miércoles, 1 de junio de 2011

LA LEYENDA DE UN ACTOR LLAMADO CLINT EASTWOOD

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INTRODUCCIÓN

Si bien en el mundo en el que vivimos se tiende a idolatrar con demasiada facilidad a determinadas celebridades y artistas, pocos puedes realmente presumir de ser auténticos iconos culturales. Clint Eastwood no sólo se ha convertido en un referente cinematográfico ya sea por su carrera como director, como por sus papeles como actor, especialmente gracias a personajes legendarios como el hombre sin nombre de la Trilogía del Dólar de Sergio Leone o Harry el Sucio. Si bien su carrera empezó en el campo de la interpretación, en los últimos años Eastwood ha preferido delegar su faceta de actor en favor de la de realizador, donde ha recibido mayores reconocimientos, sin embargo, eso no quita para que muchos echemos de menos su granítico rostro en la gran pantalla ahora que acaba de cumplir 81 años.

INICIOS

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Nacido el 30 de marzo de 1930 en el seno de una familia de clase media, su padre Clinton Eastwood Sr., trabajaba en una empresa acerera en Oackland, mientras que su madre Ruth Eastwood era ama de casa, dedicada al cuidado de sus dos hijos. Desde muy joven Clint Eastwood se sintió interesado por el mundo de la música, especialmente jazz y blues, paseándose por diferentes clubs en los que aprendió a tocar el piano. En estos primeros años, el futuro actor se dedicó a alternar sus actuaciones musicales con otros oficios, como leñador, albañil, bombero forestal, obrero del metal o limpiapiscinas con el fin de ir ganando algo de dinero. Eastwood cumplió el servicio militar como instructor de natación en Fort Ord, donde conoció al actor David Janssen, quien años más tarde alcanzó la fama gracias a la serie de televisión “El Fugitivo”. Janssen le animó a probar suerte en la interpretación, tras lo cual Eastwood se matriculó en clases de arte dramático en Los Angeles College. Janssen le ayudó también a entrar en la Universal, donde debutó en la gran pantalla en 1955, apareciendo fugazmente en películas como “Francis in the Navy”, “Lady Godiva” o en dos títulos de género fantástico dirigidos por Jack Arnold, “La Venganza del Monstruo de la Laguna Negra” y “Tarántula”. El aspecto rudo y la preparación militar de Eastwood le permitieron también participar en varias películas del género bélico, como “Zafarrancho de Combate” de 1956 o “La Escuadrilla Lafayette” de 1958. En el futuro, pese a que su carrera le dirigió por otros géneros, como el western o el thriller de acción, Eastwood siguió regresando de manera intermitente al cine bélico, con cintas como “El Desafío de las Águilas” de 1969, junto a Richard Burton, “Los Violentos de Kelly” de 1970 o “El Sargento de Hierro” de 1986, estas dos últimas repletas de cinismo y una visión poco edificante del ejército. Su última incursión en este tema la realizó no como actor sino exclusivamente como director en su díptico sobre la Segunda Guerra Mundial en “Banderas de Nuestros Padres” y “Cartas desde Iwo Jima”.

