jueves, 14 de octubre de 2010

MACHETE. ¿PELÍCULA POSTMODERNA O GAMBERRADA PRIVADA?

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INTRODUCCIÓN

El mundo del cine está replete de momentos absurdos, donde las películas surgen de las situaciones más peregrinas. Mientras hay cineastas que invierten años de su vida en poder sacar adelante sus proyectos, un cineasta como Robert Rodríguez consigue financiar trabajos en los que, en ocasiones, es difícil discernir si son obras personales o bromas privadas. Éste es el caso de su última película, “Machete”, un nuevo episodio en el homenaje al cine de explotación de los años 60 y 70 que el director inició junto a Quentin Tarantino con su díptico “Grindhouse” (“Planet Terror” y “Death Proof”).

GRINDHOUSE

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Con el término Grindhouse, nos referimos a un tipo de producción de bajo presupuesto, ideada para proyectarse en sesiones dobles o dentro del circuito de medianoche. Aquí la calidad no era un objetivo, sino el utilizar elementos que llamaran la atención al público y lo atrajera a la sala, especialmente sexo y violencia, para de esta manera paliar la falta de presupuesto y estrellas reconocidas. Cualquier mínima excusa era válida para mostrar a las actrices desnudas e insinuantes ante el protagonista, mientras que en las escenas de acción, abundaban planos detalles de amputaciones, destripamientos y otros efectos gore. De argumento pobre, interpretaciones lamentables e incesantes errores de continuidad, las películas pasaban meses circulando por diferentes salas y el celuloide acababa dañado debido a sus numerosos pases, con rayas, quemaduras y otras muescas que con el tiempo han pasado a formar parte del encanto psicotrónico de estas cintas.

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A lo largo de casi dos décadas, el público aficionado a este tipo de películas pudo regocijarse con títulos tan sugerentes y, al mismo tiempo, absurdos como “I Drink Your Blood (Perros Rabiosos)”, “Caged Heat (La Cárcel Caliente)”, “Bury Me an Angel”, “Ilsa, She Wolf of the SS (Ilsa, la Loba de las SS)”, “Dr. Black & Mr. Hyde”, “The Thing with Two Heads”, “Blood Sucking Freaks” o “Night of the Bloody Apes (La Horripilante Bestia Humana)”. Algunas de estas películas llegaron a trascender su estatus, convirtiéndose en títulos de culto e incluso en títulos de trayectoria comercial con reconocimiento crítico (“La Última Casa a la Izquierda”, “La Noche de los Muertos Vivientes”). De las filas del Grindhouse surgieron también algunos directores que posteriormente alcanzaron prestigio en el cine mainstream, sin embargo, en la inmensa mayoría de estas producciones han caído en el olvido, recordándose aquellas que acapararon un mayor índice de absurdo en su metraje.

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La llegada del mercado del video a principios de los 80 hizo que este tipo de producciones abandonaran sus circuitos minoritarios para inundar el mercado doméstico, iniciando una generación de cinéfilos, “las ratas de videoclub”, quienes buscaban entre las estanterías de estos establecimientos títulos que, por su naturaleza extravagante y bajo presupuesto, jamás habían pasado por las salas comerciales. Por supuesto, siempre hay excepciones que confirman la regla y algunos de estos trabajos obtuvieron tanta notoriedad que consiguieron abrir su camino hacia el terreno comercial, o al menos encumbrar a sus autores como referentes cinematográficos (en su mayor parte dentro del género fantástico, otros campos como la Sexplotation o la Blaxploitation cayeron en desuso tras su boom de la década anterior). Algunos títulos representativos de esta época fueron “Posesión Infernal” de Sam Raimi, “Mal Gusto” de Peter Jackson, “Reanimator” de Stuart Gordon (y el productor Brian Yuzna), “¿Dónde te Escondes, Hermano?” de Frank Henenlotter o las producciones baratas de la Troma (“Los Surfistas Nazis Deben Morir”, “El Vengador Tóxico”, “Redneck Zombies”, “Sargento Kabukiman”).

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El giro se produce a partir de los 90, cuando algunas de estas “ratas de videoclub” dan el salto a la industria el cine y empiezan a homenajear este tipo de producciones dentro del espectro del cine comercial, con presupuestos mucho más holgados que los que se barajaban en las producciones Grindhouse. El cabecilla indiscutible de este grupo es Quentin Tarantino, acompañado por otros compañeros de generación, como Robert Rodriguez, quienes a su vez han apoyado a discípulos como Eli Roth o Scott Spiegel.

