miércoles, 9 de junio de 2010

GEORGE ROMERO. TERROR COMPROMETIDO

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El nombre de George A. Romero ha sido a lo largo de cuarenta años un referente dentro del género de terror, gracias principalmente a su contribución dentro del subgénero zombie, con títulos como “La Noche de los Muertos Vivientes”, “Zombie”, “El Día de los Muertos”, o más recientemente “La Tierra de los Muertos” y “el Diario de los Muertos”. Parte de la relevancia que han tenido estas películas dentro de la industria del cine viene determinada por la intención del realizador de no llevar a cabo meras historias truculentas de terror, sino que estas actúen como metáforas de la sociedad en la que le ha tocado vivir, criticando elementos como, en su momento, la guerra de Vietnam, el consumismo feroz, el miedo al militarismo, o el modo en el que los medios de comunicación se han apropiado de nuestra forma de acercarnos a la realidad que nos rodea. Romero es un director acostumbrado a rodar con pequeños presupuestos y de manera independiente, con actores desconocidos, algunos de los cuales han pasado posteriormente a convertirse también en nombres de culto, como por ejemplo Ken Foree, uno de los protagonistas de “Zombie”.
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Nacido el 4 de febrero de 1940 en Nueva York, en el seno de una familia de inmigrantes, desde muy pequeño Romero sintió curiosidad por el mundo del cine, rodando sus propias películas amateurs con una cámara super 8. Estudió en la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, y tras graduarse en 1960, comenzó su carrera cinematográfica rodando cortometrajes y anuncios publicitarios para The Latent Image, una compañía que fundó junto a John Russo y Russell Streiner. Sin embargo la obsesión de Romero era llevar a cabo su propio largometraje, así que junto a sus socios, en 1968 consiguió reunir aproximadamente $114.000 para financiar su primer largometraje, “La Noche de los Muertos Vivientes”. Rodada en blanco y negro, la cinta inauguró una nueva concepción de la figura del zombie, que hasta ese momento estaba vinculada al mundo del vudú, y que a partir de ese instante pasó a reflejar todo aquello que la sociedad barre debajo de la alfombra para no tener que preocuparse de ello. Con sus muertos vivientes, básicamente Romero se buscó una excusa para recluir en una casa un pequeño microcosmos de personajes que manifestaran el choque de ideologías que había en la calle, así como el estado de miedo y paranoia que invadía la sociedad y que les obligaba a buscar enemigos fuera para no remover los conflictos internos.
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La figura de los zombies es el Apocalipsis, el momento en el que se juzgan todos nuestros pecados. Para subrayar ese estado, el realizador les atribuyó rasgos que resultaban un tabú para la sociedad, no sólo el tema de la muerte, sino también otros como el canibalismo, la carencia de personalidad o inteligencia, que nos devolvía a un estado animal, y principalmente ese modo de caminar lento y agónico, que nos recordaba que podemos escapar de nuestros pecados, pero que estos se seguirán acumulando y tarde o temprano nos acabará sitiando y alcanzando.
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La película se convirtió en un éxito sorprendente, especialmente gracias a las sesiones de medianoche que estaban de moda en esa época y que apostaban por un tipo de cine alternativo y contestatario. Posteriormente, en 1990 el propio Romero reescribió el guión original y produciría un remake dirigido por el especialista en maquillaje y efectos especiales Tom Savini.
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En 1971, Romero intentó un cambio de género, rodando el drama “There’s Always Vanilla”. El presupuesto fue de sólo 90.000 $, pero aún así resultó un fracaso. Romero volvió al género de terror, aunque desde una perspectiva muy diferente, en 1973 con “La Estación de la Bruja”. En esta película, que el propio realizador pagó con dinero de su bolsillo, podemos encontrar un interesante acercamiento a la figura de la mujer en la sociedad. Joan, la protagonista de la historia, lleva una vida apagada y aburrida, supeditada por completo a su marido, quien la anula como persona, y a una hija que cada vez la necesita menos. Ese vacío existencial la va destruyendo por dentro, hasta que unas vecinas del barrio, igualmente frustradas y amargadas, la introducen en el mundo del esoterismo. Sin embargo, lo que para ellas es un simple entretenimiento para Joan se convierte en una creciente obsesión, ya que cree encontrar en la brujería una salida a la vulgaridad de su infeliz vida.
