sábado, 20 de abril de 2013

“TIPOS LEGALES”. AQUÍ, UN AMIGO.

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A lo largo de toda su filmografía, Kirk Douglas y Burt Lancaster coincidieron en pantalla en un total de siete ocasiones, siendo la última de ellas en 1986 con “Otra Ciudad, Otra Ley” (“Tough Guys”, tipos duros). Sin lugar a dudas, estos dos titanes de la interpretación serán recordados por muchos otros trabajos y su tándem en una película ha dejado títulos mucho más icónicos, pero aquel reencuentro se disfrutaba precisamente por su falta de pretensiones y por aquella sensación crepuscular de que sería la última oportunidad de ver a los dos astros frente a frente. Se trataba de reunir a estos dos amigos y que los espectadores disfrutaran de su química en pantalla, al mismo tiempo que parodiaban su imagen cinematográfica. El estreno de “Tipos Legales” (“Stand Up Guys”), en cierta forma, nos recuerda aquella película. Se trata de un título menor, sin grandes aspiraciones, cuyo mayor (casi único) atractivo radica en hace coincidir en pantalla a tres actores tan extraordinarios como Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin (este último en un rol mucho más secundario). La cinta nos presenta, precisamente, a dos antiguos matones que se reencuentras tras 28 años, después de que uno de ellos (Pacino) haya cumplido su condena en prisión. Con tan sólo 24 horas por delante, antes de que uno de ellos (Walken) tenga que ejecutar la sentencia que cae sobre el segundo, ambos se dedican a rememorar los viejos tiempos, mientras ocupan el día en actividades variadas, banales y estrambóticas. En este devenir, se irán cruzando con personajes igual de estrafalarios que ellos, sorteando con aparente cotidianidad lo que es una jornada particular.

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El guionista debutante Noah Haidle presenta un libreto que tiene bastante de teatral, apoyado sobre todo en los diálogos y la interacción entre los dos protagonistas, pero con una continua sucesión de localizaciones. Cada pequeña subtrama se resuelve de manera sencilla y sin aspavientos, sintetizando todo al máximo para poder acumular el mayor número de pequeñas historias y que el conjunto de todas ellas acaben marcando el tono entre cotidiano y pintoresco del global de la película. En este proceso es fundamental el uso del humor que sazona toda la historia y que da validez al absurdo de muchas situaciones (Pacino esnifando pastillas para la tensión, la sorpresa del maletero o un funeral inesperado). Esto es trasladado a las imágenes por Fisher Stevens con un tono sobrio y pausado, delegando todo el peso en los actores, que dominan la escena con absoluto sosiego. Es cierto que el director parece haberse preocupado más por el funcionamiento aislado de cada episodio, más que por la cohesión global, pero también tiene claro desde un principio el tipo de película con el que está tratando, donde su labor debe ser lo más discreta posible.

l to r: Christoher Walken, Alan Arken and Al Pacino in "Stand Up Guys.”

Aunque el reparto del protagonismo está equilibrado, Pacino parece dominar más la acción, ya que el suyo es el personaje más histriónico. El veterano actor hace uso de su repertorio de gestos y aspavientos para ganarse más la atención del espectador. Pese a esto, nosotros nos quedamos con la sobriedad de Christopher Walken, quien con su rostro cenizo y seco equilibra los excesos de su compañero. Curiosamente, ambos actores únicamente habían coincidido hasta ahora en una película, aquella nefasta “Una Relación Peligrosa” protagonizada por Ben Affleck y Jennifer López. Sin embargo, los dos forman parte de ese selecto grupo de nuevas estrellas que saltó a la palestra a finales de los 60, principios de los 70, forjando su prestigio dentro del New Hollywood de la época, a las órdenes de cineastas como Francis Ford Coppola o Michael Cimino. Por esto, aunque ésta sea el primer título que realmente saca partido a su química conjunta, la reunión mantiene ese toque de familiaridad entre ambas estrellas. Por otro lado, si bien su papel por extensión equivale al de cualquiera de los secundarios que acompañan a los dos protagonistas, sin duda, la presencia de Alan Arkin adquiere mayor relevancia, entre otras cosas porque es el único de los intérpretes capaz de medirse y seguirle el juego a las dos estrellas de la función, compartiendo con ellos ese juego interpretativo crepuscular que a la postre es lo que da vida a la película.

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A parte de este trío, la cinta reúne a un heterogéneo grupo de actores que aportan de manera efectiva color y variedad de estilos a la película, aunque conscientes de quienes son los reyes de la función. Destacan Addison Timlin (el único rol dentro de los secundarios verdaderamente relevante e imprescindible para la narración), Mark Margolis (secundario habitual en el cine de Darren Aronofsky y encargado de dar la réplica veterana a los dos protagonistas, especialmente a Christopher Walken, aunque nunca lleguen a coincidir en plano), Lucy Punch (conocida gracias a su papel en “Conocerás al Hombre de tus Sueños” de Woody Allen), Julianna Margulies (quien, en lo que parece un guiño al espectador, vuelve a ponerse la bata de “Urgencias”) o Vanessa Ferlito (quien alcanzara su punto álgido de popularidad gracias a la serie “24” y su participación en “Death Proof” de Quentin Tarantino).

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En ocasiones uno se conforma simplemente con el buen hacer y el carisma de un par de grandes actores de la vieja escuela en pantalla. “Tipos Legales” nos presenta una cinta ligera, sencilla, por momentos absurda, con un desarrollo episódico que da un ritmo a trompicones a la narración, pero que se disfruta gracias a la química y el saber hacer de sus dos actores protagonistas, quienes trasmiten al espectador el placer de hacer lo que les gusta, sin la presión de tener entre manos una gran película, sólo un divertimento trivial con el que reírse de su propia imagen cinematográfica.

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