viernes, 17 de junio de 2011

PAUL NEWMAN. EL TALENTO, LA INTEGRIDAD Y LA COHERENCIA DE UN ACTOR


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INTRODUCCIÓN
Una vez más nos fijamos en las novedades que nos llegan a través del formato doméstico para hacer un viaje en el tiempo y recordar algunos de los grandes momentos, películas y estrellas que nos ha legado la Historia del Cine. Esta semana en concreto se presentaba en Blu Ray la maravillosa película de Robert Rossen “El Buscavidas”, uno de los personajes icónicos del mítico Paul Newman.
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Muchas son las cosas que confluyeron en Paul Newman para convertirlo en una de las estrellas inmortales de Hollywood. No sólo era uno de los mejores actores de su generación, y uno de los más atractivos, con una de las miradas más fascinantes y seductoras, no sólo supo ganarse la simpatía del público, incluso la de aquellos que no comulgaban con sus posturas políticas progresistas, o sirvió de modelo con la estabilidad de su matrimonio con la también actriz Joanne Woodward, con la que permaneció casado 50 años, también fue siempre una persona comprometida con causas sociales y un gran benefactor a través de los beneficios que producían las ventas de sus productos alimenticios, los cuales iban destinados a obras de caridad. Con todo esto Newman demostró que podía ser un héroe no sólo dentro de la pantalla, sino también fuera de ella. Todo ello dedicando también parte de su tiempo a una de sus grandes aficiones, las carreras de coches.
INICIOS
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Paul Leonard Newman nació el 26 de enero de 1925 en Ohio, en una familia acomodada que se dedicaba al comercio de productos deportivos. Al joven Newman no le atraía demasiado el mundo de los negocios, sin embargo, a pesar de esto, estudió Económicas en la Universidad Kenyon, aunque nunca llegó a ejercer la profesión de su padre. En 1951 ingresó en la Escuela de Interpretación de Yale, aunque ya tenía experiencia previa como actor amateur en su etapa colegial y universitaria. Tras su paso por Yale ingresó en el famoso Actor’s Studio, donde fue perfeccionando sus aptitudes interpretativas. Allí coincidió con otras jóvenes promesas que también se hicieron un nombre en el cine de Hollywood como James Dean, Marlon Brando o Steve McQueen. Tras finalizar sus estudios de interpretación logró debutar como actor en series de televisión y en Broadway, consiguiendo un notorio éxito crítico con su participación en la obra teatral "Picnic". Esta intervención y su atractivo físico le sirvieron para abrirle las puertas del mundo del cine.
AÑOS 50. CONSTRUYENDO EL MITO
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En 1954 debutó en la gran pantalla con “El Cáliz de Plata”, una película de temática histórica y religiosa dirigida por Victor Saville que estaba co-protagonizada por Jack Palance y Virginia Mayo. El actor siempre definió esta película como una de las más ridículas que se habían hecho, pero le sirvió para entrar dentro del sistema de estudios de Hollywood. Si bien “El Cáliz de Plata” no estaba al nivel de su calidad interpretativa, Newman tuvo su gran oportunidad en 1956 cuando fue elegido para encarnar al boxeador Rocky Graziano en “Marcado por el Odio”, un título dirigido por Robert Wise. A raíz de esta interpretación, Newman fue escalando posiciones dentro del estatus de Hollywood hasta convertirse en una de las grandes estrellas en la historia del Séptimo Arte.
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La llegada de Paul Newman al cine fue proverbial para una industria que buscaba intensamente la forma de replicar el efecto Marlon Brando y James Dean, tras el fallecimiento de éste. Tres obras de 1958 fueron fundamentales para convertir a Newman en el candidato ideal para ocupar este puesto. Tras participar en títulos como “Traidor a la Patria”, “Para Ella un Sólo Hombre” y “Mujeres Culpables”, el actor se convirtió en un emblema de la nueva modernidad de Hollywood con tres títulos emblemáticos. El primero fue “El Zurdo”, una revisión de Billy el Niño dirigida por el realizador Arthur Penn, donde Newman no tenía inconveniente en representar un papel que por primera vez reflejaba las connotaciones homosexuales del mito.
