jueves, 15 de septiembre de 2011

JERRY GOLDSMITH. DONDE NINGÚN COMPOSITOR HABÍA LLEGADO ANTES.

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Hablar de Jerry Goldsmith supone hacer referencia no sólo a uno de los compositores más destacados de la Historia del cine, sino también a un autor empeñado en abrir las fronteras del sonido cinematográfico a nuevos horizontes, empeñado siempre en ofrecer algo nuevo y original con cada trabajo, independientemente de la calidad de las imágenes que fuera a acompañar. No había género que se le resistiera y en su filmografía podemos encontrar películas de diferentes estilos y niveles de producción. Es cierto que no siempre la apuesta salía tan redonda como se esperaba y que en no pocas ocasiones el compositor tuvo que ver cómo su trabajo era desmontado y masacrado por el director. Pero incluso esos traspiés nos sirven para conocer a un músico sin miedo a arriesgarse por el bien de la película.

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Goldsmith llegó a la industria del cine en el momento idóneo para alguien de su talento. Por un lado la televisión se estaba imponiendo como un medio alternativo donde poder desarrollar su conocimiento del arte cinematográfico y romper con los patrones tradicionales. Por otro lado, en el cine, una generación precedente de compositores como Bernard Herrmann o Alex North estaban rompiendo las barreras del postromanticismo que había imperado en Hollywood en los años 30 y 40. Tras trabajar en series como “Perry Mason”, “Playhouse 90” o “En los Límites de la Realidad” y llamar la atención de los estudios con películas como “Studs Lonigan”, Jerry Goldsmith llevó a cabo a lo largo de la década de los 60 una espectacular escalada dentro de la industria, acumulando cada vez más proyectos de peso, y aliándose con prestigiosos directores que le permitieron experimentar con nuevos acercamientos al uso de la música en el cine. En estos primeros años resultó decisiva la figura del realizador John Huston, para quien compuso las bandas sonoras de “Freud” y “The List of Adrien Messenger”.

Durante los años 60, dos fueron los géneros que predominaron en la filmografía de Goldsmith: el western y el bélico, precisamente dos de los más pujantes en Hollywood en aquella época. Precisamente, uno de los primeros títulos de serie A de la carrera del compositor fue “Los Valientes Andan Solos”, protagonizada por Kirk Douglas. A éste siguió “Río Conchos”, un remake de “La Diligencia”, “La Hora de las Pistolas”, “Bandolero” o “100 Rifles”. Con estas películas Goldsmith retomó la línea imperante en la música del género (establecida por Elmer Bernstein en 1960 con “Los Siete Magníficos”) y le dio su impronta personal, estableciendo magníficos juegos con la música folk y mexicana.

Dentro del cine bélico participó en títulos como “Siete Días de Mayo”, “El coronel Von Ryan”, “Morituri” o “Los Aguilas Azules”, donde la calidad rítmica de las composiciones de Goldsmith ayudaron a dar mayor fuerza a las imágenes. Sin embargo, de todos los títulos bélicos que realizó en esta década, el más destacado fue “El Yang Tse en Llamas” de 1966, una excelente partitura que anticipaba las principales incursiones en el género del compositor que aún estaban por llegar.

En estos trabajos Goldsmith empleó principalmente la música sinfónica, con especial uso de las fanfarrias, sin embargo, el compositor fue también uno de los pioneros que ayudaron a dar mayor cabida al jazz y al pop en la música para el cine. Esto quedó patente en trabajos como “The Stripper”, o las dos aventuras de “Flint, Agente Secreto”, dando muestras de su versatilidad y riqueza musical. Otros trabajos más intimistas, pero también musicalmente deliciosos fueron “Lirios en el Valle” o “Retazos de Azul”, dos dramas protagonizados por Sidney Poitier, sin olvidar la sensacional obertura que compuso para “El Tormento y el Éxtasis”, como complemento a la partitura de su maestro Alex North.

Goldsmith cerró la década con “El Hombre Ilustrado” y “El Planeta de los Simios”, dos películas de ciencia ficción que daban muestra de la importancia que este género iba a cobrar en el futuro de la carrera del compositor. Precisamente, “El Planeta de los Simios” se convirtió en uno de los mayores ejemplos de la capacidad de experimentación de Goldsmith, con una partitura arriesgada, a años luz en cuestión de concepción y modernidad. Además esta película supuso la segunda colaboración con el director Franklin J. Schaffner al que le unió una gran amistad y extensa relación profesional, con películas fundamentales de la filmografía de Goldsmith como “Patton”, “Papillon”, “La Isla del Adiós”, “Los Niños del Brasil” o “Lionheart”.