POR UN PUÑADO DE WESTERNS

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Volviendo a sus inicios, la fama le llegó a Eastwood en 1959 gracias a la televisión, cuando pasó a formar parte del reparto de la serie “Látigo”, donde su personaje Rowdy Yates alcanzó gran popularidad entre el público. Si bien el suyo no era el personaje principal, si consiguió hacerse con las simpatías del público a lo largo de los 5 años que permaneció en la serie. Pese a esto, por esta época, Eastwood tenía la impresión de que su carrera en Hollywood no iba a ningún sitio, por lo que no tuvo inconveniente en viajar a Almería en 1964 a rodar “Por un Puñado de Dólares”, un western de producción italiana a las órdenes de un director llamado Sergio Leone. Inicialmente su papel había sido ofrecido a James Coburn, pero éste prefirió declinar la oferta y la cierta fama obtenida por Eastwood gracias a “Látigo”, le avaló para conseguir el papel. Eastwood no hablaba italiano, por lo que el contacto con Leone debía ser a través de un intérprete y además, él mismo tuvo que comprar el vestuario que luce en la película, incluyendo el legendario poncho que le acompañó a lo largo de sus tres westerns italianos. El inesperado éxito internacional de esta película no sólo dio el pistoletazo de salida del Spaghetti Western, sino que convirtió a Clint Eastwood en una estrella de fama internacional. A continuación el actor repitió con Leone en “La Muerte Tenía un Precio”, secuela temática, que no argumental, de la primera, donde siguió definiendo las características de su personaje del “Hombre sin Nombre”. Éste quedó ya definitivamente establecido con el cierre de la Trilogía del Dólar, la extraordinaria “El Bueno, el Feo y el Malo”. Estos tres títulos por si sólo ya marcarían la entrada de Clint Eastwood en los anales de la historia del cine, sin embargo, como se comprobó más tarde, en realidad se trataba de los primeros pasos de la carrera de un actor llamado a retomar el testigo de otro icono cinematográfico, John Wayne, al frente del género del western.

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Tras su periplo por Almería, Eastwood regresó a Hollywood convertido ya en una estrella de primer orden, a pesar de no haber protagonizado ninguna cinta norteamericana de peso. Lógicamente, durante estos primeros años se le convocaron principalmente para westerns, especialmente aquellos con los que Hollywood quería replicar la estética de las películas italianas. Por esta época el género estaba ya adentrándose en su propia decadencia. Aquellos artistas que lo habían mantenido vivo durante varias décadas, como John Wayne ya estaban bastante envejecidos, y entre las nuevas generaciones no había un relevo que retomara el testigo. Durante los 70 y los 80, Eastwood fue quien se mantuvo al pie del cañón, consiguiendo además que gracias a él sus westerns fueran rentables en una época donde el público parecía haber perdido el interés. La influencia del Spaghetti Western se notó sobre todo en sus primeros títulos, “Cometieron Dos Errores” de 1967 o “Dos Mulas y Una Mujer”, dirigida por Don Siegel en 1969. Sin embargo, Eastwood se arriesgó ampliando el espectro en títulos como “La Leyenda de la Ciudad sin Nombre”, donde se atrevió con el musical, interpretando algunas canciones en pantalla, o con otras dos películas de su buen amigo Don Siegel, “La Jungla Humana” de 1968 (western urbano que sirvió de precedente a otro personaje clave de Eastwood, Harry el Sucio) o “El Seductor” de 1971, que escondía realmente un drama con componentes de suspense, ambientado en una residencia femenina durante la Guerra Civil estadounidense. Uno de sus acercamientos más clásicos al cine del oeste lo hizo en “Joe Kidd”, de 1972, a las órdenes de todo un maestro del género, John Sturges, autor de títulos como “Duelo de Titanes” o “Los Siete Magníficos”.

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A partir de los 70, Eastwood tomó aún más el control de sus westerns. En 1971 convenció a la Warner para que le dejaran probar suerte como director con el thriller de suspense “Escalofrío en la Noche”, aunque, eso sí, tuvo que claudicar a la condición del estudio de que la cinta estuviera protagonizada por él con el fin de asegurar una cierta rentabilidad al producto. Un año más tarde ya se encontraba dirigiendo su segunda película y su primer western. Si “Cometieron Dos Errores” había significado el debut de su productora, Malpaso Company, a partir de “Infierno de Cobardes” de 1972 el propio actor se encargó de dirigir, todas y cada una de sus incursiones en el género. Estas fueron desde las más reivindicativas (como “El Fuera de la Ley”, con una clara postura pro-india, o “Bronco Billy”, desencantada visión de la sociedad moderna a través de los espectáculos del oeste) hasta la comercial “El Jinete Pálido”, especie de remake de “Raíces Profundas”, donde Eastwood recuperaba y ampliaba el tono casi sobrenatural de “Infierno de Cobardes”.

