Como cada año, cuando llega la
entrega de los Oscars, uno se prepara con su quiniela, sus favoritos y sus
esperanzas. Con los años algunos hemos aprendido a distinguir entre lo que
podría ganar y lo que nos gustaría que ganara. Siempre hay desilusiones, sin
embargo, en esta ocasión (quizás más que en otras), algunos de los candidatos
tocaban de manera más íntima la fibra sensible y nostálgica. En nuestro foro
interno, había premios que queríamos ver en el escenario. Este 2016 suponía la
última oportunidad de ver a un veterano como Sylvester Stallone reconocido por
la Academia, a un cineasta del calado de George Miller recoger un premio por
una puesta en escena prodigiosa, a un Ennio Morricone recibir la estatuilla por
su partitura para un western, incluso a una Charlotte Rampling que nunca antes
había sido siquiera nominada. No eran en cualquier caso esperanzas vanas, ya
que los cuatro contaban con buenas posibilidades de cumplir con estas
expectativas. Además, en los últimos años la industria de Hollywood ha empleado
la nostalgia como herramienta de marketing, por lo que unos premios que
saldaran cuentas pendientes de la Academia y recompensara la extensa e
importante labor de estos artistas por el cine tampoco era descabellado.
Desgraciadamente, al final sólo uno de los cuatro casos se hizo realidad.
La entrega de los premios fue en su
mayor parte predecible y, casi, rutinaria. Se esperaba que “Mad Max. Furia en
la Carretera” arrasara en los premios técnicos. Seis estatuillas (mejor montaje,
edición de sonido, mezcla de sonido, vestuario, maquillaje y peluquería y
diseño de producción) fueron a parar al futuro apocalíptico de Max Rockatansky,
convirtiendo a esta cuarta entrega de uno de los personajes clave de los años
80 en la cinta más premiada de la noche. Precisamente, los apartados de montaje
y sonido son indispensables para una cinta que se convierte en un soberbio
ejercicio cinético de principio a fin. De las otras candidaturas, nos apena que
el apartado de vestuario no fuera a parar a manos de Paco Delgado por “La Chica
Danesa”. Es cierto que el trabajo de Jenny Beavan es más rupturista frente al
clasicismo de la cinta de Tom Hooper, sin embargo, sí nos parece que los
diseños de Delgado cumplen con un mayor protagonismo y son verdaderamente
fundamentales para sumergirnos en la historia y el mundo interior de Lili Elbe.
En lo que se refiere a los efectos especiales visuales, la estatuilla a “Ex
Machina” fue una de las (pocas) que logró escapar del aullido de Max, y también
una de las (pocas) sorpresas de la noche. Teniendo como competencia dos
producciones del peso de “Mad Max” o “Star Wars. El Despertar de la Fuerza”, la
Academia se decantó por un uso más minimalista y discreto de los efectos
visuales. La cinta de Alex Garland no cuenta con el despliegue visual de Miller
o J.J. Abrams, pero su uso de los efectos digitales nos parece muy bien
empleado, de manera concisa e inteligente.
El Oscar a mejor partitura original
para Ennio Morricone puede llegar tarde y no precisamente con la obra que mejor
representa el legado del compositor, pero sí supone un reconocimiento al músico
que revolucionó la música del western con precisamente otra película del oeste.
En cualquier caso, ya solamente la estampa de ver a Morricone junto a John Williams
dio una categoría a la gala que muy pocos candidatos podían equiparar. Por el
contrario, el apartado de mejor canción carecía de brillo o interés y el
resultado ha sido premiar una de las peores canciones Bond de la historia
frente a otros temas de la saga que lo merecieron más y ni siquiera
consiguieron nominación. Un año más la Academia ha barrido para casa en lo
referente a película de animación, entregando el Oscar a la excepcional “Del
Revés”, gran favorita en todas las quinielas, pero dejando en el aire si
propuestas diferentes y arriesgadas como “Anomalisa”, “When Marnie Was There” o
“O menino e o mundo” hubiesen tenido opción de premio. Lo mismo sucede con el
apartado de documental, donde “Amy” resulta una merecedora ganadora, pero deja
también la sensación de que, al mismo tiempo, era también la opción más fácil,
frente a propuestas más duras como “La Mirada del Silencio”. La categoría de
mejor película de habla no inglesa se fue este año para Hungría con “El Hijo de
Saúl” intensa y cruda película, pero que contaba con una dura competencia, como
“El Abrazo de la Serpiente”. Para variar, los apartados más difíciles de
valorar por su escasa difusión vuelven a ser los dedicados al cortometraje,
donde encontramos “Historia de un Oso” (animación), “Stuttered” (imagen real),
“A Girl in the River: The Price of Forgiveness” (documental).