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Una vez más el elemento fantástico ejerce aquí de detonante para que indaguemos en una situación real. Sin embargo, la cinta no fue comprendida en su momento, y este cambio de enfoque, menos truculento que “La Noche de los Muertos Vivientes”, volvió a sumar un fracaso en la carrera del director, quien tuvo que esperar varios años para ver cómo su película era reivindicada y estimada en su valía.
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Su siguiente trabajo fue “The Crazies”, cinta con varios puntos en común con su opera prima, sobre los habitantes de un pequeño pueblo cuyo comportamiento cambia por completo tras verse afectados por un extraño virus. Romero concibió la película como una denuncia a la matanza de My Lai durante la Guerra de Vietnam, observándose una crítica a la invasión de las fuerzas del Estado en la vida privada de los ciudadanos. Para ello, su atención se centró más en la presencia del ejército en el pueblo, que en los propios infectados en sí.
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La cinta volvió a fracasar en taquilla, situando la carrera de Romero en una situación muy delicada, ya que desde su espectacular debut, no había conseguido atinar con ninguna película. Esta serie de fracasos también hizo que el realizador estuviera un tiempo alejado del cine, salvo por un documental realizado para televisión sobre la figura del años más tarde polémico jugador O.J. Simpson.
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Romero tuvo que esperar hasta 1977 para poder sacar adelante su siguiente proyecto, “Martin”, una interesante revisión del mito del vampiro desde una perspectiva realista. Una vez más los monstruos de Romero no eran criaturas procedentes de otra dimensión o ancladas en un entorno fantasmagórico, sino que son producto e incluso víctimas de nuestra propia sociedad. El propio director ha confesado en alguna ocasión que de toda su filmografía, “Martin” es uno de los títulos de los que se siente más satisfecho, a pesar de que, una vez más, en el momento de su estreno, la cinta no contará con el apoyo del público, teniendo que esperar también a que el paso de los años acabara otorgándole su verdadero valor.
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Ante las dificultades para poder seguir financiando sus proyectos en Estados Unidos, Romero contó con el apoyo de su amigo y también director Dario Argento para poder rodar su siguiente película. En este caso, se trataba de una secuela de “La Noche de los Muertos Vivientes”, titulada “El Amanecer de los Muertos”, o “Zombie”, como se dio a conocer en Europa, en una versión reducida. Romero recuperaba a sus zombies, aunque la historia a contar mantenía pocos vínculos con la anterior. En esta ocasión, un grupo de personas se refugian de los zombies en un gigantesco centro comercial, donde tienen a su alcance todo aquello que necesitan para subsistir, así como otros elementos cuya única función era perpetuar el consumismo de la sociedad y que, en el estado apocalíptico actual del mundo, han perdido su valor. Romero realiza aquí una de sus mejores películas, incluso superior a la original “La Noche de los Muertos Vivientes”, con un sentido de la crítica mucho más marcado, ácido y virulento que en la anterior. Por fortuna, en esta ocasión tanto público como crítica aplaudieron el regreso de Romero a la temática Zombie, y si bien se trataba de una secuela tardía, los diez años que habían trascurrido desde el estreno de la primera parte ayudaban al realizador a dar una visión actualizada de los temas. Por otro lado, el éxito de la película originó en Italia una oleada de títulos de zombies, encabezados por las pseudo secuelas dirigidas por Lucio Fulci, con títulos como “Nueva York bajo el Terror de los Zombies”, “Zombie 3” o “Miedo en la Ciudad de los Zombies”.
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Tras el éxito internacional de Zombie, Romero fue aclamado por la crítica como un maestro del cine de terror, y algunas de sus películas anteriores, que no habían tenido demasiado éxito, empezaron a ser vistas con otros ojos. Sin embargo, el director no quiso que este éxito supusiera un encasillamiento. En los años siguientes sus películas fueron probando suerte por otros caminos, en su mayor parte integrados dentro del género fantástico, aunque buscando vías más comerciales.
