En 1960, Max Von Sydow e Ingmar Bergman nos ofrecieron “El Manantial de la Doncella”, cinta basada en una antigua leyenda medieval sueca y en la que un señor feudal tomaba venganza de un grupo de hombres que habían violado y matado a su hija. Este argumento, que hoy en día perfectamente daría para una película protagonizada por Liam Neeson y que, desgraciadamente, deja en evidencia a una sociedad donde las violaciones en manada siguen estando a la orden del día y encabezando las principales noticias, se convirtió en el lanzamiento internacional definitivo tanto para el cineasta como para el actor sueco, quien, por designios del destino, falleció el pasado 8 de marzo mientras en diferentes partes del mundo tenían lugar manifestaciones denunciando, entre otras cosas, la violencia hacia las mujeres.
Max Von Sydow participó en un total de 11 películas dirigidas por Bergman, entre las que se encontraban también “El Séptimo Sello”, “Fresas Salvajes”, “Como en un Espejo” o “La Hora del Lobo”. Este vínculo se extendió también a la relación del actor con Bille August, discípulo de Bergman, para el que trabajó en “Pelle El Conquistador” (por la que fue candidato al Oscar) y “Las Mejores Intenciones”, está última con libreto del mentor y con la que se desquitaba la pena de no haber participado en “Fanny y Alexander” por un desacuerdo en lo económico.
Bergman buscaba personajes dañados por sus relaciones familiares y por sus creencias, en pleno momento de crisis interior y encontró en el imponente físico de Sydow la encarnación perfecta de esta fragilidad. Ese momento de ruptura ejemplificado en el señor feudal convertido al cristianismo Per Töre o el cruzado del siglo 14 Antonius Block en su partida de ajedrez con La Muerte se extendería a lo largo de una carrera donde el actor interpretó a Jesucristo (en “La Historia Más Grande Jamás Contada”), al Padre Merrin (en “El Exorcista”) o al mismísimo Diablo en “La Tienda” de acuerdo a la novela homónima de Stephen King.
Como extranjero en Hollywood, le tocó encarnar varias veces el rol del villano, algo que con su 1.93 de estatura hacía con gran rotundidad en películas que no siempre estuvieron a la altura de su talento. Fue el Emperador Ming en “Flash Gordon”, Ernst Stavro Blofeld en “Nunca Digas Nunca Jamás” o Lamar Burgess en “Minority Report”. Estos roles que contrastan con otros más cercanos y emocionales como el que le supuso su segunda candidatura a los Oscars por “Tan fuerte, tan cerca”. En su madurez sumó muchos personajes pequeños pero que se engrandecían con su carisma, como el Rey Osric en “Conan el Bárbaro” o el Doctor Kynes en “Dune”. Su presencia en Canarias por el rodaje de “Intacto” a las órdenes de Juan Carlos Fresnadillo emparentó su presencia con el mismísimo Teide.
Trabajador incansable, en sus últimos años se unió a algunas franquicias populares como “Juego de Tronos” o “Star Wars”, y falleció a la edad de 90 años dejando aún una película en postproducción, “Ecos del Pasado”. Descanse en Paz, Max Von Sydow.
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