Durante sus 38 años de existencia, la
música de John Williams ha sido un componente ineludible de la saga de Star
Wars. En 1977, compartió en gran medida la responsabilidad del éxito de la
película y posteriormente supo evolucionar para generar todo un universo
musical, a veces más rico y complejo que las tramas de las películas. Por otro
lado, en su momento, la partitura del ahora conocido como “Star Wars. Episodio
IV. Una Nueva Esperanza” supuso todo un cambio de tendencia en la música
hollywoodiense. Williams provocó un regreso al pasado, al clasicismo sinfónico
de Erich Wolfgang Korngold y rescató la sonoridad del cine de aventuras de los
años 30 y 40, desplazado durante los 60 y 70 por estilos más populares, como el
jazz o el pop. Si bien la evolución como músico del compositor con el paso de
los años le ha ido alejando del tipo de partituras que le dieron la fama, no
podemos negar que Williams sigue siendo a día de hoy la punta de la pirámide dentro
de la jerarquía musical de la industria, uno de los últimos compositores
clásicos vivos y en activo, junto con Ennio Morricone; y que, por otro lado,
siempre ha demostrado ser agradecido hacia aquellas películas y personajes que le
abrieron las puertas del Olimpo cinematográfico, ya sea en sus programas de
concierto como a la hora de mantenerse fiel en sus sucesivas entregas
cinematográficas. Es por esto que, si bien en un primer momento se pensó en la
posibilidad de que otro compositor como Michael Giacchino podría recoger el
testigo galáctico, Williams enseguida dejó patente su intención de seguir
desarrollando ese universo musical que él había creado. Vista la película, y
teniendo en cuenta el notable esfuerzo realizado por Disney y el director J.J. Abrams
por reproducir el tono de las películas originales, hay que decir que la
presencia de John Williams no es que fuera necesaria, es que era obligatoria.
A nivel temático, la nueva partitura
ejerce un equilibrio entre dos elementos. En primer lugar, el rescate de los
leitmotivs clásicos, empezando por la fanfarria del tema principal hasta la
recuperación del tema de La Fuerza. Sin embargo, puestos a destacar un tema
clásico, consideramos de recibo la importancia ganada en esta nueva partitura
para el tema de amor de Han y Leia, compuesto originariamente en “Star Wars.
Episodio V. El Imperio Contraataca”. En segundo lugar, tenemos la incorporación
de temas identificativos para los nuevos personajes de la saga. Aquí,
encontramos dos temas principales. Por un lado el dedicado al personaje de Rey,
un tema luminoso, con reminiscencias tanto del tema de Luke como del tema de La
Fuerza, estableciendo el protagonismo y la importancia de este personaje para
el futuro de la nueva trilogía. Por otro lado, tenemos el tema de Kylo Ren, que
actúa como reverso tenebroso del anterior. Al igual que el personaje al que
representa, el leitmotiv bebe de la oscuridad de Darth Vader y encontramos en
él un componente de lucha interna, presente en la partitura de “El Retorno del
Jedi”, como en las precuelas galácticas. Después encontramos otras
composiciones de peso más secundario, como la marcha dedicada a la rebelión, de
carácter heroico y que tiene su máxima expresión durante la batalla del planeta
Takadona. El Líder Supremo Snoke recibe también una pincelada musical, con un
tema coral, con fuerte peso de las voces masculinas, que establece también la
conexión con la figura del Emperador Palpatine en “El Retorno del Jedi”.
Con esta partitura, Williams regresa
a su sonido originario, potenciando dentro de las grandes masas orquestales, el
uso de las cuerdas y los metales a modo de fanfarria, lo que enaltece la acción
y da un carácter de tragedia clásica a la trama y los personajes. Una vez más
el maestro demuestra su habilidad a la hora de desarrollar y combinar los
diferentes leitmotivs, al mismo tiempo que construye con ellos un discurso
narrativo. Habrá quien encuentre la partitura poco original, sin embargo, una
de las grandes virtudes de la música es, precisamente, su capacidad para
construir nuevos espacios musicales a partir de una base pretérita con el fin
de obtener una coherencia estilística. Si uno de los objetivos primordiales de
esta nueva entrega era establecer el puente con el punto en que quedó la saga
en 1983 con “El Retorno del Jedi”, Abrams ha tenido en Williams a uno de sus
principales aliados. Por otro lado, nos encontramos ante una película que
prioriza mucho las secuencias de acción. Eso da espacio al músico para
desplegar todo su arsenal orquestal, con extensas y poderosas composiciones,
que elevan de manera vibrante la imagen.
Al igual que la presencia de los personajes clásicos, la labor de John Williams en este séptimo episodio
de la saga ha sido principalmente aportar continuidad narrativa y estilística a
la película. De momento, la continuidad de Williams en la franquicia no está
confirmada. Por de pronto, ya sabemos que no estará en el primer spin off, “Rogue
One: A Star Wars Story”, cuya música correrá a cargo de Alexandre Desplat. Sin
embargo, sea como sea, el maestro ya se ha encargado de establecer las bases
por donde sus posibles sustitutos deberán deambular y su espíritu estará
presente en la saga siempre.
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