INTRODUCCIÓN
El último trabajo del estudio de animación Ghibli, “Arrietty y el Mundo de los Diminutos”, supone una nueva reafirmación de esta compañía en un estilo y unos temas que la han convertido en una de las empresas líder en este campo y una de las más valoradas por espectadores de todas las edades. Dirigida por el debutante Hiromasa Yonebayashi (el director más joven que se ha hecho cargo de una producción del estudio hasta la fecha), ha contado con guión y supervisión del mismísimo Hayao Miyazaki a partir de la novela de Mary Norton “Los Incursores”, que ya inspiró en 1983 la serie televisiva de animación “Los Diminutos” y, en 1995, la película protagonizada por John Goodman “The Borrowers”. Eso sí, como suele ser habitual en Ghibli, no se trata de una adaptación fidedigna, sino su propia reinterpretación de la trama y los temas del referente literario.
UNIVERSO GHIBLI
Desde su fundación en 1985, el Estudio Ghibli se ha mantenido como una de las más reputadas productoras de cine de animación a nivel mundial, con un total de 18 películas en su catálogo que son consideradas en su mayoría clásicos del cine y que, por regla general, han contado siempre con el apoyo en taquilla del público, especialmente el japonés que ha sido quien mejor ha podido disfrutar de estas películas. Al frente del estudio podemos encontrar tres nombres fundamentales para la cinematografía japonesa, los directores Isao Takahata y Hayao Miyazaki, y el productor Toshio Suzuki. Tras ellos un impresionante elenco de animadores, adiestrados por el propio estudio, que han logrado en estos 24 años romper barreras dentro del género. El nacimiento de Ghibli se fraguó entorno a la realización de la película de Hayao Miyazaki, “Nausicaa del Valle del Viento”, donde estuvieron involucrados además Suzuki y Takahata. El éxito rotundo en Japón de esta película, sumado a lo complejo de su realización, llevó a estos tres cineastas a crear un estudio con el que poder sacar adelante otros proyectos de animación de manera conjunta. Fue Miyazaki quien bautizó a la nueva compañía con el nombre de Ghibli, apodo que los italianos daban a sus aviones de exploración del Sahara en la Segunda Guerra Mundial, y que hace referencia al viento arenoso, caliente y seco que sopla en el desierto. Inicialmente la compañía sólo contó como personal fijo con sus tres creadores, contratándose al equipo de animadores de manera específica para cada proyecto. Así, el prestigio de los tres fundadores supondría el mayor activo de la compañía.
Isao Takahata representaba la veteranía. Formado en la todopoderosa productora Toei, donde participó en series míticas como “Heidi”, “Marco” o “Ana de las Tejas Verdes”. Allí dirigió en 1968 su primer largometraje, “Horus, El Príncipe del Sol”, que pasó a convertirse en un título de referencia para la cinematografía nipona. Su primera película como director dentro de Ghibli, “La Tumba de las Luciernagas”, se convirtió en su obra maestra, marcando también la pauta de su cine, basado en historias intimistas y cotidianas. Tras esta cinta, presentó otros títulos como “Recuerdos del Ayer”, “Pompoko” o “Mis Vecinos los Yamadas”. Ésta última se convirtió en uno de los pocos fracasos económicos del estudio, lo que llevó a Takahata a estar apartado de la dirección durante más de una década. Fue tras el desbordante éxito de “Ponyo en el Acantilado” que se ha decidido a emprender un nuevo proyecto de animación, “El Cuento del Cortador de Bambú”, basado en un cuento tradicional y que se encuentra actualmente en proceso de desarrollo.
Durante la producción de “Horus, El Príncipe del Sol”, Takahata conoció a Hayao Miyazaki, por aquel entonces un aspirante a animador e inmediatamente lo convirtió en su discípulo. Poco a poco el aprendiz fue situándose al nivel del maestro y, tras el éxito de “Nausicaa del Valle del Viento”, pasó a convertirse en el más exitoso director de cine de animación de Japón. Todas las películas de Miyazaki se han convertido en clásicos del género y han estado entre lo más taquillero del cine japonés. El gusto del director por la fantasía le ha convertido en uno de los más imaginativos y virtuosos cineastas a nivel mundial, como así prueban títulos como “Mi Vecino Totoro”, “Porco Rosso”, “La Princesa Mononoke”, “El Viaje de Chihiro” o “Ponyo en el Acantilado”. A día de hoy, Hayao Miyazaki es reverenciado como el mayor artista vivo en el campo de la animación y su nombre se equipara en importancia dentro de la Historia del Cine con el de Walt Disney. Desde 2002, tras “El Viaje de Chihiro”, viene anunciando su retiro del mundo del cine, pero afortunadamente lo ha ido dilatando en el tiempo, y en la actualidad, además de escribir los guiones de “Arrietty y el Mundo de los Diminutos” y “From Kokuriko Hill”, se encuentra preparando su siguiente película como director, la secuela de “Porco Rosso”, que tiene previsto ambientar en la Guerra Civil Española.
