Roberts, Taraji P. Henson, Bryan Cranston, Wilmer Valderrama, Gugu Mbatha-Raw, Pam Grier, Nia Vardalos, Rami Malek, Maria Canals-Barrera, Jon Seda, Rob Riggle, George Takei, Cedric the Entertainer, Ian Gomez, Grace Gummer

En 1996 Tom Hanks se puso detrás de la cámara y nos presentó “The Wonders”, una cinta musical y nostálgica con encanto y buen humor. En 2002, el actor le producía a la actriz Nia Vardalos “Mi gran Boda Griega” logrando un inesperado éxito comercial. En 2007, Hanks coincidía por primera vez en pantalla con su equivalente femenino en la industria de Hollywood a la hora de atraer al público a las salas, Julia Roberts, en la cinta “La Guerra de Charlie Wilson”. Ahora estos tres artistas vuelven a confluir, de nuevo con Hanks delante y detrás de la cámara, en “Larry Crowne. Nunca Es Tarde” una comedia romántica de amor maduro, donde las dos estrellas buscan recuperar la vis cómica y el encanto que les llevó a la fama.

Hasta que fue despedido, el afable y amigable Larry Crowne (Tom Hanks) era un líder de primera en una gran compañía, donde trabajó desde que salió de la marina. Con una hipoteca disparatada, por una vivienda devaluada, y sin saber qué hacer con tantos días libres, de repente, Larry sigue los consejos de su amigos y vecinos -Lamar (Cedric the Entertainer) y B'Ella (Taraji P. Henson)- y se dirige a una universidad local para volver a empezar. En la Universidad Comunitaria de East Valley, Larry se convierte en parte de un pintoresco grupo de estudiantes que se mueven en vespa, entre ellos están Talia (Gugu Mbatha-Raw) y su novio Dell (Wilmer Valderrama). Todos ellos están intentando ganarse un futuro mejor. Para su propio asombro, Larry empieza a sentirse atraído por su profesora, Mercedes Tainot (Julia Roberts), que ha perdido toda la pasión, tanto por la enseñanza como por el muerto de hambre de su marido, Dean (Bryan Cranston). Mercedes no puede negar que los cambios en Larry son una inspiración, ni tampoco su creciente atracción por su alumno de mediana edad, quien está sufriendo una transformación fascinante. Un hombre simple, que tiene todas las razones del mundo para pensar que su vida se ha estancado, acabará aprendiendo una lección inesperada: cuando crees que todo lo que merece la pena ya ha pasado, es posible que descubras tu verdadera razón de ser.

jueves, 29 de septiembre de 2011

TERRENCE MALICK O EL CINE DE LA TRASCENDENCIA

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INTRODUCCIÓN

Desde el principio de su carrera como director, Terrence Malick se ha ganado a pulso la etiqueta de cineasta de culto, capaz de generar en el espectador sensaciones muy diferentes y, en ocasiones, también encontradas. Amante de las imágenes que trascienden la mera ilustración, interesando en un tipo de cine más alegórico y de corte poético que puramente narrativo, sus películas suelen abandonar o dejar en suspenso elementos de la trama, sin que ello suponga un inconveniente para el cineasta. Su filmografía se construye sobre las teorías panteístas, según las cuales toda la existencia, el mundo, el universo compone un orden superior que podemos definir como Dios. Es, por lo tanto, a partir de la observación y el estudio de lo que nos rodea que podremos acceder a un conocimiento de lo divino. Malick no busca contarnos la historia particular de un grupo de personajes, sino que ambiciona trascender lo físico y que su mirada nos lleve hasta Dios. Con este fin, Malick, desde su debut en 1973 con “Malas Tierras”, se ha regodeado en la combinación de la imagen y la voz en off como principales herramientas de expresión, dejando, por otro lado, que sus protagonistas deambulen por la pantalla sin demasiado diálogo, permitiéndoles integrarse en un entorno que acaba fascinando al director más que sus propias vidas y experiencias.

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En la puesta en escena del cineasta, ha destacado siempre un exquisito cuidado de la fotografía (a cargo de artistas de la luz tan excelsos como Néstor Almendros, John Toll, o Emmanuel Lubezki), además de un tratamiento del tiempo narrativo que se remonta a las teorías de cineastas rusos como Andrei Tarkovsky. Las dicotomías entre Naturaleza y Civilización, Amor y Violencia, lo Humano y lo Divino, el Pasado y el Presente son temas recurrentes en sus películas, las cuales llegan a establecer estrechos vínculos entre sí a través del discurso panteísta de su autor. Su último trabajo se presenta, de manera muy ambiciosa, como el culmen de todo ello, el punto de confluencia con el que Malick ha querido consolidar de manera definitiva esos vasos comunicantes que ha ido desarrollando a lo largo de sus casi cuarenta años de escueta, pero intensa, filmografía. De hecho, de manera muy general, podemos decir que todo el cine de Malick podría integrarse en una única opera magna que se desarrolla entre el prólogo y el epílogo de “El Árbol de la Vida”.

LAS RAÍCES DEL ÁRBOL

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En la filmografía de Terrence Malick podemos establecer dos etapas diferentes, permeables entre sí, pero separadas por un lapso de tiempo de 20 años. La primera ocupa entre 1973 y 1978, o lo que es lo mismo, la realización de sus dos primeros trabajos, “Malas Tierras” y “Días de Cielo”. Aquí encontramos ya a un cineasta plenamente formado y que encamina su discurso hacia unas directrices formales y filosóficas determinadas, pero que aún está sujeto a unas convenciones narrativas reconocibles y accesibles para el espectador. Es tras el impasse que ocupa entre 1978 y 1998, que nos reencontramos con un cineasta que se ha desvestido de estas galanuras y ha ido a la esencia de lo que realmente quiere trasmitir al espectador. “La Delgada Línea Roja” se convierte así en la piedra de toque de todo su cine posterior, una película que supone una reflexión sobre el ser humano y su posición en el universo.

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La cercanía del cineasta con el mundo rural le proviene de su infancia en Ottawa, Illinois. Malick se crió en una granja y pasó parte de su juventud trabajando como jornalero. De este entorno pasó a estudiar Filosofía en Harvard, con especial predilección por las teorías de Martin Heidegger, dejando inacabada una tesis sobre este autor. Antes de dedicarse al cine, Malick fue profesor y también ejerció como periodista. De sus primeros trabajos para el cine no podemos extraer muchos elementos que sirvieran de preámbulo a su carrera posterior. Entre 1969 y 1973 trabajó como guionista de los grandes estudios, firmando libretos de películas comerciales como “Los Indeseables”, un western moderno protagonizado por Paul Newman y Lee Marvin.