“El Renacido” partía como una de las
cintas favoritas, con 12 candidaturas. La más demandada era la que se refería a
mejor actor principal para Leonardo DiCaprio. El actor se había convertido en
los últimos años uno de los continuos pretendientes del Oscar y con este papel
del trampero Hugh Glass, una figura legendaria en Estados Unidos, ofrecía
valores suficientes para por fin hacer efectiva esta deuda. Para algunos,
después de mucho esperar, había llegado el momento de que la Academia saldara
esta deuda pendiente con el actor. Esta demanda social no quita que haya
artistas que llevan más tiempo esperando por el premio, que han demostrado los
mismos o más galones para conseguirlo y que aún no lo han obtenido (sin ir más
lejos, el director de fotografía Roger Deakins optaba este año a su
decimotercera candidatura y volvió a irse de vacío). En cualquier caso, no
dudamos de lo oportuno del premio a DiCaprio, cuya labor en la cinta de
Iñarritu es espectacular, aunque sí lamentamos la no inclusión entre los
candidatos del joven actor Jacob Tremblay por su excepcional trabajo en “La
Habitación” (y nos sobran con mucho los mohines de Eddie Redmayne). Si el
premio a DiCaprio marcó uno de los puntos álgidos de la noche, el Oscar a Emmanuel
Lubezki marcó un nuevo récord en la historia de los galardones. Se trata del
primer director de fotografía en recibir la estatuilla por tercer año
consecutivo (“Gravity”, “Birdman” y ahora “El Renacido”). Si bien nos
entristece el nuevo desplante a Deakins, hay que reconocer que El Chivo se
marcó el trabajo más espectacular del año con la cinta de Iñárritu. Y nos queda
director para completar los tres premios obtenidos por la película. Vaya por
delante que el trabajo de Alejandro González Iñarritu nos parece espectacular,
una puesta en escena difícil y arriesgada, de un virtuosismo técnico asombroso,
aunque en ocasiones evidencia más ego que arte. Nuestro favorito en esta
categoría, como ya hemos comentado, era George Miller, quien a sus 70 años nos
presentó una cinta de acción vibrante, visualmente compleja y narrativamente
apabullante, todo un prodigio del uso de la imagen. Al final, las reticencias
de la Academia hacia el cine de género pesó en la votación y los académicos
prefirieron quedarse con la propuesta (desde la visión de la industria) más artística.
Este año las interpretaciones
femeninas apuntaban un alto nivel, con extraordinarias profesionales ocupando
los diferentes puestos de las dos candidaturas, principal y de reparto. El
primer premio en entregarse fue el de actriz de reparto, que fue a caer a las
manos de Alicia Vikander por “La Chica Danesa”. A nuestro entender la película
de Tom Hooper tenía varias e importantes carencias, sin embargo, la
interpretación de Vikander, junto con lo ya mencionado del vestuario de Paco
Delgado, brillaba con luz propia. Vikander se impuso a otras contrincantes de
peso, como la Kate Winslet de “Steve Jobs”, la Rooney Mara de “Carol” o la
Jennifer Jason Leigh de “Los Odiosos Ocho”. La categoría de mejor actriz
principal tampoco estaba exenta de dura competencia. Cate Blanchett y Brie
Larson eran las que partían con más posibilidades, siendo esta última la que
logró hacerse con el premio. La joven realiza un trabajo excepcional,
interiorizando un personaje tan duro y que debe expresar más con la mirada de
lo que dicen sus líneas de diálogo. Resulta curioso lo difusas que son las
barreras entre una categoría y otra. Alicia Vikander tiene una presencia
continua en su película, cargando incluso con más peso que su compañero
protagonista, sin embargo, su trabajo fue considerado de reparto, mientras que
Brie Larson resulta omnipresente en la primera mitad de la película, pero
posteriormente su presencia se diluye, concentrando toda la responsabilidad de
la película en los hombros de Jacob Tremblay.
En lo referente a la categoría de
mejor actor secundario, el premio fue a parar a manos de Mark Rylance, un
excepcional actor procedente del mundo del teatro, con amplia trayectoria
dentro del mundo de la televisión, aunque no tan conocido en cine, donde ha
deambulado principalmente en producciones de corte histórico o del ámbito
independiente (posiblemente su papel más conocido hasta ahora fuera el
protagonista de “Intimidad” de Patrice Chéreau). Su trabajo en “El Puente de
los Espías” es francamente soberbio, ofreciendo toda una lección actoral.
