Como en todas las facetas artísticas, en la música para el cine nos encontramos con dos tendencias principales. Aquella que conforman los que siguen el patrón establecido y desarrollan partituras musicales de acuerdo con las convenciones preestablecidas por el Séptimo Arte (algunos de ellos consiguiendo altas cotas de maestría como es el caso de John Williams, cuya música por regla general no busca la ruptura del canon sino su exquisito desarrollo), y aquellos que buscan abrir vías inexploradas, alejándose del modelo sinfónico y aplicando otros estilos musicales. Dentro de este grupo podemos incluir al compositor Clint Mansell, un nombre que, con planteamientos bastante experimentales, ha sabido alternar producciones comerciales con títulos independientes que le han reportado una reputación de artista de culto.
Nacido en Coventry, el 7 de enero de 1963, la carrera de Clint Mansell se inauguró dentro del grupo musical “Pop Will Eat Itself”, donde ejerció de líder y guitarrista. El grupo recibió alabanzas de la crítica pero pasó desapercibido para gran parte del público. No del todo satisfecho con los resultados de esta experiencia, Mansell buscó otros caminos profesionales, en lugares donde pudiera desarrollar mejor sus intereses artísticos.
Su primera oportunidad dentro del cine la consiguió en 1998 gracias a la opera prima del director Darren Aronofsky, “Pi”. Inicialmente el cineasta tenía previsto utilizar una serie de temas preexistentes como acompañamiento a esta insólita película, delegando en Mansell únicamente la labor de crear un tema principal de fuerte contenido electrónico, que diera su propia identidad a la cinta, pero que no chocara musicalmente con el resto. Poco a poco las carencias presupuestarias de la película hicieron que Aronofsky no pudiera conseguir lo derechos de algunas de las canciones que tenía previstas, incrementándose por lo tanto la labor del compositor. El resultado fue una partitura ecléctica y muy experimental, perfecta a la hora de definir ambientes claustrofóbicos y para apuntar el inestable estado psicológico del protagonista.
Dos años más tarde volvió a colaborar con este director, ahora ya como compositor a pleno rendimiento, en “Requiem por un Sueño”. Una vez más el punto de partida era una historia marcada por estados alterados de la conciencia, algo que debía reflejar a la perfección la partitura musical. Con esta película, Mansell empezó a experimentar con la mezcla de electrónica e instrumentos acústicos, interpretados de manera magistral por el excelente “The Kronos Quartet”. Esta dualidad aportó algunos elementos emocionales a la partitura gracias al uso de las cuerdas y una sensación de angustia constante a través del reiterativo empleo de los sonidos sintéticos. El tema principal de esta banda sonora alcanzó gran repercusión tras el estreno de la película cuando se convirtió en una composición recurrente en los trailers de películas como “El Señor de los Anillos. Las Dos Torres”.
Tras estas dos colaboraciones con Darren Aronofsky, que inmediatamente convirtieron a Clint Mansell en un músico muy respetado dentro del ámbito cinematográfico, el compositor emprendió un periplo por otro tipo de producciones dando un espectro más amplio a su estilo. Sin abandonar el territorio de las películas pequeñas, en 2001 trabajó en “The Hole”, una cinta de suspense, protagonizada por Thora Birch y Keira Knightley. Sin perder su estilo rupturista, en esta ocasión, Mansell redujo considerablemente el carácter experimental de su composición. Aquí los sonidos electrónicos de Mansell estuvieron acompañados por la voz de una solista femenina que le daba un toque más cálido a la claustrofóbica partitura. La película resultó ser un éxito sorpresa, incrementado gracias al éxito obtenido un par de años antes por una de sus protagonistas, Thora Birch, con “American Beauty” y el despegue internacional de Keira Knightley con “Quiero Ser como Beckham” y “Piratas del Caribe”.
Tras este título, entre 2001 y 2002, llegaron otras películas independientes de escasa repercusión, como “World Traveler”, “Ajuste de Cuentas” o “La Desaparición de Embry”. En todas ellas emprendería partituras marcadas por el uso de la música electrónica para generar partituras de carácter ambiental, reiterando algunas de las características establecidas en “The Hole”. De todas ellas, destacaba especialmente “La Desaparición de Embry”, gracias al recurso de la voz femenina como elemento conductor de su tema principal, una canción de cuna interpretada por la misma protagonista de la película, Katie Holmes.
Ese mismo año, Mansell se adentró de manera más clara dentro del terreno de las grandes superproducciones, con el thriller protagonizado por Sandra Bullock, “Asesinato 1 2 3”. En esta ocasión la música se presentaba más supeditada a la historia, presentando una partitura muy ambiental que subrayaba los elementos de suspense y tensión de la película. La huella del compositor se notaba principalmente por esas sonoridades electrónicas pero eso no quita para que se tratara de uno de los trabajos más convencionales e intrascendentes de su autor.
Este giro hacia una filmografía más comercial por parte de Mansell no supuso una renuncia al cine independiente, participando en títulos como “Sonny” (debut en la dirección de Nicholas Cage), “11.14 Destino Fatal” (una cinta coral protagonizada por Hilary Swank y Patrick Swayze), o “Sospechoso Cero” (segunda oportunidad tras la cámara de Elias Merhige tras “La Sombra del Vampiro” y para el que contó con un reparto encabezado por Ben Kingsley y Aaron Eckhart). Ninguna de estas cintas llegó a nada ni en lo referente a la taquilla ni a la crítica, ofreciendo desde el punto de vista musical nuevos acercamientos de Mansell a esa sonoridad claustrofóbica e industrial que había caracterizado sus partituras anteriores.
