miércoles, 25 de agosto de 2010

LA ERA DE EMMANUELLE. EL AUGE DEL EROTISMO EN LOS AÑOS 70

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1. INTRODUCCIÓN. CAMINO A EMMANUELLE
La reciente aparición de una edición especial en DVD del clásico de 1974 “Emmanuelle” nos devuelve a la década de los 70, en un momento en el que la representación del sexo en la gran pantalla se hizo eco de los aires de liberación sexual que soplaban en la sociedad. La relación del cine con el sexo siempre ha sido conflictiva. Desde los inicios del séptimo arte, hasta la actualidad, las reticencias de nuestra sociedad hacia el desnudo y la representación del acto sexual han marcado y polemizado la introducción de estos elementos en las películas. Durante más de la primera mitad del siglo XX se estableció un control estricto del erotismo, con un férreo decreto por parte de la censura acerca de lo que se podía y no se podía mostrar al espectador.
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Este estricto código de censura empezó a resquebrajarse en la década de los 50. En Europa cineastas reputados como Ingmar Bergman empezaron a mostrar desnudos femeninos en títulos como “Un verano con Mónica”, y el público empezó a asistir a los llamados cines de arte y ensayo, llevados más por el morbo del desnudo que por el carácter artístico de las película. Durante esta época surgió también el subgénero de las Nudies, cuya principal razón de ser era explotar el desnudo femenino como reclamo comercial.
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Uno de los máximos representantes de esta variante fue el norteamericano Russ Meyer, quien empezó su carrera como fotógrafo para Playboy y dio al salto al cine en 1959 con “The Immoral Mr. Teas”, donde ya daba muestras de su peculiar preferencia por mujeres de busto descomunal, algo que llevó a su máxima expresión con títulos como “Faster, Pussycat, Kill, Kill”, “Vixens”, “Mega Vixens” y “Más Allá del Valle de las Ultravixens”. En Europa podemos encontrar también pioneros del género erótico como el francés Max Pecas, quien ya desde principios de los años 60 inició su carrera con películas de carácter cómico con títulos tan sugerentes como “Yo soy Ninfómana”, “Soy frígida ¿Por qué?”, “Las Mil y una Perversiones de Felicia” o “Pornolujuria”.
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2. UNA NUEVA ERA
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Fue, sin embargo, la revolución sexual que arranca a finales de los años 60 y la instauración de nuevos códigos de calificación de las películas lo que abrió la posibilidad de que cintas de abierto contenido sexual llegaran a las salas comerciales. En Europa, la pionera en este sentido fue Francia. En 1974 se estrenaba la película clave que marcó el boom del cine erótico de los 70, “Emmanuelle”. Esta cinta no sólo arrasó en taquilla con su visión del erotismo light y estilizado, y convirtió en estrellas a su protagonista, la actriz Sylvia Kristel, y a su director, Just Jaekin, sino que disparó las ventas de sillas de mimbre. El éxito de la película se tradujo en una amplia serie de secuelas (20 hasta la fecha), de las cuales las tres primeras volvieron a contar con Kristel como protagonista.
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En 1975, con producción italiana, el personaje de Emmanuelle contó con un émulo racial, “Emmanuelle Negra”, a la que dio vida la actriz Laura Gemser (quien a su vez haría también un pequeño papel en “Emmanuelle 2. La Antivirgen”). Esta mezcla de dos subgéneros tan en boga en la época como eran la sexplotation y la blackplotation se saldó también con un importante éxito en taquilla y Gemser siguió repitiendo su papel en sucesivas secuelas, protagonizando un total de 10 películas entre 1975 y 1983.
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Un año después del enorme éxito de “Emmanuelle”, Just Jaeckin volvió a repetir fortuna con otro título llamado a entrar en los anales del cine por su valor relevante en el auge de género erótico, “Historia de O”. Basada en una obra de Dominique Aury, la película suponía un acercamiento a un tipo de erotismo de tintes sadomasoquistas, pero lo cierto es que gran parte de su éxito se basó principalmente en el tirón que supuso el éxito de “Emmanuelle” y la popularidad de la novela, decepcionando a los seguidores de Aury.
3. EL REINADO DE LOS EROTÓMANOS
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El éxito de Jaeckin abrió las puertas a otros erotómanos que aprovecharon el camino abierto para seguir desarrollando obras de mayor carga sexual. Uno de los más destacados fue el polaco Walerian Borowczyk, quien alcanzó gran popularidad con sus “Cuentos Inmorales” y su particular versión de la historia de La Bella y La Bestia en “La Bestia”. Con estas películas el director se adentró en terrenos escabrosos como la decadencia aristocrática, la zoofilia o los tabúes de la sexualidad femenina. Posteriormente siguió desarrollando su carrera dentro del terreno erótico, aunque entrando cada vez más en la decadencia artística. Sin ir más lejos Borowczyk fue también el encargado de rodar “Emmanuelle 5”, la primera de las aventuras de la serie sin contar con la presencia de Sylvia Kristel.
