domingo, 8 de febrero de 2015

PREMIOS GOYA 2015

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Con paso torero, aunque no a ritmo de pasodoble, sino de la canción “Resistiré”, comenzó ayer la XXIX Ceremonia de los Premios Goya, y no era para menos. 2014 ha sido uno de los años más rentables del cine español, con más de veinte millones de espectadores acudiendo a las salas a ver cine nacional y con películas batiendo records de recaudación (130 millones de euros recaudados en 2014) y permanencia en cartelera. Con esos datos sobre la mesa, nuestra industria bien podía permitirse salir con paso triunfal y sacar pecho ante el maltrato recibido por el gobierno de la nación. En la gala se habló del IVA, pero no ha quedado únicamente ahí. El desprecio a la calidad de nuestras películas y el alejamiento del público fue arma esgrimida no hace mucho, pero con esta demostración de fuerza, el ministro de cultura, José Ignacio Wert, no pudo en esta ocasión escabullirse como hiciera cobardemente el año pasado (mis disculpas por el alegato político en un blog cuyo interés es el cine, pero no se trata de política, sino de hechos consumados). Pese a esto, nuestros artistas han saso muestras de un gran talante y la gala se convirtió en una celebración del éxito, no un mitin político. Hubo menciones a la situación que pasa nuestro cine por culpa de las políticas fiscales y culturales, pero todas ellas hechas con mesura y elegancia. En ese momento de poder, el cine español optó por tender la mano y hablar de futuro. Enrique González Macho habló del legado del cine español, representado en la sala esa noche por Asunción Balaguer y del camino que nos queda por andar. Habló de la importancia del cortometraje como fuerza creativa y cantera del cine, y por lo tanto un medio que hay que proteger y ayudar. El cine español ha dado un paso adelante y ha roto una de las principales resistencias que tenía a nivel económico, la aceptación del público, pero eso únicamente no hace industria. El cine es algo más que la taquilla y el porcentaje que aporta a las arcas del Estado (más de 27 millones de euros el año pasado), es cultura y es un brillante embajador de nuestro país en el extranjero. Al final las primas de riesgo seguirán subiendo o bajando, igual que la bolsa y el valor del euro. Con el tiempo olvidaremos a qué tipo de interés estaba la hipoteca en febrero de 2015 (que no el dolor de las familias que han sufrido los estragos de la crisis) o cuál era el porcentaje de IVA que pagaban las productoras por lo recaudado en taquilla. Al final, si hay calidad y reconocimiento, lo que perdurará serán las películas (junto con el resto de las representaciones artísticas) y son ellas las que hablarán de nuestro legado. Cuidemos el arte, cuidemos el cine, y la Historia hablará bien de nosotros.

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Pero volvamos a la gala y los premiados. La ceremonia estuvo conducida por Daniel Rovira, humorista que debutó el año pasado en nuestro cine y que además se llevó anoche el Goya a Actor Revelación. Rovira demostró su dominio de las tablas y del directo. Se metió al público en el bolsillo con su sentido del humor y ayudó a aligerar las casi cuatro horas (tres horas y cuarenta minutos en total) que duró el evento. Hubo de todo, humor inteligente, humor burdo, clichés por comunidades y hasta bajada de pantalones. También Rovira supo quitarse la máscara de cómico y ponerse serio cuando tocaba. Con esa labor, no sólo ha conseguido entrar en nuestro cine como actor revelación, también se alzó entre los primeros puestos de un puesto que ha contado con eminentes representantes como Rosa María Sardá, Eva Hache o Andreu Buenafuente (y haciéndonos olvidar momentos más vergonzosos, como el Manel Fuentes del año pasado). Un año más, el caballo de batalla fue la duración de la gala. Son muchos los premios a entregar y, al mismo tiempo, hay que evitar que sea un espectáculo esquemático, adornándolo siempre con números musicales o humorísticos (por lo general excelentes, aunque, un año más, seguimos sin entender qué hace Alex O’Dogherty en la gala). Los galardonados hicieron esfuerzos por ajustarse al minuto que se les concedía para los agradecimientos. Los nervios traicionaron a algunos (a Nerea Barros el premio la cogió completamente desprevenida) y otros no pudieron evitar pasarse del tiempo. Ahí quien se llevó la palma fue José Antonio Félez, productor de “La Isla Mínima”, mientras que un histórico del exceso como Karra Elejaldre supo acotar su discurso al tiempo establecido. Uno de los momentos, también excesivos, pero históricos, fue la entrega del Goya de Honor a Antonio Banderas. Acompañado por Pedro Almodóvar, en una noche donde también Penélope Cruz era una de las invitadas de honor, fue difícil no referirse a los artistas españoles que logran triunfar en el extranjero. Independientemente de la opinión que cada cual pueda tener de él como actor, Banderas fue un buque cortahielos para muchos artistas y siempre ha ejercido de valedor del cine español fuera de nuestras fronteras, sin olvidar sus orígenes y regresando a España para con su prestigio apoyar e impulsar nuevos proyectos nacionales. Podemos pensar que ese Goya de Honor ha tardado en llegar a alguien que tanto ha hecho por la difusión del cine y los artistas españoles, pero en esa noche de triunfalismo, el suyo era el premio más adecuado.

