miércoles, 30 de marzo de 2011

ADIÓS A MAGGIE LA GATA

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INTRODUCCIÓN

El pasado 23 de marzo nos llegaba la triste noticia del fallecimiento de Elizabeth Taylor, una de las grandes damas de la pantalla, la diosa de los ojos violeta, icono del cine clásico y moderno, representante de la mujer independiente y activa de nuestra sociedad y encarnación delante de la cámara de otros hitos históricos o literarios como Amy March (“Mujercitas”), Catherine Holly (“De Repente el Último Verano”), Maggie la Gata (“La gata sobre el Tejado de Zinc”), Cleopatra (“Cleopatra”) o Helena de Troya (“Doctor Faustus”). Su nombre ha sido durante más de cincuenta y cinco años sinónimo de fortaleza, independencia, rebeldía, inconformismo, talento y belleza. Ahora que nos falta, no podemos más que llorar la pérdida de una de las últimas auténticas divas del Hollywood Dorado.

FUEGO DE JUVENTUD

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El cariño que el público general, sobre todo aquellos que la acompañaron en sus años de éxito, está perfectamente justificado, ya que ellos pudieron verla crecer en la pantalla. Con tan sólo 11 años, Taylor ya se había convertido en estrella interpretando películas infantiles como “La Cadena Invisible” (que a su vez supuso también la primera aparición de otro icono cinematográfico, la perra Lassie, y en cuya secuela, “El Coraje de Lassie” volvió a parecer la actriz) o la cinta de equitación “Fuego de Juventud”. Precisamente el título español de esta película (el título original es “National Velvet”, Terciopelo Nacional) nos sirve perfectamente para describir la fuerza de esta joven intérprete, quien ya desde sus primeros papeles demostró talante de estrella, con aquellos papeles repletos de ternura e inocencia, pero también fuerza y determinación. En 1944 ya era la principal actriz infantil de la Metro y se codeaba con estrellas adultas de prestigio como Orson Welles, Joan Fontaine (con los que coincidió en “Alma Rebelde”, adaptación de la obra de Charlotte Brontë “Jane Eyre”), Irene Dunne o William Powell (co-protagonistas del drama teatral “Recursos de Mujer”).

BUSCANDO SU LUGAR EN EL SOL

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El paso a la adolescencia quedó marcado por dos papeles clave, Amy March, en la versión de 1949 de “Mujercitas”, y Kay Banks, la hija de Spencer Tracy en “El Padre de la Novia”. En ambos casos mantenía las características de sus papeles anteriores, donde su rostro angelical escondía un espíritu libre, respetuoso con las normas de la sociedad, pero dispuesto a no dejarse enjaular por ellas. Posteriormente películas como “Ivanhoe” o “La Senda de los Elefantes” sacaron partido de su admirable atractivo físico; sin embargo, Elizabeth Taylor tenía mayores aspiraciones como actriz. En una época de esplendor para la dramaturgia y la narrativa estadounidense, ella supo situarse en producciones cinematográficas clave a la hora de trasladar toda esa riqueza al cine. Títulos como “Un Lugar en el Sol”, “La Última Vez que Vi París”, “Gigante” o “El Árbol de la Vida” (por la que obtuvo su primera nominación a los Oscars) marcaron esa evolución en su carrera, al mismo tiempo que se codeaba con una nueva generación de actores, como Montgomery Clift o James Dean, influenciados por el nuevo método interpretativo promulgado por Lee Strasberg en el Actor’s Studio.

DE REPENTE, MAGGIE LA GATA

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Esta transición llegó a su máximo exponente a finales de la década de los 50, sobre todo gracias a las adaptaciones de las obras de Tennesse Williams, “La Gata sobre el Tejado de Zinc” y “De Repente, el Último Verano”, que definieron su maduración definitiva como actriz de carácter, especializada en personajes complejos y de fuerte sexualidad. Por estos dos trabajos estuvo de nuevo nominada a los Oscars, aunque en ambos casos se fue a casa de vacío. Tras tres desplantes, Taylor se resarció gracias a su papel de modelo que cae en las redes de la prostitución de lujo en la adaptación de la novela de John O’Hara “Una Mujer Marcada”. Se trataba de nuevo de un personaje con el que la actriz se distanciaba de su imagen de actriz infantil y adolescente, para adentrarse en terrenos de mayor madurez y aristas psicológicas. Finalmente, en 1963, interpretó al personaje más importante de su carrera, “Cleopatra”, y desató la polémica con su relación extramatrimonial con el actor Richard Burton, dejando claro que ya no era aquella niña cándida de sus primeras películas. La película fue un fracaso comercial, pero el poder de la imagen de la Reina de Egipto entrando en Roma es uno de los referentes inamovibles del cine.

UNA MUJER INDOMABLE

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Durante la década de los 60, Elizabeth Taylor le tomó el pulso a los cambios sociales que se estaban produciendo en su país. Gracias a películas como “¿Quién Teme a Virginia Woolf?” o “Reflejos en un Ojo Dorado”, la actriz encarnó como ninguna otra la esencia de la mujer moderna, desafiando continuamente al espectador y a la sociedad. En este sentido es clave su papel en esta primera película, donde Taylor no sólo no dudó en mostrarse avejentada y deteriorada, sino que muchos pudieron ver en su interpretación y en la de Richard Burton un reflejo de su propia relación personal, marcada por el fuerte carácter de ambos artistas y su dependencia del alcohol. Esta transformación deslumbró una vez más a la Academia de Hollywood, concediéndole un segundo Oscar (el último de su carrera, al mismo tiempo que la última de sus nominaciones, aunque la actriz volvió a ser galardonada en 1993 con el premio Jean Hearshlot por su labor humanitaria).