MALAS TIERRAS

Contando un presupuesto irrisorio de aproximadamente 450.000 dólares, Terrence Malick rodó en 1972 su primer largometraje, “Malas Tierras”, esbozando ya algunas de las constates de su cine posterior. El guión se inspiraba en la historia real de Charles Starkweather y Caril-Ann Fugate, una pareja de asesinos de finales de los años 50, y evidenciaba la preferencia del cineasta por ambientar sus historias en el pasado, con un cierto tono de nostalgia y amargura por un tiempo pasado en el que la sociedad todavía era inocente y la Naturaleza seguía dominado el paisaje de muchas zonas de Estados Unidos. Pese al carácter violento y moralmente reprobable de sus protagonistas, Malick evitó depositar sobre ellos ningún tipo de juicio moral, prefiriendo centrarse en su condición de excluidos de la sociedad. El protagonista, Kit Carruthers, nace como un cruce entre James Dean y Clyde Barrow, sin embargo, su novia Holly, está muy lejos de ser Bonnie Parker. Se trata más bien de una joven de mirada inocente que aún no tiene madurez para distinguir el bien del mal. Su voz se convierte en el hilo narrativo de la historia y por lo tanto determina esa mirada desprejuiciada con la que se presentan los acontecimientos al espectador. Ambos se refugian en el bosque, como modernos Robin Hoods, por un lado huyendo de las fuerzas de la ley, pero por otro como gesto de rebeldía contra esa civilización que no tiene espacio para gente como ellos. Allí establecen su propia sociedad, integrada dentro de la foresta, construyendo su casa en un árbol y aprovechando lo que le proporciona la naturaleza para protegerse de los invasores exteriores. Durante el rodaje de la película, Malick se dejó encandilar por determinados paisajes o escenarios y, tras rodar lo que indicaba el guión y el plan de rodaje, le pedía al director de fotografía y a los actores que improvisaran, obteniendo planos y escenas que posteriormente se incorporaron al montaje final, enriqueciendo el carácter contemplativo de la película. “Malas Tierras” lanzó la figura de Terrence Malick al estrellato, convirtiéndose en una película de culto instantánea y consiguiendo vender los derechos de explotación a la Warner Bros por tres veces su presupuesto.

DÍAS DE CIELO

En una época en la que Hollywood buscaba nuevos creadores que aportaran una mirada diferente a la industria, Malick pasó a convertirse en uno de las esperanzas del Séptimo Arte. En 1975 empezó a mover la preproducción de su siguiente trabajo, “Días de Cielo”, para el que contó con un presupuesto mucho más holgado que el de su opera prima, 3 millones de dólares. En un principio se quiso contar con actores de prestigio, como Al Pacino o Dustin Hoffmann, para el personaje principal, pero finalmente éste fue a parar a manos de un joven Richard Gere, quien obtuvo así el primer gran papel de su carrera. En esta ocasión la trama estaba ambientada en la América de principios del Siglo XX, en una época aún más inocente que los años 50 de “Malas Tierras”, situada durante la Primera Guerra Mundial y previa al Crack del 29. Con una trama de triángulo amoroso de por medio, Malick volvió a presentar un alegato a favor de la naturaleza como orden armónico frente a la civilización incipiente de aquella época. La voz narrativa viene representada por la hermana pequeña del protagonista, de nuevo un personaje cándido e inocente, que ve la realidad libre de prejuicios. Malick siguió dando muestras de sus características como cineasta, como su meticulosidad obsesiva, especialmente en todo lo referente a la ambientación de la película (se utilizaron telas y materiales propios de la época para la elaboración del vestuario y los decorados, y se priorizó el uso de la luz natural) y en la labor de postproducción de la película (el proceso de creación de la cinta se alargó durante dos años, ignorando por completo los plazos de entrega exigidos por el estudio y superando con creces el presupuesto inicial). El resultado fue una cinta de una belleza plástica impecable, con extraordinarios planos en los que los personajes se sumergen en la profundidad de los campos de trigo para enfatizar esa sintonía con la naturaleza. En este sentido, “Días de Cielo” supone la obra cumbre de este Malick primigenio, y para algunos más críticos con su desarrollo posterior, se mantiene como la mejor película de su filmografía.

LA DELGADA LINEA ROJA

Pese a esto, a la excelente recepción de la película, el director no encontró más que obstáculos para sacar adelante sus siguientes proyectos. Durante 20 años estuvo desarrollando guiones que posteriormente no obtenían financiación, alternando este tiempo con la docencia para poder ganarse la vida. Finalmente, en 1997, consiguió luz verde para filmar su adaptación de la novela de James Jones “La Delgada Línea Roja”, que ya contaba con una versión de 1964 dirigida por Andrew Marton, titulada en nuestro país “El Ataque Duró Siete Días”. Si bien el cineasta no había conseguido convencer previamente a ningún productor para que invirtiera en sus proyectos, el prestigio de Malick había crecido durante estos 20 años, de ahí que todo actor que se preciara de serlo en Hollywood anhelaba un papel en su tercera película. Frente a nombres ya asentados como Nick Nolte, Sean Penn, John Travolta, George Clooney o Woody Harrelson, la cinta incorporó rostros menos conocidos en aquel momento, como Jim Caviezel, Ben Chaplin o Adrien Brody. Con un presupuesto de 52 millones de dólares, Malick rodó muchísimas horas de material del que extrajo un montaje inicial de seis horas. Posteriormente éste corte se redujo hasta las cuatro horas, quedando por último la versión comercial ajustada a unos 170 minutos. Todas estas variaciones en la duración supusieron cambios radicales sobre el guión original, hasta el punto de que el personaje protagonista inicial, el Cabo Fife,prácticamente desapareció de la versión final, para horror y desilusión de su intérprete, Adrien Brody. En todo este proceso de eliminación, el director fue prescindiendo también de líneas argumentales, hasta el punto de que la cinta se desprendió de sus hilos narrativos para convertirse en una amalgama de personajes y experiencias con las que ilustrar la tesis de su director, el carácter destructivo y antinatural de la Guerra. Si ya de por sí en la tesis filosófica de Terrence Malick, todo aquello creado por el hombre es contra natura y, por lo tanto, desestabilizador de la armonía establecida por el universo, un acto de barbarie como es un conflicto bélico es lo más alejado que puede estar el ser humano de Dios. A través de la cámara de Malick podemos sentir el dolor de la tierra al ser el escenario de esta matanza. Como contraste para afirmar los parámetros de su visión panteísta de la existencia, el director nos presenta dos miradas de fuga, la del Soldado Witt (una vez más, el desclasado, el rebele, el inadaptado de la historia), que se siente más identificado con esa idílica armonía de las tribus indígenas que con las consignas del ejército o los recuerdos del Soldado Bell, quien combate la locura que le rodea evocando imágenes de la relación con su mujer antes de partir.

