lunes, 2 de abril de 2012

“EL CÍRCULO” / “VENENO”. SESIÓN DOBLE CON DIGITAL 104.

carteles el circulo veneno

2011 y 2012 están siendo dos años importantes para la productora canaria Digital 104. Después de ver cómo su trayectoria ha sido protagonista de sendas retrospectivas (una dentro del marco del Festival de Cortometrajes Playa de Las Américas Arona y otra en el Espacio Cultural Aguere), acaban de completar un ciclo creativo con la presentación este mes de sus dos últimos cortometrajes, “El Círculo” de Eugenia Arteaga y “Veneno” de Jonay García. En un momento en el que los propios miembros de la productora anunciaron durante la presentación de este último encontrarse en pleno proceso de reflexión sobre la evolución futura de la empresa, nos encontramos con dos trabajos que, aunque suene paradójico, pese a su carácter casi antagónico demuestran una coherencia y una profunda preocupación por el tipo de cine que quieren desarrollar como colectivo.

“EL CÍRCULO”. JUEGO DE ROL

Carlos y Marta

El origen del cortometraje “El Círculo” es interesante y poco habitual. Todo comenzó con la incorporación de Eugenia Arteaga a la fundación FUNCASOR y el interés de esta institución en aprovechar la vertiente cinematográfica de su nueva integrante para llevar a cabo un cortometraje que diera visibilidad a las actividades relacionadas con las personas sordas y sus familias. Aunque pensado en un principio como un proyecto externo a la productora, Eugenia contó con el apoyo de sus compañeros, Jairo López, Jonay García y Domingo González para llevar a cabo este encargo y pronto “El Círculo” pasó a integrarse dentro del mecanismo de trabajo de Digital 104.

El cortometraje nos presenta la historia de entre Carlos y Marta. Él es sordo y trabaja como educador en el Centro Asistencial HellenKeller de FUNCASOR. Marta es oyente y trabaja en el Servicio de Intérpretes de Lengua de Signos, SILSE. Pese al cariño que les une, Marta sufre de un bloqueo emocional que le impide compartir con aquellos que le rodean sus verdaderos sentimientos, especialmente con Carlos, lo que pone en peligro su relación. Lo primero que llama la atención de esta película es el interés por parte del equipo en apartarse del formato promocional y panfletario de este tipo de trabajos de encargo por parte de una empresa. Ante todo, el cortometraje se apoya en la historia que quiere contar y en los personajes, mientras que lo referente a la labor de la fundación y la visibilidad que se da a la vida de los sordos y sus familiares actúa como telón de fondo, pero sin imponerse nunca a lo anterior. De esta manera, el espectador accede de manera voluntaria y personal al mensaje que buscaba FUNCASOR y en ningún momento se siente manipulado o dirigido para la puesta en escena de la cineasta.

Carlos trabajo

En un interesante giro temático, más que sobre las dificultades de las personas con discapacidad auditiva, “El Círculo” habla de las barreras comunicativas de los oyentes. El conocimiento de su realidad presenta a los personajes sordos como personas equilibradas y realizadas que han dado un importante paso para integrarse en la sociedad, mientras que aquellos que no tienen cortapisas fisiológicas para comunicarse, como es el caso de Marta, sí encuentran un obstáculo psicológico que les convierte en discapacitados emocionales. En este sentido no encontramos una visión victimista o dependiente de la discapacidad auditiva, sino de una sociedad que aún no ha madurado lo suficiente como para saber cómo lidiar con esta situación.

En el apartado interpretativo se ha querido contar con actores no profesionales, pero sí pertenecientes al entorno que retrata la película. Así los dos papeles principales están interpretados por Carlos A. Valencia y Lorena Plasencia, que comparten algunas características de sus personajes (él es realmente sordo y ella intérprete de lenguaje de signos). En este sentido “El Círculo” se presenta como un indiscutible acierto de casting y de dirección de actores, ya que ambos llevan a cabo sus papeles sin que el espectador pueda apreciar en ningún momento su falta de experiencia ante la cámara, haciendo auténticamente verosímiles a sus personajes y su conflicto dramático.

Finalmente, alabar también la doble labor de Eugenia Artega como guionista y directora, presentándonos una historia entrañable y emotiva, sin caer en sentimentalismos vacíos, gracias a una puesta en escena poética que encuentra una mirada sincera y novedosa al tema que trata.