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Desde Italia nos llegaba también otro nombre destacado, Tinto Brass. Si en Estados Unidos a Russ Meyers se le conocía por sus actrices de pechos descomunales, Brass se caracterizaba por su predilección por los traseros grandes y redondeados. Este director se introdujo en el mundo del cine como ayudante de los hermanos Paolo y Vittorio Taviani, Federico Fellini y Roberto Rossellini, de ahí que en algunos de sus títulos como director podamos encontrar algunos temas cercanos al cine de sus mentores. Brass destacó gracias a la adaptación que hiciera en 1975 de la novela de Peter Norden “Salon Kitty”, para a continuación apostar por un proyecto muy ambicioso y polémico, un acercamiento a la figura del emperador “Calígula” con guión del prestigioso Gore Vidal, contando con la presencia de actores destacados como John Gielguld, Peter O’Toole o Malcolm Macdowell. Para las secuencias eróticas, Brass llegó a contratar a actores pornográficos, especialmente para la escena de la orgía. El carácter malsano de la película y lo desagradable de algunas escenas hizo que los productores desestimaran el montaje final del director y recortaran varias escenas, lo que desató las iras de Brass, quien llevó a cabo una larga lucha en los tribunales por imponer su versión. Tras esto Brass regresó a proyectos menos ambiciosos, como “Miranda”, “La Llave” o “Los Burdeles de Paprika”, pero siempre críticos con la hipocresía de la sociedad y de la clase burguesa, manteniéndose en activo y fiel a su estilo aún hoy en día (su último proyecto empezó a rodarlo el pasado mes de Julio y supone el regreso del director al reinado de Calígula).
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Esta Era Dorada del género erótico durante la década de los 70 se cerró en 1977 con el estreno de “Bilitis”, adaptación por parte del director David Hamilton de otro de los títulos literarios clásicos del género, obra de Pierre Llouÿs. Hamilton era un prestigioso fotógrafo que llevaba varias décadas dedicado a un tipo de fotografía sensual, calmada y luminosa. Con esta adaptación llevó su estilo al cine contando una historia sobre unas adolescentes que descubren la sexualidad durante un verano en la playa. Además de las ensoñadoras imágenes sáficas que pueblan la cinta, ésta se hizo popular gracias a la banda sonora de Frances Lai, cuyo tema principal sigue siendo que aún hoy en día uno de los más recordados de la historia del cine.
4. EROTISMO DE AUTOR
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A lo largo de la década de los 70 encontrábamos también otro tipo de películas donde el sexo jugaba un papel fundamental sin caer por ello en una justificación en sí mismo. La nueva permisividad del cine llevó a diferentes directores a demostrar que el sexo no debía ser simplemente una excusa argumental, sino que podía ser utilizado como herramienta a la hora de ahondar en nuevas historias y personajes. Estamos hablando de una serie de autores como Bernardo Bertolucci, Pier Paolo Passolini, Federico Fellini o Nagisha Oshima, que supieron ver en el sexo principalmente un recurso poderoso no sólo para poner el dedo en la llaga al conservadurismo y la hipocresía de la sociedad, sino también para afrontar la profunda crisis de identidad y la ausencia de valores en los que ésta se sustentaba.
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En ese sentido uno de los títulos antológicos fue “El Último Tango en Paris” de Bertolucci y su descripción de esa relación tortuosa y de dominación que se establecía entre el personaje de Marlon Brando y la joven Maria Schneider, una historia claramente marcada por la influencia de la revolución social del Mayo del 68 francés. La película levantó la polémica con respecto a algunas de sus secuencias (como el momento de la mantequilla y el sexo anal) y sirvió a su actor protagonista (junto con su papel en “El Padrino”) para redirigir una carrera que llevaba algunos años en decadencia.
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Por esas fechas en Holanda hacía su aparición Paul Verhoeven, un debutante director que también se acercaría a los conflictos de clases y al existencialismo de su época a través del erotismo con dos títulos de éxito internacional, “Delicias Turcas” y “Delicias Holandesas”. Verhoeven siguió ahondando en el tema del sexo en películas posteriores, combinándolas en ocasiones con una visión muy particular y cruda de la violencia. Esta combinación de sexo y violencia le abrió las puertas de Hollywood, dando como resultado películas como “Robocop” o “Instinto Básico”. Sin embargo, estaba claro que la fuerte personalidad de Verhoeven no estaba hecha para luchar contra el intervencionismo de los productores americanos, regresando hace algunos años a su Holanda natal con la excelente “El Libro Negro”, donde recuperó con poderío su estilo anterior.
