martes, 28 de enero de 2014

“41” / “AEROPLANOS”. ENTREVISTA A JOSÉ LUIS DE MADARIAGA

José Luis de Madariaga

José Luis de Madariaga lleva un ritmo de trabajo infatigable. Sólo en los últimos meses ha participado en varios cortometrajes, ha rodado películas a nivel nacional e internacional, ha hecho teatro, ha cantado en la zarzuela, ha hecho publicidad y, además, ha sacado tiempo para dirigir un cortometraje. Precisamente, el pasado fin de semana en el teatro Círculo de la Amistad XII de Enero tuvo lugar la representación de la obra “Aeroplanos” del dramaturgo argentino Carlos Gorostiza, protagonizada por Madariaga junto al también actor Juancho Aguiar. El excelente texto original, adaptado para la ocasión al público local variando algunas referencias y localismos, dio pie a redescubrir sobre el escenario el espléndido talento de estos dos veteranos intérpretes, quienes al mismo tiempo consiguieron trasmitir con su trabajo esa complicidad e intimidad que comparten sus personajes en la historia. Con motivo de esta presentación hemos querido aprovechar para colgar esta entrevista que tuvimos ocasión de realizar recientemente a José Luis de Madariaga y donde además de darnos algunas claves de “Aeroplanos” y el porqué de esta representación, también nos habló largo y tendido de uno de sus últimos proyectos, en este caso no como actor, sino como director del cortometraje “41”.

Por nuestra parte queremos dar las gracias también al fotógrafo Jaime Chinarro (www.jaimechinarro.carbonmade.com) por permitirnos ilustrar este texto con las fotografías que realizó para el making of del cortometraje.

AEROPLANOS 2 

¿Cómo nace este interés por escenificar “Aeroplanos” de Carlos Gorostiza?

“Tres son las razones que me han impulsado a meterme en esta obra de teatro. Una que me gusta el teatro. La segunda es que hace mucho tiempo que nadie me llamaba para hacer teatro. Entonces he tenido que llamarme a mí mismo. Y la tercera es que me apetecía mucho hacer una función con Juancho Aguiar. Los dos hicimos un cortometraje dirigido por Carlos Dóniz, ambos como protagonistas únicos y que está ahora en proceso de postproducción, y hubo un feeling muy bueno entre los dos y me apetecía hacer algo más con él. Busqué una obra de dos personajes de nuestra edad (aunque son un poquito mayores, no mucho, pero hacemos de más viejos de lo que somos). Queríamos que nos lo dirigiera alguien y en quien pensamos primero fue en Juanjo Parrilla, con el que habíamos trabajado bastantes veces en el Círculo de la Amistad y nos gustaba su enfoque. Tuvimos la suerte de que nos dijo que sí. El objetivo es hacer funciones. Nada más. Pasarlo bien, hacer una cosa bonita, entrañable y donde el trabajo principal es interpretativo (son dos actores, dos actos, y estamos en el escenario la hora y media que dura la obra).”

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Ahora mismo tienes en postproducción “41”, un cortometraje donde cambias tu posición delante de la cámara por la de director. ¿Cuál es el origen de este proyecto?