Más discreto ha sido el papel jugado en la productora por Toshio Suzuki. Periodista de profesión, su primer contacto con el cine de animación fue a través de su trabajo en la revista Tokuma Shoten. Uno de sus primeros artículos fue precisamente una reseña de “Horus, El Príncipe del Sol”, para lo cual intentó infructuosamente entrevistar a Takahata y Miyazaki. Pese al poco interés mostrado por los dos directores pronto Tokuma Shoten se convirtió en el mayor apoyo de Miyazaki, publicando de manera seriada el manga de “Nausicaa”, requisito fundamental en aquel momento para conseguir la financiación del largometraje. Con un trabajo más a la sombra, Suzuki ha ejercido labores de productor de todas las películas del sello Ghibli, aunque no siempre su nombre ha aparecido acreditado.
En 1989, durante la producción de “Nicky, la Aprendiz de Bruja”, los tres fundadores de Ghibli se dieron cuenta de que el progresivo perfeccionamiento de las técnicas de animación del estudio iba a necesitar de un equipo fijo y más numeroso de animadores, a los que a su vez había que pagar un salario más justo por su trabajo. Con este fin Ghibli inició un ambicioso proceso de formación de jóvenes animadores, dentro de los cuales salieron algunos prometedores profesionales a los que el estudio le permitió debutar en el campo de la dirección. Si bien su relación con Ghibli se limita a la producción de “Nausicaa”, Hideaki Anno es un buen ejemplo de esto. Tal y como hiciera Takahata con él, Miyazaki dio su primera oportunidad a este prometedor animador, quien más tarde se consagró con su trabajo en el anime “Neo Genesis Evangelion”.
En 1993, Takahata y Miyazaki decidieron poner a prueba a su equipo, haciéndose a un lado y dejando la realización de la película “Puedo Escuchar el Mar” enteramente en manos de Tomomi Mochizuki y su equipo. Mochizuki no era ningún novato en el campo de la animación. Previamente ya había dirigido numerosos episodios de series de televisión animadas como “El Broche Encantado”, “Lamu, la Pequeña Extraterrestre” o “La Magia de Emi”, sin embargo “Puedo Escuchar el Mar” fue primer largometraje cinematográfico. El resultado fue un tanto irregular, especialmente en el mercado internacional, donde la película no obtuvo el apoyo ni la distribución que anteriores títulos de la compañía. El tono intimista de la historia, más cercana a las películas de Takahata que a las fantasías de Miyazaki no terminó de cuajar en occidente.
A pesar de esto, los cineastas no desistieron en su apoyo a las nuevas generaciones y en 1995 quisieron impulsar la carrera de uno de los principales animadores del estudio, Yoshifumi Kondo, otorgándole la dirección de la cinta “Susurros del Corazón”. Kondo contaba ya en su currículum su trabajo como desarrollador de personajes o supervisor de animación en títulos como “La Tumba de las Luciérnagas”, “Nicky, la Aprendiz de Buja”, “Recuerdos del Ayer” o “Porco Rosso” y con este debut realizó un trabajo excepcional, creando a su vez a uno de los personajes más carismáticos del estudio fuera del cine de Miyazaki, El Barón, un elegante gato de figura antropomórfica que se convertirá en el nexo de unión con otra película del estudio, “Haru en el Reino de los Gatos”. Kondo estaba destinado a ser el sucesor de Takahata y Miyazaki, pero el exceso de trabajo le llevó a fallecer en 1998 víctima de una aneurisma.
“Haru en el Reino de los Gatos” nació por el interés de Miyazaki de seguir desarrollando ese universo en una historia donde reaparecieran El Barón, Muta y la Tienda de Antigüedades. Como muchos de los proyectos de Ghibli, el desarrollo de la preproducción llevó varios años. Nació como idea para un parque temático y luego se quiso transformar en un cortometraje de 20 minutos, hasta que finalmente tras ponerse al frente a otra joven promesa del estudio, Hiroyuki Morita, se acabó convirtiendo en un largometraje de 70 minutos de duración ideado para el mercado doméstico. Morita, quien había debutado como parte del equipo de animadores de “Nicky, la Aprendiz de Bruja” y, más tarde, había participado en “Mis Vecinos los Yamada”, impresionó tanto a Toshio Suzuki con su trabajo que fue éste quien convenció a Miyazaki para que la película se estrenara en los cines.