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El estreno de “La Delgada Línea Roja” causó conmoción en el mundo del cine. Para algunos se convirtió de manera inmediata en el mejor alegato antibélico de la historia del cine, con una puesta en escena revolucionaria y un gran hallazgo para la plástica cinematográfica; mientras que otros salieron de la sala abominando de lo pretencioso de la propuesta y la carencia de un hilo argumental que encauzara ese cruce de personajes y situaciones. En cualquier caso, guste o no guste, “La Delgada Línea Roja” ha pasado a convertirse por derecho propio en uno de los títulos clave del cine reciente, volviendo a colocar la carrera de Terrence Malick en el mapa después de 20 años de ausencia. Afianzado en este triunfo, el director se encontró con carta blanca para poder sacar adelante su siguiente trabajo. Aun así, éste tardó seis años en tomar forma y para ello Malick recuperó un guión escrito en los años 70, inspirado en la figura de Pocahontas y en el choque cultural que supuso en el siglo XVII la llegada de los colonos a tierras indígenas.

EL NUEVO MUNDO

“El Nuevo Mundo” no es abiertamente un biopic de la princesa india o de su amante el capitán John Smith, de hecho en ningún momento se menciona el nombre de ella en toda la película, y la localización temporal y la edad del personaje varían ligeramente con respecto al referente histórico. Aquí el sistema de elaboración de la película fue muy similar al de “La Delgada Línea Roja”. Malick recogió muchísimo metraje durante las 14 semanas y media de rodaje, que posteriormente dieron lugar a un montaje comercial de 135 minutos. El reparto contaba como principal gancho con el protagonismo de Colin Farrell, además de la participación de actores como Christopher Plummer, Christian Bale o Wes Studi, sin embargo, la gran sorpresa la dio la joven actriz Q’orianka Kilcher, quien a con 14 años ofreció una extraordinaria interpretación. Una vez más la mirada inocente de una niña se convierte en el punto de vista empleado por Malick para contar una historia de marcada violencia. La fascinación que genera la aparición de John Smith en la protagonista sirve de hilo conductor de dos tercios de la película, mientras que al mismo tiempo somos testigos de la desintegración de los civilizados colonos, incapaces de adaptarse al entorno natural que les rodea. La ambición por el oro y el temor a los nativos les va consumiendo, sin que ellos tengan capacidad para reaccionar al respecto. El último tramo de la cinta nos presenta el reverso de esta situación, con la protagonista en una posición aburguesada en la sociedad europea, viviendo en una enorme mansión, con un cuidado jardín y un seto que la separa de la verdadera naturaleza en la que se crió. Estéticamente, “El Nuevo Mundo” es una obra coherente con el universo presentado por Terrence Malick en sus películas. El tratamiento de la luz natural, los planos pausados y contemplativos que se recrean en los pequeños detalles, la conjunción de la música con las imágenes, proporcionan momentos de una gran belleza sensorial; sin embargo, a nivel narrativo, ésta es la cinta más perjudicada por los tijeretazos de la postproducción. Al contrario que en “La Delgada Línea Roja”, aquí el desarrollo de la película requería un mayor apoyo argumental, que en el montaje comercial queda lastrado por continuas elipsis y agujeros narrativos. Posteriormente, Malick presentó una versión ampliada de esta película, a la que le sumó cerca de cuarenta minutos. Este montaje extendido aporta mucha más coherencia la conjunto, pero no logra solucionar todos los handicaps de la película, que sigue condenada a ser la cinta menos satisfactoria de su director.

“EL ÁRBOL DE LA VIDA”. GÉNESIS.

EL ARBOL DE LA VIDA 01

Es cierto que, como cineasta, Terrence Malick ha generado su propia categoría, su propio rasero a la hora de evaluar sus trabajos. “La Delgada Línea Roja” o, especialmente, esta “El Árbol de la Vida” no pueden ser vistas o evaluadas de acuerdo a los parámetros generales que rigen el medio cinematográfico, de ahí en muchas ocasiones el rechazo que produce entre un sector del público que se acerca a ver sus películas. Por otro lado, tampoco es menos cierto que a pesar de esa idiosincrasia que le ha definido desde su primera película, el cineasta no puede ocultar sus referentes más inmediatos, que en este último ensayo cinematográfico se resume perfectamente en dos nombres irrenunciables del Séptimo Arte como son Stanley Kubrick o Andrei Tarkovsky.

EL ARBOL DE LA VIDA 02

Concretamente del primero ha cogido el propósito existencialista, creacionista incluso, de “2001. Una Odisea en el Espacio”. Las tan comentadas secuencias de introducción y cierre de la cinta donde, de manera exquisita, pero también megalómana, el director nos presenta el Origen de la Vida nos retrotraen a la obra cumbre de Stanley Kubrick y su referencia al nacimiento del ser humano. En esto Malick se ayuda también de algunos de los aliados de su referente, como es el caso del especialista en efectos especiales Douglas Trumbull, quien, al igual que hiciera en 1968, aquí nos sobrecoge con espectaculares imágenes del universo y la gestación de nuestro planeta, pero también, a escala microscópica, la aparición de la vida a través de la evolución de organismos unicelulares. Todo esto acompañado por una selección musical donde se prioriza la elección de composiciones preexistentes de autores como Hector Berlioz o Gyorgy Lygeti, ya presentes en “2001. Una Odisea en el Espacio”, a la partitura creada expresamente para la película por el músico francés Alexandre Desplat. Esto tampoco es nuevo, pese a haber contado con algunos de los músicos más destacados del panorama cinematográfico (Ennio Morricone, Hans Zimmer, James Horner), en las películas de Malick siempre ha existido una preferencia por composiciones de música clásica (Carl Orff en “Malas Tierras”, cantos tradicionales melanesios en “La Delgada Línea Roja”, Wagner en “El Nuevo Mundo”) que se fusionan de manera orgánica con el montaje de imágenes del director. Por otro lado, de Tarkovsky encontramos un tratamiento contemplativo de la luz, del espacio y del tempo narrativo. El nivel de significación de cada plano de la película está cuidado de manera exhaustiva, hasta el punto de que en ocasiones prima lo particular sobre la construcción general de la cinta. Y, sin embargo, pese a esto, o precisamente por ello, la película, como el resto de la filmografía de Malick, se ha construido principalmente en la postproducción. Es en la mesa de montaje que el cineasta encuentra el ritmo y el verdadero sentido de su película. Al igual que sucediera en “La Delgada Línea Roja”, en “El Árbol de la Vida” tenemos que de los 144 minutos que dura la versión comercial, el cineasta ya ha anunciado un montaje del director de seis horas, lo que hace suponer lo extenso del metraje que ha tenido que sacrificar para llegar al corte que hemos visto en las salas de cine.