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Curiosamente su siguiente personaje en pantalla volvió a tener vínculos con el mundo gay. “El Gato sobre el Tejado de Zinc” estaba basada en una polémica obra teatral de Tennesse Williams, cargada de dobles lecturas hacia la verdadera orientación sexual del protagonista. Para la versión fílmica Hollywood se quiso suavizar el tono, sin embargo, gracias a la interpretación de Newman y a la acertada dirección de Richard Brooks, no es difícil darse cuenta de dónde radica realmente el conflicto del personaje. El actor participó también ese año en “El Largo y Cálido Verano”, otra prestigiosa adaptación de uno de los clásicos literarios americanos, William Faulkner. Su interpretación de Ben Quick supuso una muesca más en la ya destacada filmografía de Paul Newman. Además ésta fue una película destinada a marcar el futuro tanto profesional como personal de Newman. Aquí coincidió por primera vez con el director Martin Ritt, que él mismo Newman llego a destacar como su director favorito, y trabajó con Joanne Woodward, con la que inició una de las relaciones más longevas de la Industria del Cine.
AÑOS 60. PERIODO DE ESPLENDOR
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Si con sus papeles de la década de los 50 Paul Newman se había convertido en uno de los actores más admirados de Hollywood, los 60 le permitieron asentarse en su puesto de galán cinematográfico, así como de actor comprometido con el esplendor literario que gozaba Estados Unidos en este periodo. Ya en 1960 estrenaba década con un título para la posteridad, “Éxodo” de Otto Preminger, sobre la creación del estado de Israel, con guión del excelente guionista víctima de la caza de brujas, Dalton Trumbo. A continuación interpretó otro personaje de referencia en su filmografía, Eddie el Rápido en “El Buscavidas”. La interpretación de Newman resultó tan destacada y carismática, que la fama del personaje traspasó la pantalla y se convirtió en un icono de la época. En 1962 volvió a ponerse a las órdenes de Richard Brooks para llevar a la gran pantalla otra destacada adaptación de una obra de teatro de Tennesse Williams, “Dulce Pájaro de Juventud”. Aquí compartió escenas con una antigua compañera del Actor’s Studio, Geraldine Page, en una historia de amores interesados que daba una nueva muestra del carácter desencantado y crítico de la sociedad de la época.
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En 1963 el director Martin Ritt le volvió a convocar para llevar a la pantalla una adaptación de la novela de Larry McMurty, “Hud”. Aquí nuevamente el actor dio el perfil para este personaje seductor y contestatario, enfrentado a las más arraigadas tradiciones de su país. Ese año participó también en una entretenida comedia con tintes de suspense, de fuerte influencia Hitchcoriana aunque dirigida por Mark Robson, titulada “El Premio”.
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Llegados a 1966 Newman depositó todo su carisma y su talante seductor en el personaje Lew Harper, en “Harper, Investigador Privado”. En esta cinta de suspense con elementos de humor, el actor nuevamente dio al público aquello que le había convertido en una estrella comercial, su atractivo pícaro y su habilidad para mantenerse en las situaciones más complicadas con una sonrisa canalla y sin perder su imagen encantadora y sugestiva. También ese año protagonizó junto a Julie Adrews la película de Alfred Hitchcock “Cortina Rasgada”. Newman revalidó su buen hacer, aunque en esta ocasión lo que trascendió fueron las malas relaciones que entablaron el director y Andrews, aparentemente al negarse ésta a aceptar algunas de las peculiaridades que Hitchcock había mantenido con sus anteriores actrices protagonistas.
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En 1967 Newman regresó al terreno del western, de nuevo de la mano de Martin Ritt con “Un Hombre”. Tomando como base un argumento propio del género, la historia sirve también para dar una visión de algunos de los problemas que más preocupaban en la época, como el racismo o las desigualdades sociales. En cualquier caso, la película clave de este año en la carrera de Newman, y una de sus interpretaciones más memorables, “La leyenda del Indomable” de Stuart Rosenberg. Una vez más el actor encarnaba a un personaje contestatario, enfrentado al status quo, cuyo carácter rebelde le convierte en un desafío continuo para cualquier sistema que anule la personalidad del individuo.
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Ambicioso no sólo en cuanto a sus retos interpretativos, sino en otros campos artísticos, Newman debutó como director en 1968 con la cinta “Raquel, Raquel”, faceta que retomó en más ocasiones con títulos como “Casta Invencible” de 1971, “El Efecto de los Rayos Gamma sobre las Margaritas” de 1972, “Harry e Hijo” de 1984 o “El Zoo de Tierra” de 1987. La afición de Newman por las carreras de coches le llevó a protagonizar en 1969, “500 Millas”, donde interpretó a un corredor de la famosa carrera de Indianapolis 500.
