martes, 30 de marzo de 2010

CINE ÉPICO RELIGIOSO (1951 - 1965)


1. INTRODUCCIÓN

Con la llegada de la televisión a los hogares estadounidenses en la década de los 40, la búsqueda desesperada para atraer a las salas de cine al público que se quedaba en sus casas llevó a Hollywood a reinventar el género épico, buscando historias que tocaran en lo más hondo de su alma. Para ello, tal y como hiciera en la época del cine mudo, se recurrió a una serie de historias procedentes o inspiradas en el antiguo y el nuevo testamento, que fueron recreadas al más puro estilo de Hollywood, derrochando espectacularidad, costes de producción y grandes estrellas. Muchos fueron los títulos que se produjeron entre la década de los 50 y mediados de los 60, aunque pocas alcanzaron el grado de obras inmortales.

2. TÍTULOS QUE MARCARON EL MODELO A SEGUIR

Una de los primeros títulos en abrir esta moda fue la cinta de 1951 “Quo Vadis”, dirigida por Mervin LeRoy, y basada en la novela de Henryk Sienkiewicz, escrita en 1895. Esta es la adaptación cinematográfica más popular de esta novela, que ya había sido llevada al cine en varias ocasiones con anterioridad. De hecho, en 1912 Enrico Guazzoni llevó a cabo una versión que es considerada una de las inauguradoras de las grandes superproducciones cinematográficas, inspirando a David Wark Giffith a la hora de realizar “El Nacimiento de una Nación”. El “Quo vadis” de LeRoy supuso la última gran superproducción llevada a cabo directamente por Louis B. Mayer, y marcó los patrones a seguir en este tipo de obras en la siguiente década y media, es decir, fastuosos decorados, grandes estrellas, escenas multitudinarias plagadas de extras y, sobre todo, un enfoque grandilocuente de la historia.

Otro título destacado en estos primeros años de la década de los 50 fue “La Túnica Sagrada” de 1953. En esta película quedó plasmada la apuesta de los grandes estudios por el género épico, al ser la primera película en ser estrenada en Cinemascope, con el fin de dar mayor impacto a sus imágenes. La cinta contó con la presencia de grandes estrellas del estudio, como Richard Burton, Victor Mature o Jean Simmons, y llegó a tener una secuela, “Demetrius y los Gladiadores”, producida al año siguiente y protagonizada también por Mature.

Sin embargo, la película que selló el devenir del género fue “Los Diez Mandamientos”, con la que el director Cecil B. DeMille reversionó en 1956 su propia producción de 1923. Ésta fue la última película dirigida por este veterano director y contó con un reparto de lujo encabezado por Charlton Heston (quien a partir de aquí se convertiría en un icono del género), Yul Brynner, Edward G. Robinson, Anne Baxter e Yvonne De Carlo. Curiosamente, si bien la versión del 23 partía de una historia de Jennie McPherson, para su actualización, DeMille tomó elementos de tres novelas diferentes: “Los Pilares del Fuego”, de J.H. Ingraham, “En el Ala del Águila” de A.E. Southon, y “Príncipe de Egipto” de Dorothy Clarke Wilson. La cinta obtuvo un gran éxito, manteniéndose hasta hace pocos años como la película de temática religiosa más taquillera de la historia. Ese puesto le fue arrebatado en 2004 por “La pasión de Cristo”, de Mel Gibson.

Heston repitió hazaña tres años más tarde, en 1959, con “Ben-Hur”, basada en la novela del General Lew Wallace. De nuevo, al igual que sucediera con “Quo Vadis” o “Los 10 Mandamientos”, nos encontramos ante una película que ya había tenido dos versión en la época del cine mudo. La primera versión se estrenó en 1907, con Herman Rottger en el papel de Ben Hur, y William S. Hart como Messala y duraba 15 minutos. La de 1925 estaba dirigida por Fred Niblo y protagonizada por Ramon Novarro y Francis Bushman. Para la versión del 59 se contrató a uno de los directores más reputados de la industria, William Wyler, y el guión contó con la contribución no acreditada del gran escritor Gore Vidal (de quien surgió la idea de insinuar un pasado homosexual entre Ben Hur y Messala). Esta película se convirtió también en un mito, con escenas para el recuerdo como la carrera de cuadrigas, y ganando 11 Oscars en la ceremonia de ese año, un record sólo equiparado en 1998 por “Titanic” de James Cameron y en 2003 por “El Retorno del Rey”, aunque “Ben Hur” es la única de las tres en ser premiada en el apartado interpretativo.

3. EL DECLIVE

A partir de aquí el género iría declinando. Si bien encontramos cintas estimables como “Rey de Reyes”, dirigida en 1961 por Nicholas Ray, o “Barrabás” de 1962, bajo la dirección de Richard Fleisher y a mayor gloria de su actor protagonista, Anthony Quinn, y el género histórico seguía ofreciendo películas de extraordinaria calidad, como “Espartaco”, el enorme peso económico que suponía una de estas producciones empezó a suponer un lastre muy pesado para los estudios. El punto crítico llegaría en 1963 con el descalabro económico que supuso el estreno de “Cleopatra”. A partir de aquí, se buscaría la forma de ir abaratando costes de producción.

En 1964 llegaba a las pantallas “La Caída del Imperio Romano” de la mano de Anthony Mann, quien no era ajeno al género épico, tras dirigir títulos como “Cimarrón”, protagonizada por Glenn Ford, o “El Cid”, con Charlton Heston. De hecho, en principio, la intención era poder reunir en esta película a los protagonistas de “El Cid”, sin embargo, al final no pudo ser y Heston fue sustituido por Stephen Boyd, curiosamente el encargado de interpretar a Messala en “Ben Hur”. Desgraciadamente, la cinta fue también un fracaso, y supuso el fin de las producciones de Samuel Bronston en España. Esta película contaría con un remake inconfeso en el año 2000, “Gladiator” de Ridley Scott.

Finalmente, una de las cintas en cerrar este periodo sería “La Historia más Grande Jamás Contada” de 1965. En esta nueva versión de la vida de Cristo, el director George Stevens hizo una apuesta por un amplio reparto de lo más variopinto, que iba desde el sueco Max Von Sidow como el Mesías, hasta John Wayne como centurión romano, pasando por Martin Landau, Angela lansbury, Sydney Potier, Claude Rains, Telly Savallas y hasta el mismísimo Charlton Heston como Juan el bautista.

4. CONCLUSIÓN

A mediados de los 60, las presiones económicas y el paulatino desinterés del público hicieron que Hollywood abandonara este tipo de producciones, aunque el género siguió en activo, al menos una década más, gracias al peplum europeo, heredero de la huella que dejaron estas películas en países como España o Italia.

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