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“El Árbol de la Vida” es una cinta de fuerte mensaje panteísta, posiblemente en la que más ha remarcado esta filosofía su autor, y donde, una vez más, se debate el choque entre lo divino y lo humano. Como hemos visto, para Malick, lo divino es aquello que trasciende, que va más allá de su propia naturaleza para alcanzar una significación mayor; mientras que lo humano es lo que se detiene en lo particular y no es capaz de emerger de su propia existencia. Según el director, lo primero viene definido por el amor, mientras que lo segundo sucumbe al miedo, el odio, la frustración y la violencia. La historia de la nuestro planeta está plagada de ejemplos donde precisamente la violencia ha querido marcar la pauta de la evolución, como nos quiere mostrar el cineasta con el episodio de los dinosaurios, pero que por su propia naturaleza destructiva, acaba extinguiéndose a sí misma. Aquí volvemos a encontrar también esa constante distinción entre naturaleza y civilización propia del cine de Malick. La primera representa ese carácter divino, constante, eterno, integrador, mientras que lo segundo es un artificio, una construcción del hombre que, en su interés por imponer un orden de las cosas humano, no sólo acaba siendo violento y destructivo, también alienador y desplazador del tipo de personajes que pueblan las historias de Malick: rebeldes, parias, incomprendidos y desclasados.

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Esa dicotomía entre Amor y Violencia, queda perfectamente identificada en la película en los roles de Brad Pitt y Jessica Chastain (el matrimonio O’Brien). El primero es presentado como un padre autoritario, más interesado en imponer una disciplina a sus hijos y aleccionarles para que sean agresivos en la vida que en demostrarles su amor y ser sincero con ellos. La segunda, por su parte, les trasmite lo que es la belleza, la concordia y la comprensión. A simple vista, el de él parece ser un rol activo y arrogante, mientras que ella se mantiene pasiva y sumisa; sin embargo, el desarrollo de los personajes demostrarán lo contrario, especialmente cuando el padre acabe confesando su frustración por ser un Don Nadie en una sociedad que prometía y exigía a sus ciudadanos el éxito y la felicidad, aunque sólo fuera de puertas afuera.

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Fiel a su gusto por la voz en off, la cinta cuenta con tres voces narrativas, el Sr. y la Sra. O’Brien y su hijo mayor Jack, en su versión adulta interpretada por Sean Penn; sin embargo, la perspectiva desde la que se cuenta la historia es desde la visión de éste último en su preadolescencia, en esa etapa aún inocente, pero en la que ya empieza a cuestionar todo lo que le rodea, se rebela contra las figuras autoritarias y emerge la sexualidad (con síndrome de Edipo incluido). A través de la visión del niño, Malick evidencia también las diferencias sociales y raciales de la época, desmitificando uno de los supuestos períodos clave y de mayor ebullición de la sociedad y la cultura estadounidense, los años 50. No por nada, Jack (al igual que Malick en su juventud), pasará posteriormente a formar parte de esa juventud airada y desencantada de los años 60 y 70, que romperán con esa falsa armonía social y familiar que se propugnaba desde todos los estamentos.

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A priori, “El Árbol de la Vida” está construida por dos bloques bien diferenciados y aparentemente inconexos, sin embargo, es la combinación de ambos lo que da un sentido y una mayor trascendencia a la película. Sin el apoyo del prólogo y el epílogo, la historia que nos presenta Malick no es más que una nueva variante de “Muerte de un Viajante”, una historia de fracaso y frustración en el contexto de una sociedad triunfalista e hipócrita. Con los dos anexos que incorpora el cineasta, esta trama se contextualiza en un argumento mayor, universal, donde esa idea de violencia inherente al ser humano se convierte en una constante de la existencia, de la lucha por imponerse en y al orden natural, pero que también está condenada al fracaso, siendo el reencuentro final lo que revalida el discurso de Malick acerca del Amor como único y verdadero motor de la vida.

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Una vez más, la recepción de la película no ha dejado a nadie indiferente. Los seguidores del cineasta la han recibido como una obra maestra, un oasis en el desierto cinematográfico que nos presentan las carteleras actuales; por otro lado, sus detractores y parte del público que se acercaba por primera vez a una película de este autor han quedado entre indignados y desconcertados ante una película que demanda mucha complicidad por parte del espectador y le sitúa en un terreno cuando menos farragoso. “El Árbol de la Vida” dista de ser la mejor película de su director (ese honor se lo deberían disputar “Días de Cielo” y “La Delgada Línea Roja”), sin embargo, y aunque suene paradójico, no es descabellado afirmar que es su película más importante hasta la fecha. A nivel plástico es su trabajo más conseguido. Todos los apuntes estéticos que se han ido moldeando en sus películas anteriores aquí toman forma de manera definitiva. Mientras que en lo temático, se trata de una cinta que cubre todos los temas recurrentes de su director, pudiendo, como decíamos antes, englobar bajo su paraguas el conjunto de su filmografía, aportando una cohesión y un sentido de compleción que previamente estaba simplemente delineado. En su contra cuenta con que ese exceso de ambición puede resultar desproporcionado, haciendo que la conexión interna entre las dos tramas principales resulte forzada y pretenciosa. Como suele suceder con Malick, uno sigue quedándose con la sensación de que el cineasta se ha dejado en la mesa de montaje aquellos elementos que le hubiesen proporcionado a la cinta lo que necesitaba para terminar de afianzar todos los engranajes. Quizás cuando presente su anunciada versión de seis horas en formato doméstico podamos salir de dudas.

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“El Árbol de la Vida” puede ser una buena oportunidad para establecer un punto de inflexión en la filmografía de su autor. Su carácter cohesionador puede dar por zanjado un discurso que se lleva elaborando desde 1973, proporcionando a Malick una vía abierta para, a partir de ahora, impulsar otro itinerario en su carrera. Este cambio podría haberse iniciado ya. Para empezar ya ha renunciado a una de las constantes de su trayectoria, el largo periodo de reflexión entre película y película, y tiene previsto estrenar el próximo año su siguiente trabajo, aún sin título, que estará protagonizado por Rachel McAdams, Rachel Weisz, Ben Affleck y Javier Bardem.

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martes, 27 de septiembre de 2011

APLAUSO.

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Las condiciones con la que están trabajando los cineastas de las islas no son las idóneas y muchos de ellos sacan adelante sus proyectos con enorme esfuerzo profesional y personal. Esto no es nuevo, lo venimos comentando desde hace tiempo, sin embargo, cuando estos esfuerzos florecen y dan resultados es necesario aplaudir y reconocer el trabajo bien hecho. Hoy queremos dedicarle nuestro aplauso a una serie de profesionales y trabajos que, en estos días, nos han ofrecido excelentes noticias.