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Newman cerró la década de los 60 por todo lo alto, con el western “Dos Hombres y Un Destino”, bajo las órdenes de George Roy Hill y reuniéndose por primera vez en la gran pantalla con Robert Redford. La pareja formada por dos de los actores de mayor talento, carisma y atractivo de la historia del cine resultó antológica, convirtiendo a la cinta en un hito cinematográfico. Entre otros momentos para la eternidad, es de recibo destacar la secuencia de Newman mostrando sus dotes con la bicicleta, con la canción Raindrops Falling on my Head de Burt Bucharach.
AÑOS 70. ENTRE DOS AGUAS
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Los años 70 supusieron un periodo de cambio muy fuerte en la industria el cine. Nuevos cineastas se incorporaron a la industria con un enfoque radical que cambió el modo de ver el cine. Es cierto que muchos de ellos pudieron llegar hasta donde estaban gracias a la previa labor de la generación anterior, quienes les habían abierto las puertas de la industria ayudando a finiquitar el sistema de estudios, sin embargo, parte de este reemplazo desgraciadamente también supuso la paulatina desaparición de aquellos cineastas que durante los 50 y los 60 revolucionaron los esquemas del Séptimo Arte. Si bien la carrera de Paul Newman se vio afectada por esta transición, también es cierto que el actor supo adaptarse bien a los nuevos tiempos, llevando a cabo algunas interpretaciones destacadas y muy populares.
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En los primeros años de esta década destacaron los trabajos que realizó a las órdenes de John Huston. En 1972 protagonizó “El Juez de la Horca”, un atípico western, en el que el actor tenía la posibilidad de dejarse llevar por un papel más histriónico de lo que nos tenía acostumbrados. A continuación se volvió a reunir con el director en “El Hombre de Mackintosh”, una extraordinaria cinta de suspense, con fondo político, que nos devolvía al Newman de papeles como “Harper, Investigador Privado” o “Cortina Rasgada”, pero sin el tras fondo glamouroso habitual de las interpretaciones del actor.
el golpe
Tras el éxito de “Dos Hombre y Un Destino” era de suponer que el binomio Newman Redford no tardaría en volver a reunirse. Esto sucedió en 1973 con la película de estafas y engaños, “El Golpe”. Nuevamente el carisma que exudaban ambos en sus papeles de Butch Cassidy y Sundance Kid volvió a repetirse aquí, algo que el público agradeció convirtiendo a la película en un fenómeno de taquilla. Curiosamente, a pesar del tremendo éxito y popularidad de sus dos trabajos conjuntos, la pareja no volvió a colaborar en ninguna otra película, aunque si es cierto que su amistad se mantuvo hasta nuestros días. En los últimos años de vida de Newman, la pareja confesó que les apetecía volver a trabajar juntos una última vez y empezaron a buscar un proyecto común, sin embargo, los problemas de salud del actor impidieron que esta reunión pudiera llevarse a cabo.
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Al año siguiente al estreno de “El Golpe”, Newman se embarcó en otro proyecto de fuerte peso comercial, “El Coloso en Llamas”, que pasó a convertirse en el canto del cisne del cine de catástrofes que estaba tan en boga en aquella época. Para protagonizar la cinta, a parte de Newman, se escogió a otro de los rostros más destacados de la industria, Steve McQueen. En un principio se pensó que dos actores de tanto peso y con un carisma tan fuerte podrían dar problemas de lucha de egos en el rodaje; sin embargo, Newman y McQueen se conocían desde sus tiempos en el Actor’s Studio y ambos habían coincidido en “Marcado por el Odio”. La relación entre ellos fue de lo más amistosa y su presencia juntos en pantalla, sin llegar a la de Newman y Redford, fue de lo más aplaudido.
con el agua al cuello
Si en los años 40 y 50 el género por excelencia en Hollywood era el western y todos los actores debían pasar él si querían llegar al gran público, en los 70 el género más comercial fue el thriller. Este tipo de películas era la combinación perfecta para hacer títulos de corte comercial y al mismo tiempo ofrecer una descripción cercana de la realidad y los problemas sociales del momento. Paul Newman fue uno de los actores destacados dentro de este género, y en 1975 recuperó a su personaje más comercial dentro del policiaco, el investigador Lew Harper, en la cinta “Con el Agua al Cuello”. Sin duda los años le sentaban muy bien a Newman y casi 10 años después de rodar la primera parte el personaje seguía manteniéndose igual de vivo y encantador, algo a lo que, sin duda, contribuyó también la buena química del actor con el director Stuart Rosenberg, quien ya previamente le había puesto en bandeja de plata uno de sus personajes más recordados en “La Leyenda del Indomable”. Por otro lado, la pasión de Newman por los coches quedó nuevamente patente en la parodia de sí mismo que realizó en la comedia de Mel Brooks “La Última Locura”, donde el actor aparece haciendo un cameo.
