INTRODUCCIÓN
En el arte existe una curiosa dicotomía que ha marcado no sólo a los artistas, sino a los consumidores de su obra: El choque entre la necesidad de comunicarse con los demás y la idiosincrasia que proporciona la incomprensión o el rechazo. De eso, en parte, habla el libro que reseñamos aquí, “300 Directores Malditos” de Augusto M. Torres, un compendio de realizadores cuya trayectoria no se puede clasificar de exitosa, pero que precisamente en su fracaso o su incapacidad de acceder a un público mayoritario han encontrado un rasgo que les particulariza.
EL AUTOR
Nacido en Madrid en 1942, Augusto M. Torres ha sido guionista junto con Rafael Azcona, Ricardo Franco o Vicente Molina Foix, productor (ha producido cortometrajes a cineastas como Jaime Chavarri o Emilio Martínez Lázaro y largometrajes como la obra de culto española “Arrebato” de Iván Zulueta), además de dirigir sus propias películas (“El Pecador Impecable” o “Las Películas de mi Padre”). También ha publicado varias novelas (entre las que encontramos “El Santuario Inmortal”, “El Viaje en Tren”, “Diálogos con una Francesa” o “Manías Infantiles”) y múltiples libros sobre cine: “Conversaciones con Gutiérrez Aragón” (1985), “El Cine Norteamericano en 120 Películas” (1992), “Vincente Minnelli” (1995), “Diccionario Espasa Cine” (1996), “Diccionario Espasa Cine Español” (1999), “Cineastas Insólitos” (2000), “Las Películas de mi Vida” (2002), “Directores Españoles Malditos” (2004) o “Buñuel y sus Discípulos” (2005).
CARACTERÍSTICAS DEL LIBRO
Augusto Martínez Torres es un autor que, a estas alturas, no necesita en absoluto demostrar sus amplios conocimientos sobre el Séptimo Arte. Su trayectoria ya le avala como uno de sus principales estudiosos y divulgadores. Su obra específica en este campo ha derivado especialmente hacia la rama enciclopédica, donde ha brillado especialmente su habilidad para compendiar y cohesionar de manera precisa y selectiva títulos y autores de diversa índole. Tras acercarse al tema del Malditismo en títulos como “Cineastas Insólitos” o “Directores Españoles Malditos”, ahora ha querido ofrecernos una obra rigurosa y completista al respecto, pero también personal y subjetiva. “300 Directores Malditos” ha sido publicado por la Editorial Cátedra, dentro de su colección Signo e Imagen, en una edición de tapa blanda y con una extensión de 432 páginas, ilustrado con algunas fotos de los directores, carteles de las películas, instantáneas de rodaje o fotogramas de algunas obras, todas en blanco y negro.
Tras una breve introducción en la que el autor define los parámetros en los que se ha basado para hacer su selección y que sirve también de justificación de algunos de los nombres escogidos, el libro, tal y como certifica su título, nos ofrece un total de 300 entradas de corte enciclopédico, ordenadas alfabéticamente, en las que se detalla las características y particularismos de la filmografía de cada autor, permitiéndose el escritor de vez en cuando algunos comentarios de carácter más analítico y subjetivo de sus películas, pero priorizando sobre todo la descripción precisa y sintética de sus carrera. Finalmente, como cierre de cada entrada, se aporta una filmografía del director.
En la selección que se ha llevado a cabo podemos encontrar cineastas de muy diversa índole: clásicos y modernos, artesanos y artistas, independientes y pertenecientes a la industria, prolíficos y de corta producción, estadounidenses, latinoamericanos, europeos, españoles, asiáticos o africanos. Las miras de Martínez Torres han estado puestas en abarcar el espectro más amplio posible y es que al final el cómputo de directores no ha sido baladí, cuadrándose en 300 resistentes, 300 espartanos del cine enfrentados a la marea persa del Mainstream.
COMENTARIO
Como comentábamos antes, nadie puede poner en duda el extraordinario bagaje cinematográfico de Augusto Martínez Torres. Esto hace que este libro se convierta en una excelente obra de consulta para adentrarnos en el trabajo de múltiples cineastas apartados de la corriente más comercial del cine y, por lo tanto, con una distribución más limitada o inexistente de cara al público general externo al circuito de festivales. Sin embargo, las reticencias que puede provocar esta obra vienen determinadas más bien por los criterios de selección utilizados. Según expresa en su introducción, “”malditos son aquellos directores que, por múltiples razones, no alcanzaran la consideración de que debían tener, y malditas son sus mejores películas, aquellas que en su momento, o en la actualidad, no gozaron del prestigio que, en mi opinión, merecen”. Hasta aquí estamos de acuerdo, sin embargo la lista de autores se amplía con artistas pertenecientes a otros ámbitos (escritores, actores, pintores, diseñadores, fotógrafos) que han hecho sus pinitos en el cine, aunque sin alcanzar la relevancia obtenida en sus actividades principales; directores de corta trayectoria o habituales del cine comercial que en alguna ocasión han dado el salto a una aproximación más autoral; represaliados por algún régimen político, o autores de carrera truncada por la muerte o alguna otra causa externa. Esto abre en exceso el marco de trabajo, diluyendo el mismo concepto de “maldito”, hasta el punto de que ilustres representantes de esta categoría como Orson Welles, Pier Paolo Pasolini, Robert Altman, o los más recientes Terry Gilliam, David Lynch o David Cronenberg no están presentes en este volumen. En su lugar sí encontramos referencias a otros directores ocasionales a los que cuesta asimilar como “directores malditos” (la misma portada del libro es una seductora fotografía de Christina Ricci perteneciente a la cinta “Black Snake Moan” de Craig Brewer, cineasta de corte independiente de cierto interés, pero muy alejado, en nuestra opinión, de formar parte de esta categoría).
Discrepamos, por lo tanto, en lo referente a la definición que el autor establece de “cineasta maldito”, pero eso no quita que el trabajo de reseña de los autores escogidos no sea modélico y perfectamente coherente con la trayectoria de Augusto Martínez Torres. Tal vez el problema esté precisamente en el título de la obra, con otro enunciado, seguramente las reticencias que nos produce este volumen se disiparían.
NUESTRO AGRADECIMIENTO A LA LIBRERÍA EL PA-SO.
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