A cada nuevo proyecto audiovisual que
emprende, el cineasta Óscar Martínez sigue evidenciando el tipo de cine que le
gusta, que le marcó de niño y que, a día de hoy, sigue siendo su fuente
referencial: la ciencia ficción, el terror, el género fantástico en su más
amplio espectro, pero especialmente el realizado entre las décadas de los 70 y
principios de los 90 por cineastas como John Carpenter, Steven Spielberg o Robert
Zemeckis, entre otros. Esto le ha llevado a desarrollar trabajos
conceptualmente muy ambiciosos y difícilmente asumibles con la falta de
inversión y medios de los que disponía. Aún así, con sus aciertos y sus
errores, ahí quedan títulos como “Amania”, “Extinción” o “Melania. Paciente
Cero” para atestiguar los esfuerzos del cineasta por mantenerse fiel a un tono
y a una narrativa a día de hoy anacrónicos y, por lo general, olvidados por las
nuevas generaciones. Su nueva aventura no podía ser menos.
“Crónicas de la Imaginación” nace
tomando como referencia clásicos de la televisión como “Alfred Hitchcock
Presenta”, “La Dimensión Desconocida”, “Galería Nocturna” o “Cuentos Asombrosos”,
donde cada episodio ofrecía una historia autoconclusiva que buscaba ser
sorprendente y jugar con los componentes del suspense, el terror o lo
sobrenatural. El propósito de Martínez es ir presentando de manera esporádica
pequeñas historias, sencillas y modestas en sus planteamientos, pero con las
que seguir recreándose en ese gusto por una concepción clásica de lo fantástico.
Todo un reto para un director al que los proyectos anteriores siempre han
acabado siendo más ambiciosos y extensos de lo inicialmente previsto. La
primera entrega de estas “Crónicas de la Imaginación” es “Efectos de Sonido”,
un cortometraje de 10 minutos de duración centrado en la búsqueda que emprende
un joven armado con un micrófono de unos extraños cánticos que parecen apuntar
a algo más siniestro.
Por una vez, Martínez se mantiene fiel
a su propósito y, argumentalmente, el corto es bastante sintético. La narración
se centra sobre todo en ese proceso de búsqueda y la resolución es rápida y
efectiva, reservándose únicamente dos planos en los que se evidencia ese
componente sobrenatural de la historia. El director aprovecha el cortometraje
para jugar con la puesta en escena, apostando por una narrativa limpia y
clásica, con un cuidado trabajo de montaje a la hora de dilatar la acción y donde,
evidentemente, el uso de la banda sonora, tanto en el apartado musical (con uso
de una serie de temas libres de derecho, que, eso sí, falta acreditar en los
títulos finales) como de efectos de sonido, tiene un papel decisivo, creando
una atmósfera de suspense que va creciendo de manera paulatina y advierte al espectador
del territorio sobrenatural en el que se va aventurando. Se trata, por lo
tanto, de un corto de poco diálogo, aunque incluso con lo poco que hay,
nosotros hubiésemos prescindido de parte de él. La labor interpretativa recae
casi exclusivamente en el actor Norberto Trujillo, quien hace un buen trabajo a
la hora de dar naturalidad y verosimilitud a su personaje (algo que, por otro
lado, suele ser uno de los talones de Aquiles del cine del cine anterior de
Óscar Martínez, con tendencia a una cierta artificiosidad en los actores y en
lo que aquí apreciamos una notable mejoría).
“Efectos de Sonido” es un trabajo
modesto, emprendido con falta de medios, pero lleno de ilusión y cariño por una
forma muy especial de contar historias con imágenes y resuelto con eficacia. ¿Para
cuándo el siguiente capítulo?
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