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Eastwood se despidió del western por todo lo alto en 1992, con la cinta “Sin Perdón”. A partir de un guión que había tenido guardado en su escritorio a la espera de tener la edad adecuada para interpretar el papel protagonista, Eastwood realizó su canto del cisne, una historia crepuscular que marca la separación entre el oeste real y el mitificado gracias al cine y la literatura. La película supuso también su consagración como autor, ganando 4 Oscars (entre ellos a Mejor Director y Mejor Película), aunque la Academia no se atrevió a concederle el premio como Mejor Actor, que ese año fue a parar a otro intérprete largamente nominado y nunca premiado, Al Pacino por “Esencia de Mujer”.

ALÉGRAME EL DÍA

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La amistad con el realizador Don Siegel, con el que había coincidido en títulos como “La Jungla Humana”, “El Seductor”, “Dos Mulas y una Mujer”, le sirvió a Eastwood para conseguir el papel protagonista de “Harry, El Sucio”, un thriller de temática candente, ya que no sólo prometía grandes dosis de violencia, sino que se inspiraba en el caso auténtico del Asesino de Zodíaco, que pocos años atrás había aterrorizado a la población de San Francisco y que aún seguía en libertad. Inicialmente el papel le fue ofrecido a estrellas como John Wayne o Frank Sinatra, pero el rechazo de ambos hizo que Siegel optara por escoger a Eastwood, quien encontró en la personalidad asocial y fascistoide de Harry Callahan el vehículo perfecto para ahondar en esa imagen de tipo duro, implacable y regido bajo un particular código del honor que ya había reflejado en los westerns. Además de los aspectos antes comentados, la película sirvió también de espejo de ese turbulento estado de rebeldía y ruptura con los patrones sociales de los años 50 que inundaba los Estados Unidos a principios de los 70, especialmente por parte de las minorías raciales y sexuales. En este sentido Callahan reflejaba los recelos de la comunidad conservadora ante el cambio y lo que ello estaba suponiendo en cuanto a desorden social.

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Curiosamente, un personaje tan a priori antipático y difícil como Harry El Sucio acabó conquistando al público, que se sintió fascinado por su habilidad para enfrentarse a los criminales de manera violenta sin ningún atisbo de conflicto moral. Esto desembocó en la creación de un total de 4 secuelas, “Harry, el Fuerte”, “Harry, el Ejecutor”, “Impacto Súbito” y “La Lista Negra”, que fueron llegando a la pantalla entre 1973 y 1988, siempre con Eastwood como actor principal, aunque con una progresiva simplificación del personaje que, poco a poco, se fue desprendiendo de sus aristas más incómodas para quedarse con aquello que demandaba el público.

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Además de las diferentes secuelas que originaría el éxito de “Harry el Sucio”, Clint Eastwood pasó a protagonizar también una serie de películas cortadas por el mismo patrón, donde interpretaba a personajes de características similares, aunque no siempre de manera afortunada. En 1975 protagonizó “Licencia para Matar”, donde también podíamos encontrar ecos del cine de espionaje de James Bond (aunque sin nada que ver con la cinta de esta franquicia protagonizada por Timothy Dalton en 1989). Aquí interpretaba a un antiguo asesino a sueldo perteneciente a una organización secreta internacional que es chantajeado para llevar a cabo una última misión: identificar y eliminar a un asesino ruso camuflado dentro de un equipo de alpinismo.

