lunes, 18 de enero de 2016

“EXORCISMO EN EL VATICANO”. NO MENCIONARÁS EL NOMBRE DEL PADRE KARRAS EN VANO

En 1973 el director William Friedkin revolucionó el género de terror con “El Exorcista”. El impacto de esta extraordinaria película generó desgraciadamente devastadores efectos colaterales. Después de Regan, muchas han sido las películas que han intentado infructuosamente repetir el éxito de Friedkin. Ni las secuelas generadas posteriormente, ni todos los títulos sobre exorcismos que se han producido con posterioridad han llegado al nivel de terror y de impacto en el espectador y la historia del cine que aquella cinta fundacional. Es más, la mayor parte de ellas ni siquiera han sido buenas películas de terror. El último intento viene de la mano del director Mark Neveldine con “Exorcismo en el Vaticano”.
Neveldine tiene en su haber otras cuatro películas, todas codirigidas junto a Brian Taylor, siendo ésta su primera cinta en solitario. El punto de partida es un guion escrito en 2009 por Christopher Borrelli y Michael C. Martin, a partir de una historia original ideada por el propio Borrelli junto al productor Chris Morgan (responsable también de la franquicia de "A Todo Gas"). Sobre el papel nos encontramos ante una historia no especialmente original, que intenta inútilmente establecer un contraste entre ciencia (a través de los intentos por buscar una explicación científica y racional en el hospital o el centro psiquiátrico donde internan a la protagonista) y fe (el verdadero trasfondo religioso y demoníaco de la trama). Además, fuera de lo puramente sobrenatural, plantea un cierto conflicto entre los personajes, utilizando para ello las fricciones en la relación del padre de la protagonista y la pareja sentimental de ésta. Ideas que a priori podrían parecer interesantes, pero que son desarrolladas de manera precipitada y chabacana. Neveldine, por su parte combina narración tradicional con el formato found footage para intentar dar a la acción sobrenatural una mayor cercanía con el espectador y cierto toque de realismo, sin embargo, la puesta en escena es tan torpe y desnortada que más que inquietud lo que genera en el espectador es sopor y vergüenza ajena. El reparto cuenta con intérpretes competentes, algunos de ellos incluso con prestigio a sus espaldas (como Dougray Scott, Michael Peña o Djimon Hounsou), sin embargo, la dirección de actores es tan nefasta que todos parecen sacados de algún grupo de teatro amateur.

“Exorcismo en el Vaticano” no es que no llegué a la altura de referentes de categoría como “El Exorcista”, es que se suma a lo peor de esta tradición del cine de terror. Lo mejor que podemos hacer con ella es meterla en una caja y enterrarla hondo.   

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