Pese al rotundo peso que la
televisión o, mejor dicho, las plataformas tienen hoy en día, el cine sigue
tentando a los creadores, que parecen no sentirse realizados hasta llevar a
cabo, al menos, su primer largometraje. A Noah Hawley, creador de series como
“Bones”, “Fargo” (por la que recibió un premio Emmy en 2014) o “Legión”, le ha
llegado el momento tras 14 años de éxitos televisivos. En este tiempo, Hawley
ha conseguido convertirse en uno de los nombres de referencia de la nueva
televisión. Su apuesta por series de perfil complejo, alejadas del tono mainstream, le ha situado en un puesto
de creador atrevido e inesperado.
“Lucy in the Sky” se inspira en una
historia real, la de la astronauta Lucy Nowak, detenida el 7 de febrero de 2007
y acusada de intento de homicidio, tras secuestrar y agredir a otra astronauta
de la NASA por un asunto de celos. A Hawley le llamó la atención que una
persona que había estado en el espacio acabara obteniendo cierta repercusión
pública por algo tan mundano como un triángulo amoroso. Es cierto que la
película no busca ser un biopic de Nowak, aunque su Lucy Cola herede muchos
aspectos de la verdadera astronauta. Tampoco pretende el director contar una
historia de stress post traumático, aunque también está presente y es un factor
decisivo en los acontecimientos de la película. No, el enfoque de Hawley
pretende ir más allá, reflexionando sobre el shock mental que se produce en una
persona que ha sido capaz de ver más allá de las fronteras físicas que nos
rodean y determinan nuestra visión de la vida. Para ello la narración se acerca
al concepto de cuarta dimensión, desdibujando la linealidad temporal y
posicionando al espectador en la mente de la protagonista, donde pasado y
presente se va cruzando, anticipando paulatinamente su derrumbe psicológico. Hawley
experimenta no sólo con el montaje, sino también con los formatos de imagen,
que van cambiando de manera fluida a lo largo de toda la película e incluso
dentro de una misma escena, y con los movimientos de cámara, dando a la imagen
una sensación de ingravidez continua.
La cinta arranca con la protagonista
en el espacio y la cámara girando a su alrededor en respuesta a la falta de
gravedad, pero una vez la acción se traslada a La Tierra, el cineasta mantiene
el mismo efecto. Lo que en principio se define como Rocket Lag, se reconvierte en la incapacidad de Lucy de readaptarse
a la realidad cotidiana y la trivialidad de su vida familiar tras ver la
inmensidad del espacio. Lo difuso de las barreras físicas y temporales en la
narración convierte en la película casi en un viaje psicodélico por la mente de
la protagonista (de ahí que la referencia a The Beatles en el título no sea
gratuita), incentivándose a medida que su ruptura con la realidad va derivando
en un comportamiento obsesivo y psicopático. En este sentido, Hawley parece
querer dirigirse a un enfoque cercano al cine de Christopher Nolan y, más
concretamente, a títulos como “Memento”, “Origen” o “Interstellar”. El listón
le queda grande, pero se agradece el riesgo, ya que más que el interés que nos
pueda provocar la historia que cuenta, lo más atractivo de la película es la
forma en la que el director ha decidido contarla.
En esto ayuda también especialmente
el espléndido trabajo de Natalie Portman, quien una vez más nos ofrece un tour de forcé interpretativo a través de
un personaje nada cómodo y que dificulta la empatía por parte del espectador.
Más que la recreación de las escenas en el espacio o los juegos visuales para
desdibujar la realidad, el verdadero efecto especial de la película es su
actriz, quien es, en todo momento, el centro de gravedad de la película y de la
propia planificación. A ella se suman un reparto bien equilibrado, con unos
excelentes Jon Hamm, Dan Stevens, Pearl Amanda Dickson, Zazie Beetz y Ellen
Burstyn (quien por momentos parece retomar aspectos de su papel en “Réquiem por
un Sueño”); sin embargo, todos ellos giran gravitacionalmente en torno a
Portman, siendo su personaje el que les da entidad a los de ellos y quien
completa la actuación de sus compañeros de reparto.
“Lucy in the Sky” es una película que
se ve lastrada por una grandes ambiciones que no terminan de materializarse en
el resultado final, pero, al menos, parte de un objetivo ambicioso y no se
acobarda ante la idea de perder al espectador por lo extravagante y, también
podemos decirlo, lo pretencioso de su propuesta. El resultado final es competente
y atractivo, con aspectos sobresalientes como la interpretación de Natalie
Portman, y eso queda por encima de su principal hándicap, que es la falta de
interés de la historia en sí.
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