EL CINE DE ROBERT RODRÍGUEZ

Robert Rodriguez

Ya desde su debut en 1992 con “El Mariachi”, las claves del cine de Robert Rodríguez quedaron más o menos asentadas. Si bien su nombre enseguida se encumbró dentro del panorama del cine independiente estadounidense, lo cierto es que los parámetros de esta película estaban muy alejados de los marcados por Popes del movimiento como John Cassavettes, Jim Jarmush o Hal Hartley. Incluso esa afinidad cinéfila con Tarantino tampoco estaba muy clara en lo cinematográfico (pese a sus referencias al cine de serie B o Z, Tarantino ha optado por una puesta en escena muy cuidada, que da un toque de qualité a sus películas). El cine de Rodríguez siempre ha tenido sus más y sus menos, pero ambos en conjunto forman parte de su identidad como cineasta. A su favor tenemos su habilidad para encargarse él mismo de diversas facetas de la creación de la película (dirección, guión, producción, montaje, fotografía, música, sonido y efectos especiales, entre otros) lo que abarata el coste de la producción. Esto le permite mantener un gran grado de independencia y libertad creativa ya que a los grandes estudios no les preocupa la pequeña inversión que hacen en sus películas. Al mismo tiempo, ha aglutinado en su casa, a pequeña escala, todos los departamentos de un estudio de cine, por lo que este nivel de control de la película se ve aún más potenciado. Su sentido del ritmo y del entretenimiento de la película las convierten en títulos de gran tirón comercial, capaz de interesar a un público general, pero también a grupos de espectadores más específicos interesados precisamente por esos guiños al cine de serie B. Aquellos aspectos que él mismo no asume normalmente se reparte entre un equipo habitual y hasta familiar, trasmitiéndose, por encima incluso de la profesionalidad de todos ellos, una impresión de disfrute con el proceso de trabajo y amor por el cine.

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En el otro lado de la balanza tenemos principalmente una sensación general de premura y precipitación en el trabajo de Rodríguez. El cineasta trabaja rápido, lo que hace que no haya un cuidado por el resultado final. Partiendo del guión nos encontramos con historias mal desarrolladas, donde la acción avanza a trompicones, más para introducir aquellos elementos que el director quiere homenajear, que por necesidad intrínseca de la historia. Por regla general, los personajes parten de un perfil y un diseño que resulta llamativo, pero, una vez entran a participar en la acción, caen en una tierra de nadie, donde esas características sugerentes quedan limitadas a un valor meramente estético. Esta simplicidad argumental y de personajes queda cada vez más patente a medida que las películas avanzan y van llegado al clímax. Rodriguez tampoco es un virtuoso de la cámara y su puesta en escena generalmente tiende a ser plana y hasta confusa, sin embargo, esto queda paliado en postproducción con su habilidad en la mesa de montaje. Al final, lo que queda es la impresión de que las películas de Robert Rodríguez prometen más de lo que ofrecen, quedándose siempre a medio camino de lo que se esperaba de ellas.

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En “Machete” aparece acreditado como co-director a Ethan Maniquis, quien previamente había echado una mano en el montaje de “Planet Terror” y “Shorts. La Piedra Mágica”, sin embargo, nos encontramos claramente ante una película de Robert Rodríguez donde Maniquis ha ejercido como director de apoyo (al contrario de lo que sucedió en “Sin City” con Frank Miller, donde la impronta personal de éste estaba muy clara).

DEL TRAILER FALSO A LA PELÍCULA

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El tráiler falso presentado en “Planet Terror” y que ha servido de punto de partida para la película partía a su vez de una idea que llevaba tiempo rondando la cabeza del director. Al igual que hiciera con “El Mariachi”, la intención de Rodriguez era crear un héroe genuinamente latino, con el que se pudieran identificar los ciudadano de habla hispana de Estados Unidos. La encarnación la encontró durante el rodaje de “Desperado” en la figura de Danny Trejo (ex convicto, ex boxeador y primo lejano del director), quien ya interpretó papeles similares en la mencionada secuela/remake de “El Mariachi” y en la trilogía de “Spy Kids”. Dada la naturaleza del tributo a Grindhouse de “Planet Terror”, el falso tráiler de “Machete” adquirió una estética propia del cine de los años 70, además de ese falso desgaste de la imagen para simular el mal estado del celuloide. Esto lo heredó la película, de manera que todos los elementos de la película se articulan de acuerdo a las características del cine de explotación de la época.

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Donde también ha querido ser coherente (por decirlo de alguna manera) el director ha sido a la hora de adecuar el desarrollo del largometraje a las imágenes ofrecidas en el tráiler falso. Lo mostrado en “Planet Terror” era una amalgama de situaciones sin orden ni concierto que básicamente venían a reflejar las características de estas películas (la violencia, la exageración de las secuencias, la carga sexual) y sus auténticos trailers (como el uso de la voz en off y frases lapidarias como “jodieron al mexicano equivocado”). Eso ha tenido que ser articulado de manera que de ahí surgiera un argumento medianamente congruente. Lo curioso es que Rodríguez no disimula a la hora de aprovechar el material rodado para el tráiler e insertarlo en su película, aunque en ocasiones se trata de personajes interpretados por actores diferentes (el caso más evidente es la escena de la piscina, donde el personaje de Lindsey Lohan pasa súbitamente a tener una apariencia diferente).