El gran despegue de la carrera de Clint Mansell en Hollywood tenía que haberse producido en 2005 con la cinta de aventuras “Sahara”. Esta película protagonizada por Matthew McConaghey y Penélope Cruz estaba basada en una popular serie de novelas de Clive Cussler y supuestamente debía ser el punto de partida para toda una franquicia de secuelas cinematográficas. Desgraciadamente, la cinta fracasó estrepitosamente en taquilla (un paupérrimo guión, actores sin carisma y una carencia de ritmo fueron parte del motivo de este fracaso), arruinando las posibilidades de lucimiento del compositor, quien creó para la ocasión una espectacular partitura de acción, con referencias a la saga Bond, pero en la que también había espacio para la música étnica y, por supuesto, para algunos cortes electrónicos.
Ese mismo año probó suerte en otra producción de acción, esta vez basada en un videojuego, “Doom”. Las características de esta película le permitieron dar rienda suelta a su predilección por la música electrónica, adaptándose la partitura perfectamente a las imágenes y destacando el estilo rockero de la composición, muy acorde con los orígenes de su autor. Se trata de una composición frenética y estruendosa que no deja respiro al espectador, concebida más como un divertimento alimenticio, que como un avance en el desarrollo musical del estilo de Mansell.
Tras un periodo no especialmente satisfactorio dentro del aparato comercial de Hollywood, Clint Mansell regresó a terrenos artísticamente más enriquecedores con su tercera colaboración con Darren Aronofsky, “La Fuente de la Vida”. Este trabajo supuso un verdadero desafío no sólo por la complejidad de la historia a la que acompañaba, sino también por ser la primera partitura pensada principalmente para orquesta de su repertorio. El tono emocional del guión le llevó a decidir que la frialdad de los sonidos electrónicos no iba muy acorde con la historia y los personajes, desarrollando una partitura emotiva y puramente orquestal (destacando un gran trabajo de cuerdas y el apoyo puntual de las voces). El resultado fue un trabajo exquisito, y a fecha de hoy la mejor banda sonora que nos ha llegado de las manos de este insólito compositor.
Tras el esfuerzo que supuso este trabajo, Mansell se tomó un periodo de cierto relax, participando en una serie de cortometrajes y en películas muy concretas que no requerían de él un gran despliegue musical. En la cinta de Joe Carnahan, “Ases Calientes”, su labor musical debía simplemente complementar las canciones seleccionadas por el director, ofreciendo una partitura rockera muy sencilla basada en la electrónica y guitarras eléctricas. Por otro lado, de manera sorprendente, se involucró en la comedia romántica “Definitivamente Quizás”, un trabajo un tanto más convencional y sencillo en comparación con la línea llevada a lo largo de su carrera en el cine, sin embargo, donde también logró una partitura melódica y emotiva, que realmente supo llegar a lo más íntimo de los personajes (casi el reverso luminoso de todos esos trabajos angustiosos y claustrofóbicos que habían definido su estilo musical).
A fecha de hoy, su última colaboración con Darren Aronofsky ha sido en el drama “El Luchador”, todo un cambio de registro para el director y que le supuso a Mansell un reto de contención y austeridad. En este caso tanto la historia como el enfoque de la película requerían una música muy acotada, casi minimalista, que pasara absolutamente desapercibida. Mansell compuso un tema sencillo y dramático, pensado para guitarra solista, donde de manera directa y sincera quedaba reflejada la personalidad del protagonista.
El último estreno en nuestras pantallas de una película con música de Clint Mansell ha sido el de la cinta de ciencia ficción, “Moon”, debut en la dirección de Duncan Jones. Aquí el músico se mantuvo fiel a su estilo ecléctico y experimental para una historia intimista y reflexiva, pero también perturbadora y claustrofóbica. Las sonoridades industriales de Mansell resultaron ideales para definir ese estado de aislamiento del protagonista en un entorno puramente tecnológico que le mantiene protegido de la agreste superficie lunar. Pese a todo, el compositor se las apaña para reflejar cierta emoción y “humanidad” bajo la frialdad del sintetizador.
A lo largo del 2009, Mansell participó en otros tres proyectos que aún esperan estreno en nuestro país. La que sí tiene ya fecha para su debut en nuestras carteleras es “The Rebound (Mi Segunda Vez)”, una comedia romántica a mayor gloria de Catherine Zeta Jones, con la que se espera que Mansell reitere ese estilo más suave y melódico de “Definitivamente Quizás”. También fue el encargado de componer la partitura de la versión en imagen real del anime japonés “Blood. The Last Vampire”, una nueva oportunidad para reincidir en ese sonido rokero de sus inicios.
Sin embargo, el trabajo que más expectativas crea es “L’Affair Farewell”, nueva película del francés Christian Carion (“Feliz Navidad”), quien en esta ocasión pasa de la Primer Guerra Mundial a la Guerra Fría, con una cinta de espionaje basada en hecho reales. Este título ha supuesto al compositor una mejor oportunidad para ofrecer un trabajo más creativo, de nuevo experimentando con la fusión de instrumentos acústicos con sintetizadores y electrónica.
En la actualidad, Mansell cuenta con otros dos títulos en cartera, aún en postproducción. El drama romántico “Last Night”, debut en la dirección de Massy Tadjedin (guionista de “The Jacket”), y una nueva colaboración con Darren Aronofsky en “Black Swan”, una historia de rivalidad entre dos bailarinas, protagonizada por Natalie Portman y Mila Kunis.
produccionelectronica.com
ResponderEliminar¡Gran post sobre la presencia de música electrónica en películas! Hoy en día, puedes mejorar tus habilidades con cursos de música que te permiten explorar este género y otros, ampliando tus conocimientos y creatividad musical.