Empezamos con “La Guía del Silencio”. Esta película supuso el debut en el terreno del largometraje de Cándido Pérez de Armas tras una extensa trayectoria como cortometrajista y ya tuvo un estreno público en la sala del TEA (Tenerife Espacio de las Artes) a finales del año pasado. Desde entonces ha tenido una amplia trayectoria por diferentes festivales, obteniendo el Premio Monopol al Mejor Largometraje de Ficción dentro del Foro Canario del Festival Internacional de Las Palmas de Gran Canaria 2011. Hace algunos meses la película conseguía distribuidor para iniciar su andadura comercial por los cines y ya podemos confirmar que “La Guía del Silencio” será estrenada oficialmente en diferentes salas de Madrid, Barcelona, Las Palmas y Tenerife. Concretamente en las islas podrá ser vista en el Multicines Monopol el 3 de octubre y en Multicines Tenerife el 6 de octubre.

Otro largometraje canario, rodado de manera privada, sin subvenciones ni apoyos públicos, “Amania” de Óscar Martínez, ha sido también noticia recientemente. Tras su pase de gala en el Multicines Yelmo Cineplex el pasado 2 de diciembre y posteriormente se pudo ver nuevamente en TEA el 3 de febrero. Desde entonces también ha ido recorriendo diferentes festivales, ganando el premio a Mejor Largometraje en el festival portugués Avanca 2011. La pasada semana formó parte de la sección a concurso del Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror de la Costa del Sol en Estepona, compitiendo, entre otras, con algunas producciones estadounidenses, como “Las Sombra de los Otros”, protagonizada por Julianne Moore. La cinta no obtuvo premio en esta ocasión, pero que una producción tan modesta haya podido entrar en una competición de este calibre ya es de alabar.

Lo mismo podemos comentar del cortometraje “007 y El Síndrome del Re-Bemol” de Vasni Ramos y Juan José Ramallo. Protagonizado por el grupo cómico El Supositorio, el corto nació originariamente como acompañamiento de la Gala de Clausura de Fimucité 5, proyectado en forma de diferentes segmentos como interludios insertados en el programa del concierto. Dado que uno de los compositores homenajeados del festival era John Barry, músico de gran parte de las películas de James Bond, se presentó una parodia de los principales estereotipos de la franquicia de 007. Tras aquella presentación, se preparó un montaje completo e integrador de estos segmentos que ahora inicia su andadura independiente, debutando precisamente como uno de los cortometrajes escogidos a concurso del Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror de la Costa del Sol en Estepona.

Ni “Amania”, ni “007 y El Síndrome del Re-Bemol” obtuvieron premio en este Festival, pero eso no quiere decir que no haya llegado ningún Premio Unicornio a las islas, aunque éste llegaría a través de una cinta de producción norteamericana, “Mimesis” de Douglas Schulze. La partitura de esta película supone el primer proyecto estadounidense del compositor tinerfeño Diego Navarro y ya le está aportando reconocimientos. “Mimesis” es una cinta de terror que homenajea a un clásico del género como es “La Noche de los Muertos Vivientes”. La música de Navarro resulta tremendamente angustiosa, apoyada en las cuerdas y la percusión, pero, sobre todo, en coro para subrayar el ataque de los muertos vivientes. Sin duda, es un trabajo excepcional que eleva la categoría de la película, siendo plenamente merecedora del premio recibido.

Desde aquí felicitar a todos estos profesionales por estos logros y por el prestigio que con su trabajo traen a nuestra isla. Esperamos que estos éxitos sirvan de impulso para el futuro de sus carreras, así como de apoyo a otros cineastas que también estén buscando recorrer este camino.

“ARRIETTY Y EL MUNDO DE LOS DIMINUTOS”. LA BELLEZA DE LAS PEQUEÑAS COSAS.

Arrietty 1

INTRODUCCIÓN

El último trabajo del estudio de animación Ghibli, “Arrietty y el Mundo de los Diminutos”, supone una nueva reafirmación de esta compañía en un estilo y unos temas que la han convertido en una de las empresas líder en este campo y una de las más valoradas por espectadores de todas las edades. Dirigida por el debutante Hiromasa Yonebayashi (el director más joven que se ha hecho cargo de una producción del estudio hasta la fecha), ha contado con guión y supervisión del mismísimo Hayao Miyazaki a partir de la novela de Mary Norton “Los Incursores”, que ya inspiró en 1983 la serie televisiva de animación “Los Diminutos” y, en 1995, la película protagonizada por John Goodman “The Borrowers”. Eso sí, como suele ser habitual en Ghibli, no se trata de una adaptación fidedigna, sino su propia reinterpretación de la trama y los temas del referente literario.

UNIVERSO GHIBLI

ghibli

Desde su fundación en 1985, el Estudio Ghibli se ha mantenido como una de las más reputadas productoras de cine de animación a nivel mundial, con un total de 18 películas en su catálogo que son consideradas en su mayoría clásicos del cine y que, por regla general, han contado siempre con el apoyo en taquilla del público, especialmente el japonés que ha sido quien mejor ha podido disfrutar de estas películas. Al frente del estudio podemos encontrar tres nombres fundamentales para la cinematografía japonesa, los directores Isao Takahata y Hayao Miyazaki, y el productor Toshio Suzuki. Tras ellos un impresionante elenco de animadores, adiestrados por el propio estudio, que han logrado en estos 24 años romper barreras dentro del género. El nacimiento de Ghibli se fraguó entorno a la realización de la película de Hayao Miyazaki, “Nausicaa del Valle del Viento”, donde estuvieron involucrados además Suzuki y Takahata. El éxito rotundo en Japón de esta película, sumado a lo complejo de su realización, llevó a estos tres cineastas a crear un estudio con el que poder sacar adelante otros proyectos de animación de manera conjunta. Fue Miyazaki quien bautizó a la nueva compañía con el nombre de Ghibli, apodo que los italianos daban a sus aviones de exploración del Sahara en la Segunda Guerra Mundial, y que hace referencia al viento arenoso, caliente y seco que sopla en el desierto. Inicialmente la compañía sólo contó como personal fijo con sus tres creadores, contratándose al equipo de animadores de manera específica para cada proyecto. Así, el prestigio de los tres fundadores supondría el mayor activo de la compañía.

Isao Takahata

Isao Takahata representaba la veteranía. Formado en la todopoderosa productora Toei, donde participó en series míticas como “Heidi”, “Marco” o “Ana de las Tejas Verdes”. Allí dirigió en 1968 su primer largometraje, “Horus, El Príncipe del Sol”, que pasó a convertirse en un título de referencia para la cinematografía nipona. Su primera película como director dentro de Ghibli, “La Tumba de las Luciernagas”, se convirtió en su obra maestra, marcando también la pauta de su cine, basado en historias intimistas y cotidianas. Tras esta cinta, presentó otros títulos como “Recuerdos del Ayer”, “Pompoko” o “Mis Vecinos los Yamadas”. Ésta última se convirtió en uno de los pocos fracasos económicos del estudio, lo que llevó a Takahata a estar apartado de la dirección durante más de una década. Fue tras el desbordante éxito de “Ponyo en el Acantilado” que se ha decidido a emprender un nuevo proyecto de animación, “El Cuento del Cortador de Bambú”, basado en un cuento tradicional y que se encuentra actualmente en proceso de desarrollo.