Los 70 arrancaron con fuerza. En 1970 realizó dos de sus composiciones bélicas más importantes, “Patton” y “Tora, Tora, Tora”, y los westerns “The Travelling Executioner”, “La Balada de Cable Hogue” y “Rio Lobo”. Cinco extraordinarios trabajos que anunciaban el que iba a ser el periodo más prolífico y célebre de su carrera. Su vinculación con el cine bélico en los 70 se completó con otros trabajos excepcionales como “McArthur” y “El Puente de Cassandra”, y dentro del western compuso “Dos Hombres contra el Oeste” y “Por la Senda más Dura”.

Tampoco se quedó atrás el cine de ciencia ficción, con ejemplos como “La Fuga de Logan”, con la que Goldsmith empezó a experimentar con el uso de sintetizadores y música electrónica, o “Capricornio Uno”, una extraordinaria partitura sinfónica al más puro estilo de su autor. Sin embargo, el título que obtuvo una mayor relevancia en el futuro de su carrera fue “Star Trek. La Película”, dejando su impronta no sólo para futuras ediciones cinematográficas de la franquicia, muchas de las cuales volvieron a contar con él como compositor (en total, compuso cinco de las once películas que se han rodado hasta la fecha), sino también para su versión televisiva (en “Star Trek. La Nueva Generación” se aprovechaba el tema principal compuesto por Jerry Goldsmith y, años más tarde, éste se encargó de componer una nueva sintonía para “Star Trek. Voyager”).

A mediados de la década, Goldsmith realizó una de las partituras más reconocidas de su carrera, “Chinatown”, donde retomaba el sonido jazzístico propio de la serie negra clásica y generaba uno de los más bellos temas de amor de la Historia del Cine. Otro excepcional tema de amor de esta época fue el creado para la cinta de John Millius, “El Viento y El León”, donde también quedaba patente nuevamente en la excepcional capacidad sinfónica de Jerry Goldsmith, con una partitura heredera del espíritu lírico y épico del “Espartaco” de Alex North.

Sobresalientes fueron también sus aportaciones al género de terror, sobre todo en su variante de infantes siniestros, con películas como “El Otro”, “La Profecía”, “La Maldición de Damien” o “Los Niños del Brasil”. La mezcla de canción de cuna y misa negra de “La Profecía” le proporcionó al compositor su primer y único Oscar, mientras que el uso del vals y su posterior deformación en “Los Niños del Brasil” marcaron una de las señas de identidad de Jerry Goldsmith, su capacidad para coger un recurso musical y darle la vuelta. Otro juego musical curioso lo estableció en la película “El Enjambre”, donde logró que la orquesta simulara el sonido de un ataque de abejas enfurecidas.

Sin embargo, la gran cinta de terror de esta década fue “Alien. El Octavo Pasajero”, para la que Jerry Goldsmith compuso una de sus partituras más ambiciosas, con la mala fortuna que su trabajo fue masacrado posteriormente en la edición final de la película, debido al empecinamiento del director, Ridley Scott y el montador, en mantener algunas piezas de música temporal (temas preexistentes escogidos previo a la grabación de la banda sonora para orientar al montador en su trabajo), entre las que se encontraban trabajos de Goldsmith como “Freud”, que rompían la estructura de la partitura creada por el compositor ex profeso para esas imágenes. La relación de Goldsmith con Scott fue una de las más desastrosas de su carrera, ya que a la mala experiencia de “Alien” se sumó años más tarde el despropósito de “Legend”, donde para su estreno en Estados Unidos los productores decidieron sustituir su exquisita partitura por otra de carácter electrónico creada por el grupo Tangerine Dream.

Para compensar, un año antes de “Alien”, Goldsmith estableció su primer contacto con otro importante cineasta en su filmografía, Michael Crichton, gracias a la cinta de suspense “Coma”. Esta relación se mantuvo en el futuro con la película de aventuras “El Gran Asalto al Tren”, y en décadas posteriores con “Runaway” y “El Guerrero nº 13”. Sin olvidar sus otros trabajos con Franklin Schaffner, en “Papillón” o “La Isla del Adiós”, siendo considerada ésta última por el compositor como uno de sus trabajos favoritos.

Al igual que le sucedió a otros compositores como Elmer Bersntein que se negaron a quedarse encasillados y buscaron nuevas vías de modernización de su música, la década de los 80 fue un periodo incomprendido en la carrera de Jerry Goldsmith. Su interés por desarrollar el uso de los sintetizadores en sus composiciones y la acumulación de proyectos que no estaban a la altura de la excelente música que les acompañaba, dañó la carrera del compositor. Goldsmith comenzó la década con la tercera parte de “La Profecía”, “El Final de Damien”, una serie que fue perdiendo calidad en cada secuela, pero para la que el compositor creó un cierre musical apoteósico.