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Un rostro habitual del cine de Clint Eastwood fue la actriz Sondra Locke con al que el actor mantuvo una relación sentimental entre 1976 y 1990. Juntos coincidieron por primera vez en “El Fuera de la Ley”, y volvieron a repetir en 1977 con “Ruta Suicida”, una cinta que perfectamente podía haber entrado dentro de la serie de Harry Callahan, y en la que Eastwood interpretaba a un peculiar policía cuya misión es escoltar y proteger a una prostituta desde Las Vegas hasta Phoenix para que testifique en un juicio contra la mafia. La cinta ofrecía una persecución perpetua a los dos protagonistas y culminaba con una impactante secuencia dentro de un autobús.

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Con el fin de sacar tajada de dos de los tipos duros taquilleros de la época, en 1984 la Warner reunió en 1984 a Eastwood con Burt Reynolds en “Ciudad muy Caliente”. Ambos actores se conocían de su periodo como aspirantes a estrellas y habían mantenido la amistad mientras el éxito les sonreía, sin embargo, por estas fechas, la carrera de Reynolds estaba empezando ya a decaer y esta película ambientada en los años 30 y con guión de Blake Edwads tampoco ayudó demasiado a que remontara.

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Como comentábamos antes, Eastwood regresó al terreno bélico en 1986 con “El Sargento de Hierro”. Aquí nos encontramos con otro personaje extremo, en la línea de Harry el sucio, con problemas a la hora de dejarse subordinar por la jerarquía militar, que se pone al mando de un pelotón de fracasados, a los que pondrá firmes a base de disciplina. Inicialmente la cinta iba a contar con apoyo por parte del ejército de los Estados Unidos, sin embargo, cuando vieron la imagen que se daba de él en el guión prefirió mantenerse al margen. Sin duda, aquí Eastwood llevó al límite su capacidad para dar réplicas mordaces sin perder un ápice de su legendario rictus facial, aunque el Sargento de Artillería Highway también escondía, al igual que Callahan, su pequeño corazoncito.

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Ese lado más blando quedo totalmente expuesto en su personaje en “El Cadillac Rosa”, thriller con componentes románticos, que bebía algunos ecos de “Ruta Suicida”, pero cuyo flojo guión y la poco inspirada realización del especialista en escenas de riesgo Buddy Van Horne dieron como resultado una cinta aburrida y sin garra. Aunque la última película de la serie de Harry el sucio fue “La Lista Negra”, estrenada en 1988, Clint Eastwood tuvo una nueva oportunidad de despedirse del personaje en 1990, con la cinta “El Principiante”. Si bien aquí responde al nombre de Nick Pulovski, éste es claramente una versión avejentada de Callahan, a punto de retirarse, que encuentra en su nuevo compañero un posible heredero de su peculiar modo de impartir justicia.

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Curiosamente, cuando su película “Gran Torino” estaba en pleno proceso de producción, corrió un rumor según el cual esta película podía ser el regreso de Callahan a la gran pantalla. Esto finalmente se descubrió que era un bulo sin fundamento, sin embargo, no se puede negar que el personaje de Walt Kowalski bien podría haber sido el viejo Harry, retirado en un barrio residencial.

DURO DE PELAR

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La carrera de Clint Eastwood ha contado también con otros proyectos comerciales alejados del mundo del western, y de Harry el sucio y sus sucedáneos. En 1974 protagonizó a las órdenes de un debutante Michael Cimino y junto a un también novato Jeff Bridges la cinta “Un botín de 500.000 dólares”, una historia de robos eficaz y potente, que le proporcionó al actor buenos dividendos en taquilla. Se trataba de una cinta de acción contundente, que dio muestras de estilo de un director tan particular como Cimino, posteriormente autor de títulos como “El Cazador”, “La Puerta del Cielo” o “Manhattan Sur”.

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También a finales de los 70 podemos encontrar dos películas que le proporcionaron gran popularidad al actor, se trata de “Duro de Pelar” y “La Gran Pelea”, donde interpretaba a Philo Beddoe, un camionero y luchador ocasional, que va siempre acompañado por Clyde, su orangután. Sin estar dentro de las mejores películas del actor, lo cierto es que estos dos títulos cayeron en gracia entre el público, principalmente por su tono de comedia amable, además de forjar una amistad con el actor secundario Geoffrey Lewis y ofrecer dos nuevas colaboraciones de Eastwood con Sondra Locke.

