Una semana más el cine USA copa las salas de cine, estableciéndose un duelo entre una comedia plagada de cameos estelares y el regreso de una de las principales franquicias de la juguetera Hasbro. Para compensar el empacho de palomitas, nos encontramos también con otras dos propuestas llegadas de la Vieja Europa donde la alta cultura y la realidad sociopolítica se convierten en seña de identidad. Pese a las diferencias entre todos los títulos, creemos que estamos ante un fin de semana plagado de cine de autor.
A principios del siglo XX, Edward Hopper se convirtió en uno de los principales referentes a la hora de ilustrar el modo de vida americano, desde sus poblaciones más tradicionales hasta el glamour de las principales ciudades. De estilo realista, en sus cuadros se puede apreciar también una honda asimilación de las vanguardias europeas que le dieron a sus cuadros una personalidad particular. De manera indirecta, aunque en muchos casos autoconsciente, su pintura ha influido en muchas grandes películas, sin embargo, es ahora, de la mano del cineasta vienés Gustav Deutsch, que estos cuadros se convierten en verdadera materia cinematográfica.
En “Shirley, Visiones de una Realidad”, trece pinturas de Edward Hopper cobran vida para contarnos la historia de una mujer que vive una realidad que no acepta. Shirley es una mujer atractiva, carismática, comprometida y emancipada a la que le hubiese gustado cambiar el curso de la historia a través de su involucración profesional y sociopolítica. Una mujer que no acepta la realidad de la época que le ha tocado vivir - la América de los años 30 a los años 60 - y que se afianzará firmemente a sus convicciones.
Para este experimento filmíco-pictórico, Deutsch ha contado con la colaboración de los actores Stephanie Cumming, Christoph Bach, Florentín Groll, Elfriede Irrall y Tom Hanslmaier.
Y de Austria saltamos a Noruega, allí el director Erik Poppe dirigió “Mil Veces Buenas Noches”, un drama encabezado por dos actores de excepción, Juliette Binoche y el ascendente Nikolaj Coster-Waldau (“Juego de Tronos”). La cinta, ganadora del Gran Premio del Jurado del Festival de Cine de Montreal, parte de la experiencia de su director como fotógrafo de conflictos bélicos para la agencia Reuters, algo que no sólo afecta a su estética heredada del fotoperiodismo, sino también al calado emocional de las relaciones de la protagonista con su familia, hasta el punto de que el cineasta quiso conceder a su hija el montaje definitivo.
Rebecca es una de las primeras reporteras gráficas de guerra del mundo. Mientras fotografía a una terrorista suicida en Kabul, sufre una herida grave. Cuando llega a su casa, cae otra bomba. Su marido y sus dos hijas ya no soportan la angustia de pensar que puede pasarle algo y le dan un ultimátum: su trabajo o su familia. La elección parece obvia.
Actor y director, Jon Favreau inició su trayectoria tras la cámara en el género de la comedia, aprovechando su bagaje interpretativo. Poco después se dejó llevar por las mieles de la producciones de corte fantástico, obteniendo un éxito arrollador con la primera entrega de “Iron Man”. Tras esfuerzos menos aplaudidos como “Iron Man 2” y “Cowboys Vs Aliens”, el cineasta opta por regresar a territorio primigenio con “#Chef”, una comedia gastronómica que ahonda precisamente en el viaje a sus orígenes de su protagonista.
Cuando el chef Carl Casper repentinamente deja su trabajo en un famoso restaurante de Los Ángeles, al enfrentarse a su controlador dueño y negarse a renunciar a su integridad creativa, tiene que descubrir cuál es su siguiente paso. Por cosas de la vida se encuentra en Miami y se asocia con su exmujer, su amigo y su hijo para montar un puesto de comida ambulante. En la carretera, el chef Carl vuelve a sus raíces y recupera su pasión por la cocina y el entusiasmo por la vida y el amor.
Protagonizada por el propio Jon Favreau, la cinta cuenta con secundarios de excepción como Sofía Vergara, John Leguizamo, Bobby Cannavale o Emjay Anthony; sin embargo, donde más llama la atención su reparto es en el entrar y salir de otros rostros más populares, encontrando cameos de estrellas como Scarlett Johansson, Dustin Hoffman o Robert Downey Jr.
La producción de cada película de Transformers finaliza con la promesa de su director, Michael Bay, de que esa será la última bajo su mano; sin embargo, al final el estudio logra apañárselas para convencerle de que regrese como artífice de esta saga basada en una de las principales líneas de juguetes de Hasbro (en esta ocasión, el caramelo fue dejarle dirigir su largamente ansiado proyecto de “Dolor y Dinero”). Para bien o para mal, hay que decir que es en los excesos visuales y los fuegos de artificio de su autor donde la saga encuentra sus mejores y peores cualidades. En esta ocasión, y tras cerrar trilogía con “Transformers. El Lado Oscuro de La Luna”, iniciamos una nueva andadura (sin la presencia de rostros clásicos de la saga como Shia LaBeouf o John Turturro), que no es ni un reboot, ni una secuela, sino más bien una nueva línea argumental (si es que tal cosa existe en la franquicia Transformers).
“Transformers: La Era de la Extinción” comienza tras una épica batalla que arrasa una gran ciudad, pero que salva al mundo. Mientras la humanidad se recupera, aparece un misterioso grupo que intenta controlar el curso de la historia… mientras que una nueva amenaza, antigua y poderosa, pone a la Tierra en su punto de mira. Con la ayuda de un nuevo grupo de humanos, Optimus Prime y los Autobots se disponen a enfrentarse al desafío más impresionante de su historia. En una aventura increíble, se ven metidos a una guerra entre el bien y el mal, teniendo lugar una decisiva batalla por todo el mundo.
El nuevo reparto está encabezado por Mark Wahlberg (nuevo actor fetiche de Bay desde “Dolor y Dinero”), Nicola Peltz y Jack Reynor, con Stanley Tucci, ocupando el puesto anteriormente ocupado pro Turturro. Además podemos encontrar otros rostros conocidos como Kelsey Grammer (al que en breve veremos también en “Los Mercenarios 3”) o la asiática Bingbing Li.
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