Objetivamente hablando y analizando estrictamente las películas candidatas, no
podemos negar que era quien más merecía el premio. Sin embargo, la presencia de
Sylvester Stallone por “Creed” sumaba elementos colaterales que, a nuestro
parecer, le convertían en el candidato idóneo para este premio. En la película,
la estrella recuperaba (posiblemente por última vez) a su personaje de Rocky
Balboa y le daba un cierre crepuscular a la carrera del potro italiano. Aquí no
estamos hablando de un personaje constreñido al metraje de la película, sino de
una leyenda que ha ido desarrollándose a lo largo de cuarenta años y siete
películas y que, en este último capítulo, evidencia a través de la encarnación
del actor el peso de todo este tiempo. Por otro lado, la carrera de Stallone
comenzó en 1976 con este personaje, gracias al cual en su momento recibió dos
candidaturas a los Oscars, como guionista y actor principal. De haberle
entregado la estatuilla este año, hubiese sido uno de esos cierres de ciclo que
tanto motivan a la Academia, además del reconocimiento más que a un actor, a un
icono cinematográfico.
En el apartado literario, los dos
premios de guion fueron a parar a películas fuertemente enraizadas con la
realidad y las crisis de valores de nuestra sociedad. El apartado de guion
adaptado recayó en “La Gran Apuesta”, cinta que logró reunir cinco candidaturas
(excesivas a nuestro entender) y que se benefició de que el libreto que merecía
ganar no estaba siquiera nominado. La ausencia de Aaron Sorkin con “Steve Jobs”
ha sido una de las grandes injusticias de las candidaturas de este año. El
apartado de guion original recayó en “Spotlight”, cinta que precisamente cuenta
entre sus grandes hallazgos un espléndido trabajo literario y un exquisito
elenco coral. Finalmente, lo que se presentaba como una competición entre los
dos títulos favoritos, “Mad Max. Furia en la Carretera” y “El Renacido”, acabó
no siendo tal al alzarse de manera sorpresiva “Spotlight” con el premio a mejor
película. La cinta dirigida por Tom McCarthy se impuso así a todas las
quinielas, donde su presencia en muchas de ellas quedaba relegada a un segundo
plano, precisamente por las campañas que situaban a las dos anteriores en una
posición de ventaja. De esta manera, Hollywood ha optado por una cinta
visualmente más modesta, pero compleja, honesta y necesaria. Sí llama la
atención que la Academia haya querido recompensar así a una cinta que no ha
tenido mucha más repercusión en los premios. Es, precisamente, con películas
como esta que uno echa de menos en los Oscars una categoría al conjunto del
reparto, como si tienen, por ejemplo, los Independent Spirits.
Mención aparte merece el desarrollo
de la gala, dramáticamente afectado por la polémica creada por el lobby
afroamericano con respecto a la falta de diversidad en las candidaturas y la
ausencia de nominados de raza negra. Éste ha sido un tema largamente debatido en
los meses previos a la entrega de premios y en el que finalmente la Academia ha
acabado plegándose a las exigencias de este grupo, convirtiendo a la entrega de
premios, más que un evento dedicado al cine, en un acto de propaganda. Es
cierto que en Estados Unidos y por extensión en su industria cinematográfica
existen minorías raciales que están luchando por tener una mayor visibilidad y
participación, algo en lo que premios como los Oscars cumplen una labor
importante. Sin embargo, este año las principales apuestas de la comunidad
afroamericana, “Straight Outta Compton” y “La Verdad Duele”, no estaban a la
altura del resto de las cintas que competían. Una cinta que podría haber tenido
peso, especialmente en las categorías de actor principal y de reparto (para
Idris Elba y Abraham Attah) era “Beast of No Nation”, pero al tratarse de una
producción para televisión quedaba fuera de la competición. Por otro lado,
“Creed” sí podría haber sumado nominaciones para su director, Ryan Coogler, y
su protagonista, Michael B. Jordan, pero no creemos que su ausencia se deba a
una cuestión de racismo. Por otro lado, sí podíamos encontrar diversidad en las
candidaturas e incluso en los premios. Al fin y al cabo, sólo por mencionar a
algunos, tanto Sylvester Stallone como Leonardo DiCaprio pertenecen a la
comunidad italoamericana, de la misma manera que los premios importantes como
son los de mejor director y mejor director de fotografía fueron a parar a dos
mexicanos. Resulta también llamativa la acusación de racismo a la Academia un
año en que se entregaba un Oscar honorífico a Spike Lee, que la gala tenía como
maestro de ceremonias a Chris Rock y en un periodo en que la Academia estaba
presidida por otra afroamericana, Cheryl Boone Isaacs. En cualquier caso, esto
provocó que toda la ceremonia se poblara de consignas que denunciaban el
racismo de Hollywood, con invitados a presentar premios en su mayor parte
pertenecientes a esta comunidad (y sin olvidar los que hicieron público su
negativa a acudir a los premios), pero que al mismo tiempo anulaban a las otras
minorías también representadas en la Academia y la industria.