banderas goya de honor

Fue una gala con una clara vencedora. De las doce candidaturas a las que optaba, “La Isla Mínima” se alzó con 10, convirtiéndose en la tercera película española con más Goyas de la historia (empatada con “Blancanieves”, que se llevó esa misma cifra en 2013). Estaba claro que la cinta de Alberto Rodríguez iba a ser la vencedora de la noche, así lo aseguraban todas las quinielas y otros galardones entregados a la película previamente; sin embargo, lo que quizás no se esperaba era esa contundencia. Su triunfo restó protagonismo a las dos cintas que competían directamente con ella, “El Niño” (que consiguió los premios a dirección de producción, sonido, efectos especiales y canción) y “Magical Girl” (que tuvo que contentarse con el Goya a mejor actriz para Bárbara Lennie, eso sí, uno de los galardones esperados de la noche). Otro título que salió con paso triunfal fue “Ocho Apellidos Vascos”. No tan afortunada en cuando a número de candidaturas (partía con cinco menciones), sí logró hacer buen acopio de premios en las categorías de interpretación, con los ya mencionados Karra Elejarde y Daniel Rovira, y Carmen Machi en el escenario. Otros premios a destacar son los de dirección novel para Carlos Marques-Marcet por “10.000 Km”, los dos Goyas a mejor cinta de animación y mejor guion adaptado para “Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo”, y la estatuilla a mejor película iberoamericana para “Relatos Salvajes”, cinta que compite por el Oscar a Mejor película de Habla no Inglesa en los Oscars con el Goya a mejor película europea, la polaca “Ida” de Pawel Pawlikowsky. Nosotros particularmente echamos de menos ver en el escenario a los candidatos canarios, especialmente Víctor Moreno por “Edificio España”, un trabajo más que merecedor del galardón. Hubiésemos preferido el galardón de actor de reparo para el veterano José Sacristán por “Magical Girl” (por muy divertido que también nos parece el papel de Elejalde en “Ocho Apellidos Vascos”, cinta que indudablemente debe la mayor parte de su éxito a la labor de sus actores) y el premio a música original se lo hubiésemos entregado a Pascal Gaigne por su bellísima partitura para “Loreak”.

La añada del 2014 ha sido especialmente fructífera para nuestro cine. Difícil lo tendrá este 2015 para poder igualarla, pero confiemos que la senda ya ha sido abierta y que el cine español que está por venir sepa aprender y aprovechar el camino andado.

la isla mínima goya

GALARDONES

MEJOR PELÍCULA

- “La Isla Mínima”

MEJOR DIRECCIÓN

- Alberto Rodríguez, por “La Isla Mínima”

Mejor actriz

- Bárbara Lennie, por “Magical Girl”

Mejor actor

- Javier Gutiérrez, por “La Isla Mínima”

Mejor actriz de reparto

- Carmen Machi, por “Ocho apellidos vascos”

Mejor actor de reparto

- Karra Elejalde, por “Ocho apellidos vascos”

Mejor actriz revelación

- Nerea Barros, por “La Isla Mínima”

Mejor actor revelación

- Dani Rovira, por “Ocho apellidos vascos”

Mejor dirección novel

- Carlos Marqués-Marcet, por “10.000 km.”

Mejor guión original

- Rafael Cobos y Alberto Rodríguez, por “La Isla Mínima”

Mejor guión adaptado

- Javier Fesser, Cristóbal Ruiz y Claro García, por “Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo”

Mejor dirección de fotografía

- Álex Catalán, por “La Isla Mínima”

Mejor música original

- Julio de la Rosa, por “La Isla Mínima”

Mejor canción original

- “Niño sin miedo”, de David Santisteban, India Martínez y Riki Rivera, por “El Niño”

Mejor sonido

- Marc Orts, Oriol Tarragó y Sergio Burmann, por “El Niño”

Mejor dirección de producción

- Edmon Roch y Toni Novella, por “El Niño”

Mejor montaje

- José M. G. Moyano, por “La Isla Mínima”

Mejor dirección artística

- Pepe Domínguez, por “La Isla Mínima”

Mejor maquillaje y peluquería

- Carmen Veinat, José Quetglas y Pedro Rodríguez por “Musarañas”

Mejor diseño de vestuario

- Fernando García, por “La Isla Mínima”

Mejor película europea

- “Ida”, de Pawel Pawlikowsky

Mejor película iberoamericana

- “Relatos salvajes”, de Damián Szifrón.

Mejor película documental

- “Paco de Lucía: la búsqueda”, de Curro Sánchez Varela

Mejor película de animación

- “Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo”, de Javier Fesser

Mejores efectos especiales

- Guillermo Orbe y Raúl Romanillos, por “El Niño”

Mejor cortometraje de ficción

- “Café para llevar”, de Patricia Font

Mejor cortometraje de animación

- “Juan y la nube”, de Giovanni Maccelli

Mejor cortometraje documental

- “Walls (Si estas paredes hablasen)”, de Miguel López Beraza

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