viernes, 12 de diciembre de 2014

ESTRENOS DEL 12 DE DICIEMBRE

Era de esperar. Moisés lideró la taquilla del pasado fin de semana recaudando 3.188.825 €, lo que ha convertido a “Exodus. Dioses y Reyes” en el quinto mejor estreno del año. De los otros títulos presentados la semana pasada, el más afortunado fue “Ouija”, quedando en tercera posición con 1.154.851, mientras que “Magia a la Luz de La Luna” se conforma con el quinto puesto (958.551 €). La segunda posición le corresponde a “Los Juegos del Hambre. Sinsajo. Parte 1”, que en su tercera semana aún se mantiene fuerte en la cartelera, obteniendo 1.232.474 €. Por su parte, “Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo” baja a cuarta posición con 1.065.012 €, pero aún así quedando por encima de su principal competidora, “Los Pingüinos de Madagascar”, que baja a sexta posición con 889.245 €. Con respecto a los estrenos de esta semana, nos encontramos en periodo de calma a la espera de la llegada de la tercer parte de El Hobbit y la propuesta de Disney para estas navidades, un hueco que ha aprovechado el cine de autor para poder entrar en las carteleras, aprovechando además el anuncio de las candidaturas a los Globos de Oro.
 Tras la fría recepción de “Una Vida en Tres Días”, el director Jason Reitman pone toda la carne en el asador con “Hombres, Mujeres y Niños”, adaptación de la controvertida novela de Chad Kultgen, cuyo guion ha escrito el cineasta junto a Erin Cressida Wilson (“Retrato de una Obsesión”, “Chloe”). De esta manera, Reitman regresa al tipo de historias ácidas y de corte social que caracterizaron sus primeros trabajos. Para ello ha contado con un reparto coral, donde encontramos nombres como Ansel Elgort, Adam Sandler, Jennifer Garner, Emma Thompson, Judy Greer, Kaitlyn Dever, Dean Norris, Dennis Haysbert, Rosemarie DeWitt o JK Simmons.
“Hombres, Mujeres & Niños” narra la historia de un grupo de adolescentes de instituto y de sus padres intentando comprender las muchas maneras en que Internet ha cambiado sus relaciones, su comunicación, la imagen que tienen de sí mismos y sus vidas amorosas. La película intenta analizar temas sociales como la cultura de los videojuegos, la anorexia, la infidelidad, la búsqueda desesperada de la fama y la proliferación de materiales ilícitos en Internet. A medida que cada personaje y sus relaciones son puestos a prueba, se nos muestra los diversos caminos que elige la gente (algunos trágicos, otros esperanzadores), mientras se hace evidente que nadie es inmune al enorme cambio social que nos ha llegado a través de nuestros teléfonos, nuestras tabletas y nuestros ordenadores.
 
 
A veces detrás de una película podemos encontrar historias tanto o más curiosas que las que nos narra la cinta. En este caso, la anécdota de “St. Vincent” radica en la peculiar forma que tiene su actor principal de gestionar su carrera. Bill Murray es la única estrella de cine que no tiene agente que le represente. Él mismo se encarga de escoger sus guiones y negociar con los directores que quieren trabajar con él. En el caso del debutante Theodore Melfi, éste llamó al número de contacto que sirve como único medio para llegar hasta Murray, dejando varios mensajes en el contestador hasta que el actor personalmente le llamó y quedaron para hablar del guion. Sin firma de contrato de por medio y fiándose únicamente de la palabra del actor, Melfi logró finalmente protagonista para su película, un papel por el que la estrella ya ha recibido una nominación a los Globos de Oro como Mejor Actor de Comedia y que, por otro lado, le sitúa en la carrera hacia los Oscars. Junto a él podemos encontrar también a Jaeden Lieberher, Melissa McCarthy, Naomi Watts, Chris O'Dowd y Terrence Howard.
Maggie es una madre separada que se muda a Brooklyn con su hijo de doce años, Oliver. Al tener que trabajar muchas horas, no le queda más opción que dejar a Oliver al cargo de su nuevo vecino, Vincent, un jubilado cascarrabias aficionado al alcohol y a las apuestas. Pronto, una peculiar amistad florece entre esta improbable pareja. Junto a una stripper embarazada llamada Daka, Vincent conduce a Oliver por todas las paradas que conforman su rutina diaria: las carreras de caballos, el club de striptease, y su bar habitual. Pero mientras Vincent cree que ayuda a Oliver a hacerse un hombre, Oliver comienza a ver en Vincent algo que nadie más ve: Un hombre incomprendido de buen corazón.


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