lunes, 13 de abril de 2020

“NIGHTMARE CINEMA”. CÓCTEL MACABRO.

Horror Anthology Nightmare Cinema to Play in Two Canadian Cities ...


Al igual que sucede con las antologías de relatos, hay un placer especial en las películas episódicas. Es cierto que, por naturaleza, cada espectador suele conectar mejor con algunos bloques que con otros, pero ahí radica también parte del disfrute, en poder ver pequeñas historias de diferentes características y dejarse llevar por la variedad de temas y enfoques. Mick Garris, como productor y como director, es plenamente consciente de esto y un maestro a la hora de crear este tipo de cócteles macabros, donde poder conjugar las sensibilidades y peculiaridades creativas de directores de diferente índole. “Masters of Horrors” fue un ejemplo de esto y “Nightmare Cinema” amplia esta visión, al menos en un sentido geográfico. Si la primera suponía la oportunidad de dar libertad a algunos de los nombres de referencia del género fantástico en Estados Unidos (la mayoría ya alejados de la primera línea de la industria), la segunda nace también con la idea de seguir abriendo fronteras a culturas diferentes, de ahí la incorporación de un argentino y un japonés al equipo.
Precisamente, el primero de los segmentos, “The Thing in the Woods”, viene firmado por Alejandro Brugués, quien al igual que ya hiciera con “Juan de los Muertos”, ofrece aquí una mirada cariñosa y respetuosa, aunque también cargada de parodia a diferentes subgéneros fantásticos, especialmente el slasher de los 80. Sangrienta, divertida, con un ritmo rápido y una acumulación espléndida de giros inesperados, supone un arranque sorprendente y lúdico para la película.
La segunda historia pertenece a Joe Dante, quien, manteniendo el tono usado en “Masters of Horrors”, carga su segmento, “Mirari”, de lectura social. Si en “Masters of Horrors”, reflexionó acerca de la Guerra de Irak y la violencia contra las mujeres, aquí pone su punto de mira en los abusos de la cirugía estética y la presión social especialmente hacia las mujeres sobre su apariencia física. Dante ofrece una sátira elegante, aunque no carente de algún que otro arrebato truculento.
Ryûhei Kitamura toma el control en el tercer episodio con una mezcla explosiva: religión, posesiones demoníacas, sexo, asesinato e infancia. “Mashit” juega con el tabú de manera gradual, colocando a lo largo de su metraje imágenes provocadoras y desafiantes que desembocan en una orgía de sangre. Al contrario que con Dante, aquí la intención no es tanto escenificar un discurso social, sino directamente atacar (con éxito) a la mentalidad más conservadora de la audiencia.
“This Way to Egress” es la propuesta que hace David Slade y supone una ruptura con respecto a los segmentos anteriores en cuanto a que se presenta en blanco y negro, pero además, frente a las propuestas más propiamente de género, aquí se opta por una puesta en escena más artística, y también más seria y agresiva que las anteriores, donde el humor equilibraba la violencia explícita. En nuestra opinión, éste es el segmento más logrado de toda la antología, no sólo en cuanto a realización en sí, sino también por su capacidad de extrapolar la acción, no a un espacio físico, sino a la perturbada mente de la protagonista.
El capítulo de cierre pertenece al anfitrión. Mick Garris se encarga a dirigir “Dead”, regreso a los patrones de género puro y duro, con una historia de fantasmas con ecos a “El Sexto Sentido”, rodada de manera elegante y segura por el veterano director. Las referencias al mundo de la música le da esa exquisitez al relato, que contrasta con las representaciones sobrenaturales, todas de corte violento y visualmente sórdidas.
Mención aparte tiene todo el apartado del Proyeccionista que sirve de hilo conector de los cinco cortos. Dirigida esta parte también por Mick Garris, supone lo más endeble de la propuesta. Más allá de la curiosidad de ver a Mickey Rourke en el papel, esa paulatina reunión de los diferentes protagonistas de las historias y la resolución final carecen de la originalidad y la destreza del resto de los segmentos. En el fondo parece lo que es, un elemento forzado para intentar dar una cohesión a los diferentes episodios que conforman la película. 
“Nightmare Cinema” se convierte así en un menú de cinco platos, todos elaborados con la experiencia de cineastas conocedores del terreno en el que se mueven, y que, libres de cortapisas propias de producciones de mayor presupuesto, aquí sí pueden explayar su imaginería visceral y humor irreverente. La película apuesta por el terror adulto, con amplio uso del gore y rompiendo diferentes tabúes de nuestra cultura occidental como rara vez se puede ver hoy en día en los circuitos comerciales. Esperemos que la propuesta tenga buena recepción y tenga continuidad, recogiendo definitivamente el testigo dejado por “Masters of Horrors”.

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