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“Fuga de Alcatraz” de 1979 fue la última colaboración de Eastwood con su maestro y amigo Don Siegel. La cinta estaba inspirada en un hecho real y ponía al actor en la piel de Frank Morris, un ladrón de bancos que podría haber sido la única persona que consiguiera escapar de la infranqueable prisión de Alcatraz. La película, rodada con el habitual estilo seco y efectivo de Siegel, se ha convertido con el paso del tiempo en uno de los más destacados títulos de Eastwood como actor, más allá de su popularidad con el western o Harry el sucio.

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Menos afortunada fue “Firefox” de 1982. Cinta de espionaje, dirigida y protagonizada por el propio Eastwood, que buscaba seguir la línea marcada por populares escritores como John LeCarré o John Forsythe, amparándose además en la siempre recurrente Guerra Fría que enfrentaba a Estados Unidos con la URSS. Desgraciadamente el resultado final dejó mucho que desear debido principalmente a una duración excesiva.

YO TAMBIÉN SÉ ACTUAR

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Al mismo tiempo que se mantenía como uno de los actores más queridos por el público con sus trabajos comerciales, Eastwood veía como la crítica le despreciaba una y otra vez como intérprete. Esto a pesar de que el actor intentaba en ocasiones sacar adelante papeles que le supusieran un mayor riesgo artístico que poner cara de palo y disparar un Magnum 44. Por ejemplo, en 1982 se puso en la piel de un acabado músico en “El Aventurero de Medianoche”, donde compartía escenas con su hijo Kyle Eastwood. Esta película le sirvió para recordar sus tiempos de juventud en los que iba tocando por los clubs para ganar algo de dinero, permitiéndole además iniciar una línea de papeles crepusculares, que ha venido desarrollando desde entonces.

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Dos años más tarde, en 1984, protagonizó “En la Cuerda Floja”, donde daba más entidad y aristas psicológicas a su personaje de Harry Callahan, alejándose de los patrones que él mismo había marcado en su cine comercial. Aquí su Capitán Wes Block es un policía situado frente a un abismo emocional que debe enfrentarse a un asesino en serie que no duda en atacarle de manera personal.

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Antes de la llegada del reconocimiento general gracias a “Sin Perdón”, en un momento donde ya la balanza crítica empezaba a dar muestras de un cambio de apreciación hacia la carrera de Clint Eastwood, el actor protagonizó y dirigió en 1990 “Cazador Blanco, Corazón Negro”, donde interpretaba al director de cine John Huston durante el periodo de rodaje de la película “La Reina de África”. Aquí repetía su rol de persona huraña y asocial, pero de nuevo dándole un mayor peso dramático.

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La carrera de Clint Eastwood tras “Sin Perdón” dio un giro extraordinario. Empezó cada vez más a centrarse en su labor como realizador, y a abrir el tipo de personajes que afrontaba en su faceta de actor. No abandonó su papel tipo, al que siguió acudiendo en películas como “En la Línea de Fuego” o “Poder Absoluto”, dos excelentes thrillers de acción. Pero al mismo tiempo no dudó en dar un giro a su imagen en títulos como “Un Mundo Perfecto” donde no tuvo problemas en ceder el papel principal a Kevin Costner y reservarse uno secundario sin demasiado lucimiento, o en “Los Puentes de Madison”, en la que abandonó su aspecto más rudo para sumergirse en una historia de amor maduro.