Una de las últimas producciones de Ghibli desarrollada por un director ajeno a los dos fundadores de la compañía ha sido “Cuentos de Terramar”, firmada por Goro Miyazaki, hijo de Hayao, basada en la novela de Ursula K. Le Guin. Éste era un proyecto en el que su progenitor estuvo trabajando durante un tiempo, pero lo descartó, retomándolo Goro pese a la desaprobación de Hayao. Esto produjo un distanciamiento entre padre e hijo, que dio la razón al veterano director debido a los pobres resultados de la película. El aspecto más positivo de esta disculpa fue que poco después Hayao Miyazaki realizó la maravillosa “Ponyo en el Acantilado” como disculpa hacia su hijo. En la actualidad, Goro Miyazaki está en pleno desarrollo de su segunda película como director, “From Kokuriko Hill”, basada en el manga creado por Chizuru Takahashi y Sayama Tetsuro en 1980 y que cuenta con un guión escrito a cuatro manos por su padre y Keiko Niwa (guionista de “Cuentos de Terramar” y “Arrietty y el Mundo de los Diminutos”).
“ARRIETTY Y EL MUNDO DE LOS DIMINUTOS”
Tras el espectacular éxito obtenido con “Ponyo en el Acantilado”, el estudio Ghibli dio luz verde a otro proyecto atesorado por Miyazaki desde hacía cuarenta años, la adaptación de la novela de Mary Norton “Los Incursores”. Pese a esto, el veterano cineasta optó por no ocupar él la silla del director (tras la muerte de Yoshifumi Kondo, Miyazaki decidió tomarse la vida con más calma y reducir notablemente su ritmo de trabajo), cediéndole el puesto al joven Hiromasa Yonebayashi, quien ha pasado de esta manera a convertirse en el director más joven de toda la filmografía de Ghibli tras catorce años integrado en el departamento de animación del estudio, debutando en 1997 con “La Princesa Mononoke”, a la que siguieron títulos como “El Viaje de Chihiro”, “El Castillo Ambulante” o “Ponyo en el Acantilado”. En cualquier caso, Yonebayashi no quiso tener muy lejos a su maestro, quien no sólo escribió el guión de la cinta, sino que además fue supervisando las diferentes etapas de producción a petición expresa del director.
Ghibli siempre se ha caracterizado por su cuidado estético y su labor de perfeccionamiento de las técnicas de animación. Durante una etapa que comenzó en 1997 con “La Princesa Mononoke”, el estudio dio un paso en la modernización de la empresa, incorporando el uso de ordenadores a su trabajo con los lápices. Esta incorporación dio sus frutos en “El Viaje de Chihiro”, culmen técnico de la compañía hasta la fecha, sin embargo, Hayao Miyazaki nunca se sintió cómodo con estas nuevas tecnologías y tras el resultado irregular de “El Castillo Ambulante” anunció a sus animadores que en su siguiente trabajo iban a regresar a los métodos tradicionales. Ese carácter conservador lejos de lastrar la evolución del estudio le dio un toque nostálgico a “Ponyo en el Acantilado” que ayudó a incrementar la belleza de la película. “Arrietty y el Mundo de los Diminutos” ha continuado esta misma línea, priorizando el dibujo a mano sobre el trabajo de los ordenadores y, si bien no llega al nivel de virtuosismo de aquella, si vuelve a refrendar el alto nivel de excelencia y exigencia con el que se trabaja en el estudio.
Por otro lado, ese componente tradicionalista de Ghibli suele definir también el estilo de sus historias. Muchas de ellas tienden a ambientarse en épocas pasadas, e incluso las que se sitúan en la sociedad actual, mantienen una estética retro, nostálgica de la sociedad nipona de las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial (no por nada aquellas que vieron la infancia de sus dos principales creadores, Miyazaki y Takahata). Además, sus aspectos más imaginativos y fantasiosos, así como el diseño de las criaturas mágicas que pueblan estas películas beben de la mitología y el bestiario japonés. En el caso de “Arrietty”, la trama está localizada en el año 2010, pero la acción se desarrolla en la zona rural de Koganei, al oeste de Tokio, un lugar donde le tiempo parece haberse detenido, alejado del frenesí de la sociedad moderna, de ahí que el protagonista de la historia, el niño Shô, sea enviado allí para descansar y recuperarse de su enfermedad (como curiosidad, ésta es también la zona donde se encuentra el estudio Ghibli). Los Incursores, o Diminutos, respetan las características de la novela de Mary Norton, pero al mismo tiempo, también se integran a la perfección en el universo mágico rural ya definido en películas como “Mi Vecino Totoro” (posiblemente el título de Ghibli con el que más y mejor se puede emparentar).