Se intentó suavizar parte de la
voracidad de esta crítica a través del humor, pero el mensaje acabó siendo tan
reiterativo y forzado que los gags de Chris Rock carecían de frescura, cuando
no eran meras reiteraciones de situaciones de anteriores ediciones (Rock ya
había utilizado el sketch de ir a preguntar a los espectadores de los cines de
Compton en 2005 y la venta de galletas de las Girls Scouts recordó a cuando
Ellen DeGeneres invitó a pizza en 2014). A esto se sumaron otros elementos que
nada tenían que ver con esta polémica, pero que también parecían fuera de lugar
en la gala de los Oscars, como el hecho de que sólo se interpretaran tres de
las cinco canciones nominadas (esto sí fue un acto claro de discriminación, no
racial, pero sí artística), o que, en medio de la ceremonia, el vicepresidente
de los Estados Unidos, Joe Biden, aprovechara la presentación de la actuación de Lady Gaga
para introducir un vídeo sobre el programa del gobierno contra el acoso sexual
(por mucho que la canción perteneciera a un documental que trata esta
problemática, aquello fue campaña electoral pura y dura). En medio de todo este
desbarajuste, pocos momentos realmente memorables. Polémicas aparte, esta
ceremonia se recordará por los premios a Ennio Morricone y Leonardo DiCaprio,
quedando como bocanada de aire para los que trasnochamos esa madrugada la aparición
de C3PO, R2D2 y BB8 con un saludo especial a John Williams, la emotiva actuación
de Lady Gaga, el siempre conmovedor momento de in memoriam, la ternura del joven Jacob Tremblay en diferentes momentos de la noche y una no programada aparición de Ali G con la que Sacha Baron
Cohen se saltó las instrucciones de los productores de la gala. Salvando estos
breves momentos, el resultado fue una gala incómoda, sin ritmo, sin gracia, ni
espectáculo y donde el cine quedó en un lejano segundo plano. Sí, algunos ya lo
habréis pensado también, como los Goya.
PREMIOS
Mejor película: "Spotlight"
— Michael Sugar, Steve Golin, Nicole Rocklin, Blye Pagon Faust
Mejor director: Alejandro González
Iñárritu— "El Renacido"
Mejor actor: Leonardo DiCaprio —
"El Renacido"
Mejor actriz: Brie Larson — "La
Habitación"
Mejor actor secundario: Mark Rylance
— "El Puente de los Espías"
Mejor actriz secundaria: Alicia
Vikander — "La Chica Danesa"
Mejor
guión original: "Spotlight"— Tom McCarthy, Josh Singer
Mejor guión adaptado: "La Gran
Apuesta" — Adam McKay, Charles Randolph
Mejor fotografía: "El
Renacido" — Emmanuel Lubezki
Mejor montaje de efectos sonoros:
"Mad Max: Furia en la Carretera" — Mark A. Mangini, David White
Mejor sonido: "Mad Max: Furia en
la Carretera" — Chris Jenkins, Ben Osmo, Gregg Rudloff
Mejor diseño de producción: "Mad
Max: Furia en la Carretera" — Colin Gibson, Lisa Thompson
Mejor maquillaje y peluquería:
"Mad Max: Furia en la Carretera" — Damian Martin, Lesley Vanderwalt,
Elka Wardega
Mejor vestuario: "Mad Max: Furia
en la Carretera"— Jenny Beavan
Mejor montaje: "Mad Max: Furia
en la Carretera" — Margaret Sixel
Mejores efectos visuales: "Ex
Machina" — Mark Williams Ardington, Sara Bennett, Paul Norris, Andrew
Whitehurst
Mejor banda sonora: "The Hateful
Eight" — Ennio Morricone
Mejor canción: «Writing's on the
Wall» (“Spectre”) — Jimmy Napes y Sam Smith
Mejor película de animación:
"Inside Out" — Pete Docter y Jonas Rivera
Mejor largo documental:
"Amy"
Mejor película de habla no inglesa:
"El Hijo de Saúl"— Hungría
Mejor
corto documental: "A Girl in the River: The Price of Forgiveness"
Mejor cortometraje de ficción:
"Stutterer"
Mejor cortometraje animado:
"Historia de un Oso"
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