jueves, 21 de noviembre de 2013

JEAN CLAUDE VAN DAMME. EL LUCHADOR

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Durante la década de los 80 y 90 Jean Claude Van Damme fue una de las principales estrellas de acción del cine de Hollywood, sin embargo al igual que le pasara a otro compañero de generación, Steven Seagal, a medida que el siglo XX llegaba a su fin, su carrera fue perdiendo fuelle y sus películas pasaban de ser estrenos esperados a aparecer directamente en DVD. En un momento en el que el efecto nostalgia impera en el mundo del cine títulos como “JCVD” o “Los Mercenarios 2” han ayudado a establecerlo como actor de culto, algo a lo que ahora viene a sumarse la espléndida recepción que está teniendo su anuncio para Volvo.
Jean-Claude Camille François van Varenberg nació el 18 de octubre de 1960 en Bruselas, en el seno de una familia humilde. Sus padres, Eliana y Eugene Van Varenberg, eran un contable y la dueña de una floristería. El interés del joven Jean-Claude por las artes marciales comenzó como el de otros muchos jóvenes, cuando a los 10 años en el colegio, un compañero empezó a pegarle para quitarle el almuerzo. Matriculado por su padre en una escuela de karate, llegó a conseguir el grado de cinturón negro, ganando posteriormente el título de la Asociación Europea de Kárate Profesional en la categoría de peso medio. Al mismo tiempo empezó también a levantar pesas para mejorar su físico, lo que le llevó finalmente al título de culturismo de Mister Bélgica, y a los 16 años tomó clases de ballet, que estudió durante 5 años. Su formación deportiva se completó con las modalidades marciales de Taekwondo y Muay Thai. Van Damme apareció por primera vez en la pantalla en 1984 en dos producciones francesas: “Lamenta Barbare” y “Monaco Forever”, donde aparecía en los créditos como "El Karateka". Entusiasmado con sus primeros trabajos en el cine, se mudó a Estados Unidos, durmiendo inicialmente en un coche alquilado y haciendo trabajos de todas clases hasta que ya pudo encadenar sus trabajos cinematográficos (según el mismo ha comentado ha sido repartidor de pizzas, masajista, taxista y ha limpiado casas).
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Su experiencia en el terreno de la competición le convirtió en un candidato ideal para la cinta de artes marciales de 1985 “Retroceder Nunca, Rendirse Jamás” con la que ya empezó a llamar la atención gracias a sus habilidades y su flexibilidad. A esta película siguió en 1988 otro título de características similares y con el que obtuvo un mayor éxito, “Contacto Sangriento”. Ese mismo año protagonizó también la cinta bélica de acción “Aguila Negra”. Su presencia en estas películas afianzaron su paso a otro tipo de producciones, aún de bajo presupuesto, pero en los que su nombre aparecía ya encabezando el cartel. “Cyborg” de 1989 era una película futurista en la línea apocalíptica de otros títulos como “Mad Max”, pero a la que se sumaba unas estrambóticas escenas de acción cargadas de violencia. Ese mismo año rodó “Kickboxer”, otro título clave en estos primeros años de su carrera, donde el astro belga siguió dando muestras de sus habilidades marciales. Poco a poco fue ambicionando llegar al nivel de algunos de sus referentes más inmediatos, como Arnold Schwarzenegger, por el que Van Damme siempre demostró sentir un gran respeto y admiración. Sus siguientes películas, “Libertad para Morir” y “Lionheart, El Luchador”, contaban ya con un mayor presupuesto y algo más de argumento frente a las meras excusas para plantear escenas de peleas de las anteriores.
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En 1991 Van Damme interpretó un doble papel en una película que marcó el camino a seguir para sus siguientes proyectos, “Doble Impacto”. Si bien ya por esa época era un nombre conocido por el público general, y no sólo por los aficionados específicamente a las artes marciales, “Doble Impacto” marcó su paso a proyectos más ambiciosos y de mayor espectro. Podemos decir que a partir de este momento ya Van Damme empezó a ser considerado una estrella del cine de acción, algo que quedó patente en su siguiente película, “Soldado Universal”, donde compartió protagonismo con otro tipo duro del cine, Dolph Lundgren. Esta cinta fue todo un éxito comercial y acercó al actor a ese pequeño círculo de privilegiados, como Schwarzenegger o Sylvester Stallone, del que tanto ansiaba formar parte. Para su siguiente trabajo, ya aprovechando su nuevo status de estrella, Van Damme actuó de padrino del director de cine de acción de Hong Kong John Woo en el que fuera el primer proyecto hollywoodiense de éste, “Blanco humano”. A continuación, “Sin Escape”, mantendría esa imagen de Van Damme como personaje solitario, incapaz de echar raíces en una sociedad que no tiene sitio para él, pero que en el fondo acaba siendo el héroe de la función.
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El éxito de una serie de videojuegos de lucha hizo que el cine se planteara llevarlos a la gran pantalla con actores de carne y hueso. Mientras que otras producciones preferían apostar por rostros menos conocidos, uno de los juegos más populares, “Street Fighter”, contó con Jean Claude Van Damme como cabeza de cartel. La película fue también el último título de la filmografía del actor Raúl Julia, quien falleció poco después de acabarla. A continuación Van Damme rodó un par de películas a las órdenes del director Peter Hyams, un realizador con cierto prestigio gracias a su trabajo en títulos de ciencia ficción como “Capricornio 1”, “Atmósfera Cero” o “2010. Odisea 2”. El primero de ellos fue “Timecop”, donde Van Damme interpretaba a un policía encargado de controlar que ningún viajero en el tiempo aprovechara sus conocimientos para sacar partido del pasado o modificar actos del futuro. Quizás esta película sea la que más se acerca de su filmografía a esa búsqueda de Van Damme por realizar un tipo de cine menos centrado en las coreografías de peleas y capaz de desarrollar una historia interesante. A continuación Hyams le volvió a dirigir en “Muerte Súbita”, una película que seguía la estela del éxito de la serie de “La Jungla de Cristal”, aquí, con un grupo de terroristas que pretenden realizar un atentado durante un importante partido de Hockey, sin contar con que entre el público se iba a encontrar un bombero que está viendo el partido con sus dos hijos, quien descubre por casualidad el complot y se enfrenta a los terroristas.