“El guion lleva escrito cerca de 10 años, y estaba escrito para rodarlo en Madrid utilizando el Metro, como gran referente. Se detuvo por dos razones. La primera que mi hijo se fue a vivir a África, lleva allí ya nueve años, y yo me vine a vivir a Tenerife, por lo que eso del metro quedó aparcado. Hace más o menos seis o siete meses me dio por releerlo y me planteé hacerlo en Tenerife, utilizando el tranvía. Eso requería unas adaptaciones de guion, evidentemente, para acercarlo a las peculiaridades del tranvía y de su entorno, las estaciones son distintas, no hay pasillos. Es decir, hay una serie de cosas del metro que había que transformarlas al tranvía y su entorno. A mí me gustaba la idea del corto y me apetecía que se hiciera, no dirigirlo, en absoluto, pero a lo largo que llevo trabajando en cortos en Tenerife, he ido observando que los directores de cortometrajes muchos de los cuales, para mi gusto son muy buenos, en los que yo confiaría mucho y que me encanta cómo trabajan, pero todos tienen una características, que es que no les gusta dirigir algo que no es de ellos. Yo ya lo probé con otro cortometraje, también de mi hijo, corto que me parece incluso muy superior el guion a éste que acabo de hacer, y me encontré con que elegantemente o más directamente, no estaban por la labor de hacerlo. No porque no les gustara el guion, que les encantaba, sino porque no era de ellos. Me di cuenta de que aquí a los directores les gusta dirigir lo suyo. Entonces para no poner a ninguno en un compromiso y como lo quería hacer, busqué a un director que no iba a decir que no, que era yo.

No es mi vocación, dirigir, lo mío es actuar. A mí me gusta estar delante de la cámara y no detrás. Así que lo enfoco, simplemente, como un remedio a poder rodar este corto. Lo he hecho con la experiencia que me dan los 46 cortos que he rodado aquí, porque yo no me limito a hacer mi papel, sino que siempre me estoy fijando en el trabajo de los demás y de esa manera aprendes. Otra cosa es que lo que has aprendido seas capaz de traducirlo en cine, eso ya lo veremos, pero si es cierto que hay muchas cosas que he cogido de otros cortometrajistas y que han hecho que me atreviera. Ya te digo que ha sido simplemente una solución para poder hacer el corto.”

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¿Qué nos puedes comentar de la trayectoria como guionista de tu hijo, Rodrigo de Madariaga?

“Rodrigo tiene una profesión distinta a la de guionista. Es licenciado en ciencias del mar, trabaja como cooperante ya desde hace siete año en África, pero tiene una vocación tremenda por escribir guiones, cuentos, relatos. Ha escrito ahora un cuento bastante largo titulado “Un Día en el Metro” (tiene una obsesión con los metros, por lo visto, mi hijo), que está precioso, a mí me encanta. Yo se lo he ofrecido al Metro, para que lo pueda ofrecer por capítulos entre sus usuarios. Estuvo una época en Argentina y allí hizo un curso de guiones con guionistas argentinos para ver sobre todo los elementos técnicos. También hizo un curso sobre realización cinematográfica. Le gusta mucho el cine y sobre todo los guiones. No se atreve a dirigir, sino que lo que a él le gusta es escribir. Escribe con mucha imaginación, historias muy bonitas, muy sentidas. Yo ya hice dos cortometrajes con guiones escritos por él hace algunos años. Eran sus primeras cosas y yo quise rodarlas y los hice aquí. Uno se llamaba “El Precio de la Devoción” y el otro “Palos de Ciego”. Luego ha hecho cosas más bonitas. Tiene uno llamado “La Muchacha en la Ventana”, pendiente de realizar, que me encanta y a la gente a la que se lo he enseñado (directores, realizadores de aquí) le ha gustado muchísimo. Luego alguien me ha confesado “No es mi estilo, porque es un estilo muy romántico” y no de tiros, ni cuchilladas. Y me parece bien, yo eso lo entiendo perfectamente. Con lo cual me temo que acabaré dirigiéndolo yo, aunque estoy intentado evitarlo. Todo lo que ha escrito lo tengo yo. No está en ningún otro lado. No es que él se haya puesto a escribir para mandarlo, para hacer algo, no. Todo me lo pasa a mí para ver si yo puedo hacer algo con eso. Está escribiendo una obra de teatro para mí también.”

¿Qué nos puedes adelantar del argumento del cortometraje?

“El argumento es el encuentro casual entre una mujer y un hombre, que están interpretados por Elena Feria y Javier Martos. Esa relación, como es un corto, evoluciona muy rápidamente y tiene un final que pretendemos que sea inesperado. Otra cosa es que lo sea. Yo no sé si he sabido esconder el final o no, porque muchas veces decimos que tiene un final inesperado y, cuando vemos el corto, en la primera escena ya sabemos el final. Tiene un aspecto muy singular en el enfoque y creo que hemos conseguido algo diferente.”