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También de mediados de los 70 podemos destacar “Portero de Noche”, difícil historia sobre la delicada relación de una joven judía que se reencuentra 13 años después del final de la Segunda Guerra Mundial con el oficial nazi que solía torturarla y violarla en el campo de concentración donde estuvo recluida. El recuerdo de esta dolorosa experiencia pasada desencadenará entre ellos una relación sadomasoquista. Su directora Liliana Taviani consiguió con esta historia reflejar una atmósfera al mismo tiempo pasional y enfermiza, apoyada sobre todo en las extraordinarias interpretaciones de su pareja protagonista, Dirk Bogarde y Charlotte Rampling.
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Otro director amante de incluir ráfagas eróticas en sus películas era Federico Fellini quien en toda su filmografía dejó entrever su debilidad por la belleza femenina y la importancia que el despertar sexual había provocado en su desarrollo artístico. De todas sus obras, podemos destacar aquí la delirante versión del mito de “Casanova” que llevó a cabo en 1975, protagonizada por Donald Sutherland, donde dio salida a una amplia variedad de combinaciones eróticas que cargaban la cinta con un tono entre grotesco y caricaturesco.
Sin embargo, si hay un nombre que levantó ampollas con el carácter radical de sus películas fue Pier Paolo Passolini. La representación del sexo en títulos como “El Decamerón”, “Las Mil y Una Noches” y, especialmente, “Saló o los 120 Días de Sodoma” no era en absoluto complaciente. Tal fue el impacto que supuso el estreno de esta última película que el autor fue objeto de multitud de amenazas de muerte, siendo asesinado el 2 de noviembre de 1975.
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Desde Oriente nos llegaban también otros acercamientos a este nuevo modo de ver y tratar el sexo en pantalla. En 1976 Nagisha Oshima estrenaba su película “El Imperio de los Sentidos”, reflexión acerca de una relación pasional que llega hasta sus últimas consecuencias y en la que el polémico director optó por ofrecer escenas de sexo explícito. El director repitió elementos similares con “El Imperio de la Pasión”, aunque el resultado no fue tan contundente.
5. Y A ESPAÑA LLEGÓ EL DESTAPE
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Mientras esto sucedía en el mundo, en nuestro país nos acercábamos al final de la dictadura franquista. La fuerte censura que había marcado el devenir del cine en España empezaba a aflojar su yugo, permitiendo la aparición de títulos como “No Desearás a la Vecina del Quinto”, “Tres Suecas para Tres Rodríguez”, “Lo Verde Empieza en los Pirineos”, “Atraco a Sexo Armado”, “Aberraciones Sexuales de una Mujer Casada” o “Zorrita Martínez”, donde quedaba clara la fuerte represión sexual a la que estaba sometido el españolito medio y la necesidad de éste de dejarse llevar por sus ansias erótico-festivas.
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Tras la caída de la censura en el año 1977, el cine español abrió la veda con la época del destape, donde los cineastas españoles parecían querer recuperar el tiempo perdido con respecto a la libertad a la hora de mostrar carne femenina en pantalla que desde hacía años disfrutaban en Francia. Esto produjo la aparición de títulos como “Deseo Carnal”, “Desnuda ante el Espejo”, “Eróticos Juegos de la Burguesía”, “La Orgía”, “La Visita del Vicio” o “Susana Quiere Perder Eso”, así como de un star system propio (encabezado por los cómicos como Alfredo Landa, Antonio Ozores, Andrés Pajares o Fernando Esteso y las actrices Nadiuska, Agata Lys o María José Cantudo).
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Sin embargo, al igual que en el resto de Europa, en España no todo era el sexo por el sexo. Surgieron películas y directores que utilizaron el sexo para tratar temas de carácter social, especialmente en una sociedad tan marcada como la de la transición española. Ahí encontrábamos a uno de los más veteranos erotómanos de nuestro país, Luis García Berlanga, con títulos como “Tamaño Natural”, o nuevas incorporaciones como Eloy de la Iglesia (quien en cintas como “Juegos de Amor Prohibido”, “La Otra Alcoba”, “La Criatura”, “Los Placeres Ocultos”, “El Sacerdote” o “El Diputado” trataría temas escabrosos para la sociedad de la época como la homosexualidad, la represión sexual femenina o incluso la zoofilia, denunciando la frustración sexual y el fracaso del matrimonio y la familia tradicional) o Bigas Luna (que ofrecería una visión decadente del sexo en títulos como “Bilbao” o “Caniche”).
LA OTRA ALCOBAlos placeres ocultos
6. CONCLUSIÓN
Una vez llegados a los 80, el erotismo fue cambiando. El estilo marcado por películas como “Emmanuelle” acabó desapareciendo por saturación y cansancio, y se introdujeron nuevas tendencias, más cercanas a las propuestas estéticas de los nuevos tiempos. Sin embargo, a pesar de lo mal que han envejecido la mayor parte de las películas de los 70, aún hoy esta década se sigue manteniendo como un periodo crucial para la representación del sexo en el cine.
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