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En la segunda mitad de los 70, Paul Newman realizó dos trabajos a las órdenes del cineasta independiente Robert Altman, “Buffalo Bill y los Indios” de 1976 y “Quinteto”, donde nuevamente el actor daba muestra de su valentía a la hora de buscar proyectos arriesgados y alejados de las producciones más comerciales de Hollywood. Eso sí, con la inteligencia suficiente como para dar una de cal y otra de arena, ya que entremedio de estos dos títulos rodó “El Castañazo”, una comedia gamberra y ácida, ambientada en el mundo de Hockey sobre hielo, con la que, una vez más, se metió al público en el bolsillo.
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En 1978 la tragedia se introdujo en la vida de Newman, su único hijo varón, Scott Newman, murió de una sobredosis. Tras este duro golpe Newman se tomó como compromiso personal la lucha contra la droga, creando el Scott Newman Center, para la prevención del uso de drogas.
AÑOS 80. MARAVILLOSA MADUREZ
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Al llegar a la década de los 80 Paul Newman ya contaba con 55 años. Aún mantenía todo su atractivo y forma física, pero a partir de este momento, su presencia en el cine empezó a disminuir, al mismo tiempo que se implicaba más en sus proyectos humanitarios, que sufragaba con los beneficios de sus empresas alimenticias. Aún así, a lo largo de esta década supo escoger con mimo aquellos los proyectos en los que se involucraba para seguir ofreciendo altas muestras de su capacidad interpretativa. En 1981 protagonizó “Ausencia de Malicia”, un excelente thriller dirigido con firmeza y ritmo por uno de los grandes del género, Sydney Pollack, quien basándose lejanamente en un caso real se centraba en la historia de una periodista que no se resigna a considerar culpable a un hombre, hijo de mafioso, acusado por la policía aun a pesar de contar con una contundente coartada.
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Ese año Newman participó también en “Distrito Apache”, un cinta sobre el día a día del cuerpo de policía de uno de los distritos más problemáticos de Nueva York, el del sur del Bronx. En su momento la película causó un cierto revuelo y polémica debido a sus dosis de violencia y a la visión cínica y cruda con la que se reflejaba la situación de la seguridad en los barrios marginales de Estados Unidos. Sin embargo fue en 1982 cuando realmente Newman dio una de las mayores pruebas de su madurez personal e interpretativa, con el thriller de temática judicial “Veredicto Final”. En esta cinta dirigida por Sydney Lumet y escrita por David Mamet, el actor bordó su papel, convirtiéndose en el eje central de una trama que ahondaba en la falta de ética tanto del sistema legal como sanitario.
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En 1984 Paul Newman decidió promover, tanto delante como detrás de la cámara, un título de especial interés personal, “Harry e Hijo”, donde a través de una historia de ficción se adentraba en un tema que le sirvió para enfrentarse a su relación con su hijo fallecido en 1978. El carácter icónico de Newman y de uno de sus personajes clásicos, Eddie el Rápido de “El Buscavidas”, recibieron un sentido homenaje en la cinta de Martin Scorsese de 1986, “El Color del Dinero”. Su recuperación de este personaje, ahora avejentado y marcado por el pasado le supuso su primer y único Oscar como Mejor Actor. El año anterior la academia le había otorgado una estatuilla honoraria al conjunto de su carrera, pero de esta manera se quiso también corregir una injusticia que de forma lamentable se había mantenido desde 1959, año en el que obtuvo la primera de sus nominaciones a Mejor Actor por “La Gata sobre el Tejado de Zinc”.
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El actor cerró la década de los 80 con dos interesantes papeles basados en personajes reales, el del General Leslie Groves, uno de los padres de la bomba atómica en la cinta de Roland Joffé, “Creadores de Sombras”, y el Gobernador Earl Long, un político de Louisiana que, en los últimos años de su vida, escandalizó a la opinión pública por su relación con una stripper, en “El Escándalo Blaze”. Se trataba de dos películas que ofrecían al actor personajes golosos para poderse lucir en pantalla, pero que, pese al estimable trabajo de Newman, sus resultados artísticos y económicos resultaron un tanto apagados.