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¿Cómo fue reunir al equipo para hacer el cortometraje? Imagino que con tu trayectoria, siempre colaborando con los demás, nadie diría que no a trabajar en un corto tuyo.

“Bueno, eso tampoco es así. La gente analiza también el guion, lo que tiene que hacer, sus personajes. Aquí por ejemplo, el personaje femenino tenía un problema. Digamos que yo soy más del estilo de cine francés que del estilo del cine americano, es decir, no me gusta tapar lo que no se debe tapar y no me gusta exhibir lo que no se debe exhibir. Ese personaje femenino tenía una escena más subida de tono y aquí las actrices para eso son menos proclives. Me encontré con la sorpresa de que tres de las actrices en las que yo confiaba mucho, las tres me dijeron que sí, así que tuve que seleccionar entre las tres. Respecto al equipo, es muy pequeño, formado por gente como Kiko Castro en fotografía, mi mujer, Maita Taboada, como ayudante de producción y dirección, Marcos Toledo en sonido, un chico muy valioso, un gran profesional y una persona maravillosa. Necesitábamos unos 30 figurantes, lo publiqué en Facebook, y me contestaron 200. Lo tuve que limitar a los 30 que necesitábamos pero participaron todos de una forma maravillosa, con un entusiasmo, con unas ganas de colaborar fantásticas, a pesar de los pesares (en cosas que no te voy a revelar, porque revelaría cosas del corto antes de tiempo) pero podrás ver cómo la gente estuvo entusiasmada a pesar de ello. Tuvimos por lo tanto, un equipo técnico muy pequeño, muy familiar, y eso sí, voy a tener la suerte también de que la música me la va a hacer un músico estupendo (a mi modo de ver) y una gran persona, Raúl Capote. No me ha dicho que no a nada nadie. Desde el Tranvía, que nos cedió un tranvía, vacío, y que estuvo circulando por la línea 2 para que pudiéramos hacerlo todo, con paradas de nueve minutos en la estación para que también pudiéramos rodar allí; Titsa que nos dejó grabar en el intercambiador; la discoteca ébano que está al lado del Auditorio, también nos dejó grabar allí; y la colaboración de gente que me prestaron elementos como la grúa, todos desinteresadamente. Afortunadamente todavía hay gente que te ayuda mucho, pero todo ha sido así, cosas de amigos, todo muy pequeño, no hubo un despliegue de gente. Ahora vamos a ver qué tal.”

¿Cómo te has visto tras la cámara?

“Me he visto bien por dos razones. Primero porque he trabajado con la libertad de que no estoy buscando hacer el corto de mi vida, conseguir un Goya, no. Me he propuesto hacer un guion que me gustaba. Eso te hace trabajar con la tranquilidad de que voy a hacerlo lo mejor posible, pero asumiendo que mi “lo mejor posible” nunca es lo mejor. He querido cuidar cada cosita mucho, pero con el objetivo de que saliera bonito y que pudiera gustar. Eso te hace trabajar más a gusto. Además he tenido la suerte de que justamente coincidió que durante el rodaje mi hijo tuvo que venir a España y entonces lo he tenido conmigo durante el rodaje aquí en Tenerife. Me ha servido mucho el aporte suyo como guionista y hemos trabajado muy al alimón los dos. Yo tengo que decir que aunque aparezca yo como director sería más justo decir co-dirigido por los dos Madariagas, porque me ayudó muchísimo, me vino muy bien su presencia aquí.”

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Has contado con la colaboración de Kiko Castro, cineasta con el que has mantenido una larga relación profesional. ¿Cómo fue el cambio de roles en este proyecto?