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Lo anteriormente expuesto convierte a “Machete” en una versión postmoderna de la Blaxploitation de los 70. El esquema básico viene a ser muy similar al de estas películas, pero cambiando el contexto de grupo racial. Machete viene a ser una versión latina de aquel héroe negro, adusto, implacable, irresistible para las mujeres y más chulo que un ocho que poblaba películas como “Las Noches Rojas de Harlem” o “Super Fly”. El personaje de Danny Trejo llega a niveles casi primitivos (lo suyo no es la tecnología ni las armas de fuego, sino los cuchillos y las mujeres) y vive como un paria de la sociedad después de haber sido traicionado por la corrupción de la misma. Frente a él se sitúan los personajes anglosajones, corruptos, racistas, caricaturescos y, en el fondo, unos cobardes cuando tienen que vérselas cara a cara con Machete.

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Esta misma dualidad la podemos observar en el tratamiento de los personajes femeninos de la película. Rodríguez presenta a las latinas (básicamente los personajes de Jessica Alba y Michelle Rodríguez) como fuertes, independientes y sensuales, mientras que las anglosajonas son un grupo de mujeres insatisfechas, acomodadas en una vida ociosa y sin alicientes. En cualquier caso, ninguna de ellas podrá resistirse a los encantos de Machete, quien parece “cumplir” con cada una de ellas de manera hasta rutinaria y dejándose llevar.

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Al igual que sucedía en su momento en las cintas de Blaxploitation, podemos encontrar en el argumento de la película una excusa de crítica social (en esta ocasión pasada por el tamiz de las leyes de inmigración en Estados Unidos y la persecución de los camisas mojadas), sin embargo, más allá de esta referencia, no podemos hablar realmente de un discurso de denuncia por parte del director, quien simplemente se dedica a ajustar su película a las claves del género.

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Finalmente, Rodriguez hace uso del mismo estilo de violencia, desproporcionada y grotesca, haciendo uso del exceso gore como recurso humorístico (Machete descuartiza a los malos como quien unta mantequilla, por no hablar del uso del intestino grueso de uno de los secuaces para balancearse por la fachada de un edificio). En este caso, el director se ajusta más al cine actual y abandona el maquillaje y las vísceras de animales que se empleaban en las películas de los 70 en favor de los efectos digitales.

REPARTO

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Algo que llama la atención de esta película (al igual que sucediera en otros títulos anteriores de Rodríguez, como “El Mexicano”, “Sin City” o “Planet Terror”) es lo heterogéneo de su reparto coral. Aquí el director rompe una de las características del cine de explotación que toma como referente, ya que cuenta con un conjunto de actores de fama internacional. Resulta chocante leer en un mismo reparto los nombres de Robert DeNiro, Jessica Alba, Steven Seagal, Lindsey Lohan o Don Johnson, sin embargo, Rodríguez busca precisamente desafiar al espectador al reunir intérpretes de características y reputación tan dispares y casi antitéticas. Otro desafío es dar papeles de igual o más relevancia a otros nombres menos conocidos, pero que ya forman parte de la troupe del director (Cheech Marin, Jeff Fahey, las hermanas Avellán o Tom Savini).

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Claramente, todos ellos se han unido a la fiesta con una misma razón, hacer una película desproporcionada y sin sentido, donde realmente no tienen que esforzarse mucho en su interpretación (aunque es una pena que el doblaje nos escatime el acento de Texas de Robert DeNiro). Nos encontramos ante un nuevo ejemplo del clásico desarrollo de personajes (o la falta de él) del cine de Robert Rodriguez. Da igual que el papel lo interprete Robert DeNiro o Don Johnson, una vez hecha la presentación de cada uno, el director y guionista no tiene muy claro qué hacer con ellos y estos parecen pulular por la cinta de manera un tanto caótica.

CONCLUSIÓN

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“Machete” no engaña a nadie: propone un entretenimiento descerebrado de hora y media y eso es lo que obtiene el espectador. De hecho, podemos decir que, con estos homenajes al Grindhouse, Rodriguez ha conseguido que las deficiencias de su cine tengan una justificación metalingüística. Nadie se debería quejar de la torpeza de la puesta en escena, de lo insulso de los personajes, de lo atropellado del argumento, ya que eso forma parte del juego. Sin embargo, dos preguntas quedan en el aire: ¿Para rendir tributo a estas películas de ínfima calidad es verdaderamente necesario ponerse a su nivel? ¿Es realmente todo deliberado o es que Robert Rodríguez tampoco sabe hacer las cosas mejor?

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1 comentario:

  1. ESTA BN DEL PUCTAS ESA PELICULA
    ES LA MEJOR Q HE VISTO EN MI RECOCHINA VIDA Y ES ENSERIO
    TIENE DE TODO
    ES LA MEJOR

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