Hayao Miyazaki

Durante la producción de “Horus, El Príncipe del Sol”, Takahata conoció a Hayao Miyazaki, por aquel entonces un aspirante a animador e inmediatamente lo convirtió en su discípulo. Poco a poco el aprendiz fue situándose al nivel del maestro y, tras el éxito de “Nausicaa del Valle del Viento”, pasó a convertirse en el más exitoso director de cine de animación de Japón. Todas las películas de Miyazaki se han convertido en clásicos del género y han estado entre lo más taquillero del cine japonés. El gusto del director por la fantasía le ha convertido en uno de los más imaginativos y virtuosos cineastas a nivel mundial, como así prueban títulos como “Mi Vecino Totoro”, “Porco Rosso”, “La Princesa Mononoke”, “El Viaje de Chihiro” o “Ponyo en el Acantilado”. A día de hoy, Hayao Miyazaki es reverenciado como el mayor artista vivo en el campo de la animación y su nombre se equipara en importancia dentro de la Historia del Cine con el de Walt Disney. Desde 2002, tras “El Viaje de Chihiro”, viene anunciando su retiro del mundo del cine, pero afortunadamente lo ha ido dilatando en el tiempo, y en la actualidad, además de escribir los guiones de “Arrietty y el Mundo de los Diminutos” y “From Kokuriko Hill”, se encuentra preparando su siguiente película como director, la secuela de “Porco Rosso”, que tiene previsto ambientar en la Guerra Civil Española.

Toshio Suzuki

Más discreto ha sido el papel jugado en la productora por Toshio Suzuki. Periodista de profesión, su primer contacto con el cine de animación fue a través de su trabajo en la revista Tokuma Shoten. Uno de sus primeros artículos fue precisamente una reseña de “Horus, El Príncipe del Sol”, para lo cual intentó infructuosamente entrevistar a Takahata y Miyazaki. Pese al poco interés mostrado por los dos directores pronto Tokuma Shoten se convirtió en el mayor apoyo de Miyazaki, publicando de manera seriada el manga de “Nausicaa”, requisito fundamental en aquel momento para conseguir la financiación del largometraje. Con un trabajo más a la sombra, Suzuki ha ejercido labores de productor de todas las películas del sello Ghibli, aunque no siempre su nombre ha aparecido acreditado.

nausicaa-Hideaki Anno

En 1989, durante la producción de “Nicky, la Aprendiz de Bruja”, los tres fundadores de Ghibli se dieron cuenta de que el progresivo perfeccionamiento de las técnicas de animación del estudio iba a necesitar de un equipo fijo y más numeroso de animadores, a los que a su vez había que pagar un salario más justo por su trabajo. Con este fin Ghibli inició un ambicioso proceso de formación de jóvenes animadores, dentro de los cuales salieron algunos prometedores profesionales a los que el estudio le permitió debutar en el campo de la dirección. Si bien su relación con Ghibli se limita a la producción de “Nausicaa”, Hideaki Anno es un buen ejemplo de esto. Tal y como hiciera Takahata con él, Miyazaki dio su primera oportunidad a este prometedor animador, quien más tarde se consagró con su trabajo en el anime “Neo Genesis Evangelion”.

puedo escuchar el mar

En 1993, Takahata y Miyazaki decidieron poner a prueba a su equipo, haciéndose a un lado y dejando la realización de la película “Puedo Escuchar el Mar” enteramente en manos de Tomomi Mochizuki y su equipo. Mochizuki no era ningún novato en el campo de la animación. Previamente ya había dirigido numerosos episodios de series de televisión animadas como “El Broche Encantado”, “Lamu, la Pequeña Extraterrestre” o “La Magia de Emi”, sin embargo “Puedo Escuchar el Mar” fue primer largometraje cinematográfico. El resultado fue un tanto irregular, especialmente en el mercado internacional, donde la película no obtuvo el apoyo ni la distribución que anteriores títulos de la compañía. El tono intimista de la historia, más cercana a las películas de Takahata que a las fantasías de Miyazaki no terminó de cuajar en occidente.

susurrosenelcorazon_ghibli

A pesar de esto, los cineastas no desistieron en su apoyo a las nuevas generaciones y en 1995 quisieron impulsar la carrera de uno de los principales animadores del estudio, Yoshifumi Kondo, otorgándole la dirección de la cinta “Susurros del Corazón”. Kondo contaba ya en su currículum su trabajo como desarrollador de personajes o supervisor de animación en títulos como “La Tumba de las Luciérnagas”, “Nicky, la Aprendiz de Buja”, “Recuerdos del Ayer” o “Porco Rosso” y con este debut realizó un trabajo excepcional, creando a su vez a uno de los personajes más carismáticos del estudio fuera del cine de Miyazaki, El Barón, un elegante gato de figura antropomórfica que se convertirá en el nexo de unión con otra película del estudio, “Haru en el Reino de los Gatos”. Kondo estaba destinado a ser el sucesor de Takahata y Miyazaki, pero el exceso de trabajo le llevó a fallecer en 1998 víctima de una aneurisma.

haru y el reino de los gatos

“Haru en el Reino de los Gatos” nació por el interés de Miyazaki de seguir desarrollando ese universo en una historia donde reaparecieran El Barón, Muta y la Tienda de Antigüedades. Como muchos de los proyectos de Ghibli, el desarrollo de la preproducción llevó varios años. Nació como idea para un parque temático y luego se quiso transformar en un cortometraje de 20 minutos, hasta que finalmente tras ponerse al frente a otra joven promesa del estudio, Hiroyuki Morita, se acabó convirtiendo en un largometraje de 70 minutos de duración ideado para el mercado doméstico. Morita, quien había debutado como parte del equipo de animadores de “Nicky, la Aprendiz de Bruja” y, más tarde, había participado en “Mis Vecinos los Yamada”, impresionó tanto a Toshio Suzuki con su trabajo que fue éste quien convenció a Miyazaki para que la película se estrenara en los cines.

cuentos de terramar

Una de las últimas producciones de Ghibli desarrollada por un director ajeno a los dos fundadores de la compañía ha sido “Cuentos de Terramar”, firmada por Goro Miyazaki, hijo de Hayao, basada en la novela de Ursula K. Le Guin. Éste era un proyecto en el que su progenitor estuvo trabajando durante un tiempo, pero lo descartó, retomándolo Goro pese a la desaprobación de Hayao. Esto produjo un distanciamiento entre padre e hijo, que dio la razón al veterano director debido a los pobres resultados de la película. El aspecto más positivo de esta disculpa fue que poco después Hayao Miyazaki realizó la maravillosa “Ponyo en el Acantilado” como disculpa hacia su hijo. En la actualidad, Goro Miyazaki está en pleno desarrollo de su segunda película como director, “From Kokuriko Hill”, basada en el manga creado por Chizuru Takahashi y Sayama Tetsuro en 1980 y que cuenta con un guión escrito a cuatro manos por su padre y Keiko Niwa (guionista de “Cuentos de Terramar” y “Arrietty y el Mundo de los Diminutos”).