Otro elemento que suele definir las películas del estudio es la preferencia por personajes principales femeninos, dinámicos e independientes, como demuestran títulos recientes como “La Princesa Mononoke”, “El Viaje de Chihiro”, “El Castillo Ambulante” o “Ponyo en el Acantilado”. Al igual que en la mayoría de ellos, este protagonismo queda ya directamente remarcado en el título en la película que aquí nos ocupa. La narración se desarrolla desde la perspectiva de Arrietty, y no de Shô. Esto dota a la cinta de un mayor dinamismo, ya que se trata de un personaje en constante movimiento, frente al niño humano, que resulta estático y pasivo debido a su enfermedad. Como otras heroínas del estudio, Arriety es joven e impetuosa, con gran curiosidad por el mundo que le rodea, aunque en ocasiones esto se convierte en el detonante del conflicto. La imprudencia de la niña pone en evidencia su existencia a los humanos y hace peligrar la estabilidad de la vida de su familia. Sin embargo, será ese mismo arrojo el que le permitirá solucionar los entuertos en los que se mete.
Las películas de Ghibli suelen incorporar también mensajes ecologistas, donde el intrusismo del ser humano se convierte en un desestabilizador del orden natural. Esta constante se mantiene en “Arrietty y el Mundo de los Diminutos”. Si bien los pocos adultos que participan en la acción son amigables (sólo Haru, la criada de la casa, guarda animosidad contra los diminutos), el mundo de los humanos no deja de verse como algo separado del mundo natural. La casa de Sadako, la tía abuela de Shô se inserta dentro del paisaje natural, interrumpiéndolo, aunque con el paso del tiempo se ha ido asimilando dentro de él y animales e insectos, al igual que los Diminutos, han pasado a instalarse en sus recovecos. Si bien en “La Príncesa Mononoke” el tema central era la destrucción de la naturaleza por el avance industrial del hombre o en “Ponyo en el Acantilado” se denunciaba la contaminación de los océanos, aquí el impacto del ser humano es más limitado al tratarse de un espacio en las afueras de la ciudad, por lo que el mensaje ecológico se centra más en mostrar la armonía del mundo natural y los valores de los diminutos como especie respetuosa con el medio ambiente. En este sentido, la película deposita gran énfasis en el uso del sonido, destacando efectos propios del viento o los insectos dentro de la banda sonora para subrayar el carácter armónico de todo.
Al igual que el sonido, la música juega también un papel fundamental en la película. Por regla general, todas las películas del estudio cuidan mucho este aspecto, especialmente en la filmografía de Miyazaki, donde el trabajo del excelso compositor Joe Hisaishi siempre ha aportado una mayor profundidad y belleza a las historias y las imágenes del genial cineasta. Sin embargo en esta ocasión, se ha prescindido de este músico para optar por la cantante francesa Cécile Corbel. Fue ésta misma quien se puso en contacto con Ghibli, movida por su gran afición a los trabajos del estudio, enviándole un ejemplar de su segundo trabajo discográfico y ofreciéndose a trabajar con ellos. El CD llegó a manos de Toshio Suzuki, quien enseguida se lo recomendó a Hayao Miyazaki como propuesta para la música de la película. “Arrietty y el Mundo de los Diminutos” es una cinta más descriptiva que narrativa. Su excusa argumental es muy simple y la cinta cede gran parte de su metraje a deleitarnos con imágenes de ese mundo natural desde la perspectiva diminuta de Arrietty. La belleza de estas imágenes, el uso del sonido y la integración de todo con la partitura y las canciones de corte celta de Cécile Corbel convierten a la película en una experiencia sensorial exquisita.
“Arrietty y el Mundo de los Diminutos” se presenta como una cinta menor dentro de la trayectoria de Ghibli, sobre todo al llegar tras una obra maestra como “Ponyo en el Acantilado”, sin embargo, esto no supone un menosprecio de la película, sino que se ajusta a su vocación de película pequeña y sencilla, menos ambiciosa en sus objetivos, pero que sigue manteniendo la pauta y las cualidades de toda la filmografía del estudio. Así ha sido recibida por el público, especialmente el japonés, que ha respondido de manera excelente a este debut en la dirección de Hiromasa Yonebayashi (en Japón más de siete millones y medio de espectadores pasaron por taquilla para verla, convirtiéndose en la opera prima más taquillera en la historia del cine de este país). Esto la avala como un nuevo triunfo de Ghibli y una espléndida antesala de los próximos trabajos que nos esperan de este estudio: “El Cuento del Cortador de Bambú” de Isao Takahata, “From Kokuriko Hill” de Goro Miyazaki y “Porco Rosso 2” de Hayao Miyazaki.
No hay comentarios:
Publicar un comentario