AÑOS 90 Y ÚLTIMOS TRABAJOS. ELECCIONES SELECTAS
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En la década siguiente la presencia de Paul Newman en la pantalla fue aún más reducida que en los 80, sin embargo, nuevamente demostró una sabia capacidad de elección de los proyectos en los que se involucraba. Ya sin nada que demostrar desde hacía tiempo, el actor se limitó a participar en aquellos proyectos que realmente le permitían disfrutar con la interpretación, reuniendo eso sí un selecto grupo de dispares personajes que volvían a dejar patente la magnífica versatilidad de la estrella.
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Así por ejemplo, no podemos encontrar dos papeles más antagónicos que los que abrieron su incorporación a la década de los 90. En 1990 protagonizó la cinta del prestigioso director James Ivory “Esperando a Mr. Bridge”, donde coincidió en pantalla por última vez con su mujer Joanne Woodward, y en 1994, aceptó el suculento papel del villano en la cinta de los Hermanos Coen “El Gran Salto”. La primera era un drama acerca de un personaje adusto y estricto que reacio a adaptarse a los cambios en la sociedad, mientras que la segundo era una comedia caricaturesca donde Newman se reía de su propia imagen, con un personaje odioso y grotesco en la mejor tradición de los grandes avaros del cine y la literatura como el Sr. Scrooge de “Cuento de Navidad” o el Sr. Potter de “¡Qué Bello es Vivir!”.
ni un pelo de tonto
Sin embargo el papel que mejor representó su trayectoria durante los 90 fue el Sully Sullivan de “Ni un Pelo de Tonto”. Este personaje perdedor, que se impone a la realidad de su vida con cabezonería fue una joya de papel que le sirvió en bandeja el director y guionista Robert Benton. Junto volvieron a trabajar cuatro años más tarde en “Al Caer el Sol”, donde Newman daba vida a Harry Ross, una versión avejentada de su famoso Lew Palmer, en una cinta que contenía no sólo las claves propias del género policíaco, sino también un reparto de primer nivel completado por Gene Hackman, Susan Sarandon y James Garner.
Mensaje en una Botella
Newman cerró los 90 y el siglo XX con un pequeño papel en la cinta “Mensaje en una Botella”, una comedia romántica pensada a mayor gloria de Kevin Costner, pero que acabó siendo un producto olvidable, destacando únicamente la labor de Newman como el padre del protagonista.
Camino a la Perdición
Con la llegada del siglo XXI, Paul Newman prácticamente se retiró del cine, haciendo alguna aparición puntual en un par de películas. Es cierto que la cinta del año 2000 “Donde Esté el Dinero” no tuvo demasiada relevancia, sin embargo, ya sólo su increíble interpretación de 2002 en “Camino a la Perdición” fue suficiente para dejar claro que los años no había reducido ni un ápice de su capacidad interpretativa ni de su poderosa presencia en pantalla, obteniendo por este papel su última nominación al Oscar. La despedida de Paul Newman del cine fue a través de su voz, con la que dio vida al juez Doc Hudson, en la cinta de animación de la Pixar “Cars”. La pasión de Newman por los coches fue recompensada por el director John Lasseter, quien le dio la oportunidad de interpretar un papel basado en la leyenda del motor Herb Thomas.
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DESPEDIDA
Tras estos dos títulos, el cada vez más deteriorado estado de salud de Newman debido a su cáncer de pulmón le fue apartando de la vida pública, sin embargo, empleó todas sus fuerzas para seguir al pie del cañón en sus labores humanitarias, con la que se mantuvo comprometido hasta el final de sus días. Como comentábamos antes se intentó volver a reunir al actor con Robert Redford en una última película juntos, sin embargo esto no fue posible. En cualquier caso, este reencuentro si bien nostálgico, tampoco hubiese añadido mucho a una pareja de actores que con sólo dos trabajos en común marcaron un referente cinematográfico. Paul Newman falleció el 26 de septiembre de 2008 en su casa, tal y como él había deseado, dejando para el recuerdo más de 50 años de talento, profesionalidad y compromiso que le definieron no sólo como uno de los más importantes actores de la historia del cine, sino también uno de los más queridos y respetados.
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1 comentario:

  1. ¡Dios mio! Como me encantó en El Gato sobre el Tejado de Zinc

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