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Precisamente, prácticamente toda la década de los 60 y los primeros años de los 70 estuvieron dominados por sus trabajos junto a Richard Burton, con el que protagonizó 11 películas. A las yo mencionadas “Cleopatra” y “¿Quién Teme a Virginia Woolf?”, hay que sumar también “Hotel Internacional”, “Castillos en la Arena”, “La Mujer Indomable”, “Doctor Faustus”, “Los Comediantes”, “La Mujer Maldita”, su breve cameo en “Ana de los Mil Días”, “Bajo el Bosque Lácteo”, “Pacto con el Diablo”, y el telefilm “Divorce His - Divorce Hers”. La presencia de ambos artistas en la prensa del corazón debido a su conflictiva relación supuso además un impulso para la carrera comercial de algunas de estas películas. Algunas de ellas, como “Castillos en la Arena” o “La Mujer Indomable” han permanecido en el tiempo, sin embargo, la mayor parte de ellas han caído en el olvido.

UNA MUJER MARCADA

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Sin duda, la vida personal de Elizabeth Taylor fue tan o más intensa que muchas de sus películas y si bien en ocasiones la faceta pública de la actriz le ayudó a impulsar algunos proyectos, en muchas otras la atenazó sometiéndola al juicio y el escarnio público que la castigó no acudiendo a las salas de cine a ver sus películas. Uno de los aspectos por los que Taylor fue más criticada fue por su rocambolesca vida amorosa. Si bien en un momento ella llegó a decir que nunca había mantenido relaciones con hombres con los que no contrajera matrimonio posteriormente, lo cierto es que el escándalo de su relación primero con Eddie Fisher (quien abandonó a Debbie Reynolds para casarse con ella) y con Richard Burton después (marcada por el adulterio, el alcohol y el doble divorcio) generó en la sociedad de la época una imagen de la actriz como licenciosa y destructora de hogares. Taylor se casó en ocho ocasiones (dos de ellas con Richard Burton), y salvo con Michael Todd, quien falleció el 22 de marzo de 1958, apenas un año después de su matrimonio, el resto de estas relaciones acabaron en divorcio, lo que no ayudó a mejorar su imagen de cara a los sectores más conservadores de su país.

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La vida de Elizabeth Taylor, sobre todo a partir de la década de los 60, estuvo sentenciada también por sus adicciones y problemas de salud. Desde muy joven, durante el rodaje de “Fuego de Juventud” sufrió una dura caída de un caballo, lo que le generó dolores de espalda crónicos, llevándola a la adicción a los calmantes. Durante su turbulento matrimonio con Richard Burton, y posteriormente, durante la década de los 70, la mezcla de alcohol, calmantes y ansiolíticos produjeron un grave daño a la salud de la actriz. Por esta época, Taylor también tuvo que combatir al sobrepeso. Su estilo de vida y los excesos cometidos fueron minando la otrora esplendorosa figura de la actriz, algo que le generaba una mayor ansiedad y enfatizaba su adicción a los medicamentos. A partir de los 80 su salud estaba ya totalmente quebrada, siendo hospitalizada en multitud de ocasiones, superando el cáncer y un tumor cerebral y siendo intervenida quirúrgicamente en multitud de ocasiones.

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En 1985, la muerte de su amigo Rock Hudson lleva a la actriz a comprometerse en la lucha contra el SIDA, fundando la American Foundation for AIDS Research, y años más tarde, en 1993 la Elizabeth Taylor AIDS Foundation. Durante todo este tiempo, la actriz invirtió su dinero para ayudar a los afectados por esta enfermedad, no sólo apoyando la investigación científica, sino generando programas de apoyo para enfermos terminales.

DECLIVE Y RETIRADA DEL CINE

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A partir de la segunda mitad de los 70 la carrera cinematográfica de Elizabeth Taylor empieza a decaer y se refugia en la televisión y en papeles secundarios de mero lucimiento. Títulos como “El Pájaro Azul”, dirigida por George Cuckor y protagonizada por Jane Fonda y Ava Gardner, o la adaptación de la novela de Agatha Christie “El Espejo Roto” no pudieron impedir el declive de su filmografía. Convertida ya en una reliquia del Hollywood dorado, pasa a convertirse en la artista invitada de series como “Hospital General”, “Hotel” o “Norte y Sur”, para poco a poco ir desapareciendo del panorama cinematográfico. En 1992 prestó de manera fugaz su voz a Maggie Simpson en la primera (y única) ocasión en que este personaje animado ha emitido alguna palabra y en 1994 aceptó una pequeña aparición en la adaptación cinematográfica de “Los Picapiedras”, con la condición de que su salario fuera entregado a la fundación contra el SIDA que ella había creado tras la muerte de su amigo Rock Hudson. Su despedida del mundo de la interpretación fue con el telefilm “Esas Chicas Fabulosas”, donde compartía cartel con Shirley McLaine, Debbie Reynolds y Joan Collins.

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ÚLTIMOS AÑOS

A Elizabeth Taylor se la pudo ver por última vez de manera pública en el funeral de Michael Jackson. Desde entonces los rumores sobre su delicado estado de salud fueron constantes hasta que finalmente la actriz fallecía este miércoles en el hospital Cedars Sinai. Se nos ha ido Maggie la Gata, pero nos ha dejado un inconmensurable legado de imágenes y personajes cinematográficos con los que ser recordada.

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