“ARRIETTY Y EL MUNDO DE LOS DIMINUTOS”

Arrietty 2

Tras el espectacular éxito obtenido con “Ponyo en el Acantilado”, el estudio Ghibli dio luz verde a otro proyecto atesorado por Miyazaki desde hacía cuarenta años, la adaptación de la novela de Mary Norton “Los Incursores”. Pese a esto, el veterano cineasta optó por no ocupar él la silla del director (tras la muerte de Yoshifumi Kondo, Miyazaki decidió tomarse la vida con más calma y reducir notablemente su ritmo de trabajo), cediéndole el puesto al joven Hiromasa Yonebayashi, quien ha pasado de esta manera a convertirse en el director más joven de toda la filmografía de Ghibli tras catorce años integrado en el departamento de animación del estudio, debutando en 1997 con “La Princesa Mononoke”, a la que siguieron títulos como “El Viaje de Chihiro”, “El Castillo Ambulante” o “Ponyo en el Acantilado”. En cualquier caso, Yonebayashi no quiso tener muy lejos a su maestro, quien no sólo escribió el guión de la cinta, sino que además fue supervisando las diferentes etapas de producción a petición expresa del director.

Arrietty 3

Ghibli siempre se ha caracterizado por su cuidado estético y su labor de perfeccionamiento de las técnicas de animación. Durante una etapa que comenzó en 1997 con “La Princesa Mononoke”, el estudio dio un paso en la modernización de la empresa, incorporando el uso de ordenadores a su trabajo con los lápices. Esta incorporación dio sus frutos en “El Viaje de Chihiro”, culmen técnico de la compañía hasta la fecha, sin embargo, Hayao Miyazaki nunca se sintió cómodo con estas nuevas tecnologías y tras el resultado irregular de “El Castillo Ambulante” anunció a sus animadores que en su siguiente trabajo iban a regresar a los métodos tradicionales. Ese carácter conservador lejos de lastrar la evolución del estudio le dio un toque nostálgico a “Ponyo en el Acantilado” que ayudó a incrementar la belleza de la película. “Arrietty y el Mundo de los Diminutos” ha continuado esta misma línea, priorizando el dibujo a mano sobre el trabajo de los ordenadores y, si bien no llega al nivel de virtuosismo de aquella, si vuelve a refrendar el alto nivel de excelencia y exigencia con el que se trabaja en el estudio.

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Por otro lado, ese componente tradicionalista de Ghibli suele definir también el estilo de sus historias. Muchas de ellas tienden a ambientarse en épocas pasadas, e incluso las que se sitúan en la sociedad actual, mantienen una estética retro, nostálgica de la sociedad nipona de las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial (no por nada aquellas que vieron la infancia de sus dos principales creadores, Miyazaki y Takahata). Además, sus aspectos más imaginativos y fantasiosos, así como el diseño de las criaturas mágicas que pueblan estas películas beben de la mitología y el bestiario japonés. En el caso de “Arrietty”, la trama está localizada en el año 2010, pero la acción se desarrolla en la zona rural de Koganei, al oeste de Tokio, un lugar donde le tiempo parece haberse detenido, alejado del frenesí de la sociedad moderna, de ahí que el protagonista de la historia, el niño Shô, sea enviado allí para descansar y recuperarse de su enfermedad (como curiosidad, ésta es también la zona donde se encuentra el estudio Ghibli). Los Incursores, o Diminutos, respetan las características de la novela de Mary Norton, pero al mismo tiempo, también se integran a la perfección en el universo mágico rural ya definido en películas como “Mi Vecino Totoro” (posiblemente el título de Ghibli con el que más y mejor se puede emparentar).

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Otro elemento que suele definir las películas del estudio es la preferencia por personajes principales femeninos, dinámicos e independientes, como demuestran títulos recientes como “La Princesa Mononoke”, “El Viaje de Chihiro”, “El Castillo Ambulante” o “Ponyo en el Acantilado”. Al igual que en la mayoría de ellos, este protagonismo queda ya directamente remarcado en el título en la película que aquí nos ocupa. La narración se desarrolla desde la perspectiva de Arrietty, y no de Shô. Esto dota a la cinta de un mayor dinamismo, ya que se trata de un personaje en constante movimiento, frente al niño humano, que resulta estático y pasivo debido a su enfermedad. Como otras heroínas del estudio, Arriety es joven e impetuosa, con gran curiosidad por el mundo que le rodea, aunque en ocasiones esto se convierte en el detonante del conflicto. La imprudencia de la niña pone en evidencia su existencia a los humanos y hace peligrar la estabilidad de la vida de su familia. Sin embargo, será ese mismo arrojo el que le permitirá solucionar los entuertos en los que se mete.

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Las películas de Ghibli suelen incorporar también mensajes ecologistas, donde el intrusismo del ser humano se convierte en un desestabilizador del orden natural. Esta constante se mantiene en “Arrietty y el Mundo de los Diminutos”. Si bien los pocos adultos que participan en la acción son amigables (sólo Haru, la criada de la casa, guarda animosidad contra los diminutos), el mundo de los humanos no deja de verse como algo separado del mundo natural. La casa de Sadako, la tía abuela de Shô se inserta dentro del paisaje natural, interrumpiéndolo, aunque con el paso del tiempo se ha ido asimilando dentro de él y animales e insectos, al igual que los Diminutos, han pasado a instalarse en sus recovecos. Si bien en “La Príncesa Mononoke” el tema central era la destrucción de la naturaleza por el avance industrial del hombre o en “Ponyo en el Acantilado” se denunciaba la contaminación de los océanos, aquí el impacto del ser humano es más limitado al tratarse de un espacio en las afueras de la ciudad, por lo que el mensaje ecológico se centra más en mostrar la armonía del mundo natural y los valores de los diminutos como especie respetuosa con el medio ambiente. En este sentido, la película deposita gran énfasis en el uso del sonido, destacando efectos propios del viento o los insectos dentro de la banda sonora para subrayar el carácter armónico de todo.