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Lo que sí fue un elemento reiterativo en todas estas películas es el elemento crepuscular. Todos estos personajes se caracterizaron por estar en la etapa final de su vida, dispuestos a llevar a cabo algo que sirviera de redención por los errores del pasado y les permitiera despedirse de este mundo con la sensación de haber cumplido una función en la vida. En “Ejecución Inminente” interpretaba a un periodista con problemas personales que además se siente obsoleto ante los cambios que ha sufrido su profesión. En “Space Cowboys” es un militar que estuvo a punto de viajar al espacio en plena era de la carrera espacial y que 40 años más tarde volvía a contar con una segunda oportunidad. En “Deuda de Sangre”, volvió a su papel de agente de la ley, en esta ocasión es un agente del FBI retirado que descubre que las pistas necesarias para encontrar a un peligroso asesino en serie están en el corazón que le acaban de trasplantar. En “Million Dollar Baby” era un veterano entrenador de boxeo, que entablaba una estrecha relación con su última pupila, una mujer empeñada en convertirse en boxeadora, a pesar del imperante machismo existente en este deporte. En un principio este papel iba a ser el último de la carrera del actor, quien anunció su retirada de la interpretación para centrarse en su labor como director. Sin embargo, cuatro años más tarde Eastwood encontró otro personaje que le tentó como actor, Walt Kowalski, el protagonista de “Gran Torino”, que no sólo nos permitió ver, aunque sea una vez, más a este gran actor en la pantalla, sino que además le ha aportado a su creador la película más rentable de su extensa carrera.

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“Gran Torino” pudo suponer realmente la despedida de Eastwood de la interpretación, pero no del cine, ya que tras este título ha seguido ofreciéndonos grandes películas, realizadas con pasión y artesanía, como “Invictus” (donde le regalaba a su amigo Morgan Freeman una golosina de personaje, ni más ni menos que Nelson Mandela) y “Más Allá de la Vida” (una cinta de toques sobrenaturales, donde también podemos ver al Eastwood director más intimista). En breve llegará a nuestras pantallas “J. Edgar”, su biopic acerca de la figura del legendario, temido e idolatrado director del F.B.I., con la que podemos estar seguro que seguirá puliendo una carrera como realizador verdaderamente envidiable. Como actor, como hemos visto, tal vez no lo volvamos a encontrar en la pantalla, pero Clint Eastwood puede vanagloriarse de ser uno de las pocos iconos vivientes de Hollywood.

2 comentarios:

  1. Excelente monográfico, es ameno y se aprende mucho de la figura de Clint Eastwood (ya me he apuntado algunas de las películas que no he visto)

    “La muerte tenía un precio” es mi favorita de la Trilogía del Dólar de Leone. Para mí, desde ese momento, Eastwood se convirtió en un mito. ¿Podría haber interpretado otro actor a un personaje así, como lo hace Eastwood? Lo dudo.

    Además de “Sin Perdón” que me parece esa secuela del personaje del Hombre Sin Nombre, ese ocaso de Bill Munny. Un genial western crepuscular, quizás mi favorita de Eastwood.
    Enhorabuena por el monográfico y a seguir así con el blog, genial para aprender más sobre el cine y pasar un buen rato con ello.

    PD: Para mí siempre fue el actor que estaba destinado a ser Lobezno, de los X-Men, en la gran pantalla. Sin desmerecer a Hugh Jackman, es una pena que nunca viésemos a Clint con las garras de adamantium.

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  2. Muchas gracias, Carlos, por tu comentario. Me alegro de haberte apuntado algunos títulos para que sigas disfrutando del legado de Clint Eastwood. En cuanto a Clint como Lobezno, creo que le ha pillado a destiempo, una película de los X Men en la época cuando él estaba en edad de interpretar al personaje posiblemente hubiese quedado un tanto floja en lo referente a efectos. Creo que las películas de la Patrulla han empezado a llegar cuando la tecnología lo ha permitido. Con lo que sí me quedo con pena es con no haberle visto en una adaptación de "El Regreso del Señor de la Noche", como se llegó a rumorear en su momento, allá por principios de los 90.

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