Los Caballeros de la Moto
En 1981 rodó una peculiar cinta que fusionaba la mitología artúrica con las películas de moteros propias de los años 70, con “Los Caballeros de la Moto”. Con este título menor, el realizador aprovechó para hablar de la caída de las utopías sociales que habían motivado los movimientos contraculturales de los años 60 y 70. La cinta contó a su favor con unas creíbles interpretaciones por parte de un reparto encabezado por Ed Harris (algo sorprendente si tenemos en cuenta el fantasioso punto de partida de la historia), y por otro el énfasis en las escenas de los torneos, muy bien realizados. Sin embargo, pese a esto, la cinta adolece de una duración excesiva, así como de un excesivo almibaramiento de la trama y los diálogos, dos aspectos que acabaron pesando más en la balanza en contra de la película.
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A continuación, en 1982, su amistad con el escritor Stephen King le llevó a rodar una de sus películas más taquilleras, “Creepshow”, homenaje a los comics editados por la extinguida editorial EC en Estados Unidos, que engarzaban diferentes historias de terror presentadas por el fantasmagórico pero al mismo tiempo entrañable tío Creepie. Aunando humor y terror, nos encontrabamos con una cinta irregular, con una estética muy marcada por los comics, pero que pese a sus fallos, nos dejaba algunos momentos para el recuerdo, como Stephen King cubierto de hierbas tras tocar un extraño meteorito, la historia del monstruo atrapado en una caja bajo la escalera, o la invasión de cucarachas del final. Lo que sí tiene de peculiar esta película frente a todas las anteriores, es que por primera vez Romero prescindía de su habitual tono crítico y se dejaba llevar una temática más lúdica, menos realista. La cinta inspiró una secuela rodada en 1987, donde la participación de Stephen King y de George Romero se limitó al guión.
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Romero incluyó una tercera película a su saga de muertos vivientes, titulada “El Día de los Muertos” y estrenada en 1985. En la película, los supervivientes se refugian en una estación militar subterránea, surgiendo diversos conflictos entre los protagonistas. Se puede observar además una evolución en el comportamiento de los muertos vivientes, especialmente en Bub, un zombi estudiado por los científicos de la estación que empieza a desarrollar actitudes más humanas, así como una capacidad para aprender. Como buen representante de la generación de directores que surgieron durante los años 70, Romero dio una visión fascista del ejército y de su necesidad de controlar la sociedad haciendo uso de la violencia. Desgraciadamente, en esta ocasión los resultados fueron muy inferiores a los dos títulos anteriores, aunque la cinta aportaba algunas ideas interesantes, y devolvió a la filmografía de Romero ese sentido crítico que la caracteriza.
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El realizador cerró la década de los 80 con “Atracción Diabólica”, una claustrofóbica cinta sobre un hombre cuadripléjico que desarrolla un vínculo enfermizo con una pequeña mona a la que ha adiestrado para que le ayude. Por segunda vez, Romero llevó a cabo un ejercicio de estilo, bien resulto, pero alejado del carácter más trascendente de sus películas. Lo mismo sucedía con su episodio en “Los Ojos del Diablo” de 1990, reunión del realizador con su amigo Dario Argento, en la que cada uno llevó a cabo la adaptación de un relato de Edgar Allan Poe. En el caso de Romero tomó como punto de partida “El Caso Valdemar”, resultando un trabajo más estimable que la versión de Argento de “El Gato Negro”, sin embargo, se trataba de un trabajo donde el apartado de efectos tenía un papel predominante sobre la propia historia, que acaba siendo más una excusa que la razón de ser de la película.
la mitad oscura
En 1993 volvió a reunirse con otro viejo amigo, Stephen King, para llevar a la gran pantalla la adaptación de la novela “La Mitad Oscura”. Esta película llegó en un momento de auge de películas inspiradas en obras del escritor de Maine, por lo que Romero contó con un presupuesto superior al que estaba acostumbrado. Lamentablemente, la cinta fue una de las víctimas del descalabro de la productora Cannon, quedando un tiempo en el limbo en espera de distribución. Una vez llegó a las salas la recepción sería irregular, ya que si bien cuenta con algunos momentos notables, a penas sabe sacar partido de las posibilidades de la historia.