Siguiendo con el género de terror, en 1982 trabajó en “Poltergeist”, donde retomó ese uso de la canción de cuna como leitmotiv ya empleado en “El Otro” y “La Profecía”, o “En los límites de la Realidad”, cinta episódica que recuperaba algunas historias de la mítica serie de televisión para la que Goldsmith llegó a componer la partitura de algunos episodios al principios de su carrera. Por otro lado, la ciencia ficción se nutrió principalmente de secuelas o imitaciones de anteriores éxitos del músico. “Atmósfera Cero” era una película que fusionaba “Solo ante el Peligro” con la ambientación de “Alien. El Octavo Pasajero”, y en la que Goldsmith generó un excelente trabajo de ambientación. Por otro lado, en 1989, el músico regresó a Star Trek conStar Trek. La Última Frontera”, uno de los más flojos episodios cinematográficos de la franquicia, pero para el que compuso una vibrante partitura musical.

Dentro del género fantástico, destaca su vinculación con el director Joe Dante, que dio comienzo en 1983 con uno de los episodios de “La Dimensión Desconocida” y a la que siguieron a lo largo de esta década “Gremlins”, “Exploradores”, “El Chip Prodigioso” y “No Matarás al Vecino”. Los trabajos de Goldsmith para Joe Dante destacaron por su carácter jovial y divertido, creando juegos de referencias con otros títulos de la historia del cine, algunos del propio compositor, como fue el caso del uso del tema de “Patton” en “No Matarás al Vecino”.

Los 80 supuso la verdadera eclosión del estilo de música de acción y de aventuras de Jerry Goldsmith, con magníficos ejemplos en títulos como la trilogía de “Rambo”, “Traición sin Límite”, “Supergirl” o “Las Minas del Rey Salomón”. El compositor fue capaz de generar intensas y trepidantes partituras que ayudaban a proporcionar ritmo a las escenas y heroicidad a los protagonistas. De estos trabajos uno de los más exquisitos fue “Bajo el Fuego”, una magnífica fusión de música sinfónica con elementos latinoamericanos encabezados principalmente por los solos de guitarra de Pat Meheny.

El interés de Goldsmith por probar diferentes tipos de películas y estilos musicales le llevaron a probar suerte con el género de animación en “N.I.M.H., El Mundo Secreto de la Señora Brisby”, donde, en contra de lo habitual en este tipo de películas marcadas por partituras con un punto mayor de exageración y comicidad, hizo un enfoque similar al que utilizaba en las cinta de imagen real. También en los 80 compuso la música del drama deportivo “Hoosiers”, tomando como referente la música de los partidos de baloncesto y creando una partitura enérgica e intimista donde predominaba el uso del sintetizador.

Llegados a los 90 hay un proceso de recuperación de su carrera gracias al éxito de títulos como “Desafío Total”, “La Casa Rusia”, “Los Últimos Días del Edén” o “Instinto Básico”, cuatro partituras maestras que acallaron a las voces más críticas. Esto no quitó para que nuevamente algunos de sus mejores trabajos pasaran desapercibidos por el público. Composiciones como las que acompañaban a “Eternamente Joven”, “Powder” o “Los Demonios de la Noche” merecían una mayor suerte.

Por supuesto, durante esta década, Goldsmith siguió siendo uno de los más hábiles compositores para cine de acción, con ejemplos como “Air Force One”, una partitura que tuvo que componer en tiempo record, ayudado por Joel McNeely, o la poderosa “L.A. Confidential”, donde recuperaba su interés por los temas de corte jazzístico. Sin embargo, en otros casos se podía apreciar ya un cansancio por parte del compositor hacia este tipo de trabajos. Él mismo llegó a justificarse preguntado cuántas innovaciones y variaciones de un tema de acción es capaz de elaborar un compositor a lo largo de su carrera.

Donde más se notó un renacer fue en las películas de corte épico. Ya para “Primer Caballero” creó una partitura excepcional, muy superior a la película que acompañaba, sin embargo, esta hazaña la volvió a repetir en trabajos como “Mulan”, “La Momia” o “El Guerrero Número 13”. Todas ellas contaban con una música repleta de colorido, intensas en su desarrollo y perfectamente acopladas a las imágenes.

Con su salud deteriorada por la enfermedad, Jerry Goldsmith siguió al pie del cañón hasta el final de su vida, manteniendo su vínculo con la serie “Star Trek” en “Star Trek. Némesis”, o con su amigo Joe Dante en “Looney Tunes. Back in Action”, dejando también otros magníficos trabajos como “Pánico Nuclear”. Hoy en día, podemos decir que el mundo del cine sigue sintiéndose huérfano tras esta pérdida (las nuevas entregas de “Rambo”, “La Profecía” o incluso “Star Trek” no suenan igual sin él), y es que posiblemente el verdadero secreto de su éxito, por encima incluso de su inabarcable talento y su enorme creatividad, era su capacidad para transmitir la tremenda pasión y el gran entusiasmo que sentía a la hora de realizar su trabajo.

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