“Con Kiko Castro tengo bastante buen feeling, nos entendemos bien. Kiko es una persona que no tiene envidias, no tiene celos a que se le diga “no, así no, lo quiero así”. El hace una cosa y me dice “mira, mira, esto así” y yo le digo “no, yo lo quiero más lento”. Si lo quieres más lento o más rápido, te lo hace contento y feliz. No es de esos directores de fotografía que se enfadan cuando no coincides con su forma de ver las cosas. De eso hay muchos, lo he visto. Él te dice “ah, bueno, pues me gusta así más lento como has dicho tú”. Trabajas muy bien con esa actitud. Yo por lo menos. Para mí era muy importante, porque es una tranquilidad que exista ese buen feeling entre los dos. Conmigo lo mismo. Yo aceptaba las ideas de Kiko cuando me parecían buenas, evidentemente, pero me parecía importante que existiera esa comunicación entre los dos siempre mirando lo que fuera mejor para la película y no para nuestro ego. Si veíamos que quedaba mejor no me importaba si la idea era de Kiko o del portero. Todos hemos actuado de esa forma y creo que eso ha sido muy bueno para el resultado final.”

En lo referente a la dirección de actores, ¿cómo te has visto al estar al otro lado de la barrera?

“Bueno, a mí la dirección de actores me gusta, sin embargo, por las características de esta película mi actitud hacia los actores ha sido muy diferente a la que he tenido siempre. Aquí lo principal era la interpretación vocal, es lo que me interesaba. Ellos han respondido muy bien a todo. Se han entregado, han hecho lo que hiciera falta para que las escenas salieran bien. Las escenas más comprometidas las han hecho con entusiasmo y con unas ganas y una libertad total. Entre los dos, Elena y Javier, ha habido muy buen feeling, algo muy importante. Para mí ha sido muy fácil trabajar con ellos. Yo tengo una aparición, que no es una interpretación, en el corto. Es el único personaje que aparece aparte de ellos dos. No me lo puse yo. Estaba en el guion, lo que pasa es que yo me obligué a hacerlo yo. Me refiero, aunque creo que mi hijo lo escribió pensando en mí, no es algo que incorporara yo como director.”

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¿Cómo va la postproducción de la película?

“El montaje lo estamos haciendo juntos Kiko y yo. Mi hijo llorando en Mozambique porque le gustaría estar y no puede. Para el montaje hay que buscar a alguien que tenga tiempo para meterle y además comprometerle, y sin poder pagar, a mí me cuesta mucho. Son trabajos muy duros, muy arduos, pero luego no se reconoce. Yo trabajo muchas veces gratis, pero luego tengo el reconocimiento de todo el que me ve, me sirve de currículum, me sirve de mucho. Me muestro mucho. Un montador es una figura muy oscura a pesar de la grandísima importancia que tiene en la película. Entonces, si no le puedes ofrecer fama, no le puedes ofrecer dinero, pues a mí me cuesta mucho comprometer así a la gente, qué quieres que te diga. No sabes la vergüenza que pasé a atreverme a llamar a Raúl para que me hiciera la música. Me atreví al final porque me apetecía mucho tener la música de él. De la misma manera que hay otros músicos también que me encantan, y que no me atrevo a pedírselo, porque me da vergüenza.

Mi objetivo con el montaje es mantener esos particularismos que hemos comentado en cuanto a interpretación y puesta en escena. Se trata de un corto más de rodaje que de montaje. Aunque nunca hay que dejar de reconocer la importancia del montaje para que respete eso. Por ejemplo, prácticamente no hay efectos especiales. Los únicos que hay son para mejorar algo. Si hay un sonido del tranvía lo metemos en postproducción, no en sonido directo, pero no se trata de un efecto especial. Es simplemente una mejora aparte para que suene mejor. Pero en el montaje no hay nada que tengamos que crear, simplemente dar ritmo a la película, darle una continuidad, pero no hay incorporación de efectos o de cosas que le den una relevancia especial.”

“41” tiene previsto su estreno para el próximo mes de abril o mayo.

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