“El Rostro de la Venganza”
Tras “La Mitad Oscura”, Romero tuvo un período de inactividad que duró aproximadamente siete años. Durante ese tiempo trabajó escribiendo guiones para estudios como la Metro, Universal y 20th Century Fox, pero no dirigió ninguna película. Su regreso fue en el 2000 con el thriller de terror “El Rostro de la Venganza”, cinta de escasa relevancia, que en muchos países fue presentada directamente en el mercado doméstico, suponiendo otro periodo de reflexión para su director, quien en esta ocasión tardaría 5 años en volver a dirigir.
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En este intervalo el fenómeno zombie volvió a ponerse de moda gracias al estreno de títulos como “28 días después” de Danny Boyle, el remake de “Zombie”, “El Amanecer de los Muertos” de Zack Snyder, o la parodia “Zombies Party”, siendo de las tres está última la que más convenció al veterano realizador de Pittsburg. Pese a no estar muy de acuerdo con los enfoques de Boyle o Snyder (según Romero los zombies no pueden correr, y estas nuevas versiones son realmente infectados por algún virus), sí pudo apreciar que la temática zombie volvía a estar de moda, lo que podía suponer un buen momento para recuperar su saga 20 años después de “El Día de los Muertos”. El resultado fue “La Tierra de los Muertos Vivientes”, en la que, si bien los zombies no corren, Romero sí se alejaba de algunas de las constantes de las anteriores películas, como su puesta en escena cruda y documentalista o la presencia de actores desconocidos que les daba a las anteriores un cierto carácter anónimo. Aquí la presencia de Dennis Hopper, John Leguizamo, Simon Baker o Asia Argento, rompe esa desvinculación previa del espectador con los personajes, algo que acaba yendo en contra de la propia película. Esto no quita que la cinta ofrezca algunos momentos excelentes, así como el regreso del Romero más crítico con su sociedad, pero en esencia, “La Tierra de los Muertos Vivientes” resultó ser el capítulo menos logrado de la saga.
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El auge de la tecnología digital supuso un apoyo para el realizador, quien en 2007 decidió volver a los orígenes y rodar una nueva película de zombies, coherente con las anteriores, pero que él mismo ha desvinculado de la saga. “El Diario de los Muertos” fue presentada como el inicio de una nueva serie, capaz de desechar el lastre acumulado por las anteriores y dar nueva vida a la idea. Romero se unió así a la moda de películas rodadas cámara en mano, en primera persona, como la española “Rec” o “Monstruoso”, sin embargo, al contrario que éstas, el realizador le da una mayor justificación a este recurso como parte de su discurso sobre la influencia de lo audiovisual, las nuevas tecnologías e internet, con su instantáneo y saturado flujo de información, en la sociedad actual. Romero optó nuevamente por un reparto de rostros desconocidos, lo que daba un mayor realismo a la cinta, al mismo tiempo que el recurso de la primera persona aportaba un excelente juego de tiempo real a las escenas en las que los protagonistas deben enfrentarse a la amenaza zombie, aumentando el apartado de suspense.
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Esta película no llegó a ser distribuida en salas en nuestro país sino que fue editada directamente en formato doméstico. En cualquier caso, la experiencia fue tan positiva para Romero quien inmediatamente inició el rodaje de un nuevo proyecto titulado definitivamente “Survival of the Dead” (tras barajarse otros títulos como “La Isla de los Muertos”, o simplemente “…de los Muertos”), en ella los zombies atacan a la población de una pequeña isla, aquejada también por las rencillas entre dos de las principales familias. De momento la película ha sido presentada en algunos festivales, como el de Sitges, aunque la recepción no ha sido muy positiva.
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En la actualidad el estreno del remake de The Crazies nos ha vuelto a recordar la importancia de este realizador para el género de terror, un autor que a sus 70 años sigue al pie del cañón, manteniéndose fiel a las características de su cine y a sus amigos, ya que para su próximo trabajo ha anunciado la adaptación de “Deep Red”, un antiguo guión de Dario Argento que ha reescrito el hermano de éste, Claudio Argento.
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