martes, 15 de marzo de 2016

“CIEN AÑOS DE PERDÓN”. PLAN OCULTO

El cine de género nacional sigue pujando fuerte, en parte gracias al apoyo de las televisiones. Tras el éxito el año pasado de Atresmedia con “El Desconocido”, ahora Mediaset nos sorprende con “Cien Años de Perdón”, cinta dirigida por Daniel Calparsoro, con guion de Jorge Guerricaechevarría, y protagonizada por Luis Tosar, Rodrigo De la Serna, Patricia Vico, Raúl Arévalo, José Coronado y Marian Álvarez. Tomando como punto de base los patrones del cine de atracos y adornándolos con referencias más o menos explícitas a la realidad política y social de nuestro país, especialmente a lo que se refiere a los casos de corrupción, la cinta busca ante todo ofrecer al espectador un entretenimiento compacto, repleto de tensión y con un conjunto de personajes arquetípicos, pero bien definidos e interpretados.
Desde sus primeras películas, el cineasta vasco se caracterizó por un tipo de cine rudo y cargado de testosterona. Si bien inicialmente sus películas buscaban reflejar más la situación social del País Vasco, poco a poco, la carga crítica de sus películas se ha ido diluyendo en favor de elementos más propios del cine de género. Precisamente, en su anterior trabajo, “Combustión”, Calparsoro apostaba por una versión nacional del cine de coches tuneados y carreras ilegales heredado del formato de la saga de “A Todo Gas”. En esta ocasión, ya desde el guion de Guerricaechevarría podemos encontrar en “Cien Años de Perdón” ecos a muchas películas Hollywoodienses, aunque quizás el referente más claro sea “Plan Oculto” de Spike Lee. En aquella cinta, el cineasta afroamericano aprovechó la coyuntura de una cinta de corte comercial para enlazar en su trama algunas cargas de profundidad contra la proliferación de la violencia y las políticas represivas en Estados Unidos tras los atentados del 11S. En este caso, los casos de financiación ilegal de los partidos políticos y, más concretamente, la alusión indirecta al Partido Popular y los papeles de Bárcenas son claramente fuente de inspiración para la trama de la película, de igual manera que podemos encontrar referencias a los abusos de los bancos como las preferentes o los desahucios. No es que Guerricaechevarría y Calparsoro hayan querido hacer una cinta de denuncia política o social, ni mucho menos. Por encima de todo, estamos ante un thriller de acción, cuya finalidad va más por el lado del entretenimiento que del posicionamiento político y donde en ningún momento se hace mención explícita de partidos o individuos reales; sin embargo, sí se permiten establecer el guiño para que posteriormente el espectador sea capaz de establecer las conexiones entre ficción y realidad.
La película presenta un reparto principalmente masculino, donde sobresalen los personajes de El Gallego y El Uruguayo (interpretados por Luis Tosar y Rodrigo De la Serna), como los dos líderes de la banda de atracadores, que deben agudizar su ingenio para poder resolver una situación imposible. De los otros cuatro atracadores, tienen también cierto protagonismo Loco (Joaquín Furriel) y Varela (Luciano Cáceres), quedando los otros dos prácticamente reducidos a figuración. Podemos destacar también la participación de Luis Callejo, Raúl Arévalo y Jose Coronado, quienes aportan una importante presencia en pantalla que ayuda sobremanera a sus personajes, Domingo, Ferrán y Mellizo. En lo referente a los personajes femeninos, la cinta no se muestra tan precisa. Patricia Vico lleva a cabo una buena representación de su personaje, la directora del banco, molesta con sus jefes por un despido inminente, sin embargo, lo que comienza pareciendo uno de los papeles principales de la película, poco a poco se va diluyendo y pierde gran parte de su protagonismo. Marián Álvarez da presencia a un personaje que, por otro lado, carece de entidad en la película, totalmente supeditado al rol de Raúl Arévalo. Y finalmente, tenemos el personaje de Laura, interpretado por Nani Jiménez, que en un momento de la película parecía que iba a tener más desarrollo, pero que finalmente acabó sucumbiendo ante la trama principal. En cualquier caso, la labor de dirección de actores es más que acertada y todos cumplen perfectamente con su papel.
Calparsoro apuesta por una puesta en escena rápida y enérgica, basada sobre todo en planos cortos y en un montaje dinámico, que aporta a la narración un ritmo constante. Eso sí, una vez más, no se trata de aquel cineasta primigenio que realizaba un cine muy personal, sino que mantiene esa impronta de corte más artesanal que ha caracterizado sus últimos trabajos. La cinta entra rápidamente en acción, sin apenas dar respiro al espectador y basa su efectividad sobre todo en continuos giros de trama que van dificultando la situación a los protagonistas, dejando al público poco espacio para la reflexión o el aburrimiento. Toda la acción tiene lugar en espacios cerrados, lo que trasmite una sensación de claustrofobia, al mismo tiempo que el cineasta busca dar al conjunto un tono moderno y sofisticado, apoyándose en la dirección de fotografía de tonos fríos y oscuros de Josu Inchaustegui.
“Cien Años de Perdón” cumple con creces las expectativas. Es una cinta que logra mantener su ritmo, sorprende al espectador con sus giros constantes, le hace cómplice de los guiños políticos y sociales y le mantiene anclado a la butaca hasta la última escena. Se le puede achacar falta de personalidad, que no se atreva a ir más allá de los patrones del género o que deje sin desarrollar algunas subtramas o personajes, pero en ese caso, ésta sería otra película (y posiblemente no sería tan entretenida). 

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