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Estando en el momento álgido de su carrera, Van Damme decidió dar el salto a la dirección poniéndose delante y detrás de la cámara en su siguiente película, “The Quest: En Busca de la Ciudad Perdida”. La película se basaba en un argumento de Frank Dux, una figura legendaria de las artes marciales, cuya vida había ya inspirado otro título anterior de Van Damme, “Contacto Sangriento”. La cinta recibió críticas destructivas y se saldó con un fracaso rotundo en taquilla. En un intento por recuperarse de este traspiés, Van Damme volvió a poner su confianza en directores llegados de Hong Kong. El primero fue Ringo Lam, con “Al límite del Riesgo”, y después llegaría el también productor Tsui Hark, en “Double Team”, una película que aliaba al astro belga con una personalidad del mundo del baloncesto, Dennis Rodman. Con estas películas la carrera de Van Damme no sólo no levantó cabeza, sino que fue cayendo en barrena, marcando también por el fin de una era en el cine de acción de Hollywood a medida que el público empezaba a perder interés por el actioner, el estilo de cine de acción que había marcado la década de los 90, en favor de títulos más esteticistas.
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A partir de 1998 hasta la actualidad muy pocas son las películas de Van Damme que han llegado a estrenarse en cines, pasando a ingresar las estanterías de los videoclubs con títulos editados directamente en formato doméstico. El astro belga intentó a lo largo de la primera década del siglo XXI diferentes combinaciones para poder recuperar el éxito perdido, pero sus 15 minutos de gloria parecían haberse agotado y aparentemente sólo le quedaba la posibilidad de vivir de las rentas de su nombre en productos que rara vez llamaban la atención de un tipo de público que no fueran sus fans incondicionales y abnegados. En este tiempo siguió colaborando con Tsui Hark y Ringo Lam en títulos como “En el Ojo del Huracán” de 1998, “Replicante” de 2001 o “Salvaje” de 2003, donde el estilo hiperbólico de estos cineastas dio como resultado películas con un tratamiento de la acción verdaderamente delirante. Van Damme intentó levantar cabeza con “Soldado Universal: El Retorno” y con la cinta de Aventuras “The Order”, para la que contó con Charlton Heston en uno de sus últimos papeles para el cine. Incluso trabajó con un director de cierto nombre como John Avildsen (autor de títulos como “Rocky”, “Karate Kid” o “El Poder de Uno”) en “Infierno”. Sin embargo a medida que los ases en la manga se le iban agotando, Van Damme acabó rodando películas de presupuesto ínfimo dirigidas por realizadores inexpertos y carentes de talento en películas como “En Territorio Enemigo” y “Hard Corps” ambas de 2006, o “El Patrullero” de 2008. De los títulos que rodó en estos años sólo dos se podrían salvar de la quema, “Justa venganza” de 2004, y “Desafío a la muerte” de 2007, pero que se vieron arrastrados por la vorágine de todos los demás subproductos.
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El nombre de Van Damme empezó a recuperar cierto valor gracias a su trabajo en “JCVD”, donde el actor interpretaba una versión paródica de sí mismo, un actor de cine de acción acabado, recluido en películas de bajo presupuesto que está a punto de perder la custodia de su hija, y que de repente se ve inmerso en un atraco con rehenes que le permite ser en la vida real el tipo de héroe que siempre interpretó en la pantalla. Esta película se benefició del desencanto del público por los títulos de acción postmodernos y la aparición de una vena nostálgica en la industria del cine que también sirvió para resucitar la carrera de otros ídolos de los 80 como Sylvester Stallone (quien por esa época estrenaba también “Rocky Balboa” y “John Rambo”) y ese modelo de héroe de acción (ésta fue también la época de “La Jungla 4.0” o “Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal”). Desgraciadamente para él, Van Damme no supo aprovechar la oportunidad que le brindó “JCVD” en bandeja y tras reunirse con Dolph Lundgren en “Soldado Universal: Regeneración”, rechazó la oferta de Stallone de aparecer en la primera entrega de “Los Mercenarios” por considerar que se trataba de un papel muy pequeño. Lo que vino a continuación, a excepción de su breve participación en “Kung Fu Panda 2” como el Maestro Cocodrilo, fueron más títulos de directo a videoclub, como “Juego de Asesinos” o “Los Ojos del Dragón”.
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Por fin, en 2012, tras interpretar por cuarta ocasión a Luc Deveraux en “Soldado Universal: El Día del Juicio Final”, aceptó el rol de Villain, el antagonista en “Los Mercenarios 2”, aprovechando su mano a mano con Stallone para demostrar que seguía siendo un actor con carisma y presencia en pantalla. Este papel, junto con el éxito viral de su anuncio de Volvo, ha demostrado que, si bien sus títulos en solitario siguen siendo editados directamente en formato doméstico, la carrera de Jean Claude Van Damme aún puede deparar sorpresas y, sin duda, este luchador belga aún está a tiempo de ofrecernos su canto del cisne.
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