“VENENO”. EXORCISMO

VENENO1

Con poco tiempo de diferencia tras el estreno de “El Círculo”, el pasado miércoles 28 de marzo se estrenaba “Veneno”, segundo trabajo en solitario de Jonay García dentro de Digital 104, con guion de Eugenia Arteaga. Se trata de una producción que llevó al colectivo cerca de dos años sacar adelante y con la que ha dado un paso más en la progresiva profesionalización que ha demostrado la productora desde su creación en 2005. A nivel técnico les ha permitido rodar con la cámara Red One, acercándose a un formato cada vez más cinematográfico, y en lo interpretativo contaron con el protagonismo de Aida Folch y Pepo Oliva, populares gracias a su participación en series de televisión como “Cuéntame cómo Pasó” o “La Señora”. A estos se sumó un compositor tan establecido en la industria como es Pascal Gaigne, autor de partituras como “Piedras”, “Azuloscurocasinegro”, “Castillos de Cartón”, “Gordos” o “Verbo”. Estos elementos no desmerecen, ni mucho menos, la labor del equipo canario, donde podemos reseñar el siempre espléndido trabajo de dirección de fotografía de Santiago Torres o la fundamental dirección y edición de sonido de Marco A. Toledo.

Lo primero que llama la atención de “Veneno” es su empleo de parámetros genéricos para construir un cortometraje que discurre por otros territorios. Más que una historia de ciencia ficción (justificada por la extraña situación de Adriana y el siniestro proceso médico que debe sufrir) lo que encontramos en la superficie es una cinta de terror, un exorcismo donde la protagonista se encuentra infectada por una sustancia maligna y agresiva que debe ser depurada continuamente de su organismo. El miedo a lo primario, lo extraño, lo que no se puede controlar convierte a la protagonista en una víctima constante del martirio médico, que la mantiene cautiva en una pequeña habitación, con una televisión que sólo emite programas infantiles como ventana al mundo y alivio a su tortura. Existe otro dolor, emocional, que corresponde al Jefe de Enfermería, hierático y silente, pero que nos da algunas pistas de su situación hasta llegar al clímax final.

VENENO2

A simple vista, puede parecer que se trata del cortometraje más ortodoxo, lineal y narrativo de los realizados por Digital 104 hasta la fecha, sin embargo, a lo largo de su metraje se edifica como todo lo contrario. A partir de un mínimo McGuffin (la enfermedad de la protagonista y una venganza), Jonay García nos presenta un cortometraje sensitivo, cuyo propósito es arrastrar al espectador, principalmente, a través del sonido, hasta un estado de profunda incomodidad y ansiedad. La conjunción de los gritos de dolor de Adriana, los efectos de sonido, la partitura minimalista de Pascal Gaigne y el contraste con la música infantil que nos llega desde el televisor van generando una atmósfera cada vez más irrespirable. A esto hay que sumar una planificación desnuda, basada en los planos cortos, con insertos que ponen de manifiesto el dolor físico de Adriana.

El hallazgo de Jonay García radica en prolongar esta situación al máximo, exprimiendo y poniendo a prueba la capacidad de aguante del espectador. Este puede no entender exactamente qué es lo que está sucediendo en pantalla, ya que en todo momento se evita dar explicaciones que alivien su desconcierto, pero lo asimila emocionalmente a través de esos estímulos sonoros y visuales que le obliga a soportar el director. Todo este sufrimiento contenido y acumulado por los dos protagonistas erupciona de manera violenta e incontenible, ofreciendo una nueva muestra de espanto al espectador, pero al mismo tiempo, sirviéndole de válvula de escape ante la tensión generada a lo largo del metraje.

VASOS COMUNICANTES.

“El Círculo” y “Veneno” demuestran una vez más el interés de Digital 104 por un cine basado más en la plástica que en lo literario, de silencios y subtextos que prescinden de cualquier subrayado aclaratorio o explicativo, abogando por generar la reflexión en el espectador al salir de la sala. Dentro de esta vocación, existen propuestas más accesibles y enternecedoras, como es el caso de “El Círculo”, y otras más experimentales y descarnadas, como “Veneno”, pero ambas unificadas por una filosofía artística de base coherente y bien definida que las avala.

No hay comentarios:

Publicar un comentario