martes, 5 de mayo de 2020

“TYLER RAKE”. ACCIÓN EN PRIMERA PERSONA

Crítica de Tyler Rake (Extraction)': el niño y la Bestia| Noche de ...

Al mismo tiempo que estrenaban en salas “Capitán América. El Soldado de Invierno”, los hermanos Russo publicaban una novela gráfica co-guionizada con Ande Parks e ilustrada por Fernando León González. Lo cierto es la edición en papel pasó un t anto desapercibida, pero ahora Netflix nos presenta la adaptación cinematográfica, producida también por los Russo y guionizada por uno de ellos, Joe Russo. Convertida en el nuevo plato estrella de la plataforma streaming, la cinta cuenta también con Chris Hemsworth en el papel principal, repitiendo por lo tanto con los Russo, tras las dos últimas entregas de “Los Vengadores”. 

Para la dirección se ha contado con Sam Hargrave, de escasa trayectoria tras la cámara, pero extensa labor en los apartados de escenas de riesgos, tanto como doble de acción como coordinador de este tipo de escenas. En este sentido, su elección es perfectamente coherente con el producto que nos presenta Netflix, ya que se trata de un thriller de acción continua y frenética, con escaso espacio para el desarrollo dramático o cualquier otro componente narrativo que no sea tiros, explosiones y combate mano a mano. En este sentido podemos decir que la labor de Hargrave es eficaz y contudente. Las secuencias de acción están rodadas con nervio, situando al espectador en medio del combate y consiguiendo que sienta en las tripas el fervor de la batalla. El realizador apuesta por una acción física, tangible, de sudor y donde se masca la tierra. Hay, por supuesto, profusión de efectos digitales, pero estos pretenden en todo momento pasar lo más desapercibidos posible, incrementando la sensación de realismo de la acción. Ejemplo de esto es el comentado plano secuencia, trucado para empalmar los cortes de tal manera que simulen continuidad y corrigiendo de manera digital aquellos elementos imposibles de llevar a cabo físicamente durante el rodaje. 
Más endeble se vuelve la película cuando intenta dar un trasfondo emocional a los personajes. El tema de la paternidad fallida, los efectos de la violencia en la vida familiar de los personajes masculinos, a penas sirve para que el espectador pueda empatizar con los personajes y sienta un mínimo de interés por su bienestar. Si la novela gráfica original estaba ambientada en Latinoamérica y el objeto de la extracción era Eva, la hija de un narcotraficante en Ciudad del Este, Paraguay, secuestrada por el principal competidor de su padre, aquí se ha cambiado la localización por la caótica y masificada ciudad de Dhaka, en Bangladés, mientras que el secuestrado pasa a ser un chico de 14 años llamado Ovi (Rudhraksh Jaiswal). Si en las viñetas, se creaba una relación sentimental entre secuestrada y rescatador, aquí el nexo va a ser paterno-filial (evitando, de paso, ese componente sexual entre el mercenario y una menor de edad), arrastrando el protagonista un trauma por la pérdida de su hijo, mientras que el chico se siente abandonado por un padre que nunca le ha valorado ni mostrado cariño. A esto se suma la presencia de Saju (Randeep Hooda), tío del niño y cuya familia se ve amenazada por su propio hermano si su sobrino no regresa sano y salvo a casa. Existe otro vínculo creado en la cinta entre el villano, Amir Asif (Priyanshu Painyuli), y un joven y ambicioso chico de la calle, Farhad (Suraj Rikame), que se gana el respeto del traficante por su valentía y arrogancia. Desgraciadamente, frente al despliegue de las escenas de acción, todo este trasfondo argumental quedan más en el plano anecdótico, meras pinceladas sin desarrollar, que como un auténtico componente dramático, motor de la  trama.
Al final, la película engancha y entretiene por su ritmo y el rugir de su acción. Quien busque algo más que una réplica de algún shoot’em’up moderno para consolas, está errando el tiro.       

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