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Al igual que el sonido, la música juega también un papel fundamental en la película. Por regla general, todas las películas del estudio cuidan mucho este aspecto, especialmente en la filmografía de Miyazaki, donde el trabajo del excelso compositor Joe Hisaishi siempre ha aportado una mayor profundidad y belleza a las historias y las imágenes del genial cineasta. Sin embargo en esta ocasión, se ha prescindido de este músico para optar por la cantante francesa Cécile Corbel. Fue ésta misma quien se puso en contacto con Ghibli, movida por su gran afición a los trabajos del estudio, enviándole un ejemplar de su segundo trabajo discográfico y ofreciéndose a trabajar con ellos. El CD llegó a manos de Toshio Suzuki, quien enseguida se lo recomendó a Hayao Miyazaki como propuesta para la música de la película. “Arrietty y el Mundo de los Diminutos” es una cinta más descriptiva que narrativa. Su excusa argumental es muy simple y la cinta cede gran parte de su metraje a deleitarnos con imágenes de ese mundo natural desde la perspectiva diminuta de Arrietty. La belleza de estas imágenes, el uso del sonido y la integración de todo con la partitura y las canciones de corte celta de Cécile Corbel convierten a la película en una experiencia sensorial exquisita.

“Arrietty y el Mundo de los Diminutos” se presenta como una cinta menor dentro de la trayectoria de Ghibli, sobre todo al llegar tras una obra maestra como “Ponyo en el Acantilado”, sin embargo, esto no supone un menosprecio de la película, sino que se ajusta a su vocación de película pequeña y sencilla, menos ambiciosa en sus objetivos, pero que sigue manteniendo la pauta y las cualidades de toda la filmografía del estudio. Así ha sido recibida por el público, especialmente el japonés, que ha respondido de manera excelente a este debut en la dirección de Hiromasa Yonebayashi (en Japón más de siete millones y medio de espectadores pasaron por taquilla para verla, convirtiéndose en la opera prima más taquillera en la historia del cine de este país). Esto la avala como un nuevo triunfo de Ghibli y una espléndida antesala de los próximos trabajos que nos esperan de este estudio: “El Cuento del Cortador de Bambú” de Isao Takahata, “From Kokuriko Hill” de Goro Miyazaki y “Porco Rosso 2” de Hayao Miyazaki.

Arrietty 8

sábado, 24 de septiembre de 2011

ESTRENOS. 23 DE DICIEMBRE

Tres estrenos nos acompañan este fin de semana, con tres propuestas muy diferentes entre sí, pensadas para llamar la atención de sectores de la audiencia dispares. Cine infantil de animación, una comedia romántica con toques irreverentes o una oscura trama de corrupción y asesinatos componen este abanico de posibilidades del que podremos disfrutar este fin de semana.
KERITY, LA CASA DE LOS CUENTOS
KERITY
Director: Dominique Monfery
Guión: Anik Leray, Alexandre Reverend
“Kerity, la Casa de los Cuentos” es una película de animación francesa dirigida por Dominique Monfery, con guión de Anik Leray y Alexandre Reverend, que adapta al cine los cuentos infantiles de la propia Anik Leray, concretamente el libro “Nat y el Secreto de Eleonora”, ilustrado por la célebre artista Rebeca Dautremer. Se trata de cine de animación tradicional, elaborado con mimo por cada dibujo y que nos traslada a un mundo mágico, ideal para los más pequeños de la casa.
Natanaël cumplirá pronto los siete años, pero todavía no sabe leer. Cuando hereda de su tía Eleonor la más valiosa colección de cuentos del mundo, a Natanaël le sienta fatal. Sin embargo, cada uno de esos cuentos contiene un secreto maravilloso, y es que cuando cae la noche, personajes como Alicia, la malvada bruja o el Capitán Garfio cobran vida y salen de las páginas de sus cuentos. Estos fantásticos personajes avisan a Natanaël de que corren un gran peligro: puede que desaparezcan para siempre jamás, y con ellos las más maravillosas historias que protagonizan, que han entretenido a los niños de todo el mundo generación tras generación. Para salvar a sus fantásticos amigos y a sus historias, Natanaël tendrá que enfrentarse a grandes peligros e increíbles aventuras. ¿Conseguirá leer a tiempo la fórmula mágica que les salvará a todos?
CON DERECHO A ROCE
CON DERECHO A ROCE
Director: Will Gluck
Guión: Keith Merryman, David A. Newman
Reparto: Justin Timberlake, Mila Kunis, Patricia Clarkson, Woody Harrelson, Emma Stone, Rashida Jones, Andy Samberg, Richard Jenkins, Jenna Elfman
El director Will Gluck saca partido a su atractiva pareja protagonista en “Con Derecho a Roce”, intentando dar una nueva variante al género de la comedia romántica. El cantante Justin Timberlake, cada vez más vinculado con el mundo de cine tras participar en títulos como “La Red Social” o “Bad Teacher”, se alía con Mila Kunis (“Paso de Tí”, “Cisne Negro”) para presentarnos esta historia de sexo sin compromiso. Les acompaña un curioso y heterogéneo plantel de actores secundarios, como Patricia Clarkson (“Elegy”), Woody Harrelson, Emma Stone (“Rumores y Mentiras” o, próximamente, “The Amazing Spider-man”)
Una joven cazadora de talentos de Nueva York (Mila Kunis) convence a un potencial nuevo empleado (Justin Timberlake) a que acepte un trabajo en la Gran Manzana. A pesar de la atracción que sienten el uno por el otro, ambos se dan cuenta de que representan todo aquello de lo que huyen en una relación y deciden dejar todos los sentimientos a un lado y mantener una relación estrictamente en el plano físico.
NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS
NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS
Director: Enrique Urbizu
Guión: Enrique Urbizu, Michel Gaztambide
Reparto: José Coronado, Rodolfo Sancho, Helena Miquel, Juanjo Artero, Pedro María Sánchez, Nadia Casado
Tras “La Caja 507” y “La Vida Mancha”, el actor José Coronado y el director Enrique Urbizu vuelven a unir fuerzas para sacar adelante una historia ambientada en los rincones más oscuros del Madrid de principios del siglo XXI, con una trama de asesinato y tráfico de drogas como telón de fondo. Urbizu recupera el tono de thriller policíaco para ofrecernos una contundente historia, narrada con su habitual tono seco y duro, apoyándose para ello en la metamorfosis física de Coronado en el violento Santos Trinidad.
Madrid, año dos mil y pico. Un domingo cualquiera, otro más, el inspector de policía Santos Trinidad (José Coronado) de camino a casa, ya muy borracho, se ve involucrado en un triple asesinato. Pero hay un testigo que consigue escapar... y podría incriminarle. Santos Trinidad inicia la caza del hombre, emprende una investigación destinada a localizar y eliminar al testigo. Mientras tanto la juez Chacón (Helena Miquel), encargada de la investigación del triple crimen, avanza meticulosamente en la búsqueda del asesino. Ambos, Santos y Chacón, van a descubrir que nada es lo que parece y lo que empieza siendo un simple caso de tráfico de drogas, desembocará en algo mucho más peligroso. Solo Santos parece ser capaz de impedirlo, siempre que la juez Chacón no consiga detenerle antes a él.